Meditación Semanal

"Mi Parroquia Espiritual"


Catequesis sobre 

la Divina Voluntad


Padre Pablo Martín Sanguiao

La Redención y el Reino de la Divina Voluntad

Febrero 1, 2024

+ ¡Ave María!  

Queridos hermanos, el Señor nos pregunta, como a los primeros Apóstoles: “¿qué buscais?”, y  nosotros: “Maestro, ¿dónde vives?”. Y El: “Venid y veréis”. Así nos invita, como a Luisa, a conocer y a actuar con El en su Querer: “Venid a mi Voluntad, en la que Yo vivo, para hacer lo que hago Yo”. Así  sentiremos la Vida de Jesús, que El quiere repetir y realizar en nosotros, porque eso es su Reino. +


Queridos hermanos, ya hemos dicho que el Reino de Dios consiste exactamente en vivir en la Divina Voluntad.  Luisa habla a menudo del Reino de Dios que se ha de cumplir, que va a venir; Luisa pide diciendo que “el  Querer Divino venga a reinar”. Con toda evidencia eso significa:  

- 1°, que el Reino de Dios es que su Voluntad se cumpla;  

- 2°, que la Voluntad del Padre ha establecido su Reino en la Stma. Humanidad de Jesucristo, dándole todos  sus atributos y derechos divinos; 

- 3°, que todo lo que Jesús posee en su Adorable Humanidad quiere darlo a su Cuerpo Místico. Las palabras  “así en la tierra como en el Cielo”, en Jesús y María son perfecta realidad: “como es en el Padre así es en el Hijo”.  Por eso, mientras que Jesús y María vivían en la tierra el Reino de Dios estaba en la tierra. Pero en nosotros esas  palabras tienen que ser un deseo ardiente, una invocación incesante, porque son una Promesa divina, en espera del  triunfo definitivo de su Reino en nosotros. San Agustín dice: “Hágase en la Iglesia como en Nuestro Señor  Jesucristo; hágase en la Esposa, que es su prometida, como en el Esposo, que ha cumplido la Voluntad del Padre”. 

- 4°. Esta Promesa divina del Reino todavía se tiene que cumplir en la tierra de la forma como se cumple ya en  el Cielo. Lo cual supone dos cosas: que no sólo hemos ir al Reino de Dios después de la muerte, sino que el Reino  de Dios todavía tiene que venir en el tiempo histórico de la Iglesia, y no puede acabarse el mundo, es decir, la  historia, sin que antes tenga su pleno cumplimiento (Se trata del restablecimiento del orden de la Creación, como  era antes del pecado); y que el Reino de la Divina Voluntad, después de que desapareció de la tierra con el pecado  de Adán, todavía no ha venido, porque no hay que confundirlo con el Reino de la Redención o con la Iglesia. 

- 5°. Este Reino, que la Iglesia invoca incesantemente en el Padrenuestro, respecto a la Redención y a la Iglesia  es como el Fruto respecto al árbol: esencialmente ya está presente en el árbol desde el principio, desde que fue  plantado. El árbol fue plantado, es cultivado y crece, se cubre de hojas y de flores, pero todo eso tiende como  finalidad al tiempo de los frutos. Así la Redención, los Sacramentos, la Iglesia y toda la obra del Espíritu Santo en  ella tienen como fin el Reino de la Divina Voluntad.  

Luisa vivió toda una vida en cama, en los más extraños y misteriosos sufrimientos (de los que da cuenta de una  forma minuciosa y conmovedora). Por eso parece bastante lógico que su pensamiento corra a menudo a la Pasión  de su Amado Señor, con una profundidad de comprensión y una intensidad extraordinaria de participación  afectiva… Toda su vida fue una inmolación por amor a Jesús y a sus hermanos pecadores, un estado de víctima  en favor de la Iglesia

Pero ahora la pregunta es: todo ese indecible sufrimiento de Jesús y suyo, ¿qué tiene que ver con su visión  del “vivir en el Divino Querer”, del “Reino de la Divina Voluntad”? 

Nos habríamos imaginado, simplemente, una actitud de resignación, de “obediencia hasta la muerte y muerte  de Cruz”, un abandono ante la Voluntad de Dios, un “Fiat”… por así decir, de sumisión, de consentimiento  incondicional, un “Fiat” pasivo ante Dios… Por el contrario, su espiritualidad, que surge como la aurora y eclipsa  todo lo demás, de la cual en un determinado momento se convence que no es sólo para ella, sino que la tiene para  ofrecersela a todos, es ese “entrar” o “fundirse en la Voluntad de Dios”, es ese sustituir en cada cosa su voluntad  con la Voluntad Divina y hacerla suya, y por consiguiente es un “Fiat” que ya no es el suyo, humano, ante Dios,  sino el mismo “FIAT” Omnipotente y Eterno de Dios, que lo hace suyo y que no es en modo alguno una  respuesta pasiva, sino una participación activa y consciente, cada vez más consciente, en todo lo que hace  

el “FIAT” o Querer Divino, en todas sus Obras, en el Acto eterno de su Vida… 

Luisa es invitada a obrar como Jesús, en su Querer: “Ven en mi Voluntad, para hacer lo que hago Yo” (25-07- 1917). “Ahora, queriendo que estés conmigo en mi Querer, quiero tu acto continuo” (28-12-1917).  Y así todo lo que Luisa siente y hace es la Vida de Jesús, que El repite en ella (25-12-1918). Todo lo cual  no es algo reservado sólamente a Luisa. Jesús está esperando que las criaturas vengan a vivir en su Querer y  que repitan en su Voluntad lo que El ha hecho (29-01-1919). 

Parecería casi como si en Luisa hubiera dos personas, como dos espiritualidades distintas (si bien íntimamente  relacionadas), como dos mundos, como dos realidades tan grandes que se nos escapan… Una, por decir así, parece  más a nuestro alcance, al menos para darnos una idea: la que habla de obediencia, de la cruz, de las virtudes…  Pero luego está la otra, la del “vivir en la Divina Voluntad”.  

Son las dos vocaciones o misiones de Luisa: la primera, como “Víctima” con Jesús en la Obra de la Redención,  y la otra, que Jesús le presenta después, como la depositaria de las verdades sobre la Divina Voluntad, como quien  ha sido puesta por Jesús a la cabeza de la nueva generación suspirada, que tendrá todo en común con El, la  Divina Voluntad como vida… Al final del Vol. 12°, el Señor le dice a Luisa que hasta entonces ella ha cumplido el oficio que su Stma. Humanidad tuvo en la tierra (como Víctima); que a partir de entonces desempeñará el  mismo oficio que la Divina Voluntad realiza en su Humanidad (una tarea activa) (17-03-1921) Y así como su espiritualidad se explica solamente con su doctrina (la Divina Voluntad, Vida de Dios y Vida  destinada a sus hijos), así se explica también con su doble oficio: el de víctima y el otro, de dar comienzo al  “vivir en la Divina Voluntad” y ser la depositaria de sus verdades, que son manifestadas por medio de ella. “Hasta ahora te he tenido conmigo para aplacar mi Justicia e impedir que castigos más duros llovieran sobre  la tierra; ahora (…) quiero que tú, conmigo, en mi Querer, te ocupes en preparar la era de mi Voluntad. A  medida que te adentrarás en el camino de mi Querer, se formará el arcoiris de la paz, que formará el eslabón  de unión entre la Voluntad Divina y la humana, gracias al cual tendrá vida mi Voluntad en la tierra y empezará  a ser escuchada la oración mía y de toda la Iglesia: venga tu Reino y hágase tu Voluntad, así en la tierra como  en el Cielo”. (02-03-1921) 

Esto quiere decir que la espiritualidad de Luisa (por así decir) se sumerge por un lado en la obra de la Redención  y por el otro en el cumplimiento del Reino de Dios, el Reino de la Divina Voluntad. 

Efectivamente, hay dos escritos de Luisa, que representan estas dos Obras divinas y corresponden también a  dos etapas de su vida: la primera, en que Jesús la ha formado como otra Humanidad para El, y la segunda, para  actuar como Jesús en la Voluntad del Padre. Son respectivamente “Las Horas de la Pasión” y “La Pía  Peregrinación (o Paseo o Recorrido) del alma en la Divina Voluntad”. 

“Las Horas de la Pasión” no son una narración o una simple meditación de la Pasión de Jesús, como la han  escrito tantos autores espirituales. Son oración, como un gimnasio o una escuela de vida, en que nos unimos a  Jesús para aprender a hacer con El y como El lo que El interiormente hacía por nuestra Redención.  

“La Peregrinación (o Paseo) del alma” es, como dice Luisa, la “forma práctica y eficacísima de recorrer la  Stma. Voluntad de Dios, para pedir el Reino del FIAT Divino en la tierra”. Es la continua plegaria con la que el  alma se une a la Divina Voluntad en todas sus obras (la Creación, la Redención, la Santificación), para adorarla,  bendecirla, darle las gracias y amarla, pidiendo en todo que venga su Reino. 

Pero Luisa, personalmente, ¿tiene un papel o una misión especial en todo ésto? Mi respuesta a esta pregunta  no pretende ser superior a la que la Santa Iglesia dará un día, sino tan sólo la que resulta de la lectura de sus  escritos. Jesús mismo le explicó que, como otra Humanidad suya, ella tomaba parte en sus mismos oficios, de  Redentor y de Rey

“Amada mía, hasta ahora has ocupado ante Mí el oficio que tuvo mi Humanidad en la tierra. Ahora quiero  cambiarte l’ufficio, dándote otro más noble, más amplio: quiero darte el oficio que tuvo mi Voluntad en mi  Humanidad. ¿Ves cómo es más alto, más sublime? Mi Humanidad tuvo un comienzo, mi Voluntad es eterna; mi  Humanidad es circunscrita y limitada, mi Voluntad no tiene límites ni confines, es inmensa. Oficio más noble y  distinguido no podría darte” (17-03-1921).  

“Hija mía, no temas: ¿no te acuerdas que ocupas dos oficios, uno de víctima, y el otro oficio más grande, vivir  en mi Querer, para restituirme la gloria completa de toda la Creación?” (20-09-1922). Por eso Jesús le dijo: “Tu misión es grande, porque no se trata sólo de la santidad personal, sino que abrazar  todo y a todos y de preparar el Reino de mi Voluntad a las humanas generaciones(22-08-1926). San Anibal María di Francia escribió de ella: “Nuestro Señor, que de siglo en siglo aumenta cada vez más las  maravillas de su Amor, parece que de esta virgen, que El llama la más pequeña que haya encontrado en la tierra,  desprovista de toda instrucción, ha querido formar un instrumento idoneo para una misión tan sublime, que  ninguna otra se le puede comparar, es decir EL TRIUNFO DE LA DIVINA VOLUNTAD en el mundo entero,  de acuerdo con lo que se dice en el Pater Noster: FIAT VOLUNTAS TUA, SICUT IN COELO ET IN TERRA”. 

Dejemos por ahora a Luisa: ¿Cómo podemos nosotros hacer nuestra su espiritualidad? Es evidente que su vocación como“víctima” es sólo de Luisa y de ciertas almas llamadas a serlo por el Señor,  y es también evidente que su misión de dar comienzo al cumplimiento del Reino de la Divina Voluntad en la  tierra es una misión única, irrepetible: pero nosotros, ¿cómo podemos poner en práctica lo que leemosPorque del papel ha de pasar a la vida. 

Los primeros Apóstoles siguieron a Jesús, el cual volviéndose dijo: “¿Qué buscais?”. Respondieron:  “Maestro, ¿dónde vives?”. Y Jesús: “Venid y veréis”. En otras palabras: empecemos a leer ‒nunca se acaba, es  siempre nuevo‒, sabiendo que Jesús ha dicho: 

“Por tanto, escuchadme; y os ruego, hijos míos, que leais con atención estas palabras que os pongo delante y  sentiréis la necesidad de vivir de mi Voluntad. Yo Me pondré a vuestro lado cuando leais y os tocaré la mente,  el corazón, para que comprendais y decidais querer el Don de mi «Fiat» Divino”. 

El conocimiento es indispensable; se ama en la medida que se conoce. Cuando ese conocimiento empieza a impregnar no sólo la mente, sino también el corazón, se empieza a ver todo con una luz diferente, a tener otros  gustos y deseos, a orar de un modo nuevo, “distinto”, a tener otro tipo de relaciones con las Tres Divinas Personas,  con la Madre Celestial… Nos cambia la vida sin que pensemos cómo cambiarla nosotros…, porque nuestro  interés ya es sólo Jesús y su interés… 

+  ¡Ave María! 

Queridos hermanos, el Señor nos pregunta, como a los primeros Apóstoles: “¿qué buscais?”, y nosotros: “Maestro, ¿dónde vives?”. Y El: “Venid y veréis”. Así nos invita, como a Luisa, a conocer y a actuar con El en su Querer: “Venid a mi Voluntad, en la que Yo vivo, para hacer lo que hago Yo”. Así sentiremos la Vida de Jesús, que El quiere repetir y realizar en nosotros, porque eso es su Reino.  +

2 de Febrero: la Presentación de Jesús en el templo, el Ofertorio de la vida de Jesús: “Héme aquí, oh Padre, que vengo para hacer tu  Voluntad”… Y Simeón dijo a María: “…y a Tí también una espada de dolor te traspasará el alma”. Por eso, este día, hace ya 29 años, nuestra Madre Stma., Madre de la Iglesia, mostró su Amor y su Dolor con la primera de 14 veces que lloró sangre (de El y de Ella) en mi  parroquia de entonces, e Civitavecchia, a las puertas de Roma. ¿Quién se pregunta por qué lloró a las puertas de la Ciudad? “Si la Stma. Virgen llora, debemos consolarla” (dijo entonces Juan Pablo II)

P. Pablo