Meditación Semanal
"Mi Parroquia Espiritual"
Catequesis sobre
la Divina Voluntad
Padre Pablo Martín Sanguiao
Meditación Semanal
"Mi Parroquia Espiritual"
Catequesis sobre
la Divina Voluntad
Padre Pablo Martín Sanguiao
El Triunfo del Corazón Inmaculado de María y de sus hijos
Mayo 1, 2025
+ ¡Ave María! Queridos hermanos, en este mes de Mayo vivamos con la Stma. Virgen esta grande guerra de espíritus, que se está combatiendo especialmente en la Santa Iglesia, para tomar parte en el triunfo de su Corazón Inmaculado. +
Queridos hermanos, en este mes de Mayo, particularmente consagrado a María, invito a todos a acompañarla cada día del mes con las lecciones del libro de Luisa “La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad”. Son 31 lecciones, para cada día del mes de Mayo, más otras 6; junto con esta conferencia de hoy les mando el esquema que las reune en los 31 días del mes. En este libro nuestra Madre nos muestra cómo se ha realizado el Proyecto divino por medio suyo, cómo se ha formado en Ella el Reino de la Divina Voluntad.
Ella nos lleva de la mano a lo largo de su vida, da partir de su primer “Fiat” en el acto en que su alma fue concebida Inmaculada, hasta el momento en que recibió su Maternidad Divina Virginal y dió a luz a Aquel que es “Luz de Luz”, el Hijo de Dios; y desde que al pie de la Cruz como Corredentora nos dio la vida para hacernos hijos de Dios, hasta el fin de su vida, en su Asunción en cuerpo y alma al Cielo… y nos dice con las palabras de su Hijo: “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros” (Jn 14,18)… “Voy a prepararos un lugar y cuando esté preparado volveré y os tomaré para que estéis conmigo donde estoy Yo” (cfr. Jn 14,2)
Pero en el momento de la gran tribulación que estamos viviendo, como en la noche de la Pasión, lo único que podemos hacer para resistir y superar la prueba es rifugiarnos, como hizo el Apostol Juan, en el Cenáculo de su Corazón Inmaculado, para tener su luz, su paz, su fuerza y su amor.
El Señor dijo a Santa Faustina (como vimos en nuestro último encuentro): “Toda luz se apagará en el cielo y vendrá una gran tiniebla en toda la tierra. Entonces aparecerá en el cielo el signo de la Cruz”. No sé si esa gran tiniebla será física, pero ahora cada vez más va aumentando espiritualmente. Debemos pedirle a nuestra Madre, como niños pequeños: “Mamá, enciende la Luz”, “¡hágase la Luz, Fiat Lux!”
El Triunfo del Corazón Inmaculado de María anunciado por Ella en Fátima, en realidad lo prometió Dios desde el principio, inmediatamente después del pecado de Adán y Eva, cuando dijo al demonio, la serpiente infernal: “Pondré enemistad entre ti y la Mujer” (con mayúscula, porque no podía ser Eva, que había pecado, ni “la mujer” en general, sino la Mujer Inmaculada, eternamente predestinada a ser la Madre del Verbo Encarnado, del Hijo de Dios)… “Pondré enemistad entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la Suya” (que es Jesucristo, y no El solo, sino junto con su Cuerpo Místico, con los que le pertenecen). “Ella te aplastará la cabeza mientras tú acecharás su talón” (“Ella”, una sola palabra, se refiere a la vez a la Mujer y a su Descendencia, a la Madre y al Hijo, a la Madre y a nosotros, sus hijos). Por eso, el Triunfo ha de ser al mismo tiempo de la Madre y de sus hijos, y no es sino el Triunfo de la Divina Voluntad en María, como hace veinte siglos fue al pie de la Cruz, y que ahora se debe cumplir en nosotros, en sus hijos. Es el cumplimiento en nosotros del Reino prometido, el que pedimos siempre en el Padrenuestro: “Venga tu Reino”, es decir, que tu Voluntad sea en la tierra lo que es en el Cielo, que sea para los hijos lo que es para el Padre, ¡la Vida! El Triunfo del Corazón Inmaculado de María ya se cumplió para Ella, en Ella; ahora sólo falta que se cumpla en nosotros, en sus hijos. Ese Triunfo no puede ser más que el resultado de una prueba y también de una lucha, porque en esa prueba, querida por Dios, se metió desde el principio la tentación, obra del demonio.
El enemigo infernal, enemigo de la paz, trata de distruirnos, dividiendo y poniendo a todos contra todos. Por eso, con San Pablo “os exhorto a comportaros de una manera digna de la vocación que habéis recibido, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportandoos los unos a los otros con amor, tratando de conservar la unidad del espíritu mediante el vínculo de la paz. Un sólo cuerpo, un sólo espíritu, como es una sóla la esperanza a la que habéis sido llamados, la de vuestra vocación; un sólo Señor, una sóla fe, un sólo bautismo. Un sólo Dios Padre de todos, que está sobre todos, obra por medio de todos y está presente en todos.” (Ef 4,1-6)
A causa del pecado esta vida de regreso al Padre pasa (“Pascua”) a través de un valle de lágrimas, se nace llorando y se termina llorando. Las noticias trágicas de lo que pasa en el mundo se han de comprender a la luz de una guerra mucho más grande y transcendental; no es sólo guerra de “naciones contra naciones”, sino de “reino contra Reino”: el del pecado, de satanás, contra el Reino di Dios. Los enemigos de la Verdad, de la Justicia y de la Paz tienen en común todos el mismo objetivo: lograr el dominio absoluto del mundo, incluso el control de los pensamientos y de los deseos de todos, de la vida de todos, una tremenda dictatura incluso espiritual, mediante un gobierno único mundial (según la conocida tentación del padre de la mentira: “Todo esto te daré, si te postras y me adoras”, Mt 4,9); ¡una posesión para ser como “dios” pero sin Dios! ¡El hombre que se hace Dios! Y detrás de todo, la intención del enemigo infernal, “el príncipe del mundo”, es destruir la Santa Iglesia y por último la humanidad y la entera obra de Dios, si pudiera. Dios permitirá sólo hasta un cierto punto, para purificar la tierra y purificar su Casa, que es la Iglesia, para que esté preparada para su Venida gloriosa.
«Pues ha llegado el momento en que empieza el juicio a partir de la Casa de Dios; y si empieza por nosotros, ¿cuál será el final de los que rehusan obedecer al Evangelio de Dios?» (1a Pedro 4,17). Esta gran guerra espiritual se está combatiendo en el corazón da cada ser humano. Dejémos que los demás piensen como quieran, pero no permitamos que tantas cosas opinables (que no exigen la Fe de la Iglesia) puedan dividirnos, como quisiera el diablo, y nos pongan a unos contra otros. Eso lo está haciendo en las familias, en los grupos, en la Iglesia … Es la gran guerra mundial, de todos contra todos, que empieza así, en el corazón de las personas, por soberbia. Preparémonos. “En la conversión y la calma está vuestra salvación, en el abandono confiado está vuestra fuerza”, dice el Señor (Isaías 30,15).
¿Pero por qué todas esas guerras, todo ese odio y violencia entre los hombres, entre naciones, incluso dentro de las mismas familias? “Los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mt 10,36)
“¿De dónde proceden las guerras y peleas que hay entre vosotros? ¿No es acaso de las pasiones que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís, os hacéis la guerra. No tenéis porque no pedís; pedís y no obtenéis porque pedís mal, para satisfacer vuestras pasiones. ¡Gente infiel! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios? Quien quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. ¿O pensáis que sin motivo diga la Escritura: celosamente nos ama el Espíritu que El ha hecho habitar en nosotros? Al contrario, nos da una gracia más grande; por eso dice: “Dios resiste a los soberbios; pero da su gracia a los humildes”. Someteos pues a Dios; resistid al diablo y él huirá de vosotros. Acercaos a Dios y El se acercará a vosotros. Purificad vuestras manos, pecadores, y santificad vuestros corazones, oh irresolutos.” (Santiago 4,1-7)
Estamos en medio de una gran “guerra de espíritus”, que es ante todo una guerra entre la Verdad y la mentira. No es una lucha pequeña ni privada; es guerra total, que empezó desde el primer día de la Creación y terminará al fin del mundo. Es guerra total porque, combatiendose en nosotros y en torno a nosotros, comprende todo lo Creado y compromete, poniendola en peligro, la entera obra divina de la Creación, de la Redención y de la Santificación.
No es sólo guerra de inteligencias, que se combate con razonamientos; es guerra de espíritus: “Nuestra lucha no es contra criaturas de carne y sangre, sino contra los Principados y las Potestades, los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malos de los aires” (Ef. 6,12), “contra Satanás y los otros espíritus malignos que vagan en el mundo para la perdición de las almas”.
Es “guerra sagrada”, porque es guerra impía contra Dios, por parte de los que lo odian, y combatirla es deber nuestro de fidelidad y de amor a El, guerra que sólo con armas divinas podemos vencerla. Es “guerra santa”, porque nos jugamos la salvación o la condenación, “ganar” Dios o perderlo para siempre. “El Reino de los cielos sufre violencia y los violentos se apoderan de él” (Mt 11,12). “Sufre violencia”, o sea: “es objeto de violencia, es motivo de lucha, hay que luchar para obtenerlo”. Al hablar de lucha espiritual personal, que cada uno de nosotros debe combatir interiormente y no pocas veces exteriormente, hace falta encuadrarla en el contexto de una lucha mucho más grande, que nostransciende: “Reino contro reino”.
Jesús, hablando a Luisa (Vol. 12°, 8.2.1921) dice:
“Oh mundo inicuo, tú estás haciendo todo lo posible para expulsarme de la faz de la tierra, para desterrarme de la sociedad, de la escuela, de las conversaciones, de todo; estás tramando ccómo destruir templos y altares, cómo destruir mi Iglesia y matar a mis ministros, y Yo te estoy preparando una era de amor, la era de mi tercer «FIAT». Tú harás tu camino para echarme y Yo te confundiré de amor, te seguiré por detrás, te saldré al paso por delante para confundirte en amor, y donde tú me has echado Yo erigiré mi trono y reinaré más que antes, pero de un modo más sorprendente, tanto che tú mismo caerás a los pies de mi trono, como atado por la fuerza de mi amor”.
Después ha añadido: “Ah, hija mía, las criaturas empeoran cada vez más en el mal. ¡Cuántos planes de ruinas están preparando! Llegarán a tanto, que agotarán el mismo mal, pero mientras se ocupan en seguir su camino, Yo me ocuparé en hacer que mi «FIAT Voluntas tua» tenga cumplimiento y sea concedido, que mi Voluntad reine en la tierra, pero de un modo del todo nuevo; me ocuparé en preparar la era del tercer «FIAT», en la que mi amor brillará de una forma maravillosa e inaudita. Ah, sí, quiero confundir totalmente al hombre en amor. Por eso sé atenta; quiero que prepares conmigo esta era de amor, celestial y divina, nos daremos la mano y obraremos juntos”.
Renovemos cada día nuestra consagración a María y con Ella a la Voluntad Divina, porque de eso depende el triunfo de su Corazón Inmaculado en nosotros y la resurrección y el triunfo de la Santa Iglesia.