Meditación Semanal

"Mi Parroquia Espiritual"


Catequesis sobre 

la Divina Voluntad


Padre Pablo Martín Sanguiao

"Mamá, enciende la Luz"


Agosto 5, 2023

+ ¡Ave María! 

Queridos hermanos, con el Nacimiento de María hoy, el 5 de Agosto, ha venido  el Día: ¡de Ella ha nacido el Sol de Justicia, Cristo Señor! Pero luego ha vuelto de  nuevo la noche del querer humano; por eso debemos decir con el Padre Divino:  “¡Hágase la Luz!” y a la Stma. Virgen: “¡Mamá, enciende la Luz!”


Queridos hermanos, lo primero que hizo Dios fue encender la Luz: “¡Hágase la Luz!”, “Fiat  Lux!”, dijo. De ahí empezó todo. Y al principio de su 2° volumen, Luisa escribe:  “Mientras me hallo fuera de mí misma, estando en lo alto de los cielos, me ha parecido ver  a Dios dentro de una Luz, y El mismo parecía ser Luz y en esa Luz se encuentra belleza,  fortaleza, sabiduría, inmensidad, altura, profundidad sin límites ni confines, de modo que hasta  en el aire que respiramos es el mismo Dios que se respira; por tanto cada uno puede hacer que  sea como vida propia, come de hecho lo es. Así que ninguna cosa se le escapa y ninguna puede  escapar de El. Esa Luz parece que sea toda voz y sin que hable toda está obrando, mientras descansa siempre; se halla por todas partes, sin ser obstáculo para nada. Y mientras está por  doquier tiene también su centro. ¡Oh Dios, cuán incomprensible eres! Te veo, te siento, eres mi vida, te estrechas en mí, mientras sigues siempre inmenso y nada pierdes de Tí; pero me siento  balbuciente y me parece que no sé decir nada.” 

El Proyecto eterno de Dios ha salido al externo (“ad extra”) de su Ser Divino por orden:  empezando por María, Luz creada, para que fuera la Madre del Hijo de Dios, “Luz de Luz”.  Y San Juan dice al comienzo de su Evangelio: “Vino al mundo la Luz verdadera, que ilumina a  todo hombre. El estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por El, pero el mundo no le conoció.  Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron. Mas a cuantos lo han recibido, les ha dado  poder ser hijos de Dios: a los que creen en su nombre, los cuales no de la sangre, ni de la  voluntad de carne, ni de la voluntad humana, sino de Dios son nacidos”. (Jn 1,10-13). Eso hace la Luz: ¡da la vida de hijos de Dios! 

Y este día, un 5 de Agosto, Santa Ana dió a luz a la Luz que es María. La fiesta litúrgica de la Natividad de María, el 8 de Septiembre, celebrada por los católicos y los ortodoxos, fue establecida por el papa Sergio I (siglo VII) siguiendo una tradición oriental que parte de un  apócrifo, el Protoevangelio de Santiago, según el cual María nació en Jerusalén en la casa de Joaquín y Ana. Pero en Medjugorje, en 1984 Ella indicò el 5 de Agosto como la fecha de su cumpleaños, fecha confirmada por un estudio matemático de un querido amigo (“Y los suyos no La recibieron”, Madrid, 25 Marzo 1988). 

Jesús ha dicho: “El juicio es que la Luz ha venido al mundo, pero los hombres han preferido  las tinieblas a la Luz, porque sus obras eran malas. Porque el que hace el mal, odia a la luz y no viene a la Luz para que no sean reveladas sus obras. Pero el que obra conforme a la verdad viene a la Luz, para que se vea claramente que sus obras han sido hechas en Dios” (Jn 3,19-21).  “Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida” (Jn 8,12). 

Y San Pablo: “Ya conocéis el tiempo: que ya es hora de despertaros del sueño, porque nuestra salvación está ahora más cercana que cuando creimos. La noche va avanzada, y ya se  acerca el Día. Despojémonos pues de las obras de las tinieblas y vistamos las armas de la Luz.  Comportémonos honestamente, como en pleno día: no en comilonas y borracheras, no en impurezas y libertinaje, no en querellas y envidias, antes bien, vestíos del Señor Jesucristo y no sigais la carne en sus deseos” (Rom 13,11-14). 

Con el Nacimiento de María ha venido el Día: ¡de Ella ha nacido el Sol de Justicia, Cristo el  Señor! Y dice un canto popular italiano: “De la aurora Tú surges más bella, con tus rayos alegras la tierra, y entre los astros que hay el cielo no hay estrella más bella que Tú: bella como  el Sol eres, blanca más que la luna, y las estrellas bellas no son bellas como eres Tú”.

Queridos hermanos, en este tiempo de oscuridad y confusión, cuando “el humo de satanás ha entrado en la Iglesia a través de ventanas que habrían debido abrirse sólo a la Luz”, como ya  en 1970 dijo el Papa Pablo VI, debemos más que nunca pedirle al Padre que venga su Reino, que su Voluntad sea en la tierra la vida de todo, como lo es en el Cielo; debemos invocar, como concluye el Apocalipsis, que resume todo: “¡Maranathà, ven Jesús!”. Debemos decir también nosotros con el Padre Divino: “¡Hágase la Luz!”, “Fiat Lux!”. Debemos decir como diría un  

niño que teme la oscuridad: “¡MAMÁ, ENCIENDE LA LUZ!” 

Eso lo dice quien ama la Verdad, quien desea que por fin se ponga todo en claro, puesto que “no hay nada oculto que no haya de ser manifestado” (Mc 4,22), que Dios separe la Luz de las tinieblas, como al principio. Y esa separación, ese Juicio debe hacerse ante todo en nosotros mismos. Porque el Señor quiere ser “la Luz del mundo” por medio de nosotros, como la luz eléctrica ilumina por medio de una bombilla: “vosotros sois la luz del mundo, la sal de la tierra” (Mt 5,14). Por eso decir “¡Mamá, enciende la Luz!significa: “que el que me mire te vea, el  que me escuche te oiga, el que me busque te encuentre”.  

Y por eso a nosotros, a su Santa Iglesia, nos dice ahora el profeta Isaías (60,1-3): “Levántate,  revístete de luz, porque ya viene tu luz, la gloria del Señor brilla sobre tí. Porque las tinieblas recubren la tierra, niebla espesa envuelve a las naciones; pero sobre tí resplandece el Señor, su gloria aparece sobre tí. Caminarán los pueblos en tu luz, los reyes en el resplandor de tu aurora.”