Conozcamos los actos de Jesús

para girar en Él

El Alimento

De la Hora 3 de la Pasión de Jesús

En La Cena Legal



Dulce bien mío, mientras me estoy a tu lado, veo que el alimento que tomas junto con tus amados discípulos no es otro que un cordero.  Es el cordero que te representa, y así como en este cordero, por la fuerza del fuego, no queda ningún humor vital, así Tú, cordero místico, que por las criaturas debes consumirte todo por fuerza de amor, ni siquiera una gota de tu sangre conservarás para Ti, derramándola toda por amor nuestro.

Así que, oh Jesús, nada haces que no represente a lo vivo tu dolorosísima Pasión, que tienes siempre presente en la mente, en el corazón, en todo, y esto me enseña que si también yo tuviera siempre delante a mi mente y en el corazón el pensamiento de tu Pasión, jamás me negarías el alimento de tu amor.  ¡Cuánto te agradezco por esto!"

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 4-69  Junio 13, 1901

 


La cruz y las tribulaciones son el pan de la bienaventuranza eterna


Después de un largo silencio por parte de mi adorable Jesús, en que a lo más decía alguna cosa sobre los flagelos que quiere derramar, esta mañana encontrándome oprimida, cansada por mi dura situación, especialmente por las continuas privaciones a las cuales estoy frecuentemente sujeta, lo he visto por breves instantes y me ha dicho:

“Hija mía, las cruces y las tribulaciones son el pan de la eterna bienaventuranza”.

Por tanto comprendía que sufriendo mayormente, más abundante y más sabroso será el pan que nos nutrirá en la celestial morada, o sea que por cuanto más se sufre, más garantía recibimos de la futura gloria.




El alimento divino: ‘El amor’

AUDIO


"quiero que se viva en mi Querer"


De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Vol. 36-44 (3-4) Diciembre 18, 1938 



"Nuestra Voluntad es Vida nuestra, el amor es alimento"



(3) ...Nuestra Voluntad es Vida nuestra, el amor es alimento. 

Mira a qué punto tan alto, noble, sublime, queremos a la criatura que forma en ella la Vida de nuestra Voluntad, la cual, todas las cosas, las circunstancias, las cruces, hasta el aire que respira las convertirá en amor para alimentarla, de modo de poder decir: ‘La Vida de nuestro Querer es tuya y es nuestra, y nos alimentamos con el mismo alimento’. Con esto vemos crecer a la criatura a nuestra imagen y semejanza, y estas son nuestras verdaderas alegrías en la Creación, poder decir: ‘Nuestros hijos nos semejan’. Y cuál no debería ser la alegría de la criatura al poder decir: ‘Semejo a mi Padre Celestial’. 

Por eso quiero que se viva en mi Querer, porque quiero mis hijos, los hijos que me semejen. Si estos hijos no me regresan en mi Querer, nos encontramos en las condiciones de un pobre padre, que mientras él es noble, posee una ciencia con la cual podría dar lecciones a todos, es rico y dotado de bondad y de belleza singular, en cambio los hijos no lo semejan del todo, han descendido de la nobleza del padre, se ven pobres, tontos, feos, sucios, de dar asco; el pobre padre se siente deshonrado en los hijos, es más, los mira y casi no los reconoce, y al verlos ciegos, lisiados, enfermos, y que ni siquiera llegan a reconocer al propio padre, estos hijos forman el dolor del padre. 

Así somos Nosotros, quienes no viven en nuestro Querer nos deshonran y forman nuestro dolor. ¿Cómo pueden semejarnos si nuestra Voluntad no es la de ellos? La cual alimenta a nuestros hijos con nuestro mismo alimento, el cual no hace otra cosa que, conforme se alimentan, así se forma en ellos nuestra santidad, quedan embellecidos con nuestra belleza, adquieren tal conocimiento de su Padre porque nuestro Fiat con su luz les habla, les dice tantas cosas de su Padre, hasta enamorarlos tanto, que no pueden estar sin Él, y esto produce la semejanza.

(4) Hija, sin mi Voluntad no hay ni quién los alimente ni quién los instruya, ni quién los forme, ni quién los haga crecer como hijos que nos semejen. Salen de nuestra habitación y no saben ni lo que hacemos ni quién somos, ni cómo los amamos, ni qué deben hacer para semejarnos; por lo tanto nuestra semejanza está lejana de ellos. ¿Cómo pueden semejarnos si no nos conocen y no hay quién les hable de nuestro Ser Divino?”

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