Meditación Semanal

"Mi Parroquia Espiritual"


Catequesis sobre 

la Divina Voluntad


Padre Pablo Martín Sanguiao

Los nueve meses de Jesús en el seno de su Madre

Diciembre 10, 2023

+ ¡Ave María! Queridos hermanos, este mes el Señor nos presenta una serie de fechas relacionadas con el misterio de su Encarnación y con la finalidad de su Reino: las fiestas del 8 (la Inmaculada), del 10 (la Casa de Loreto), del 12 (la Stma. Virgen de Guadalupe), la Novena que empieza el 16 y la Fiesta del 25, Navidad + 


Mis queridos hermanos, el 8 de diciembre hemos celebrado la fiesta de la Inmaculada, el primer paso triunfal del Reino de Dios; el 10 de diciembre se celebra el milagro de la traslación de la santa Casa de Loreto, osea, de la parte externa de la casa de la Stma. Virgen en Nazaret, donde “el Verbo se encarnó” y donde empezó su vida terrena, histórica, en el seno de su Madre, es más, donde tuvo su comienzo nuestra Redención. Este prodigio ocurrió en el 1294. 

Sucesivamente, el 12 de diciembre es la gran fiesta de la Stma. Virgen de Guadalupe, en su aparición en el 1531, cuando dejó su imágen en la “tilma” del santo indio Juan Diego. En ella, milagrosamente conservada, la “Madre del verdadero Dios por quien se vive, nuestra piadosa Madre” (como Ella se presentó) se muestra encinta. Como en el Misterio de la Visitación. Que todavía continúa. Es “la Mujer vestida de Sol” del Apocalipsis, 12, que se ve encinta. ¿Pero encinta de quién, en pleno siglo XVI? ¡Encinta del Sagrado Corazón, encinta del Amor de los amores, encinta de Cristo Rey! María es figura y Madre de la Iglesia, y ahora la Iglesia es la que está encinta y “gime con los dolores del parto” del Reino de Dios. 

Uno de los médicos que analizó la imagen en la tilma, puso su estetoscopio bajo la cinta que María lleva sobre el vientre (como signo de estar encinta) y oyó los latidos que rítmicamente se repiten, 115 latidos al minuto, los de un niño en el seno materno, próximo a nacer. 

Y, como cada año, el próximo 16 de diciembre empieza la Novena de Navidad, para que vivamos con Jesús los nueve meses en que formó su Humanidad y comenzó nuestra Redención con aquellos nueve excesos de amor y de dolor. 

La Novena de Navidad es una piadosa práctica tradicional de la piedad popular y expresa un profundo misterio, una verdad teológica: Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, desde el primer momento de su Encarnación ha llevado a cabo su obra de Redentor con pleno uso de razón y de voluntad humana y Divina, y nos llevaba a todos en El. 

El Proyecto de Dios parte del misterio de la Encarnación, así como los 36 Volúmenes conocidos como “Libro de Cielo”, que empiezan con esta Novena que hizo Luisa a los 17 años. Estos Escritos son la manifestación de la Divina Voluntad como Vida de Dios, que ha de ser la Vida de sus hijos: eso será el cumplimiento de su Reino. 

Todo en la historia va dirigido al pleno cumplimiento del Proyecto de Dios: la venida de su Reino y por tanto la Venida gloriosa del Señor como Rey, “y después‒dice San Pablo‒ será el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, tras haber reducido a la nada todo principado, toda potestad y poder. Pues es preciso que El reine hasta poner a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo reducido a la nada será la muerte” (1a Cor 15, 24- 26), porque todo lo que ha salido del Padre ha de volver a El como respuesta a su Amor. 

Para comprender bien la Novena de Navidad, Jesús explica en el volumen 15°, el 06-12-1922: “Apenas la Omnipotencia Divina formó esta pequeñísima Humanidad, tan pequeña que podría compararse al tamaño de una avellana, pero con todos sus miembros proporcionados y formados, el Verbo quedó concebido en ella. La inmensidad de mi Voluntad, abrazando en sí todas las criaturas pasadas, presentes y futuras, concibió en Ella todas las vidas de las criaturas y, a medida que crecía la mía, así crecían ellas en Mí. Así que, mientras aparentemente parecía estar solo, visto con el microscopio de mi Voluntad se veían concebidas todas las criaturas. Pasaba conmigo como cuando se ven aguas cristalinas, que mientras aparecen claras, viendolas con un microscopio, ¿cuántos microbios no se ven?” 

Así, cada “microbio” le hemos comunicado nuestra “secreción” envenenada (excepto el Alma Inmaculada y toda Santa de su Madre, concebida también ella en el acto de su Encarnación, “hija de su Hijo”). Por eso la Pasión empezó en el momento mismo que se encarnó: precisamente por eso, el primer volumen de los Escritos de Luisa empieza con la “Novena” de Navidad y los nueve “excesos” de amor y de dolor de Jesús en el seno materno. La obra de la Redención, de la reparación en modo divino de cada cosa hecha por cada criatura, empezó desde el primer instante de la Vida del Señor y fue aumentando hasta “desbordarse” externamente el último día de su Vida, en la Pasión que le dieron los hombres. 

Al encarnarse, el Hijo de Dios ha creado su adorable Humanidad, ha creado su Cuerpo físico y a la vez su Cuerpo “Místico”, formado por todas las almas. Toda la humanidad ha sido creada por motivo suyo y en El. Por esa razón existe una relación estrechísima entre ambos Cuerpos: todo el comportamiento y todo lo que le sucede a su Cuerpo Místico, a cada uno de nosotros, repercute en su Humanidad, y viceversa: ¡en su adorable Humanidad ha preparado todas las gracias para nosotros, nuestra salvación, nuestra gloria, nuestra Vida! Al encarnase, Jesús se ha hecho cargo de todos nosotros, se ha revestido de nosotros; ahora somos nosotros los que nos debemos revestir de El: ¡el amor se paga con amor!