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WATCHINDEMI CONTRATADO EN SODEFITEX

Watchindemi Camara

Hola familia, me presento de nuevo, soy Watchindemi Ca-mara, 25 años y habitante de Ninefecha.

Me gradué de la CNFTAGR en Ziguinchor en 2021/2023, patrocinado por Yakaar África, y actualmente soy el CTC para el centro de Saraya con SODEFITEX. 

Es un poco difícil empezar a escribir esto, pero es una oportunidad para mí hoy para que la gente sepa lo que está en mi corazón. Estoy feliz de haber conseguido mi obje-tivo, que es tener un trabajo después de acumular mu-chos conocimientos y expe-riencia.

Realmente no ha sido fácil, y mis compañeros os dirán lo mismo. Lo hemos pasado todos juntos. Podría haber sido más difícil sin ellos, pero siempre estuvieron a mi lado. Siempre fueron decisivos en cada oportunidad, decididos y motivados. Y eso fue posible gracias a Yakaar África, una familia a la que no tengo palabras para agradecérselo. 

Me dieron la oportunidad de formarme en agricultura, de adquirir experiencia y nuevos conocimientos, ofreciéndome unas prácticas de 8 meses.

Estas experiencias, que pesaron mucho en los criterios de selección durante las entrevistas, los consejos de todas las personas de la familia con las que tuve que tratar y todo el apoyo que me dio la familia Yakaar, me han permitido estar aquí en Saraya.

Es una pena para mí no poder nombrar a una sola persona para darle las gracias. A esta familia le debo todo lo que ha hecho por mí y por mis amigos.

Simplemente puedo dar las gracias a Yakaar y animar a que siempre apoye a los jóvenes porque otros realmente se lo merecen como yo.

Y animar a mis hermanos y hermanas que están en el mismo camino que yo, como siempre lo han hecho,. Hoy es el día para mí y estoy seguro que la oportunidad será también para alguien más entre nosotros. 

Y por último me gustaría dar las gracias especialmente al Presidente de Yakaar África, al Coordinador y al personal administrativo de Yakaar África por tenerme aquí con vosotros y darme esta oportunidad.

Siempre les estaré agradecido y seré fiel y estaré a su disposición en caso de necesidad. Estoy realmente lleno de alegría, y también pido a Dios que nos dé a todos lo mejor.

No sería justo que terminara sin hablarles de SODEFITEX. SODEFITEX es una empresa de desarrollo de fibras y textiles que tiene más de 30 años. Sus objetivos son la producción de algodón, el desarrollo rural

Trabaja en cooperación con familias y grupos u organizaciones, proporcionán-doles insumos, apoyo y asesoramiento sobre productos, y supervisando la cadena de valor de las materias primas. En cuanto a mí, soy el asesor técnico del centro de Saraya.

Es una gran responsabilidad para mí, pero el guerrero en que me habéis convertido, física y moralmente, me fortalece. Siempre es un placer trabajar con Yakaar África. Porque es algo grande y me ha hecho responsable y muy social. Dado que los principales activos de un CTC son la responsabilidad y la responsabilidad social.

Se preguntarán qué es un CTC. Es el asesor técnico del algodón, una de las responsabilidades más importantes de la empresa. Porque tiene un impacto directo en la producción de algodón. Por eso estoy muy contento de estar a cargo de un puesto tan respetado en SODEFITEX.

Francamente, gracias a Yakaar África. Gracias al Presidente y a sus miembros. Y gracias a todos los miembros de la familia Yakaar África.

YOUNOUSSA CONTRATADO EN SODEFITEX

Younoussa Diallo

Me llamo Younoussa Diallo y vivo en la región de Kedougou, en el pueblo Bandafassi de Boundoucondy. Pertenezco a la 30ª promoción del CNFTAGR (Centre Nacional de Formación des Técnicos en Agricultura et ingeniería Rural) de Ziguinchor.

Soy titular de un Título de técnico en agricultura de 2021 a 2023.

Con este texto, me gustaría expresar mi más sincero agradecimiento a toda la familia Yakaar África por haber financiado mi formación agrícola durante los 3 años de mi curso. También me ofrecieron unas prácticas de 8 meses, que también ayudaron a completar mi formación, y me gustaría felicitarles por ello. Nunca dejaré de dar las gracias al padre José María y a todos los españoles, así como al Sr. Demba Dieng y a su equipo, por haberme apoyado en todo para garantizar el éxito de este curso.

Además, gracias a esta formación, pude opositar a un puesto de trabajo en SODEFITEX (empresa de fibras textiles y desarrollo) y obtener un puesto de observador y responsable en el Centro de Investigación y Desarrollo de Sare Hamidou, donde firmé un contrato de duración determinada renovable. Sare Hamidou es un centro de investigación y desarrollo de SODEFITEX situado en la región de Kolda, en la comuna de Koulinto. Mi trabajo en este centro de investigación y desarrollo consiste en estudiar los insectos (plagas chupadoras, orugas, ácaros, diversas enfermedades del algodón, fertilización del suelo, etc.). 

IMPRESIONES DE MI VIAJE A ESPAÑA

Alpha Yaya Diallo

Señoras y señores, miembros y simpa-tizantes de Yakaar África, reciban un cordial saludo y mi más sincero agradecimiento.

Con ocasión de las asambleas generales organizadas por Yakaar África, he tenido la suerte de visitar de nuevo España, y así he podido representar al alumnado de Yakaar de Senegal y a los estudiantes de enferme-ría graduados, de los que formo parte. Fue un verdadero placer.

Durante estas asambleas, me di cuenta de que los miembros de la ONG estaban perfectamente organizados e implicados, aunque algunos de los responsables estratégicos estuvieran ausentes. En este sentido, me gustaría rendir homenaje al duro trabajo del Presidente José María y de sus colaboradores más cercanos. Para mí, la reunión fue un éxito, y espero que se tengan en cuenta nuestras peticiones.

Tras estas reuniones, que se celebraron el 18 de mayo y el 2 de junio respectivamente en Madrid y Vilafranca del Penedés, donde quiero dar las gracias especialmente a Marc y Judith, terminé mi estancia con unas visitas turísticas a varias ciudades españolas: 

Desde la Puerta del Sol en Madrid, hasta la famosa Sagrada Familia en Barcelona y la Torre Hércules en Coruña, me lo pasé muy bien con gente muy amable. Tras recorrer miles de kilómetros en un tiempo récord, noté una gran diferencia con Senegal: la accesibilidad. 

Es decir, en España una aldea, por pequeña que sea, tiene una carretera que conduce a ella, respaldada por medios de transporte dignos de ese nombre, a diferencia de aquí. Esta misma accesibilidad se nota también con el agua potable incluso en las calles.

Desde la paella que comí en la Albufera de Valencia hasta la magnífica Plaza España de Sevilla, pasando por las Setas de la misma ciudad, conocí a gente extraordinaria que, sin mencionar sus nombres, estoy seguro de que se reconocerán en estas palabras. Fue un intercambio muy intere-sante, en palabras del poeta senegalés Léopold Sedar Senghor, "un encuentro de dar y recibir".

También me impresionó la organización y la limpieza de estas ciudades.

Espero que algún día los países africanos, y Senegal en particular, estén a la altura de las circunstancias y se centren en las palancas del desarrollo, sobre todo la sanidad, la educación, la agricultura y otras...., sin necesitar tanto tiempo como la Sagrada Familia de Barcelona.

Me gustaría daros las gracias a todos por la confianza que habéis depositado en mi modesta persona, sin olvidar al equipo Yakaar de Senegal, dirigido por Demba Dieng, con el que hice el viaje y que tanto me aportó.

Muchas gracias, ¡hasta pronto!

¡Viva YAKAAR ÁFRICA!

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Vicenta Pineda

De siempre había deseado trabajar o prestar mis servicios en poblaciones necesitadas, pero durante la vida laboral tenía muchos campos abiertos y no encontré el momento.

En el último Centro de Salud en el que trabajé tenía dos compañeras que contaron su experiencia colaborando en “Formación Senegal”, una ONG. Yo les comenté que estaba dispuesta a ir, pero de momento estaba al cuidado de mi madre.

Ya jubilada y sin más responsabilidades, a través de Alba, me llamaron por si quería ir como médica a Senegal con la organización Yakaar África. Tras breve consulta familiar, acepté la responsabilidad.

Era una aventura, no conocía África y no sabía que podría aportar, pero con la ilusión de todo el equipo, me deje llevar.

Senegal tiene mucho trabajo por delante, pero los senegaleses son un amor: tranquilos, comunicativos, alegres, gene-rosos, atentos….

Nos acompañaban: Ambrosio, que estaba pendiente de lo necesario; Mor fue un conductor de primera por cualquier carretera o camino; Ousmane estuvo acompañán-dome en la consulta como traductor, iniciaba la consulta con el saludo: kassumay! Y relajando la entrevista.

Al final ya sabia tanto como yo para explicar muchas situaciones de higiene postural, dietas… También me acompañaron Aissatou y Boubacar en sus prácticas de enfermería. A todos ellos, gracias por hacerme sentir como en casa.

También sentí el agradecimiento continuo, diario de los pacientes que solicitaban consejo o ayuda.

Pese al trabajo continuo y no planificado, sentíamos que se llevaba un ritmo tranquilo que nos permitía seguir sin estresarnos: danka, danka nos recordaban cuando queríamos ir más aprisa.

Me he traído el recuerdo del amanecer,  al ritmo del despertar de la naturaleza y de la fauna que nos rodeaba; puestas de sol maravillosas y una luna creciente que empezaba como una C y nos confundió con nuestra “luna mentirosa”.

Me he dejado un pedazo de mi corazón en Casamance. Trataré de cuidarme para poder volver.

Agradezco a la organización de Yakaar África su buen hacer, pues están sembrando formación y tecnología para el progreso de Senegal, y por haberme dado ocasión para participar en ello.

ME HA APORTADO MÁS A MÍ

Raquel Escrig

Por fin llegó el momento de aventurarse con la cooperación. Este ha sido mi primera experiencia y tengo que decir que espero que no sea la última. Gran parte de la culpa la tienen 3 mujeres maravillosas (Maite, Amparo y Lia) que un año antes contaban su experiencia en Senegal con Yakaar África y tenían intención de volver repetir. Para mí era una de esas ocasiones en las que confluyen los astros y no puedes rechazar la oportunidad que te da la vida.

Si tuviera que resumir la experiencia en una frase, me ha aportado más a mí en todos los sentidos de lo que yo he podido aportar.

Los primeros días en Senegal fueron muy impactantes. El viaje a través del país te da un baño de realidad y pone de manifiesto las diferencias con el primer mundo. El paso de las dos fronteras con Gambia fue el único momento donde sentí un poco de miedo.

Desde el punto de vista médico nos hemos tenido que enfrentar a un tipo de medicina con muy escasos recursos que nos ha hecho agudizar nuestro sentido clínico y creativo. Personalmente me he sentido muy impotente en ciertas situaciones en las que no les puedes ofrecer cuidados especializados a ciertos pacientes a los que, además, al no poder realizar un seguimiento, no sabes qué pasará con ellos. Por otro lado, me ha pillado de novata y tardé unos cuantos días en entender que a la hora de hacer una anamnesis las preguntas han de adaptarse a su forma de vivir y pensar. 

En cuanto a los niños, se trata de una población bastante sana. Hace falta mucha educación para la salud. Sin embargo, los programas de salud son bastante buenos lo que me hace entender que no llegan a la población. Por todo esto, es tan importante la labor que Yakaar África hace formando a gente local en enfermería. Si tuviera que empezar por algo, me centraría en cosas básicas como la higiene de manos, dotar de agua a los centros de salud y en la creación de programas en las escuelas para la educación en salud.

No me quiero despedir sin agradecer a la gente local que nos acompañó en todo momento durante nuestra estancia. Fueron muy amables, nos cuidaron muchísimo y nos hicieron sentir parte de ellos. De verdad es gente muy hospitalaria. Nos enseñaron mucho sobre la cultura y sociedad senegalesa. Destacar la gran labor de los traductores, no solo por el hecho de traducir sino por ayudarnos a entender la vida allí. Gracias en especial a Ambrosio por estar pendiente en todo momento de que estuviéramos bien y por contarnos tantas historias y gracias a mis compañeras de aventura por todo lo vivido.

PONIENDO LAS COSAS EN PERSPECTIVA

Teresa Pérez Oliver

Toda esta aventura comenzó casi sin pla-nearlo. Para cuando quise darme cuenta, me encon-traba en un avión camino a Dakar rumbo a mi primera misión sanitaria. Había llegado mi oportu-nidad de hacer un volun-tariado y no podía estar más agradecida por la experiencia que iba a vivir. Según lo que decían mis compañeros, se trata-ba de una experiencia enriquecedora a nivel per-sonal y profesional, de esas que te cambian la forma de ver la vida y te ayudan a poner las cosas en perspectiva. Y ahora que la he vivido, les doy complemente la razón. 

Por un lado, esta expe-riencia me ha permitido valorar los puntos fuertes de nuestra sociedad, esas cosas que damos por sentado, pero que son regalos que hemos recibido simplemente por haber nacido en el lugar adecuado. 

Muchos de los casos que vimos eran lesiones claramente evitables, fruto de la desprotección a la que están sometidos los más pequeños, como heridas sobrein-fectadas o quemaduras por hogueras.

Otros casos reflejaban el estigma que la enfermedad supone en una sociedad con escasa educación sanitaria, especialmente si se trata de problemas estéticos. Estas situaciones, anecdóticas en España y Europa, son tristemente parte de la realidad de la sociedad senegalesa. 

Contrastando con esto, los habitantes de Senegal también tienen mucho que enseñarnos.

Ellos viven el momento, disfrutan el día a día y celebran el simple hecho de estar vivos. Nosotros, sin embargo, hipotecamos nuestro presente para trabajar y ganar dinero, postponiendo el disfrute a mañana… pero el mañana nunca llega. Ellos son agradecidos y valoran el tiempo que se les dedica. Nosotros exigimos cada vez más y damos menos las gracias.

Misiones como esta son uno de los primeros pasos hacia un mundo mejor. Hay que vivirla con los ojos y la mente bien abierta, sabiendo que vamos a enseñar, pero también a aprender.

CONOCER SUS GENTES Y SU CULTURA ES MARAVILLOSO

Celia Solaz

Siendo mi primera experiencia en cooperación Sanitaria, mis con-clusiones tiñen agridulces. Me enorgullece haber trabajado con Yakaar África por sentir que funciona, que el proyecto crece y mejora la calidad de salud de las personas, pero, por otra parte, siento que esa calidad que se aporta desde la ONG (a nivel sanitario) es una calidad efímera en la mayoría de los casos.

Algunos cuidados continuados (ya sea tratamientos o curas, etc..) que podrían llevarse a cabo por los propios pacientes y sus familias no se llevan a cabo por falta de recursos (tanto materiales como económicos) y todavía me cuesta entender por qué y es una pregunta que no he encontrado respuesta en mi estancia en Casamance. Creo que ese es el motivo principal por el que entiendo que la Educación Sanitaria es lo que a largo plazo más problemas de salud resolvería.

Ha sido un viaje profesional y personal impresionante, conocer sus gentes y su cultura es maravilloso. Habernos compartido cariño las unas a las otras a pesar de estar en una situación de enfermedad es el mejor regalo de nuestra profesión, pero si eso se lleva a cabo con un atardecer en Senegal ya no se puede estar más agradecida.

GRACIAS POR HABERME APORTANDO TANTO

Amparo Ramón

El año pasado ya estuve en Senegal con Yakaar África, y al final de la misión pensé que volvería, si me era posible.

Tras mucho pensar si iba este año a la misión, dada la inestabilidad política de Senegal en ese momento, finalmente, tras aclararse la situación, el equipo decidió ir. El 4 de mayo iniciamos el viaje. Llegamos a Dakar donde nos recogieron Ambrosio y Mor y nos llevaron a Mbour, donde pasamos la noche como el año anterior. Este año todo era más familiar. Al día siguiente muy temprano iniciamos el duro camino hacia Casamance. Me seguía llamando la atención el paisaje, las gentes y el tumulto en las fronteras de Gambia, ese trasiego de gente, las paradas de venta a pie de calle, los animales sueltos por la calle y ese colorido especial.

Este año estuvimos en algún poblado nuevo respecto al año pasado Agnack, Mlomp y Loudia. Repetimos Seleky y Diakane.

Nos reunimos con el equipo que iba a estar toda la misión con nosotras, traductores, enfermeras/os y comadronas que han terminado sus estudios y van a empezar a trabajar en los poblados. Había compañeros que conocíamos del año anterior y fue un bonito encuentro con esa amabilidad que les caracteriza y te hacen sentir como en casa.

La parte menos bonita de la misión es seguir notando la falta de esos elementos básicos para nosotros como es el agua corriente en los Centros de Salud, para podernos lavar las manos entre cada paciente y hacer una buena higiene de heridas y curas. Algo tan fácil aquí en nuestro día a día y tan difícil allí por la falta de medios. Pero seguiremos insistiendo en el tema cada año.

Fuimos a visitar un colegio y el orfanato; ahí te das cuenta del cariño que tienen estos niños hacia cualquier persona y lo felices y contentos que están disfrutando con un simple globo o jugando con las palmas de las manos con nosotras.

Nos llevaron de excursión a la isla de Carabane donde pasamos un bonito día y estuvimos con gente conocida del año anterior.

Como todos los años nos damos cuenta de lo bien instaurada que tienen la lactancia materna y como disfrutan de esa maternidad llevando siempre a los bebes pegados a sus madres.

Mi experiencia personal ha sido muy gratificante y me ha hecho ver que se puede vivir con muchas menos comodidades para ser felices en el día a día.

Gracias por haberme aportando tanto. 

GRACIAS OUSMANE POR SER TAN BUEN HERMANO, AMIGO Y COMPAÑERO

Mario Martínez

12 de junio de 2016. Un caluroso día de primavera como cualquier otro. Yo, Mario, tenía 6 años, y mi hermana Nieves, 4. Ese día, que tan normal parecía, iba a cambiar nuestras vidas para siempre. Nuestros padres habían traído a un niño a casa. Se llamaba Ousmane Diallo. Nos dijeron que venía de Senegal, un pequeño país en África. Nieves y yo le recibimos con timidez, pero con los brazos abiertos. Nos surgían muchas dudas. ¿Quién era aquel extraño?, ¿qué hacía en nuestra casa? Lo que no sabíamos era que aquel “extraño” pronto se iba a convertir en nuestro mejor amigo.

Sabíamos que Ousmane tenía un grave problema cardiovascular, por lo que se iba a quedar de acogida bastante tiempo. Pasaba mucho tiempo en el Gregorio Marañón, debido a su tratamiento. Íbamos a visitarle muchos días, junto con otros miembros de Yakaar África. 

Obviamente también estuvo mucho tiempo en nuestra casa, ¡Incluso estuvo viniendo a clase en nuestro colegio en Paracuellos! A esas alturas Ousmane ya era uno más en la familia. Le tratábamos como si fuera nuestro propio hermano.

Recuerdo que, mientras cenábamos, Ousmane nos decía donde vivía, como se llamaba su pueblo, y como era vivir allí. Nosotros siempre queríamos ir a visitar Senegal y el pueblo de Ousmane, ya que nos despertaba un profundo interés y nos hacía mucha ilusión poder conocer una cultura tan distinta a la nuestra.

Finalmente, el 30 de abril de 2024, organizamos un viaje los cuatro juntos para ir a visitar Senegal y por supuesto ¡a Ousmane! Al principio, teníamos un poco de miedo por los mosquitos, ya que sabíamos bien las enfermedades que transmitían. Así que fuimos muy bien protegidos con antimosquitos y todas las noches que pasamos en Senegal dormimos con mosquitera.

Al llegar a Senegal, justamente después de salir del avión, notamos instantáneamente el cambio térmico. Fue sorprendente.

Al salir del aeropuerto nos encontramos con nuestro guía, el cual nos iba a acompañar durante todo nuestro viaje. A esa hora ya era tarde y el guía nos llevó a un hotel cerca de Dakar donde pasaríamos la noche. El hotel estaba a pocos metros del mar y casi al salir de la habitación ya se podía pisar la fina arena.

Al día siguiente nos esperaba un día muy duro. Íbamos a tener que atravesar la mitad del país. Iba a ser un viaje muy largo. Paramos a comer en distintos sitios.

Tengo que decir que la comida típica de Senegal es muy interesante. Sobre todo, comimos arroz, pollo o pescado, normal-mente acompañado de una sabrosa salsa de cebolla.

Pasamos la noche en un campamento en Mako. Tenía las típicas chozas de Senegal y fue realmente alucinante ducharnos al aire libre viendo las estrellas.

Las estrellas, el silencio, la tranquilidad, la naturaleza... Algo tan común allí y que tan difícil era de ver o de sentir en las grandes ciudades como Madrid. Nuestro viaje a Senegal fue una pausa.

No había internet, estábamos desconec-tados de la sociedad. Por una parte, todo esto daba una sensación de despreo-cupación y de tranquilidad.

Al día siguiente, fuimos a visitar las famosas cascadas de Dindefelo donde estuvimos bañándonos. Había bastantes turistas. ¡La cascada era enorme!

Por la tarde llegamos a Bandafassi. Y, finalmente, llegó el tan esperado momento. Nos reencontramos con Ousmane después de muchos meses sin vernos.

Fue una verdadera alegría. Conocimos a muchos de sus amigos, que fueron muy majos y hospitalarios. Todo el mundo, al conocernos, nos daban la mano. Creo que conocí a más gente en 2 días en Bandafassi que en toda mi vida. Estaba lleno de niños y gente joven y nos lo pasamos en grande. Al día siguiente, después de pasar la que yo pensé que fue la peor noche de mi vida debido al calor, dejamos a Ousmane en el colegio y fuimos a visitar Andiel, un pueblo situado en las montañas que estaba cerca de Bandafassi. Nos encontramos con mucha gente y repartimos ropa y regalos.

Por la tarde, fuimos a Landieni, el pueblo de Ousmane que estaba muy cerca de Bandafassi. ¡Allí conocimos a la familia de Ousmane! Estuvimos con Bilali, el padre de Ousmane, con sus dos madres, vimos a sus primos, a su abuelo y a muchos de sus amigos y hermanos.  El pueblo de Ousmane era realmente bonito. Estaba lleno de animales correteando, de chozas hechas de barro y de árboles de mango, que por cierto estaban exquisitos.

Comimos allí arroz con pollo y salsa, y estuvo buenísimo. Me sorprendió que muchos niños allí comían con las manos, ¡y yo me animé también! Estuvimos jugando a la pelota y al fútbol con los amigos de Ousmane y charlando con su familia. Al marcharnos, nos despedimos de todo el mundo y le di un abrazo a Bilali. Me pareció un señor encantador, muy humilde, agradecido y buena persona.

En Senegal, la gente es muy calmada, paciente, humilde, hospitalaria y agradecida. Cada vez que saludas a alguien o mantienes una conversación con una persona, te miran a los ojos y te sacan una gran sonrisa.

Todas esas pequeñas cosas son las que echo de menos en, por ejemplo, España. La sociedad debe de ser más humana y tenemos que tomar como ejemplo estos países, que, aun siendo pobres económica-mente, son ricos como personas, y que aún sin tener mucho dinero, sin poseer grandes propiedades o sin tener un buen trabajo son felices. Yo diría que incluso son más felices que alguien con mucho dinero viviendo en otro país.

Nuestro penúltimo día lo pasamos en Kedougou, donde visitamos un mercadillo que estaba repleto de gente y de vendedores. Había una increíble variedad de colores, de sonidos y de olores, cosa que no se ve en un centro comercial estándar.

Finalmente, llegó nuestro último día en Senegal. Íbamos a echar de menos a la gente que habíamos conocido y la tranquilidad que allí se respiraba, pero por otra parte deseábamos volver a España.

Cuando llegamos a casa, nos sentíamos verdaderos jeques. Nuestra casa nos parecía un palacio comparado con los edificios de allí y todo era mucho más distinto que en Senegal.

Creo que en este viaje he aprendido que tenemos que valorar lo que tenemos. Creo que no podemos permitir que nos digamos a nosotros mismos que tenemos mala suerte.

Este viaje me ha abierto mucho los ojos. Me he dado cuenta de que hay gente que, aun teniendo pocas cosas, siempre está dispuesto a ofrecer a la gente una gran sonrisa, y que realmente es feliz.

Quiero agradecerles a distintas personas su amabilidad y su hospitalidad: Gracias Demba, por organizar este viaje. Gracias Frederic, por ser tan buen guía. Gracias Doba, por ser tan amable. Gracias Bilali, por ser tan buena persona. Gracias a la familia de Ousmane y sus amigos, por recibirnos con los brazos abiertos. Y gracias Ousmane, por ser tan buen hermano, amigo y compañero.

SYLVAIN, EL HIJO DE ISABELLE

Francisco Tovar

Cuando hace años me contó José María las actividades de Yakaar África en Senegal, creo que con intención de ficharme, me puse de perfil. Mi cupo, pensé, estaba ya cubierto con mi actividad como voluntario de la Fundación de Ingenieros del ICAI para el Desarrollo en un proyecto de energías renovables en Camerún.

También me ponía de perfil en el propio Camerún con todo lo que no fuera el proyecto, que consistía en proporcionar electricidad a una granja escuela, a centros de salud y escuelas cristianas y musul-manas de diferentes poblaciones, y en organizar cursos de formación en fotovoltaica y otras energías renovables en las zonas.

Digo que me ponía de perfil porque deliberadamente ignoraba otros tipos de necesidades que se presentaban día a día ante mis ojos cada vez que iba allí: niños pidiendo comida, albinos abandonados vagando por las aldeas, un enfermo mental atado a un árbol… No podemos abarcar todo, me decía, y confortaba mi conciencia pensando que dar luz al pueblo era lo más importante y en lo que me tenía que centrar.

Desde hace unos años, Kumbo, la región de Camerún a la que viajaba, está en guerra civil con el resto del país, por lo que he dejado de ir. Aunque no renuncio a volver allí algún día, ahora se me presenta la oportunidad de empezar a colaborar en todo lo que pueda con Yakaar África en Senegal.

Como primer paso, esta pasada semana he tenido la suerte de acompañar en un viaje por todo el país a José María, su encantadora mujer María José y un matrimonio de murcianos simpatiquísimos, Mari Luz y Tomás, que también se estrenaban, como yo, como nuevos socios de Yakaar.

En esta aventura, además de disfrutar de algunas maravillas de Senegal como la espectacular cascada de Dindefelo, la preciosa isla de Carabane o las paradisiacas playas de Cap Skirring, hemos podido comprobar la gran variedad, temática y geográfica, de proyectos en los que trabaja esta ONG.

Huertas con bombeos solares en Badala, Thiancoumalal, Afia Pont, Afia Magasin y Ndebou, guarderías en Cagnout y otro pueblo del que no apunté el nombre, paneles solares en Carabane y hasta una emisora de radio local en Oussouye, pueblo en el que nos recibió su Rey tribal.

Igualmente he podido conocer en Dakar y en Ziguinchor a chicos y chicas cuyos estudios en enfermería, tecnologías agrícolas, informática, y hasta periodismo, están siendo financiados por Yakaar África. Dio gusto ver a esta gente joven con ganas de aprender, emprender y esforzarse por mejorar a su país.

Pero lo que más me ha impresionado es que José María, sin perder un ápice de dedicación a todos estos proyectos, cuando visitábamos cada pueblo estaba vigilante a las micro-necesidades  que se nos presentaban.

No se puso de perfil ante una niña con hernia umbilical en el poblado de Badian, a la que preguntó su nombre y el de su madre para que puedan atenderla y, a ser posible, operarla durante la próxima misión sanitaria.

Y tampoco se puso de perfil cuando en el poblado Beddik de la montaña de Andiel nos mostraron a un niño extremadamente delgado, a quien diagnosticó Tomás, que es médico, síntomas de raquitismo. Su nombre, Sylvain, y el de su madre, Isabelle.

Sus padres nos contaron que Sylvain solo comía mijo y mango en muy pequeñas cantidades y sin apetito. Tomás le preguntó si tenía leche para darle. No tenía. José María se quedó con los nombres del niño y su madre, sin necesidad de apuntarlos.

(Un paréntesis: Yo tengo que apuntar todo, si no, habría sido incapaz de escribir estas líneas, pero José María se sabe, por ejemplo, el nombre y el pueblo donde viven todos y cada uno de los estudiantes que están siendo apoyados por Yakaar).

El caso es que al día siguiente ya lo había organizado para que llevaran botes de leche en polvo a Sylvain, hijo de Isabelle, en el poblado Beddik, y seguro que en la siguiente misión sanitaria va alguien a comprobar si mejora.

Desde luego unos botes de leche para Sylvain, hijo de Isabelle, no van a arreglar los problemas de África, ni de Senegal, ni siquiera del pueblo Beddik. Pero es posible que, gracias a ellos, el niño empiece a alimentarse mejor y su salud remonte, para felicidad de su madre, y también de su padre (al que pongo en un segundo plano porque ya sabéis la importancia de las madres, en todo el mundo, pero más en África).

Esta acción de ayudar en lo pequeño e inmediato, además de en proyectos más grandes y duraderos, me recordó a una entrevista en la que preguntaron a la Madre Teresa de Calcuta qué había que hacer para acabar con el hambre en el mundo. La Santa contestó que no sabía cómo hacerlo, pero que lo que sí sabía era que cuando un hambriento o moribundo yacía abandonado en las calles de Calcuta tenía que llevarlo a una de sus Casas de la Caridad para cuidarlo. A esa persona tal vez la curaría o tal vez no, quizás simplemente le proporcionaría una muerte digna, pero su obligación era darle todos los cuidados y cariño de que fuera capaz. Eso era lo más importante de su misión.

Me es inevitable citar también a Mateo 25:40. “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños a mí me lo hicisteis”.

YAKAAR ÁFRICA EL GERMEN PARA UN FUTURO DIGNO EN SENEGAL

Mari Luz Valero

Mi viaje a Senegal de la mano de Yakaar África me ha proporcionado una visión bastante completa y real del país,  he podido apreciar el potencial que hay en sus habitantes, y creo que en un futuro no muy lejano Senegal podrá despegar en muchos aspectos, aprovechando sus características como posibles potencia turística en África, y el carácter de su población alegre y muy acogedora, a pesar de la situación de pobreza y desigualdad que sufren.

En cuanto a la labor de Yakaar África, me ha parecido que se está haciendo un trabajo desde la base de la población muy interesante y creo que está generando cambios muy positivos para que en las aldeas haya un progreso y sirva de germen para cambio de actitud en la población que impulse la economía y el deseo de formación de sus jóvenes.

Ha sido una experiencia increíble,  te abre los ojos de lo mal acostumbrados que estamos los que vivimos en lo que llamamos (primer mundo)  desde nuestras casas cómodas, con cosas absolutamente superfluas que vemos como imprescin-dibles, siempre mirándonos el ombligo sin pensar en las personas que realmente no tienen ni lo más imprescindible,

Para mí ha sido un antes y un después.

VIAJE A SENEGAL: UNA REFLEXIÓN Y UN AGRADECIMIENTO

Tomas Ciller

REFLEXIÓN:

Como complemento a los magníficos artículos de mi compañero de viaje Paco Tovar y ahora amigo y de mi mujer M. Luz compañera de vida, me gustaría hacer una reflexión del viaje a Senegal desde el punto de vista médico, ya que mi padre y abuelo eran médicos rurales en una España muy difícil, yo recuerdo que en nuestra adoles-cencia yo le acompañaba a visitar enfermos a las casas, donde no había ni agua corriente ni electricidad, con unas malas condiciones higiénicas, donde no solamente no cobraban sino que a veces les dejaban dinero para los medicamentos e incluso para comer.

A mí, aunque mi especialidad esté en las antípodas ya que soy cirujano plástico, me ha quedado el concepto de que la medicina debe estar al servicio del enfermo, esta introducción es porque desde mi entorno sanitario no es la primera vez que oigo a médicos y directivos de hospital que las misiones sanitarias al tercer mundo eran pocos útiles, que no se solucionaba nada y que eran más bien de lucimiento personal para "COLGARSE MEDALLAS", atribuirse méritos o callar conciencias. Ya sabemos que por asistir a un grupo de enfermos durante unas semanas no vamos a solucionar el problema sanitario del tercer mundo, pero con un solo niño que salvemos de morirse de una simple apendicitis, o una madre que no muera en un parto, ya ha valido la pena.

Pero lo más importante de estas misiones sanitarias es concienciar con estas ayudas a las autoridades políticas y sanitarias que vean que la asistencia sanitaria es un derecho del ser humano, tengan o no medios para pagarlo y que estas personas altruistas que van por sus propios medios, pagándose el viaje, vacaciones, ausen-tándose de su trabajo lo hacen para ayudar a estos pacientes.

AGRADECIMIENTO:

Quiero agradecer profundamente a YAKAAR AFRICA en la persona de Jose Ma, de su mujer y también compañera de vida M. José, por el maravilloso viaje a SENEGAL que nos han organizado, visitando el país de norte a sur, con sus magníficos proyectos de educación a jóvenes, reconstrucción de escuelas, llevar agua, semillas y técnicos a huertos fami-iares y como no a las misiones sanitarias que llevan dos veces al año.

Todo esto ha hecho que sea un viaje inolvidable, me han hecho amar a SENEGAL como ellos lo aman, seguro que volveré con alguna misión sanitaria.

Se lo debo a la memoria de mi padre y mi abuelo, ellos si se merecían medallas.

NUEVO VIAJE A SENEGAL, Y VAN….

José María Piñero

Comenzamos un nuevo viaje a Senegal. En esta ocasión voy acompañado de mi mujer y mis amigos Paco, Mari Luz y Tomás.

DAKAR

Nuestra primera actividad consiste en dividir el grupo en dos, por un lado, Paco, Demba y yo nos vamos de visitas protocolarias y mi mujer y el resto de amigos se van de visita turística al lago rosa y la isla de Gorée.

Nuestra primera visita es a la nueva embajadora de España, Dolores Ríos. Previamente nos había invitado a comer, pero tuvo que cancelar la invitación porque, es tan reciente su nombramiento, que la ministra senegalesa le había citado para presentar las acreditaciones.

La nueva embajadora nos recibe de forma extraordinariamente cordial, reconoce que le han hablado muy bien de nosotros, y emprendemos un breve pero intenso intercambio de pareceres sobre coope-ración. La embajadora tiene claro que cualquier destino que requiera un desplazamiento de un día no puede ser objeto de la cooperación española. Ello en cierto modo nos reafirma en nuestra misión en País Bassari. Si no llega la cooperación española tendremos que llegar las ONGs más pequeñitas, pero con más capacidad de sacrificio.

La embajadora se muestra muy preocupada por la sostenibilidad de los proyectos, la capacidad de que sigan funcionando cunado nosotros desaparezcamos. Nos da una cierta rabia, el no haber recalcado este aspecto de la filosofía de Yakaar desde el primer momento. Porque si algo tenemos claro es la necesidad de que los proyectos, tras un periodo inicial de ayuda y seguimiento por parte de nuestra asociación, tienen que ser capaces de caminar solos.

De la embajadora pasamos al Cónsul, al que encontramos sinceramente desbordado por las tres convocatorias de elecciones sucesivas en España y la presión de la inmigración. El número de demandantes de visado crece exponencialmente cada día y no hay manera de reducir la presión.

Esta situación nos deja preocupados porque tenemos que tramitar los visados de los senegaleses que esperan venir a España para las asambleas de mayo y junio, por lo que decidimos acelerar los trámites al máximo.

A continuación, nos reunimos con los estudiantes que están estudiando en Dakar. Son mas de 20 y todos demuestran un entusiasmo extraordinario. Este año tenemos una mayor variedad de especia-lidades, tenemos estudiantes de electrome-cánica, informática, enfermería, matronas, ingeniería civil y hasta un estudiante de periodismo y comunicación.

La verdad es que es muy agradable reunirse con ellos porque todos muestran un gran entusiasmo y unas enormes ganas de estudiar, terminar sus carreras y empezar a trabajar.

Ibrahima Sylla que ha aprobado reciente-mente las oposiciones de enfermero del estado es quien asume las labores de organizador y va dando a todos los estudiantes la palabra. Por nuestra parte insistimos en los puntos esenciales del programa: elegimos los estudiantes teniendo en cuenta que sean de regiones que tienen más difícil acceder a los estudios superiores fuera de sus casas, tratamos de que haya paridad hombre-mujer y les pedimos que sean buenos estudiantes y saquen las mejores notas posibles y, sobre todo, que al finalizar sus estudios sean capaces de revertir los beneficios de los mismos a la sociedad senegalesa y, mejor aún, a sus propias comunidades.

MBOUR

Al día siguiente empezamos nuestro camino hacia Kedougou, pero al salir de Mbour nos acordamos que hemos coincidido en el avión con otra asociación: los amigos de Buba que están pasando consulta a la salida de Mbour, así que allí nos dirigimos.

Saludamos a Suso su presidente y a otros de los componentes de la asociación que conocimos en el avión y, por supuesto a Khady, la mujer de Demba que hace de traductora para esta misión y a la que hace algunos años que no vemos.

Visitamos las instalaciones y quedamos gratamente impresionados del montaje que tienen sobre todo en el tema de la odontología con 3 sillones odontológicos y multitud de material, con la ventaja añadida de que todo el material lo obtienen de manera gratuita de donaciones locales.

La visita resulta realmente estimulante. Por nuestra parte nos comprometemos a ayudarles con el papeleo para que puedan convertirse en una Asociación reconocida por la administración española y acogerse a las generosas deducciones en el IRPF que ello supone.

El resto del día es fundamentalmente turístico visitando la llegada de los pesca-dores en Joal, la isla de las conchas, el gran baobab y finalmente la isla de Mar Lodj. En Mar Lodj volvemos a encontrarnos con las mujeres de la cooperativa con la que trabajamos, aunque se encuentra bajo mínimos ya que llevan mas de un mes sin agua… los problemas típicos de Senegal.

PAÍS BASSARI

Nuestro recorrido nos lleva hasta Badián donde vistamos el hipopótamo que, ante la escasez de agua del rio Gambia, se encuentra confinado en una especie de charca cerca del campamento solidario. Como siempre es una gozada visitar el poblado de Badián con sus niños siempre alegres y cariñosos y con los amigos que ya tenemos por allí: Fili, Moussa, Mahan, etc.

Una vez en País Bassari vamos directos al liceo donde estudia Ousmane, traemos medicinas para él, ya que se le acaban el 30 de abril y no queremos que se quede sin ellas. Nos recibe el director del liceo de Bandafassi y sus ayudantes, siempre con gran amabilidad y tenemos la ocasión de saludar a Ousmane un momentito que le han sacado de clase.

DINDEFELO Y THIANCOUMALAL

Nuestra primera vista oficial es a la huerta de Dindefelo que se encuentra al final de la campaña de la época seca y ya solo la mitad de la huerta está plantada. De todas formas, se nota el trabajo realizado durante toda la campaña y el buen aprovechamiento de la huerta, en gran parte gracias a la ayuda de nuestro técnico Aliou.

Después de un refrescante baño en la cascada pasamos a ver a nuestro amigo y traductor Alpha que ha tenido un niño. Apenas tiene 6 días y es muy pequeñito, pero se nos cae la baba al verle. En su pueblo de Thiancoumalal visitamos la huerta que esta si que está todavía en plena campaña y hay muchas mujeres y mucha actividad. Se nota que Alpha se preocupa de que todo siga en marcha y se aprovechen las instalaciones realizadas por Yakaar.

ANDIEL, IBEL Y BANDAFASSI

Hoy toca subir a Andiel, el poblado beddick, donde como siempre somos muy bien recibidos y podemos disfrutar de la belleza del poblado. Una mujer nos presenta a su hijo, tiene el aspecto de los niños desnutrido y nos dice que no come bien. Se nos ocurre comprarle leche y mandársela con Arouna al que encontraremos al día siguiente en la carretera.

A la bajada en Ibel nos encontramos con Boubacar, el último joven que hemos llevado a España a operar. Se encuentra estupendamente y aprovecha nuestra vista para presentarnos a su madre y el resto de la familia, así como su casa. Podemos comprobar la humildad de las casas del lugar. En la de Boubacar solo destaca la maleta de ropa que trajo de España, regalo de toda la gente que le cuidó allí.

La siguiente etapa de nuestro ajetreado viaje es la comida en nuestro campamento de Bandafassi. Hace muchísimo calor, pero más o menos aguantamos. Marème nos hace un riquísimo thjebou dieng y aprovechamos para reunirnos con los ingenieros agrícolas que están haciendo prácticas en nuestros proyectos. Allí están Marc, Younoussa, Watchindemi, Frederick e Ibrahima. También se adhieren al grupo Alpha y Ousmane y pasamos un buen rato. Yo aprovecho para trasladarles a los ingenieros el mensaje de que deben ser activos y luchar ante cualquier problema que surja para tratar de arreglarlo.

AFIA MAGASIN

Nuestra última visita del día es la nueva huerta de Afia Magasin. En esta huerta acabamos de hacer un pozo de más de 60 metros de profundidad y hemos puesto también bomba y paneles solares, aljibes y un gran depósito elevado de 5.000 litros.

Todo un lujo. Ahora están construyendo el muro perimetral para que los animales no entren en la huerta.

De la visita a la huerta pasamos al poblado donde nos están esperando para la fiesta. Comenzamos con los discursos en los que tenemos que usar a Ousmane de traductor ya que es el único que conoce pular y español.

Hay dos hombres que tocan el djembe y todas las mujeres está estupendamente vestidas. Nos van sacando a bailar a todos y quien mas y quien menos vamos demostrando nuestras habilidades que se quedan enanas frente a las suyas.

Es un gran momento de alegría y camaradería. Todo el mundo está muy contento con la nueva huerta puesta en marcha por Yakaar.

BARAFOUTE Y THIOBO

El último día en País Bassari es más tranquilo con una visita al mercado de Kedougou donde queremos comprar una bicicleta para Ousmane. No resulta fácil porque la oferta local es muy reducida y los precios aumentan cuando ven que somos toubabs.

Una vez terminada la compra nos vamos a visitar las huertas de Barafoute y Thiobo a las que también hemos dotado recién-temente de un pozo, bomba y paneles solares, aljibes y depósito. En Barafoute uno de los paneles está roto seguramente por el impacto de alguna piedra lanzada por los niños cuando intentan bajar los mangos. Es una pena y refuerza nuestra idea de que, con todas las instalaciones solares que hemos puesto en marcha, se aumenta la necesidad de reforzar el mantenimiento ya que será inevitable que ocurran cosas como esta.

En Thiobo la instalación está perfecta y la huerta conserva todavía algunos cultivos. Estamos al final de la época seca y ya las huertas están en su última fase, antes de que empiecen las lluvias y comiencen los cultivos de verano. En el poblado de Thiobo nos está esperando también para hacer una pequeña fiesta por el trabajo realizado en la huerta.

Aquí no hay djembes, pero los hombres se las apañan para, con dos palos, marcar el ritmo de la canción que interpretan todos juntos.

La población de Thiobo es mayoritariamente beddick y sus danzas son diferentes a las de otras etnias. En la fiesta destaca la presencia de un anciano que dice que es el más viejo de todos los beddick. Según él sobrepasa los cien años, pero ya se sabe que las fechas de nacimiento de los senegaleses no son nunca una ciencia exacta.

Comemos en el campamento de Badián y por el camino nos encontramos con Camilo y su familia que viene a pasar unos días con Ousmane. Al coche en el que viajan se le ha estropeado el aire acondicionado y el viaje está resultando una pesadilla. Le pido a Demba, al que el conductor no había informado del problema del aire, que trate de salir al rescate de esta familia.

CASAMANCE

En nuestro camino hacia la Casamance sufrimos un grave percance. Un buitre enorme que estaba comiendo al lado de la carretera emprende el vuelo justo para chocar con nuestro parabrisas y le provoca una rotura enorme justo delante de Mor, nuestro conductor. Saltan algunos cristales, pero gracias a Dios no se cae del todo. Tratamos de buscar donde se puede encontrar un parabrisas nuevo, pero no hay ninguno en toda la Casamance así que nos tenemos que ir hasta Ziguinchor, más de 300 km, con el cristal roto. Lógicamente esto ralentiza mucho la marcha y llegamos con más de una hora de retraso, pero llegamos.

Ya en Casamance comemos en Agnack en el restaurante que ha abierto el hermano de nuestro chofer Cheikh un rico thiebu dieng y comprobamos que hace casi el mismo calor en Casamance que en el País Bassari. Así que termino la comida completamente empapado.

En ese estado lamentable me reúno con el comité de salud del poblado ya que este es el primer lugar donde vamos a trabajar y todavía no tenemos el visto bueno del inspector regional. Nuestro objetivo es que nos apoyen para conseguir dicho visto bueno. Parece claro que su apoyo va a ser total y que nos van a ayudar en la medida de lo posible.

En Ziguinchor, después de una reparadora ducha nos reunimos con los estudiantes de segundo y tercer año de ingeniería técnica agrícola y solo uno de primer año, debido a que mañana tienen un examen.

Les explico nuestros planes para ellos. En primer lugar, cuando acaben, un periodo de prácticas en el País Bassari para apoyar las huertas de las mujeres. Si fuera posible, un stage en España en Valencia y poste-riormente la posibilidad de apoyar sus negocios locales como emprendedores con la línea de crédito que estamos tratando de poner en marcha con Banco Caminos.

A continuación, ellos se presentan y nos cuentan su procedencia y planes de futuro. Varios de ellos quieren continuar los estudios para ser ingenieros y otros quieren empezar sus propios negocios como granjas integrales o nuevas huertas.

CAGNOUT Y CARABANE

Pasamos por la escuela infantil de Cagnout donde los niños nos reciben en pleno recreo formando una auténtica revolución. Les encanta que les demos vueltas colgados de los brazos y nos cantan sus canciones con un ritmo trepidante. Están Catherine y Mayte al cargo y hemos incorporado una tercera profesora: Juliette. Como consecuencia hemos decidido ampliar la escuela y hacer tres secciones: los pequeños, los medianos y los mayores y recuperar la habitación pequeña para oficina.

Aprovechamos la visita para ir a ver la huerta de Ouyoho que hemos recuperado gracias a la colaboración de nuestro técnico Djibril Badji que ha estudiado en la escuela de Bignona. La huerta se encuentra estupenda con variedad de berenjenas, gombo, tomates, cebollas e incluso lechugas.

De Cagnout nos dirigimos a Carabane para comer y aprovechar para visitar el centro cultural, cuya central fotovoltaica inauguramos hace ya 3 años y que se encuentra a pleno funcionamiento. Ousmane Sarr, uno de nuestros traductores nos prepara un riquísimo pescado con yassa, patatas, gambas y pastelitos de coco. Esta comida senegalesa nos gusta muchísimo más que la comida estilo francés de los hoteles de la cadena Blue Horizon que hemos tenido que sufrir durante 4 días seguidos ante la falta de otro tipo de infraestructura decente en el País Bassari.

Hoy dormimos en el campamento la Casamance de nuestro amigo Pierre. Hemos quedado con Carmen una médico que vive en la zona y que nos ha guardado una gran maleta llena de material que ha sobrado de lo que le dejamos a Eli, la enfermera valenciana que dio seguimiento a nuestros casos en el País Bassari. Nos encontramos también con Luis Sierra, socio de Yakaar y gran fotógrafo con el que hemos colaborado en libros como el de la lucha senegalesa o el de los albinos.

Total, que con ellos y Pierre pasamos una velada de lo más divertida. Es lo bueno que tiene venir a menudo por la zona que ya conocemos prácticamente a todo el mundo y tenemos establecida una red de afectos que resulta de extraordinario valor. 

OUSSOUYE Y LOUDIA DIOLLA

Seguimos ruta visitando la Radio Kabisseu que es visita obligada en todos nuestros viajes a la zona. Nos recibe Famara, el director, con su habitual entusiasmo y nos cuenta de nuevo su prioridad por el medio ambiente, la cultura y tradiciones locales y los aspectos relacionados con la salud. Se está cayendo el techo de la sala de reuniones y ya hemos decidido volver a ayudarles poniendo un techo nuevo.

De allí pasamos a la visita al rey de Oussouye siempre ataviado de rojo. Nos da una poco de vergüenza ir nosotros también de rojo, que es el color de las camisetas de Yakaar de este año,  ya que se supone que nadie puede vestir de rojo en su presencia, pero parece que eso solo afecta a la población local.

De Oussouye nos dirigimos a Loudia Diola donde esperábamos tener una pequeña fiesta local debido al solado de la escuela y la instalación de dos grandes pizarras, pero ha habido un entierro ese día en un pueblo cercano y ha habido que anular la fiesta. En compensación nos regalan una gran ristra de plátanos, que trataremos de comer en los próximos días.

Así que terminada la jornada “laboral” nos lanzamos a las compras en el mercado artesanal de Cap Skirring. Es el último día en Senegal para nuestros acompañantes y hay que aprovechar para comprar los últimos regalos a llevar a España.

En las tiendas nos encontramos con el grupo de españolas que estaban ayer en Oussouye y que habían organizado una sesión de cuenta-cuentos. Entre ellas está Pepa que el año pasado nos ayudó a pasar consulta a los niños del orfanato de Oussouye. Está siendo un viaje pleno de encuentros porque también en el mercado nos encontramos con Christoff al que hace muchos años que no veíamos.

Los últimos encuentros son en un restaurante de la playa con unos chicos españoles que a su vez se habían encontrado con Camilo, el secretario de Yakaar, y su familia en la cascada de Dindefelo. Uno de ellos, Charly,  se quiere volver conmigo al País Bassari, en la última etapa de mi viaje porque quiere aprovechar a tope su estancia en Senegal.

Y finalmente, David y Ana. David es reciente socio de Yakaar y se ha mostrado muy activo aportando gran cantidad de tablets para nuestros estudiantes. Charlar y pasear con ellos por las playas inmensa de Cap Skiring ha sido un verdadero placer.

SEGUNDA FASE DEL VIAJE

Comienzo la segunda etapa de mi viaje con Charly. Lo primero es integrarnos con la misión sanitaria que está en Agnack. Agnack es un poblado muy grande por lo que hay mucha gente esperando ser consultada. Poco a poco nuestro equipo formado por Vicenta, médico de adulos, Raquel y Teresa pediatras y Celia, Lía, Amparo y Mayte enfermeras y jefa de misión se desenvuelven con eficacia y consiguen acabar con las colas de gente.

Nuestros enfermeros con Aty, el decano, a la cabeza y Aissatou Djiba, Hawa y Djenaba, también colaboran con la misión, así como un montón de personal del centro de salud que nos ayuda y apoya. Las llamadas a la gente se hacen con un potente megáfono conectado a una cadena de música que avisa a todos del momento en que deben entrar a consulta.

Como siempre un montón de simpáticos niños nos rodean y juegan con las enfermeras de la misión y con Charly.

Después de comer nos dirigimos a Velingara para hacer noche y dividir el camino en dos partes porque de nuevo volvemos al País Bassari para hacer nuevas gestiones.

BARABOYE

Una vez en la región de Kedougou nos vamos a ver uno de los pozos que hemos hecho recientemente, en concreto el de Baraboye. La instalación está muy bien y las mujeres trabajan muy entusiasmadas. Es una satisfacción ver la transformación que realiza el agua, de un terreno casi yermo a una parcela verde llena de cultivos. La huerta es reciente y por eso todavía no tiene un muro perimetral, pero vamos a ver si lo hacemos lo antes posible, una vez que veamos que la huerta sigue funcionando de manera tan satisfactoria.

De la huerta nos dirigimos a la casa del jefe para constatar que están contentos y nos hablan incluso de aumentar la superficie de la parcela. Una vez que hay agua abundante de fácil acceso, todas las mujeres del poblado quieren participar en la huerta.

Charly aprovecha para dar una vuelta por el poblado y empaparse a fondo de la vida africana. Es muy sociable y siempre está rodeado de niños que quieren jugar con él.

BANDAFASSI

Nuestra siguiente parada es el liceo de Bandafassi donde queremos ver como va Ousmane con sus estudios y, sobre todo, cual es la fecha del fin de los mismos para poderle traer de nuevo a España para su revisión. Parece que Ousmane va bien, teníamos mucho miedo porque su régimen de 7 meses en España escolarizado en un Instituto español y 5 meses en Senegal en un liceo senegalés no parece los más adecuado para que progrese adecuada-mente, pero parece que lo está consi-guiendo. Los exámenes finales acaban el 26 de junio por lo que a partir del 27 podemos pensar en traerle de nuevo a España

KEDOUGOU

De allí nos dirigimos al hospital de Kedougou, nuestro objetivo es reunirnos con el Director del hospital para ver las condiciones que nos ofrece para poder operar enfermos en el mismo. El año pasado cuando vinieron las asociaciones de Murcia cobraban 50.000 cfa por cada operación y 5.000 cfa, por cada operación de cataratas.

Queremos que se reduzca o desaparezca dicho pago para que las asociaciones españolas puedan venir de nuevo este año.

Proponemos a cambio, en línea con nuestras prioridades de formación, pagar el coste de formación de algunos especia-listas: cardiólogo, neurólogo, anestesista, de lo que carece el hospital en la actualidad. El resultado es la redacción de un convenio por el que dejemos claro los compromisos de ambas partes de modo que sea posible llegar a un acuerdo.

IBEL

De la reunión del hospital nos dirigimos a Ibel para ver la huerta y de paso a la familia de Arouna que es nuestro chofer en esta parte del recorrido. La huerta está muy bien. Cuenta con un sondeo realizado recientemente que no es tan bueno como los realizados por Méndez pero por ahora puede servir. Quizás el principal problema son los aljibes que son pocos y pequeños y convendría hacer más y más grandes.

En el poblado hay un bautizo y tenemos oportunidad de compartir un rato con la familia de Arouna y ver como se organiza la fiesta con la preparación de la comida y todo lo necesario. Conocemos también al bautizando y al montón de niños que como siempre juegan animadamente con Charly.

LANDIENI

Por la tarde valor al poblado de Ousmane con un Ousmane elegantemente vestido.

Hoy es viernes y su madre le ha hecho un traje especial para el día de fiesta de los musulmanes. Yo, por ponerme a tono, me he puesto también mi traje senegalés mas parecido al de Ousmane.

De nuevo pasamos un buen rato con la familia de Ousmane con Charly jugando al futbol con los niños. Después llega Bilali que ha ido al monte a recoger bambú porque está haciendo una empalizada para hacer una huerta y proteger los cultivos.

De vuelta al campamento, por la noche, el calor es tan fuerte que hemos decidido dormir “a la belle étoile” o sea al raso.

Es una noche muy ventosa. Parece claro que los calores y este viento van a traer bien pronto las lluvias.

Al principio el aire es asfixiante y casi hace más calor que dentro de las cabañas, pero poco a poco va refrescando y al final se está francamente a gusto. Estamos pasando unas temperaturas en las que la mínima es de 30º y la máxima del orden de 44º. Por la noche dentro de las cabañas no baja de 33/34º, realmente asfixiante.

Y colorín colorado, la crónica de un nuevo viaje a Senegal se ha acabado. Para el próximo viaje prometo hacer recuento de todos los viajes que he hecho. Creo que lo tengo fácil, solo tengo que consultar los 167 boletines de Yakaar y sumar. ¡Hasta el próximo viaje!

CONSTRUIR UN FUTURO MEJOR PARA TODOS

Adriana Crescente

Mi experiencia como voluntaria en Senegal me sumergió en un torbellino de emociones y aprendizajes que me han dejado una profunda huella. Desde el momento en que pisé Dakar hasta el último atardecer compartido con personas excepcionales, cada instante resonó con lecciones sobre el funcionamiento real del mundo.

LA LUCHA POR EL AGUA: UN RECORDATORIO DE LO ESENCIAL

Una de las realidades que más me impactó fue la importancia que juega el acceso al agua en el día a día de las comunidades. En los poblados alejados de los centros urbanos, donde la vida es una batalla constante, pensar a largo plazo puede parecer un lujo. Enseñar a los jóvenes sobre la construcción de letrinas o el reciclaje para un futuro más saludable se convierte en un desafío cuando la incertidumbre por la comida del día siguiente es evidente. Sin embargo, considero que cambiar esta mentalidad es fundamental para impulsar el desarrollo.

¿AYUDAR ES SUFICIENTE? LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN Y LA COLABORACIÓN

La ayuda externa de otros países y ONGs es invaluable. Donar paneles solares para mejorar el acceso al agua es un gesto admirable. Pero, ¿qué sucede con el mantenimiento y el aprovechamiento máximo de estos recursos? La falta de educación en este aspecto pone de relieve la necesidad de una colaboración más integral. No basta con proporcionar materiales, es esencial brindar educación que permita a las comunidades progresar y aprender a sobrevivir de forma autónoma. Enseñarles a mantener estos sistemas podría incluso convertirse en una fuente de ingresos, un método de vida sostenible. Además, beneficiaría a los donantes, ya que los materiales durarían más y las inversiones podrían destinarse al mantenimiento o al progreso conjunto de la sociedad.

TERANGA: UN FARO DE CALIDEZ HUMANA EN MEDIO DE LAS DIFICULTADES

En medio de las duras lecciones, la "Teranga" senegalesa brilló como una estrella. La generosidad de la gente, dispuesta a compartir lo que tiene y recibir a extraños con los brazos abiertos, me conmovió profundamente. En nuestras visitas casa por casa para realizar encuestas, siempre nos ofrecían algo y abrían sus hogares sin dudarlo, brindándonos los mejores lugares y comidas, incluso cuando ellos mismos tenían poco.

Un momento que me marcó especialmente fue cuando, al entrar en una concesión, observamos desde lejos a una niña castigada por quejarse de no encontrar comida en el recreo al volver del colegio. A su vez, en las ciudades presenciamos la realidad de los niños talibés. Fue entonces cuando comprendí y valoré aún más la generosidad de estas personas que nos daban todo lo que tenían, incluso a nosotros, unos extraños. Es un recordatorio poderoso de que el desarrollo va más allá de los edificios y los recursos; se trata de relaciones y valores compartidos.

UN FUTURO ESPERANZADOR: LA FUERZA DE LA UNIÓN

Mi tiempo en Senegal fue mucho más que un voluntariado. Fue un viaje de autodescubrimiento y conexión humana que me ha marcado para siempre. A través de los altibajos vividos, he comprendido que, juntos, podemos construir un futuro mejor para todos. Un futuro donde la pobreza y la desigualdad sean solo un recuerdo del pasado. Un futuro donde la educación y la innovación sean las llaves que abran las puertas a un mundo más próspero y justo. Un futuro donde la "Teranga" senegalesa nos inspire a ser mejores personas y a construir un mundo más solidario y compasivo.

LA TERANGA SENEGALESA

Patricia Gutiérrez

Como reflexión me gustaría destacar sobre todo una cosa que me llamó la atención al volver a España, y es que en mi puesto de trabajo se estudian medidas para realizar a largo plazo (80 años) en obras ya ejecutadas, mientras que, en Senegal, el proyecto principal es hacer que el agua llegue a las casas. Esto es algo bastante chocante, ya que es una diferencia brutal de desarrollo entre países.

Así como cabe destacar las diferencias vistas dentro del mismo país, ya que la zona costera, es decir, la zona turística, estaba bastante más desarrollada que donde estuvimos en el interior (Kedougou). Por ello, agradezco tanto esta experiencia, por haber podido estar en la zona más pura de Senegal y no solo en la parte de turismo, donde la realidad es muy diferente.

También, quisiera hablar de “la cultura del pedir”, habitual en estas zonas turísticas, cosa que me sorprendió bastante.

Los niños parece que están enseñados a que en cuanto ven a alguien blanco, un “toubab”, tienen que ir a pedirle dinero. Nos quedamos en el recuerdo con la mítica frase “toubab cadeau” cuya traducción es “blanquito regalo”, que aunque ahora nos hace gracia, en ese momento nos impactó.

Respecto a lo comentado anteriormente de que los proyectos principales en los pueblos interiores es la llegada de agua a las casas, se ve como esto influye mucho a la hora de su desarrollo en otros aspectos.

Un ejemplo relacionado nos ocurrió cuando quisimos enseñar a los jóvenes a fabricarse su propia letrina, nadie estuvo interesado ya que es algo que les servirá a futuro, no hoy. Y es que claro, cuando las condiciones de vida son así lo primero es comer hoy y no trabajar mañana, aún que, desde mi perspectiva, conseguir un cambio de mentalidad en ese aspecto haría que todo evolucionara más rápido, ya que aun que ellos no son conscientes, aprender una habilidad que te puede dar trabajo el día de mañana implica tener comida durante mucho tiempo.

Por último, y a tener muy en cuenta, un concepto muy importante para las personas allí es la “Teranga senegalesa”, conocida en español como “Hospitalidad senegalesa”. Y esto lo hemos podido comprobar, allí todo el mundo comparte lo que tiene, todos son familia, siempre te ofrecen una silla, un aperitivo (como los deliciosos cacahuetes o el pan de mono) … Tomar un té con tus amigos/familia no puede faltar en el día, además de ver el partido de fútbol que haya, y más si juegan “Los leones de la teranga”…

MI PASO POR DINDEFELO

Elisa Crespo.

Mi trabajo ha sido duro pero muy satisfactorio al mismo tiempo. Estuve trabajando concretamente en la zona de Dindefelo y los pueblos de alrededor durante tres meses.

La misión de Yakaar África estuvo en la región de Kedougou entre el 10 y el 28 de enero, y actuaron en los pueblos de Dindefelo, Afia, Thiabedji, Nenefessa y Bandafassi.

Mi trabajo junto a ellos ha sido hacer una continuación de los cuidados de aquellos pacientes de la zona de Dindefelo que el equipo sanitario ha considerado. Además también estuve desplazándome a Bandafassi semanalmente por uno de los pacientes.

Entre los casos, había 8 heridas infectadas (algunas fueron de corta duración y todas se curaron excepto una), una anemia y un bebé con desnutrición.

Uno de los casos, el de Thierno, que tenía una infección en un dedo de una mano, requirió curas cada dos días durante dos meses, además se tuvo que alargar la pauta antibiótica. Finalmente, la herida se cerró aunque perdió parte de la primera falange y ha tenido secuelas en la movilidad.

Otro de los pacientes estuvo acudiendo a las curas durante tres semanas por una infección en ambas piernas, este paciente bajaba a Dindefelo caminando desde un poblado que se encontraba en la montaña pese al dolor y, al final, consiguió curarse.

El paciente que todavía necesita más curas es Samuel. Un hombre que vive en un poblado con un acceso complicado, no dispone de transporte y tiene mucha dificultad para caminar y realizar las actividades básicas de la vida diaria. Tiene una úlcera en el sacro desde hace años, que Yakaar África ya curó en la misión del año 2023. Este año volvieron a atenderlo y yo le he realizado una cura semanal durante tres meses, aun así la cura requiere mucho tiempo y dedicación, por ello contacté con el ayudante de enfermería del centro de Bandafassi y está dispuesto a continuar con las curas.

También estuve en contacto con un paciente con anemia a quien le pautaron tratamiento. La hemoglobina fue en aumento, tanto al mes como a los dos meses de comenzar el tratamiento.

Otro de estos pacientes es Saidou, un bebé de dos meses con labio leporino y paladar hendi-do con signos severos de desnutrición. Estuve en contacto con él durante los tres meses y final-mente le acompañamos hasta Kolda para que le realizaran la operación de labio leporino el equipo de cirujanos pediátricos de la ONG de Hope & Progress. A día de hoy Saidou se encuentra en casa y ya no presenta signos de desnutrición.

La realidad es que me ha sorprendido la constancia de los pacientes con sus curas y con las citas, además de la puntualidad y la comunicación. Cuan-do no podían acudir a la cita llamaban en la mayoría de las oca-siones.

He querido enseñar a todos los pacientes la importancia de la higiene para una buena recupe-ración de las heridas, de cara a mí, me parece que lo han aprendido.

Aparte de estos pacientes he atendido a muchos más durante estos meses y he contado con el apoyo de las profesionales del equipo sanitario de Yakaar África para la decisión en algunos de los casos.

OTRA REALIDAD

Desde mi punto de vista, las misiones sanitarias hacen una gran labor, pero mi deseo era poder hacer un seguimiento de algunas de esas personas, y poder saber cómo concluía cada historia. También quería conocer la verdadera realidad con la que conviven en esa zona de Senegal.

En cuanto a las dificultades que me he encontrado trabajando ahí, han sido muchas.

Desde no entender cómo funciona el propio sistema sanitario hasta no comprender en muchas ocasiones, a los pacientes que restan importancia a graves procesos agudos como: fiebres altas, infecciones avanzadas o cansancio y debilidad extrema.

A veces me encontraba con casos que ya no tenían solución. Es muy frecuente el uso de la medicina tradicional, la cual es útil en muchísimos casos, pero en otros es un riesgo no acudir a la medicina moderna. También es cierto que el hospital más cercano está a una hora en coche y aunque tiene recursos, son limitados. Además, para ellos, los precios del hospital suponen un esfuerzo económico.

Da la sensación de que esperan ayuda externa para curarse y hasta el momento rezan, acuden a la medicina tradicional y esperan ansiosos a que vuelva Yakaar África u otra ONG. Los centros sanitarios de los poblados tienen labores importantes, pero claramente no cubren todas las necesidades de la población.

Existe un sistema de seguimiento prenatal y de vacunación infantil. Pero en cuanto a pacientes con anemia e hipertensión que es lo más común, no hay un seguimiento ni un control de ningún tipo, por lo que la mayoría de pacientes, una vez se les finaliza la medicación no vuelven a comprar ni vuelven a saber cómo está la tensión o la hemoglobina.

La falta de seguimiento provoca que procesos agudos se conviertan en crónicos o muchas veces en muertes que se podrían haber evitado.

Es duro como enfermera estar ahí tres meses, darse cuenta de cómo aceptan la sanidad que tienen y tener que aceptarla de la misma manera. Al principio se me hizo difícil lidiar con ciertas situaciones, pero al final acabas restando importancia a circunstancias que aquí son inimaginables.

La verdad es que pese a lo difícil y diferente que es, volvería a ir, y creo que volvería entendiendo mejor su realidad y seguramente disfrutando desde el primer momento.

PROYECTO DE FORMACIÓN EN ENERGÍA FOTOVOLTAICA

Carles Díaz

No ha sido sencillo preparar un curso de energía fotovoltaica enfocado en las necesidades de los poblados locales. Mirando atrás me doy cuenta de cuánto hemos trabajado para poder contaros en pocas palabras nuestra estancia de 3 meses. Para poder explicarlo debo remontarme 3 meses más hacia atrás. Era octubre de 2023 cuando volví con mi pareja de Senegal con una invitación a la cooperación por parte de un senegalés llamado Alpha Diallo, presidente de una asociación local. Al aceptar la invitación éramos conscientes de las dificultades que íbamos a pasar. Gracias a Yakaar África esas dificultades se encaminaron en un dirección certera y el proyecto Yiimbe Bassari se pudo hacer realidad.

Durante mi estancia en País Bassari pude ofrecer formación a 16 alumnos durante 2 meses y medio en Dindefelo. La formación se centraba en el aprovechamiento de la radiación solar para enseñar cómo realizar instalaciones fotovoltaicas para uso doméstico, y dentro de ese marco, cómo dimensionar correctamente las instala-ciones. Los alumnos debían conocer los componentes que forman una instalación, sus características y los cálculos que debían hacer para poder disponer de energía en sus hogares al menor coste posible pero con garantías de durabilidad. Todo este trabajo no hubiera sido posible sin Ibrahima Diallo, mi traductor local además de mi mejor alumno.

La tarea no fue sencilla pero estoy muy contento y los resultados hablan por sí mismos. 16 alumnos empezaron la formación y 11 la acabaron (68,75%). De los 11 alumnos y alumnas aprobaron el curso 8 personas (72,73%). Al ser mi primer proyecto de cooperación no sabía si estos porcentajes eran un indicador de éxito y compartiendo estas estadísticas con otras ONGs y cooperantes me confirmaron que podía estar muy orgulloso de los resultados obtenidos.

Durante la formación teórica y práctica, los alumnos no solo aprendieron a mejorar su conocimiento de las instalaciones solares sino que además mejoraron su nivel de matemáticas, y a nivel grupal, su capacidad de cooperación con los demás alumnos.

También aprendieron cómo afrontar la búsqueda de clientes y el trato profesional que debían ejercer para que la formación no solo quedará en unos conocimientos adquiridos sino que se pudiese transformar en una profesión para ellos y por tanto una forma de ganarse la vida.

Por otra parte, mi relación con Ibrahima Diallo fue tan buena y sus resultados académicos tan positivos que quisimos contar con él para el futuro del proyecto de formación Yiimbe Bassari. Antes de volver a España, elaboramos un documento conjunto para hacerle oficialmente profesor de las siguientes promociones y coordinador del proyecto en destino. El tiempo dirá si ha sido un acierto.

Quizás lo que más feliz me hace no son los resultados obtenidos en la primera promoción del curso sino poder dejar el proyecto en manos de alguien local con muchas ganas de contribuir.

Que no sea siempre un “toubab” enseñando a un senegalés. Que ellos mismos puedan progresar a su manera y en definitiva escribir su propia historia.

Por mi parte, sigo en contacto con los alumnos a través de un grupo de WhatsApp donde compartimos contenidos relacionados con la formación y donde los alumnos me comparten sus dudas y sus trabajos. Esta semana estoy muy contento porque 3 de mis alumnos están ya realizando instalaciones y ganando dinero gracias a la formación y sobre todo gracias a su esfuerzo.

Son brotes verdes de una semilla regada durante 3 meses, el tiempo dirá si se convierte en un tronco fuerte y alto desde donde mirar nuevos horizontes y avanzar hacia ellos.

90 DÍAS SIENDO ‘KARAMOKO’

Mi colaboración con Yakaar África y el desarrollo de Yiimbe Bassari no ha sido un sueño hecho realidad, no ha sido un proyecto que llevase años en mi cabeza ni mucho menos, ha sido una dulce casualidad. Todo nació de una invitación la cooperación de nuestro amigo Alpha Diallo.

Una vez acepté que tenía algo que ofrecer, me puse a trabajar para conseguirlo y tuve que aprender mucho en muy poco tiempo. Tuve que enfrentarme a cosas que no conocía, pero todo lo hice desde una fuerte convicción y cariño. Todavía intento descubrir de dónde me salió tal fuerza.

Ahora desde la comodidad de mi hogar en Valencia tengo cientos de vivencias que no solo me han hecho creer más en mí y en lo que soy capaz de hacer, sino que además me han enseñado otras formas de vida. Ni mejores ni peores sino distintas. He podido construir mis propias opiniones respecto a la cooperación, a la migración africana y a la sociedad senegalesa con mis propias vivencias. Anteriormente también tenía mis opiniones pero estas solo provenían de lecturas superficiales, noticias de periódicos, tertulias de televisión y conversaciones de bar entre amigos.

Hoy puedo decir que conozco a sus gentes, sus costumbres, y que fui aceptado como parte de su sociedad durante el tiempo que compartimos. Dejé de ser llamado “toubab” (hombre blanco en lengua local) para llamarme “Karamoko” (persona sabia que enseña a los niños). Al principio me hacía mucha gracia por lo que significaba en español pero en lengua pulaar me daba un cargo y una misión, y eso me lo dieron los habitantes del pueblo. ‘Karamoko’ me llamaban generalmente al saludarme, daba igual si nos conocíamos personalmente como si no, allí todo el mundo se saluda.

MEZCLA DE DULCE Y AMARGO

Lucía Escabias

Abrir el grifo y que salga agua.  Apretar el interruptor y que haya luz.  Una ducha de agua caliente.  Un vaso de agua fría.  Una dieta variada.  Ropa y zapatos para varios días.  Ibuprofeno para el dolor de cabeza.  Unas gafas de sol para que no deslumbre.  O gafas para ver.  Un cepillo de dientes.  Poder estudiar una carrera.  Decidir con quién casarte y no hacerlo con aquel que se te impone.  Decidir cuándo tener hijos.  Una asistencia de calidad si me corto,  si  me rompo un hueso,  o  si me desangro en un parto complicado. La tranquilidad de vivir sin preocuparse del mañana.

Vienes aquí, conoces a esta gente,  cono-ces  su cultura y sus condiciones de vida,  su  forma de vivir  (o más bien ``sobre-vivir´´)  y  mentalmente haces una lista interna de todo aquello que das por hecho tener en tu día a día,  y  que no quieres que se te olvide agradecer nunca más.

Y a la vez,  te  sorprendes del contraste de ver como pese a la falta de recursos y falta de  ‘’todas esas cosas’’ que nosotros sí tenemos a nuestro alcance inmediato,  se  levantan y viven cada día trabajando,  sacando  adelante a sus familias,  sor-teando  todo aquello que se les pone por delante y, además, con una sonrisa.  Menuda lección.

Desde que estudié la carrera de medicina he tenido ganas de aportar mi granito de arena como médica participando en cooperación internacional.  Hace tiempo descubrí el trabajo de Yakaar África por parte de compañeros así que cuando me llamaron para ofrecerme esta oportunidad fue un SÍ en mayúsculas.  Ya había realizado otros voluntariados y trabajado en condiciones complicadas en otro país,  pero  el revuelo emocional que me ha generado País Bassari es algo que no me esperaba, removiendo todo internamente.

Ha sido un trabajo incesante,  agotador  física y mentalmente por las largas horas de trabajo y gran carga asistencial…  pero sobre todo cansado emocionalmente.  Con el aje-treo de los días la gestión emocional queda a un lado,  acumulándose  hasta que vuelves,  descansas  y enton-ces  ¡PUM!  Te inunda.  Y te das cuenta de que estás aquí físicamente pero tu corazón sigue allí.  Y de alguna forma sabes que una parte de ti se ha quedado con la gente, entre el calor, el polvo, los tambores y los ‘’Yarama’’.

Es muy difícil resumir en unas palabras todo el aluvión de sensaciones,  emociones, ideas y reflexiones vividas en estos 22 días de misión  (que se sienten más como un año).  Tan difícil…  no sé cómo empezar ni como terminar de contarlo,  pero  empiezas a soltar ideas y frases incon-gruentes… que a su vez resu-men en sí mismas la in-congruencia de cuando, pese a la gran carga de trabajo,  dilemas  morales,  choque  cultural y dificultades técnicas, sumado  a la ausencia de las necesidades básica te sientes feliz,  cuidada  y acom-pañada por las gentes de los pueblos,  el  equipo local de traductores y voluntarios de la ONG,  tratándote  y cuidándote con lo mejor que tienen.

Es fuerte ver como gente que no tiene ‘’nada’’ te lo ofrece todo. Y te das cuenta que en ese todo no entra lo material,  sino  esas cosas más genuinas y delicadas,  más  fáciles de pasar por alto pero que lo son todo:  una sonrisa por las mañanas,  un  baile antes de trabajar,  un  abrazo cuando todo cuesta.  Un poquito de agua fría,  un  caramelo, un poco de música de fondo.

No sé si algo de todo lo escrito hasta ahora tiene sentido,  para  mí a su manera lo tiene.  Lo siento así.

Mezcla de dulce y amargo,  cansancio  y energía,  tristeza  y felicidad,  contradicción  y frustración, pero agradecimiento infinito y tranquilidad en el estar.

Quiero acabar dando las gracias a todas las personas que han hecho estos días tan especiales y tan llevables.  Los que han trabajado incansablemente a nuestro lado dándolo todo,  a  todo el equipo de voluntarios y estudiantes de Yakaar África,  que  hace que esto haya sido posible y que trabajan sin parar para aportar su granito de arena en este gris e intenso mundo, pero también lleno de luz y amor por la vida.

 Amu raga: sin miedo a nada. 

ME VOY, PERO NO ME VOY, PORQUE, AUNQUE ME VOY, DE CORAZÓN ME QUEDO

Mar Cinjordis

Este es mi segundo año consecutivo realizando un voluntariado como enferme-ra, y por segunda vez con Yakaar África.

Empezaré agradeciendo a todos los componentes de esta ONG, desde los organizadores/coordinadores pasando por los traductores, cocineras, conductores, socios, colaboradores, compañeros/as de profesión y toda la gente que hace posible este maravilloso proyecto. Y sobre todo al pueblo senegalés por tratarnos desde el minuto uno como si fuéramos familia; su generosidad y hospitalidad es admirable. Infinitas gracias por dejarme ser partícipe .

Si el año pasado mi escrito se titulaba ¨Enseñanzas de vida¨ donde relataba como viví la misión y todo lo que me enseñaron los senegaleses, este año se podría llamar reencuentros y mirada desde el amor y no el enamoramiento.

También se podría llamar enseñanzas de vida parte dos, porque las del año pasado sin darme cuenta me calaron tan hondo que las he integrado en mi modo de ver la vida:

Que tus ganas sean más grandes que tus miedos, vivir desde la sencillez y el agradecimiento, la buena actitud y que la vida no es fácil, pero es bella.

Momentos que me han dejado huella esta misión: muchos. Algunos duros para mi cuerpo y mente, sobre todo los mentales. Los físicos, a excepción de la anemia con la que viajé, que este año en algún momento me hacía estar más cansada, el resto es muy llevable.

La impotencia en ocasiones de no poder ayudar más, bien porque no tiene solución algunos casos o bien porque por sus creencias o costum-bres no consideran que nuestra ayuda fuera a solu-cionar el problema... algún día se hizo muy duro y frustrante.

Haciendo balance si os soy sincera, gana en la balanza los buenos instantes...

A resaltar el reencuentro con el magnetismo del lugar y su gente, con los cálidos atardeceres, con los fabulosos compañeros tanto senegale-ses como españoles, conocer al hijo de Arouna y su campamento, la música y fiestas improvisadas en Taco-Mayo, disfrutar y envolverte por los abrazos y risas de los niños...

La casualidad de poder parti-cipar en la fiesta de un bautizo en Nenefessa y disfrutar de bailar y verlos bailar. La noche que Jose María nos trajo helado y galletas de chocolate, nos cuida como si fuéramos sus hijos/as...

El reencuentro con algunos pacientes y niños, que se fundan en un abrazo y te digan que se acuerdan de ti.

La bendición de los líderes religiosos de Thiabedji coincidiendo con el fin de las consultas en el lugar... y tantos, tantos... 

En lo que refiere a la parte técnica, destacaré de este año y como novedad respecto al año pasado, la gran oportunidad de impartir talleres de salud bucodental y lavado de manos en los colegios. Agradecer la colaboración de Diao con la traducción y el apoyo, y a Alfredo y Cristina por hacerme pasar de los momentos más bonitos de la misión y sobre todo a esos escolares ... No os podéis imaginar el brillo y alegría que transmitían esos niños escuchando nuestras explicaciones, y regalándonos sonrisas, atención, canciones y aplausos.

Confío en que al año que viene podamos dar a más número de personas y más tipo de talleres. Y que les haya servido de ayuda tanto o más que a mí... porque como dicen:  ¨que el arte de enseñar es aprender dos veces¨, a mí me ha servido para vencer mi miedo a hablar en público y es más para incluso disfrutarlo y descubrir que me encanta.

Como ya comentamos en nuestro artículo grupal, creemos que hacer talleres de educación para la salud y prevención son fundamentales a medio y largo plazo, y nos parecería muy interesante e importante que ya formaran parte de las misiones sanitarias haciendo de refuerzo de los ya impartidos y realizando nuevos.

Para finalizar y poniendo, aún más si cabe, sentimiento al escrito, desarrollaré a lo que me refiero vivir la experiencia desde el amor y no desde el enamoramiento.

Me considero una persona PAS, persona altamente sensible. Y al sentir la vida y las emociones así, en ocasiones se me hace difícil que no imposible, disculpa Jose María por la demora, ¡¡santa paciencia tienes!!, plasmarlas por escrito.

En esta misión, he abierto el campo de visión más allá de los ojos del turista o de los ojos del enamorado/a, ojos que ven la realidad algo distorsionada por el subidón de serotonina (hormona de la felicidad) de las primeras veces o qué sé yo... pero este año he tenido una visión desde el amor, pero más completa y real.

Especial mención aquí, a Ambrosio y Demba, y admiración profunda de como transmiten la situación de su tierra y su gente, nos han enseñado mucho y adentrado más en la situación que vive su país.

La pregunta que rondaba por mi cabeza una y otra vez... qué diferente puede ser tu vida y tus oportunidades de nacer en una parte del mundo a otra.

Con esta reflexión quiero que seamos conscientes de lo afortunados que somos de tener todo lo que tenemos, que abando-nemos la queja y nos convenzamos de que lo que aportemos no va a cambiar el mundo, ni mucho menos... pero sí una pequeña parte de él y por diminuta que sea ... "mucha gente pequeña, en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo ...o al menos intentarlo"

Pienso que es mejor vivir desde la esperanza, ya que la esperanza es pasión por lo posible, por crear mejores realidades y oportunidades .

Pensar en las diferencias de nuestro entorno y cultura, y lo bonito que sería equilibrar ambas y ayudarnos entre todos. Esto es lo que poco a poco va consiguiendo con pequeños pasos, pero con grandes logros la ONG de Yakaar África. 

Por suerte, el amor no tiene fronteras y transforma todo lo que toca, mientras siga habiendo amor seguirán existiendo buenas personas que dedican parte de su energía a los demás. Y si la humanidad fuera consciente de que la energía que empleamos y damos se intercambia y se transforma, no se pierde, viviríamos en mundo no sé si mejor, pero por lo menos más justo y equilibrado.

Afortunada de encontrarme en el camino con gente que esto es capaz de verlo.

Maravillada por la frase con la que este año se despidió un amigo, y compartiendo su mismo sentimiento para finalizar diré: "Me voy, pero no me voy. Me voy, pero no me ausento. Porque, aunque me voy, de corazón me quedo" . Un trocito de mi corazón ya estará siempre en País Bassari .

Si para mí y mi realidad, hasta ahora pensaba que una de las formas de vida más bonitas del mundo era ser enfermera, ahora sé que aún es más bella, si cabe, siendo voluntaria.

UNA EXPERIENCA INOLVIDABLE

María Aguilar

Mi aventura con Yakaar África comenzó en sep-tiembre cuando tuve la oportunidad de unirme a una misión sanitaria destinada en Pais Bassari. Ya conocía la organización por compa-ñeros de trabajo y amigos que habían participado en años anteriores, los cuales hablaban maravillas tanto de la experiencia a nivel personal como profesional, por lo que no dudé en unirme al equipo. 

Desde la primera reunión me di cuenta que contábamos con un equipo muy especial, que debido a su experiencia en años anteriores, con sus consejos nos ayudó a preparar el material que íbamos a necesitar y a nosotros mismos para esta experiencia.

El primer reto que me encontré fue la barrera idiomática y la diferencia cultural. Desde el primer día cuando conocimos al resto del equipo en el aeropuerto me sorprendió la calidez y la hospitalidad. Por ello me gustaría enormemente agradecer la labor de los compañeros locales que nos estuvieron acompañando a lo largo de la misión y nos ayudaban tanto en la traducción como en la comprensión de la cultura local, facilitando la conexión con la gente que nos encontrábamos en el camino. También gracias a ellos, aprendí a comuni-carme con algunas palabras básicas.

Otro de los retos más difíciles en el viaje ha sido la atención médica, ya que nos enfrentamos a la falta de recursos, el acceso limitado a la atención médica especia-lizada y las condiciones de vida difíciles  que contribuían a una carga de enfermedad más alta de lo que estaba acostum-brada. La realidad de tener que tomar decisiones difíciles debido a la escasez de suministros y equipos médicos me llevó a replantearme mi enfoque hacia la medicina y la importancia de la adaptabilidad y la creatividad en situaciones de recursos limitados.

Además de los retos encontrados en el camino, me gustaría destacar la labor de la organización en Senegal. Una vez allí pudimos conocer algunos de los proyectos como la ayuda al acceso para la formación profesional en diferentes ámbitos como el desarrollo de una agricultura sostenible y de una atención sanitaria eficiente con los medios disponibles, contribu-yendo con una mejora de la situación social actual a largo plazo.

En conclusión, considero esta experiencia muy enriquecedora personal y profesionalmente, contribuyendo a fortalecer mi compromiso con la medicina humanitaria.

ÁLBUM DE FOTOS DE LA MISION SANITARIA

Nieves Azuara

Y SÍ, VOLVERÉ

Nieves Azuara

Es 8 de enero y estoy en el aeropuerto de Madrid, con Cristina y Alfredo, rodeados de cajas de material sanitario para facturar.

Empieza una nueva misión sanitaria de la mano de Yakaar África. Es mi primera vez con ellos y lo afrontó con muchas ganas, con esperanza, con incertidumbre...

Conozco al resto del equipo antes de embarcar en el avión, ¿trabajaremos bien juntos? ¿Cómo será todo?

Senegal era, para mí, un país deseado como destino turístico, ahora lo conoceré un poco desde otra perspectiva.

Nos vamos al País Bassari, la región más pobre de Senegal, al sur-este del país, muy alejada de la capital y los centros turísticos. Es una región remota, rural, con escaso desarrollo económico, sin apenas infra-estructuras y habitada por distintas etnias, cada una con su bagaje cultural.

La población vive en comunidades dispersas y a veces, de difícil acceso por la falta de carreteras, tan solo hay caminos de tierra

La asistencia sanitaria es muy precaria, deben pagar por ella y por los medica-mentos. Algunos poblados tienen centro de salud, en ellos hay enfermero/a y matrona, pero no médico. Hay falta de material.

La misión sanitaria pretende ayudar a mejorar alguno de estos problemas.

Proporcionamos atención sanitaria en varios centros de salud de distintas poblaciones. “Nuestras consultas” están muy concurridas, hay personas que permanecen horas allí para que les podamos atender

Problemas de salud que en ”nuestro mundo” tendrían fácil solución, aquí evolucionan y se convierten en casos más graves. Hay una enorme incidencia de anemia, malnutrición, deshidratación, hernias, problemas oculares…y heridas, muchas heridas, algunas de ellas terribles y muy evolucionadas. Además, muchos casos de tiña, parasitosis...

Se hacen numerosas derivaciones al hospital y se “dejan” algunos casos para otros compañeros que llegarán después (cataratas para oftalmología...)

Además de la asistencia sanitaria directa, se hacen charlas en los colegios sobre lavado de manos y cuidado de la boca, con reparto de cepillos y pasta de dientes

Hay muchísimo trabajo, con calor, polvo, a veces sin luz cuando ya baja el sol, sin embargo, no faltan las risas, los bailes, el juego con los niños…y la gazelle fría al llegar al campamento

Qué importante es “hacer equipo” , más en estas circunstancias. He tenido la suerte de compartir esta experiencia con compañeros empáticos, solidarios y comprometidos, con los que no importaba trabajar mucho porque había apoyo mutuo. Hemos llorado, reído, bailado y disfrutado del agradecimiento de la gente.

En este maravilloso equipo están, por supuesto, los estudiantes de enfermería becados por Yakaar África, otra de sus importantes aportaciones al país, que nos han ayudado cada día, y los traductores, sin su trabajo esto no sería posible, como no hubiera sido posible hacer un baile cada mañana antes de empezar el trabajo.

En todo este tiempo también ha habido frustración, impotencia y duda

¿Qué pasa cuando nos vayamos? ¿Todo seguirá igual? ¿Sirve de algo hacer esto si no hay continuidad?

Cristina me preguntó una noche, ¿cómo lo llevas? Ahora que ya lo conoces, ¿volverías? Y yo lo dudé.

No se puede llegar a todo, no se puede solucionar todo. Ponemos un grano de arena y junto con otros granos que ponen otros al final se hará una montaña. Después de todo “un viaje de mil millas siempre empieza con un solo paso”.

Y si, VOLVERÉ

Y VOLVER, VOLVER …

Cristina Relaño y Alfredo Rodríguez Plaza

Empezamos de nuevo otra misión sanitaria. Si, repetimos los dos, ¿por qué será?

Si la del año pasado fue un reto, esperábamos que ésta fuese más fácil de organizar ya que contábamos con la experiencia de anterior. Pero no fue así, ya que la entrega de medicamentos y material se retrasó mucho y nos llegó a casa en plenas navidades. Otra incidencia es que no podíamos “tocar” las cajas ya que estaban precin-tadas. El equipaje para llevar a Senegal era de 19 cajas y maletas con un total de 400 kg. Un lío, no sólo por almacenarlo en algún sitio (nuestra casa) sino por trasladarlo al aeropuerto de Madrid y embarcarlo en el avión. Salíamos desde Madrid nosotros dos y Nieves. Es decir 3 personas para acarrear 19 bultos. Gracias a nuestro hermano y sus dos coches “ranchera” pudimos llegar a Barajas en hora. Ya en el aeropuerto pusimos todos los bultos en 6 carritos y empe-zamos a hacer viajes para poderlos facturar. Revisando los papeles nos dimos cuenta de que la documentación de exportación de los medica-mentos nos la habíamos dejado en casa.

Tocó correr en taxi a las 6 de la mañana de vuelta a casa a recogerla y volver al aeropuerto. La ayuda que nos ha dado IBERIA ha sido fundamental para poder transportarlo todo sin ningún problema. Una vez facturados todos los bultos empezamos a respirar ya más tranquilos.

En la zona de embarque ya nos reunimos con el resto del equipo. Unos repetidores y otros nuevos. Aunque no nos conociéramos de antes podemos asegurar que hemos formado un grupo estupendo, trabajando en equipo codo con codo durante todos los días.

Compartiendo buenos y malos momentos, risas y lloros y la tremenda subida a Iwol.

La experiencia ha sido igual de intensa o más que la anterior. Aunque ya sabes dónde vas no deja de impactar la realidad de la vida senegalesa. Lo más tedioso, el viaje de ida y vuelta al País Bassari, aunque siempre hay que sacar la parte positiva y quedarte con que sirve para conocer a las personas con las que vas a compartir tantos días. El encuentro con Ambrosio, Mor y Arouna en el aeropuerto y llegar a Dindefelo y reencon-trarnos con Alpha, Diao, Seydou fue como volver a ver a viejos amigos.

Hemos tenido la suerte de poder conocer a Demba, ya que el año pasado no pudo estar con nosotros. Un placer conocer a una persona tan implicada con su gente y su país y su afán de mejorarlo.

El cumpleaños de Alfredo coincidió con nuestra estancia en Afia. Fue imposible conseguir una tarta, pero Alfa del campamento de Tako Mayo hizo una tortilla grande donde pusimos una vela. Disfrutamos de una verdadera fiesta africana con tambores, música y bailes típicos. No falto el vino ni el champagne. Un cumpleaños distinto y exótico.

No poder dormir bien por la noche y escuchar la radio hizo que Alfredo hablase en directo en un programa de radio en la cadena COPE. Les llamó mucho la atención que un jubilado estuviese en lo más profundo de Senegal en una misión sanitaria y quisieron saber más. Total, que a las 2 de la madrugada estábamos a la luz de una linterna contando nuestra vivencia y hablando de los proyectos de Yakaar África.

https://www.cope.es/programas/poniendo-las-calles/noticias/que-llevo-jubilado-madrid-ser-voluntario-una-zona-remota-senegal-sientes-rey-20240126_3112014

La impresión es que esta misión ha sido más dura que la anterior, ¿Por qué? No sabemos, pero hemos terminado más cansados. ¿Será la edad? Pero no importa porque queremos repetir, aunque vayamos subiendo en años. Hemos vuelto cansados, pero igual de satisfechos por el trabajo realizado y nos traemos mucho más de lo que hemos llevado.

NO SE QUIEN HIZO MÁS BIEN, SI YO A ELLOS O ELLOS A MÍ

Irene Rojas

Desde antes de entrar a la carrera de medicina, sabía que quería realizar voluntariado, por eso, cuanto Yakaar África me ofreció la posibilidad de ir a País Bassari con ellos para pasar consulta en varios poblados a los que no llega la asistencia sanitaria, para mí fue una alegría.

Cuando se lo conté a mis allegados, todos me decían que seguramente sería una experiencia inolvidable pero lo que no me imaginaba es que mi estancia allí calaría tan profundo y me cambiaría la vida.

Cuando llegas a un país que contrasta tanto con tu forma de vida habitual, empiezas a valorar cosas tan simples como poder elegir que comer cada día, que salga agua de la ducha, poder tirar de la cadena del WC…

Conforme pasan los días, todas esas cosas que te faltan del “primer mundo”, dejan de tener relevancia e incluso te sientes afortunado porque aun estando allí tienes más “lujos” que las personas a las que atiendes.

Poder asistir y ofrecer atención sanitaria gratuita a los senegaleses ha sido algo enriquecedor y gratificante pero también frustrante y doloroso. Recibir a personas con enfermedades que requieren atención sanitaria continuada, compleja y multi-disciplinar y saber que no puedes hacer mucho por ayudarlos me hacía sentir impotente. Sin embargo, trataba de pensar en el bien que podía hacer por una gran parte de la población que acudía en busca de nuestra ayuda.

Senegal me ha enseñado que es un país guerrero y luchador, lleno de personas fuertes capaces de vivir el día a día con enfermedades graves y limitan-tes. Supervivientes. Pero sobre todo, los senegaleses me han enseñado que se puede no tener nada material pero un gran corazón que les impulsa a ayudarse los unos a los otros.

Parte de mí, se quedó con ellos. Porque no se quien hizo más bien, si yo a ellos o ellos a mí.

REEENCUENTRO, RECUERDOS Y MEJOR ORGANIZACIÓN

Sara Mengot

Por segundo año consecutivo he tenido la oportunidad de participar en la misión sanitaria de País Bassari con la ONG Yakaar África. Ya han pasado 12 días desde que volvimos a nuestras ciudades y todavía sigo reflexionando sobre todo lo que hemos experimentado.

Mi percepción sobre lo vivido ha sido muy diferente a la que tuve el año pasado: reencuentros, recuerdos, mejor organi-zación y gestión de los recursos (se notaba la experiencia de muchos de nosotros ya que el seguimiento de pacientes y la organización del material ha sido mucho más eficiente y sencilla). Los puntos más positivos a destacar han sido que en el hospital regional estaban contratados tres de los enfermeros que el año pasado pudieron hacer prácticas con nosotros por lo que ha sido muy fácil el seguimiento de los pacientes derivados.

Entre ellos Alfa Yaya, al que solo podemos agradecer su disponibilidad y disposición absolutas. Además, Eli, una enfermera española, se ha quedado tres meses realizando seguimiento a muchos de los pacientes que hemos visto.

Hemos aprendido de los errores cometidos el año pasado a la hora de identificar pacientes y, el hecho de haber pasado consulta en un pueblo más (Nenefessa, sumado a Dindefelo, Afia, Thiabedji y Bandafassi), ha supuesto mucho más esfuerzo y que nos hayamos sentido más productivos y realizados.

Este año también he sentido que, como equipo, estábamos muy compenetrados y que todos teníamos el mismo objetivo: ayudar al mayor número de personas posible y siempre haciendo todo lo que está en nuestras manos.

He vuelto a valorar el imprescindible trabajo de los traductores, ya que la comuni-cación es esencial para poder educar, detectar problemas de salud y solucionarlos.

Considero, una vez más, que esta experiencia ha supuesto para mí un gran crecimiento personal y he podido aprender mucho sobre la sociedad e incluso la política del país. Gracias a Demba, el cual este año ha estado mucho más presente, he podido indagar sobre la motivación y la filosofía de todos los que componen la ONG. Podría decirse que, después de un primer contacto en 2023, este año ha sido como encajar las piezas de un puzle y aclarar toda la información recogida el año pasado.

Este año también hemos compartido enseñanzas con seis enfermeros y enfermeras que se están formando gracias a Yakaar África. Hemos perci-bido sus ganas de aprender y su esfuerzo. Ha sido una tarea muy gratificante y les desea-mos que puedan ganarse la vida trabajando por su pueblo.

Como en nuestra primera misión, nos hemos enfrentado a casos complicados de abordar y situaciones difíciles de asumir, pero también hemos tratado a pacientes como Penda, una niña que nos acompañó varios días y que se curó de una infección grave gracias al antibiótico y las curas.

Los momentos anecdóticos de esta misión que sé que recordaré siempre y me llevo en el corazón han sido: las charlas de Alpha de Taco Mayo y su capacidad para montar una fiesta con música y danza en minutos, la entrevista de Alfredo en La Cope explicando su experiencia en la misión, mis conversaciones con Demba (perdón por repetirme pero es que han sido un regalo), los logros de Lucía aprendiendo las costumbres senegalesas, el haber visto un hipopótamo, las fiestas con Dj bailando con todo el vecindario…

Lo pendiente de mí que estuvo Mar cuando pasé una terrible noche de intoxicación alimentaria, las coreografías cada día a primera hora, las noches en las que José María trajo galletas de chocolate y helado, conocer a Ibou (el hijo de Arouna), pasear por Dindefelo con Omar y Boubacar (los sobrinos de Diao) y cuando subimos juntas a unas rocas con vistas increíbles engañadas por Alpha.

Para finalizar, necesito agradecer a los que nos han cuidado durante toda la aventura haciéndonos sentir como en casa: Ambrosio, Mor, Hassanatou y Marèeme; eslabones imprescindibles para que la misión se lleve a cabo y, en concreto, a José María por hacer realidad todos los proyectos.

Y a mi equipo: Alfredo, Cris, Nieves, María, Lucía, Irene, mi amiguita Mar, ha sido un placer trabajar con vosotros, no os voy a olvidar nunca.

ÚLTIMOS DÍAS EN SENEGAL

José María Piñero

SONDEOS MÉNDEZ

Hoy me toca cambiar de actividad, después de 8 intensos días acompañando a la misión sanitaria, hoy me tengo que dedicar a recibir al equipo de sondeos Méndez y preparar la campaña de sondeos que vamos a empezar inmediatamente.

Muy de mañana nos recoge Doba al técnico agrícola, Ibrahima, y a mí y nos vamos a ver cómo están las condiciones para empezar los sondeos en Barafoute y Thiobo.

En Barafoute no parece haber problemas, el acceso desde la carretera es bastante bueno y el camino es ancho. Para acceder a la huerta desde el camino hay que pasar dos empalizadas que se utilizan solo en la época del hivernage, así que les decimos a algunos del poblado que van a apareciendo si podrán quitarlas y rápidamente acuden más de diez jóvenes a ponerse a la faena. En pocos minutos tenemos el camino despejado para llegar a la esquina de la huerta donde queremos instalar el pozo.

En Thiobo el camino es mucho más estrecho pero el acceso a la huerta es bastante bueno. Luego, por la tarde, ya con los técnicos de Méndez, nos damos cuenta que llegar allí con la máquina montada en una góndola de 22 metros no va a ser tan fácil como pensamos.

En Thiobo nos reciben en casa de Marcel y su mujer que es la presidenta de la asociación de mujeres. Están visiblemente contentos con nuestra presencia y la posibilidad de que les hagamos un pozo y nos obsequian con cacahuetes.

Nos quedando esperando a Méndez y su equipo en un restaurante de Mako y la espera se hace interminable. Han reventado 4 ruedas de la góndola y sufrido avería en uno de los camiones. Menos mal que el equipo viene preparado para todo y son capaces de repararlo. También sufren el acoso de la gendarmería que al ver trasladarse un equipo de 9 personas con 6 vehículos les paran inexorablemente para tratar de sacar su tajada. También a eso el equipo Méndez está acostumbrado, pero no deja de ser un incordio.

Total, que más de 4 horas tardamos en ver aparecer a Méndez y su equipo en el restaurante de Mako, menos mal que teníamos los cacahuetes.

Por la tarde después de comer nos acercamos con Méndez y su equipo a las dos huertas que habíamos visitado por la mañana. Curiosamente el punto más conflictivo es uno en el que no habíamos reparado en nuestra vista matinal: la entrada desde la carretera al ancho camino. En dicho punto hay un pequeño desnivel, lo necesario para que una de las ruedas de la gran góndola quede en el vacío y pueda volcar. Sobre la marcha Ibrahima encarga un camión con tierra para el día siguiente, de modo que podamos empezar los trabajos.

En el camino a Thiobo también hay problemas, al ser tan estrecho las curvas resultan un poco problemáticas. Gracias a Dios, no hay ningún árbol de gran porte en los laterales y podemos convertir dos curvas en una recta. Marcel se pone rápidamente a nuestra disposición y nos promete que mañana se ponen a la faena de eliminar todos los obstáculos para que la góndola pueda pasar.

Seguimos al día siguiente identificando nuevos puntos para realizar los sondeos. El siguiente es Baraboye que presenta nuevas dificultades, pero parece que no insuperables. Será necesario bajar la máquina de sondeos de la góndola y llevarla por sus propios medios al lugar cercano a la parcela.

Finalmente visitamos Hamady Hery Ndilicongo y aquí sí que ya es imposible llegar con la máquina: las pendientes son muy elevadas y el camino es muy estrecho. Damos la vuelta por Bandafassi para ir a Kedougou a hacer compras, entre ellas algunas ruedas de repuesto para la góndola que ya se ha quedado sin ellas.

Cuando volvemos a Barafoute, acaba de llegar el camión con la tierra y van a empezar a acondicionar la entrada desde la carretera al camino. Así que después de un ajetreado día se consigue pasar la máquina hasta Barafoute y todo queda preparado para el día siguiente.

Una vez arreglado el camino pasan las máquinas y podemos empezar a trabajar. La espera es angustiosa y después de todo un día de trabajo se ha conseguido bajar 50 metros, pero sólo se ha atravesado la capa de agua superficial. Es necesario pasar la capa dura del basalto para intentar llegar a las calizas que son las que deben almacenar el agua.

Todo el pueblo asiste al espectáculo y se vuelca con el equipo de trabajo, trayendo la comida y el té.

El trabajo continúa hasta llegar a los 85 metros. Sale un poquito más de agua y tenemos que parar porque a partir de aquí ya es muy difícil que consigamos encontrar mucha más agua. Con el agua que tenemos piensan los técnicos que puede ser suficiente, aunque sea un poco justita al final de la época seca.

Una vez terminado el trabajo en Barafoute, la máquina de sondeos baja a Thiobo. Desde el primer momento el sondeo va mucho mejor. A poco más de 32 metros ya hay agua suficiente. Van a seguir por lo menos hasta 50 metros para asegurar que el pozo no se seque al final de la estación seca.

LANDIENI Y ANDIEL

Hoy me toca cambiar de registro. Despedimos con pena a la misión sanitaria y recibimos a dos nuevos grupos más Ousmane. El primer grupo es el de los ingenieros agrícolas de Valencia que vienen a intentar optimizar nuestra gestión de las huertas de Yakaar en los distintos poblados de la zona del País Bassari.

El segundo grupo lo forman Patricia y Adriana ingenieras de caminos que viene a hacer el tradicional proyecto de abaste-cimiento, saneamiento y residuos de Thiabedji, que es el poblado elegido para esta ocasión.

Como llegan muy tarde dejamos para el día siguiente, el traslado de Ousmane a su poblado de Landieni y así aprovechamos para enseñárselo a los recién llegados. No hay que esperar para que nos veamos rodeados por toda la familia de Ousmane en pleno y procedemos a pasar la tradicional visita del poblado.

De Landieni pasamos a Andiel. Nos acompañan los hermanos de Ousmane, pero él cuando el camino se inclina no le queda más remedio que dejarnos para que podamos seguir nosotros la visita sin que nos retrase en la subida.

NI que decir tiene que Andiel está tan bonito como siempre y pasamos un buen momento recorriendo sus calles con un montón de niños que nos acompañan y comprando en el mercadillo tradicional que ponen sus mujeres en la entrada.

Ya por la tarde pasamos a recoger a Ousmane en su poblado porque mañana empiezan las clases en el liceo y tiene que estar preparado. Le hemos buscado casa en Bandafassi con Hassanatou, que siempre le ha considerado un hijo más y previamente hemos visitado al director del liceo para asegurarnos que Ousmane va a ser bien acogidos.

A la llegada al poblado para dejar a Ousmane nos encontramos a las mujeres en la escuela. Al parece están dando clases de pular, su lengua materna. Me parece una iniciativa interesante para una lengua que hasta hace poco era solo hablada y que muy recientemente ha adoptado una forma gráfica.

Por la mañana acompaño a Ousmane al liceo donde es muy bien acogido por el director que rápidamente le introduce en sus nuevas clases. Ousmane parece perfec-tamente integrado en el liceo y, sobre todo, en el poblado de Bandafassi donde todos los días vienen los amigos a buscarle para salir a jugar con él.

THIABEDJI Y BARABOYE

Me voy de viaje con Patricia y Adriana para ver los proyectos de Thiabedji y Baraboye. En Thiabedji nos paramos en el depósito que abastece a una parte de la población. A este depósito le compramos en su día una bomba solar de modo que pudiera subir el agua desde el pozo. Al parecer la bomba no funciona bien y solo consigue subir el agua al poblado, pero no tiene fuerza para subirla al depósito. Trataremos de ver con las ingenieras si podemos encontrar alguna solución.

Visitamos también la huerta local, que está muy reducida al no contar con una alambrada que la proteja. De Thiabedji pasamos a Baraboye donde pretendemos hacer unas letrinas con ayuda de un albañil y de los jóvenes de la localidad.

Por el camino vemos la huerta a la que vamos a dotar de un pozo construido también por Méndez y nos da la impresión de que está alejada del poblado. Así que, al llegar a Baraboye, contactamos con todas las fuerzas vivas del poblado para asegurarnos de que el lugar escogido para la huerta es el adecuado y que todo el mundo está de acuerdo en hacerla allí.

A través de Moussa, el agente de salud para el que recientemente hemos construido el puesto, contactamos con el jefe del poblado e improvisamos una reunión en el centro del poblado para tratar el tema. Después de hablar del asunto durante un buen rato, nosotros exponemos la situación y la necesidad de que nos den seguridad de que el emplazamiento de la huerta es el adecuado y que la asociación de las mujeres está dispuesta a trabajar en el mismo. Ese parece ser el resultado de la reunión y todo el mundo declara estar de acuerdo y contento con que se haga el pozo en la huerta.

Como etapa final de nuestro día, vamos a Barafoute para ver como siguen los sondeos de Méndez. Ha habido un problema y se ha roto la cabeza perforadora de la máquina de sondeos en Thiobo y Méndez y una parte del equipo se ha tenido que volver a su base de Sindia para ver si pueden conseguir traer un pescador para recuperarla.

En Barafoute, sin embargo, el trabajo sigue con el montaje de los paneles y de la bomba solar y con la fabricación de los aljibes para el almacenamiento del agua del riego. La rotura de la máquina de sondeos es un grave contratiempo y nos va a retrasar los trabajos por lo menos una semana.

BOUBACAR

Mi último trabajo en Senegal consiste en traer a España a Boubacar Keita un primo de Ousmane con la misma dolencia que él: una tetralogía de Fallot.

Aparte de esta dolencia presenta una irritación en un ojo que me preocupa. Parece ser que la arrastra desde hace bastante tiempo y no tiene muy buena pinta. Esperemos que ya en España le puedan arreglar las dos cosas.

Nos pegamos como de costumbre la gran paliza para saliendo a las 5 de la mañana de Bandafassi llegar a España prácticamente 24 horas después. A pesar de la paliza todo sucede sin sobresaltos. Solo Boubacar experimenta un mareo de última hora y el último trayecto en coche lo pasa vomitando. Gracias a Dios se recupera en la espera para poder tomar el avión y llegamos a España sin problemas.

En Madrid nos encontramos con Carles Cuadrada médico de Barcelona que es que ha conseguido que a Boubacar le traten en el Hospital Vall d’Hebron de dicha ciudad. Esperamos que todo salga bien.

DIARIO DE UN VIAJE A SENEGAL

Laura Freixas

29 DE DICIEMBRE. MADRID-DAKAR-JOAL-FADIOUTH-KAOLACK

Senegal es un país que me resulta simpático. Lo conocí en los 80, con mi novio de entonces, cuando fuimos a visitar a su mejor amigo, que como alternativa al servicio militar (en Francia daban esa posibilidad: o mili o cooperación), estaba dando clases de matemáticas en Louga, al norte del país. Ese viaje me hizo leer a novelistas senegaleses: Mariama Bâ, Ken Bugul... y luego he seguido: Mariama Ndoye, Marie N'Diaye, Abdoulaye Sedji, Laurence Gavron, Fatou Diome... Me han familiarizado con temas como las sectas islámicas, el poder de los jefes religiosos, la superstición y la brujería, la solidaridad familiar -y su otra cara, la opresión-, los conflictos ligados a la poligamia, y sobre todo, el gran dilema: quedarse en el país, trabajando en y para Senegal, o arriesgar la vida por el sueño de hacer fortuna en una idealizada Europa.

O sea que aquí estamos, en el aeropuerto de Barajas, a punto de empezar un viaje de una semana que nos llevará, de la mano de Yakaar Africa (su coordinador, Papa Demba Dieng, será nuestro guía), a Joal-Fadiouth, Kaolack, Tambacounda, Dindefelo, Ziguinchor...

Aterrizamos a mediodía. Nos esperan Yabal, el chófer, y Demba, de quien tanto hemos oído hablar a nuestro amigo José María Piñero.

Vamos directamente a visitar Joal, un pueblo de pescadores, musulmán, unido por un puente de madera a Fadiouth, una aldea que es católica y que en marea alta es isla. Una isla surgida por la acumulación de conchas que la población ha ido tirando (después de comerse su contenido, si he entendido bien) durante milenios... El suelo es de conchas, las casas, de conchas mezcladas con barro o cemento. No falta la plaza con un baobab. En las calles, imágenes de santos o vírgenes, de tamaño natural, metidas en extraños "escaparates".

Lo mejor de Fadiouth es su cementerio. Es un islote (al que se accede por un puente o bien en piragua) formado por un montón de conchas, con algunos baobabs, y la particularidad de tener una parte católica y otra musulmana. Un sitio extraño y maravilloso.

Después subimos otra vez al coche y llegamos de noche a Kaolack, capital mundial del cacahuete, donde dormiremos en un hotel muy correcto (que aquí, por contraste, parece de lujo).

30 DE DICIEMBRE. KAOLACK-TAMBACOUNDA-MAKO

Volvemos a subir al coche, donde pasaremos muchas horas: las distancias son grandes, no hay trenes (había algunos, cuando estuve aquí en los 80 cogimos el que llevaba de Dakar a Bamako, la capital de Mali; pero fueron cayendo en desuso), y en muchas carreteras avanzamos muy despacio, sea por la cantidad de camiones o porque son de tierra.

Vemos un país llano, polvoriento, poco poblado, y muy, muy pobre (aunque más rico -y democrático, laico, estable y pacífico- que los de alrededor, motivo por el cual recibe inmigrantes de Guinea, Burkina Faso y otros países cercanos). Casas de 15 o 20 metros cuadrados, sin nada más que cuatro paredes y un techo; tenderetes hechos con unos troncos a modo de pilares, tejado de uralita, telas en vez de paredes, y en medio, una mesa vieja a modo de mostrador.

Mujeres llevando bebés a la espalda y barreños en la cabeza. Carretas tiradas por caballos o asnos, cabras y cebús en la calle, camiones o autobuses cargados hasta lo inverosímil....

Tras una parada para comer junto al mara-villoso río Gambia, llegamos a Mako, donde nos alojaremos en un campamento eco-solidario, también junto al río. No hay electricidad, más que de 19 a 23h, ni más clientes que nosotros. Nos instalamos en una de las nueve chozas; las paredes son de barro, hay mosquitera, y algo así como un “cuarto de baño”, con un cercado hecho de ramas a modo de paredes, sin techo ni agua corriente (la “ducha” es agua de un bidón). Sólo se oyen gallos y otros pájaros. ¡Qué paz…! Visitamos el pueblo, luego cenamos, y dormimos diez horas de un tirón.

En esta zona, nos explica Demba, hay oro. La gente o va al río con una especie de colador fino buscando pepitas en el agua, o hace agujeros para sacar tierra y venderla. Quienes la compran la filtran buscando pepi-tas, que suelen ser minúsculas (pero 1 gr = 35 €). Hablamos con unos chicos que son de Burkina Faso y han venido aquí buscando oro.

A la mañana siguiente, Demba ha adivinado la presencia de un hipopótamo en el río. Sólo se le ve el lomo. Pasamos media hora en completo silencio, sin perderlo de vista. Se desplaza un poco, pero no saca la cabeza. Al final, seguimos nuestro viaje. De todos modos, ha sido un momento precioso, mirando el río y oyendo los pájaros...

31 DE DICIEMBRE. MAKO-DINDEFELO-KÉDOUGOU -BANDAFASSI

Llegamos a la aldea de Dindefelo, al pie del macizo del Fouta Djallon (son las únicas montañas de Senegal; al otro lado está Guinea Conakry). Visitamos su mercado (¡qué animación y qué colorido en los mercados; no me canso de curiosear, de mirarlos, de hacer fotos…) y su famosa cascada, a media hora a pie por el bosque. Vemos muchas termiteras, algunas más altas que yo.

Me sorprende ver, por primera vez en estos días, ¡un cajero automático! … Que no funciona, claro. Es una carcasa vacía, cubierta por una estera y a cuya sombra descansa una cabra…

Antes de irnos, visitamos el huerto creado con apoyo financiero de Yakaar y que cultivan las mujeres del pueblo. Un grupo de niños se está bañando ruidosa y alegremente en la alberca.

Llegamos al hotel en Kédougou. Después de tanto coche, qué bien va descansar y bañarse en la piscina....

Por la noche, paseamos por la ciudad. Calles sin asfaltar, mal iluminadas, gente que pasea, animación… Demba nos lleva a visitar a un estudiante becado por Yakaar, que nos recibe en su casa, junto con su familia.

La pobreza es extrema: cruzando un patio lleno de chatarra, entramos en la casa; en la sala, no hay más que un catre y un par de sillas de plástico, un hornillo en un rincón, y una iluminación escasísima… Pero qué acogedora es la familia (compuesta por mucha más gente que los preceptivos padres con dos hijos de la familia media europea), qué bien nos reciben, cómo pasan de mano en mano los bebés… Y me parece admirable que alguien consiga estudiar cualquier cosa en un lugar como este, con tan poca luz y tanta gente alrededor.

Después, vamos con Demba a Bandafassi, un pueblo en el que Yakaar tiene algo así como su sede central. Hay una fiesta: unas cuantas docenas de personas están reunidas en la plaza. Cantan: un grupo entona una melodía, otro grupo responde, baten palmas… Algunos chicos que están en proceso de "iniciación" (algo de lo que nos hablan en muchos sitios, pero sin decirnos en qué consiste, porque es secreto) danzan danzas tradicionales, disfrazados con hojas y ramas; algunas mujeres bailan también. El ambiente es de muy buen humor (aquí y por lo que llevamos de viaje, diría que en todas partes). Alain y yo somos los únicos blancos.

Volvemos a Kédougou y nos acostamos antes de medianoche, que mañana toca madrugar.

1 DE ENERO. KÉDOUGOU- PAÍS BEDIK-TAMBA-COUNDA

La visita de hoy es lo más fascinante, para mí, de lo que llevamos visto en Senegal: una aldea bedik. Los bedik son una pequeña etnia (3.000 personas en total, según he leído) que en el siglo XIX se fue a la montaña huyendo de los musul-manes que querían convertirles. Luego, en la década de 1960, se hicieron católicos (a la entrada del pueblo hay una iglesia-choza; la construyó un misionero francés que vivió en el pueblo durante 17 años), sin dejar de ser polígamos y animistas.

Por lo visto (eso me cuentan), el cura les decía que mientras fueran a misa los domingos, no había ningún problema en que continuaran con sus tradiciones. Por ejemplo, nos explican que una determinada piedra es sagrada, y que solo tienen derecho a sentarse en ella los miembros de una determinada familia.

La aldea, a la que se llega a pie trepando por unas peñas, es como de postal: un grupo de chozas circulares, con tejado cónico de paja, sobre un fondo de montañas azuladas, y un cocotero altísimo… Tiene 260 habitantes, divididos en 3 familias o clanes, cada uno con una función hereditaria: una, organizar las fiestas, otra, conservar las tradiciones, otra, dirigir la comunidad. El jefe del poblado, miembro de este tercer clan, que se llama Jean-Pierre (los católicos llevan nombres de pila europeos) y sabe francés nos explica cómo viven.

Vemos a mujeres machacando maíz, vemos el interior de la choza de Jean-Pierre (tiene unos 3 metros de diámetro y en ella viven tres personas) y los catres de caña, con una estera encima, en los que duermen cuando hace mucho calor, vemos un puchero sobre el fuego entre piedras, vemos el mercado...

Es una imagen de África que me deja enamorada, por más que seguro que no es tan idílica como parece (y no me refiero solo a la pobreza). Destinada, sin duda, a desaparecer más pronto que tarde (se está proyectando una carretera)...

Dormimos en Tambacounda, en un hotel de la misma cadena que los anteriores. Disfrutamos de la piscina.

2 DE ENERO. TAMBACOUNDA-ZIGUINCHOR

Emprendemos la última etapa de nuestro viaje: la Casamance, una región con mucha personalidad (hubo incluso un movimiento independentista), muy lejos de Dakar (está del otro lado de Gambia), y con un gran potencial turístico, por sus playas, aunque poco explotado.

Nos alojamos en un hotel muy bonito, el mejor del viaje hasta ahora, en Ziguinchor. Allí nos reunimos con los estudiantes becados por Yakaar para formarse en ingeniería agrícola: cuatro chicas y un chico, todos con un aspecto serio y estudioso, y un estudiante algo mayor, ex becario de Yakaar, que es su coordinador. Qué bien pensado me parece este sistema por el que los becarios de Yakaar siguen vinculados, cuando terminan los estudios, con los nuevos becarios, y les hacen de mentores. Nos contaron que estaban preocupados por las novatadas que les esperaban al iniciar las clases al día siguiente.

3 DE ENERO. ZIGUINCHOR-CAGNOUT-CARABANE- OUSSOUYE

Visitamos un parvulario financiado por Yakaar, en Cagnout. Tienen pocos medios, pero qué ambiente tan cálido y cordial, cómo sonríen las maestras, que llevan a los más pequeños en brazos o a la espalda. El momento en que una de ellas toca un tam-tam y los niños dan saltos y gritan y ríen se me queda grabado.

Al ir a la playa a embarcarnos en una piragua para visitar la isla de Carabane, nos encontramos con un coche que lleva, en la baca, un ataúd atado con cuerdas; lo bajan y lo meten en una piragua…

Tras un trayecto de veinte minutos en una piragua a motor, llegamos a Carabane. Playas de arena blanca y fina (pero con basura tirada en algunos sitios, como es frecuente en el país; una de las muchísimas cosas que hace Yakaar en Senegal es poner contenedores), cocoteros, un hotel (la antigua misión católica) austero y bastante decrépito, aldeas soñolientas, mujeres llevando cubos o sacos en la cabeza, silencio, calor, y como siempre, hospitalidad, buen trato y sonrisas. Demba, que pasó aquí algunos años de su adolescencia, conoce y saluda a todo el mundo. Visitamos una maternidad, muy modesta, a cuya financiación contribuye Yakaar.

Dormimos en un campamento, en forma de cabaña tradicional de Casamance (en torno a un patio, con impluvium), aunque más grande y moderna, en Oussouye. Un poco cansada de comer lo mismo todos los días (pollo yassa con arroz, para comer y para cenar; tengo la limitación de que no como pescado), le pido permiso a la que parece la dueña para meterme con ella en la cocina a ver si me puedo cocinar otra cosa. Me lo da, muy risueña (qué acogedora es aquí la gente) y me hago una ensalada de lentejas.

4 DE ENERO. OUSSOUYE-KABROUSSE (CAP SKIRRING)

Hoy tenemos un programa bastante insólito: visitar al “rey de Oussouye”. Unos veinte europeos (un grupo de alemanes y nosotros) nos internamos en el bosque hasta un claro, sombreado por grandes árboles y rodeado de un muro bajo, donde el “rey” concede audiencias. 

El "rey de Oussouye" es una figura tradicional de la región. Le eligen, cuando muere el anterior (el cargo es vitalicio), los jefes de familia (creo) de los 17 pueblos de alrededor (el territorio sobre el que tendrá mando en plaza), de entre los varones de una familia determinada, y el escogido no puede rehusar. Representa la religión animista, actúa como juez de paz, vive en el “bosque sagrado” (que a primera vista es un bosque como cualquier otro), no puede salir del territorio que está a su cargo (17 pueblos) ni usar nada que sea moderno (coche, teléfono...).

Acepta visitas de turistas y hacerse fotos con ellos (le dejamos una pequeña donación). Viste siempre de rojo (y es el único que puede hacerlo; un chico del grupo alemán llevaba una camiseta roja y le obligaron a cambiarse). Este fue elegido en el año 2000. Tiene 72 años, 3 esposas, 17 hijos... A mí me sorprendió, en un país donde todo el mundo parece tan feliz, su aspecto triste y cansado. Como nos permitían hacerle preguntas (aunque normalmente no las contestaba él, sino un ayudante), yo le pregunté si habría rehusado ejercer esa función en caso de haber podido. Para mi sorpresa, contestó él y reconoció que sí. Supongo que habría preferido seguir haciendo lo que hacía entonces: camarero en el Club Med. Menos honores, pero más libertad…

Visitamos también una emisora de radio local financiada por Yakaar (ya habíamos visitado una, en Bandafassi; les habíamos llevado ordenadores usados, donados por socios de Yakaar).

Muy interesante la conver-sación con los tres chicos y una chica que trabajan allí como voluntarios. Les preguntamos por las lenguas que usan, por los temas que tratan… Nos cuentan que se dirigen a los jóvenes para intentar alejarles de la violencia (y recordando el infausto papel de cierta radio ruandesa en el genocidio, cuánto se agradece que haya otras que trabajan por la paz…), o que intentan fomentar la autonomía económica de las mujeres, o que hablan de cómo mantener la concordia en las familias polígamas, algo, nos explican, especialmente difícil cuando en vez de tener cada esposa una vivienda para ella y sus hijos (aunque sea una choza; el marido duerme por turnos en cada una de ellas), tienen que compartir casa.

Dormimos en un hotel excelente, que da a la larga playa de Cap Skirring, de arena fina, en la frontera con Guinea Bissau. Hay algunos turistas, muy pocos, en tumbonas; hay también senegaleses: mujeres que recogen conchas para la construcción, y hombres que armados con un curioso aparato (básicamente, un tubo) sacan navajas (me refiero al marisco) de la arena. También hay algunas vacas, que no sé muy bien qué hacen en la playa (no veo que se pongan crema solar ni que se bañen).

5 DE ENERO. KABROUSSE-DAKAR-MADRID

En el trayecto de vuelta (cogemos un avión desde Cap Skirring a Dakar, y de ahí ya regresamos a España), reflexiono sobre las preguntas que me hacía a la ida: la emigración, el papel de la familia…

Por qué tantos senegaleses quieren emigrar no es ningún misterio: la extrema pobreza. Lo sabía en teoría, pero las horas de viaje en coche por las zonas menos turísticas del país me lo han mostrado en imágenes. Ciudades enteras sin ninguna calle asfaltada, salvo la carretera que hace las veces de calle principal. Polvo, basura, viejos neumáticos tirados en cualquier sitio. Mercados en los que vendedoras y mercancía están en el suelo…

Pero también está la otra cara: la gente que, con o sin ayuda o de la cooperación internacional, crea cooperativas agrícolas, dispensarios, escuelas, emisoras de radio… Parecen ejemplificar el mensaje de En un lugar del Atlántico, la novela de Fatou Diome en la que una senegalesa residente en Francia intenta convencer a su hermano de que no emigre: no solo porque Europa no es el Eldorado que él y sus amigos ingenuamente creen, sino por amor a Senegal.

Un amor que es fácil de entender. Porque el país no solo es bellísimo, con sus baobabs, termiteras, cocoteros, el color rojizo de la tierra, los vivos estampados de las ropas…, sino porque me ha parecido percibir una calidez humana, un buen ambiente… que no he visto en otros sitios y no sé muy bien a qué atribuir. Quizá por ser, como decía más arriba, un país tan pacífico (no hay conflictos religiosos, por ejemplo, a pesar de tener tres religiones: musulmana, católica, animista). O por tener una vida colectiva que alegra y reconforta. Son muy pobres, pero se tienen unos a otros.

Ese sistema social implica que la vida de cada persona está, en su mayor parte, predeterminada.

En algunos lugares, como también dije, cada familia tiene asignada, desde tiempos inmemoriales, un determinado oficio o tarea… Se conservan tradiciones como la del “rey de Oussouye”, cuya autoridad no tiene sanción oficial, pero es reconocida y acatada por todos. Aunque, claro está, la forma principal de organización comunitaria es la familia. Que no solo asigna automáticamente unas tareas a las mujeres -como en todas partes-, sino que es todavía más precisa: la esposa se ocupa de la casa, pero cuando tiene una nuera, ésta toma el relevo y la suegra se deja servir; en el caso (muy frecuente) de poligamia, cada esposa tiene un “turno”, es decir, unos días a la semana en que duerme con el marido y se encarga de cocinar para todos…

La cara menos amable de todo eso es, naturalmente, el sacrificio del individuo. Lo vi en el caso del rey de Oussouye. También en las novelas de Fatou Diome o Mariama Bâ se percibe la tristeza por las limitaciones a la libertad, concretamente la de las mujeres, que por muchas razones (dependencia económica, tradición, presiones familiares…) se ven abocadas a aceptar el matrimonio concertado o la poligamia, y que se arriesgan a sufrir un doloroso ostracismo si, por ejemplo, se quedan embarazadas fuera del matrimonio.

La colectividad arropa, protege, consuela… pero también oprime y asfixia. Fatou Diome hace una observación muy perspicaz cuando dice que quienes emigran no solo buscan prosperidad, sino anonimato. Qué duda cabe que la libertad es algo muy apreciable, que además fomenta el progreso, la creatividad… pero también nos puede dejar muy solos.

“Como decía nuestro presidente Leopold Senghor, no debemos abandonar nuestra cultura y abrazar la occidental, sino coger lo mejor de las dos,”, nos repetía Demba. Parece difícil, pero habrá que intentarlo…

¿HABREMOS SIDO ÚTILES?

Alain Cuenca

El diario de viaje escrito por Laura Freixas deja claro que nuestro periplo pretendía ser, ante todo, unas bonitas vacaciones, pero sazonadas con visitas a proyectos apoyados por Yakaar. Queríamos conocer de primera mano algunas de las actividades que desde hace casi 15 años financiamos modestamente con nuestra aportación mensual a la asociación. Y hemos aprendido algunas cosas. 

La primera es que los proyectos en los que participamos nacen de la escucha, de preguntar a la población. Una vez identificados los lideres locales, son ellos quienes proponen, impulsan y sostienen aquellas actividades que Yakaar apoya. Demba desempeña así un papel crucial en la vida de nuestra asociación.

Tras una semana de convivencia con él, hemos comprendido que su manera de trabajar consiste en saber escuchar a la gente, identificar sus necesidades y a partir de ahí, impulsar los diferentes proyectos que se realizan.

La segunda es que muchos de los proyectos son pequeños -pero no por ello menos ambiciosos-, de ámbito local y gestionados por sus propios promotores.

La vocación de Yakaar es retirarse económicamente de ellos una vez se consolidan. Quizá no se consiga siempre, pero el hecho de que Yakaar no financie la totalidad de los gastos introduce una corresponsabilidad de los gestores y constituye un importante incentivo para el éxito.

Me dirán, con razón, que si leyera cada mes este Boletín que tan concienzudamente prepara José María Piñero hubiera sabido todo esto. Pero no es lo mismo que te lo cuenten que conocer in situ a las personas que trabajan allí: la calidez con la que te reciben, su sonrisa, su gratitud revelan que nuestra asociación es muy bien valorada allá donde ha intervenido. Un ejemplo de ello son los estudiantes becados por Yakaar, con quien compartimos un refresco en Ziguinchor, un tanto tímidos, pero muy conscientes de la oportunidad que tenían de completar una formación superior especializada. Tres chicas y un chico, en cierto modo tutelados por un ex-becario. 

Quien, por cierto, gracias a su esfuerzo y formación, ha sido capaz de crear su propia aventura empresarial en la agricultura y sigue colaborando con Yakaar.

Evidentemente, Yakaar no va a sacar por si sola a Senegal de su situación de extrema pobreza, nuestra misión no es invertir en ferrocarriles, autopistas o universidades. Pero si la labor que lidera Papa Demba Dieng permite que muchos jóvenes de familias pobres se den cuenta que su futuro está en sus manos, y prefieren dedicarse a mejorar su vida y su país en lugar de arriesgarla en un cayuco camino de Europa, habremos sido útiles.