Meditación Semanal

"Mi Parroquia Espiritual"


Catequesis sobre 

la Divina Voluntad


Padre Pablo Martín Sanguiao

Volvamos a la Escuela de la Divina Voluntad

Enero 11, 2024

+ ¡Ave María!  

 Queridos hermanos, concentrémonos en este nuevo año en lo que nos lleva a la verdadera “paz y  seguridad”, a Dios, a su Voluntad que es Luz y Vida, en la “escuela” única de la “pequeña Hija de la Divina  Voluntad”, Luisa Piccarreta. Felicidades y bendiciones de Jesús y María, que por medio de Luisa nos  enseñarán y nos llevarán de la mano a su Reino. +


Queridos hermanos, volvamos hoy a nuestro tema, “vivir en la Divina Voluntad”; acerquemonos a nuestro  Tesoro, que ya tantos de ustedes conocen, les es bastante “familiar”, pero que tantos otros conocen apenas de nombre: por eso es conveniente partir de una cierta introducción o presentación.  

La “espiritualidad” de Luisa, que el Señor llama “la pequeña Hija de la Divina Voluntad”, está en sus escritos.  Ella escribió mucho, aun habiendo ido a la escuela primaria sólo uno o dos años y teniendo, por tanto, una  pobrísima cultura humana. No es fácil literatura mística, de quien desea difundir sus propias presuntas visiones o  sus mensajes; se trata de un doloroso testimonio, de una vida crucificada por amor, de tantos años en cama, que Luisa vivió en oración y en silencio, oculta y en obediencia. Ha escrito sólo por obediencia a sus Confesores,  encargados de ella por los distintos Arzobispos, por tanto por obediencia a la Iglesia, que a Luisa le costó un  auténtico martirio continuo. Lo que ella escribió no es fruto de la cultura o del arte de una escritora, no viene de un misticismo falso y peligroso, sino de la “Señora Obediencia”, como ella la llama. Y sólo después de muchos  años Luisa se rindió a la idea de que sus escritos fueran publicados por los Sacerdotes encargados, en primer lugar por San Anibal María Di Francia, que la siguió constantemente, examinó como Censor encargado los primeros 19  volúmenes, a los que dió su “nihil obstat” con el “imprimatur” del Arzobispo, y publicó “Las Horas de la Pasión”  en cuatro ediciones. 

No son “mensajes” de tipo carismático, como tantos (verdaderos o falsos) que circulan en nuestro tiempo,  porque eso simplemente no existía en la mente de Luisa. Ni son sólo un relato de su vida y de sus pensamientos,  porque jamás habría hablado de ella misma. Son testimonio de su intensísima vida interior, como han hecho tantos otros autores antiguos y recientes en la Iglesia, de los que se conoce su vida y sus esperiencias íntimas espirituales,  como doctrina ascético-mística. A Luisa sólo en parte se la puede considerar así, porque sus escritos no describen  sólo un itinerario de vida espiritual, sino que son la promulgación del eterno Proyecto o Decreto de Dios,  que anuncia el cumplimiento de su Reino: el Reino de la Divina Voluntad

Eso es evidente en los tres “Llamamientos o Llamados” escritos por ella, que son como la presentación y el  resumen de todo su mensaje: “el Llamamiento” que escribió como Prefacio de sus Volúmenes, cuando supo que se iban a publicar, “el Llamamiento del Rey Divino” que promulga el Reino de su Voluntad, y “el Llamamiento materno de la Reina del Cielo”, en su libro “La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad”. 

Lo que Luisa vivió es su espiritualidad, lo que escribió es su doctrina. En su caso ambas cosas no se pueden separar. Pero es que ni una ni otra son suyas, sino de Jesús, y sólo después fueron suyas. Ella ha escrito sólo lo que ha vivido. Su vida interior es exactamente la Vida de la Divina Voluntad. Detenerse a considerar las diferentes virtudes que en ella resplandecen, podría hacernos perder de vista lo principal; son como las hojas o las flores de la planta que es la Divina Voluntad, cuyo fruto es su Reino. 

¿Cuál es la esencia de su mensaje? ¿Luisa da algún anuncio particular? Lo dice el Señor: “Gracia más grande  no podría conceder en estos tiempos tan tormentosos y de carrera vertiginosa en el mal, que hacer saber que  quiero dar el gran Don del Reino del Fiat Supremo”. 

Se trata de la venida de ese Reino que invocamos en el Padrenuestro: que la Divina Voluntad se tiene que  cumplir en la tierra de un modo nuevo, como se cumple en el Cielo, donde la Divina Voluntad es Vida, es la fuente  y el mar infinito de todo bien y felicidad, la Vida de Dios y de sus hijos, es poseer su Heredad. Se trata de un modo  nuevo de vivir la relación filial con Dios, una nueva espiritualidad o santidad: la santidad del vivir en su Querer.  Por eso, el punto de partida del gran Mensaje el Señor lo expresa diciendo: Vengo a quedarme con vosotros para hacer vida juntos y vivir con una sola Voluntad, con un solo Amor”. 

Entonces, ¿cuál es precisamente la novedad que hay en sus escritos? ¿Hasta dónde llega lo que otros autores espirituales han dicho sobre la Voluntad Divina y dónde empieza el mensaje de Luisa? Responde el Señor: “Hija mía, no se quiere comprender: vivir en mi Voluntad esreinar, hacer mi Voluntad es estar a mis órdenes.  Lo primero es poseer; la segunda cosa es recibir mis órdenes y cumplirlas. Vivir en mi Querer es hacer propia  mi Voluntad, come cosa propia, es disponer de Ella; hacer mi Voluntad es considerarla sólo como Voluntad de Dios, no como cosa propia, y no poder disponer de Ella como se quisiera. Vivir en mi Voluntad es vivir con una  sola voluntad, la de Dios... Vivir en mi Voluntad es vivir como hijo; hacer mi Voluntad es vivir como siervo. En  el primer caso, lo que es del Padre es del hijo... Y además, eso es un Don que quiero conceder en estos tiempos  tan tristes: que no sólo hagan mi Voluntad, sino que La posean. ¿Acaso Yo no soy dueño de dar lo que quiero,  cuando quiero y a quien quiero?... No te extrañes si ves que no comprenden: para comprender deberían disponerse al más grande de los sacrificios: el de no dar vida, aun en las cosas santas, a la propia voluntad... (Vol. 17°,  18.09.1924)