"En el momento de dar a luz al Niñito Jesús"
"En el momento de dar a luz al Niñito Jesús"
"quedaron como espiritualizados, y sin el mínimo obstáculo Jesús salió del seno materno"
"esos Santísimos cuerpos transformados en Luz"
"quedando sanos e intactos"
Vol. 4-41 (1) Diciembre 25, 1900
Jn 1, 4
"En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres"
Vol. 4-41 (1) Diciembre 25, 1900
"En el momento de dar a luz al Niñito Jesús"
"quedaron como espiritualizados, y sin el mínimo obstáculo Jesús salió del seno materno"
"esos Santísimos cuerpos transformados en Luz"
"quedando sanos e intactos"
Encontrándome en mi habitual estado me he sentido fuera de mí misma, y después de haber girado me encontré dentro de una cueva, y he visto a la Reina Mamá que estaba en el momento de dar a luz al Niñito Jesús. ¡Qué estupendo prodigio! Me parecía que tanto la Madre como el Hijo estaban cambiados en luz purísima, pero en esa luz se distinguía muy bien la naturaleza humana de Jesús, que contenía en sí la Divinidad, que le servía como de velo para cubrir a la Divinidad, de modo que abriendo el velo de la naturaleza humana era Dios, y cubierto con ese velo era hombre, y he aquí el prodigio de los prodigios: Dios y Hombre, Hombre y Dios, que sin dejar al Padre y al Espíritu Santo viene a habitar con nosotros y toma carne humana, porque el verdadero amor no se desune jamás. Ahora, me ha parecido que la Madre y el Hijo en ese felicísimo instante quedaron como espiritualizados, y sin el mínimo obstáculo Jesús salió del seno materno, desbordándose ambos en un exceso de amor, o sea, esos Santísimos cuerpos transformados en Luz, sin el mínimo impedimento, Jesús luz ha salido de dentro de la luz Madre, quedando sanos e intactos tanto el Uno como la Otra, regresando después al estado natural.
¿Pero quién puede decir la belleza del Niñito, que en ese momento de su nacimiento traslucía aun externamente los rayos de su Divinidad? ¿Quién puede decir la belleza de la Madre que quedaba toda absorbida en aquellos rayos Divinos? Me parecía que San José no estaba presente en el momento del parto, sino que permanecía en otro rincón de la cueva, todo absorto en aquel profundo misterio, y si no vio con los ojos del cuerpo, vio muy bien con los ojos del alma, porque estaba raptado en éxtasis sublime.
Fiat Divina Voluntad