Meditación Semanal

"Mi Parroquia Espiritual"


Catequesis sobre 

la Divina Voluntad


Padre Pablo Martín Sanguiao

Fundirnos en Jesús, el primer paso para actuar

Julio 11, 2024

+ ¡Ave María!  

Queridos hermanos, la finalidad de Dios al crearnos y después al redimirnos es la de compartir con nosotros todo lo que El ES, todo lo que TIENE, todo lo que HACE. Prosigamos pues con el  tema de cómo “fundirnos” en Jesús para poder actuar en su Voluntad +


Queridos hermanos, ya hemos dado un primer vistazo a la pedagogía divina en Luisa y al desarrollo  del don del Querer Divino. Si las palabras tienen un significado, notemos estos pasos sucesivos que el  Señor nos indica por medio de ella. Recordemos como Jesús habla al principio de “uniformarla”  consigo; de ahí pasa a “poseerse” recíprocamente y de ahí a “reflejarse” el uno en el otro. Después aclara  aún más: quiere hacer de ella el modelo perfecto de “uniformidad con su Querer” (21.05.1900). Luego  le explica que lo que ha hecho con ella –meter el corazón de Luisa en el Suyo– es para hacerle pasar de  un estado de “unión” al estado de “consumación en la unidad”, con todo lo que eso significa. Esa  consumación de la voluntad humana en la Divina es para poder vivir en Ella, y para eso el primer paso  es la resignación. De esa forma el Señor desea hacer de la criatura “otra Humanidad suya”. Por eso  empieza a hablar de “fundirse en Jesús” y más adelante “fundirse con El en la Divina Voluntad”

Es lo que Jesús pidió al Padre: “Como Tú, Padre, estás en Mí y Yo en Ti, que también ellos sean en  Nosotros una cosa sola, para que el mundo crea que Tú me has enviado. Y la gloria que Tú me has dado,  Yo se la he dado a ellos, para que sean uno como Nosotros. Yo en ellos y Tú en Mí, para que sean perfectos en la unidad y el mundo sepa que me has enviado y los has amado como me has amado a Mí.  Padre, quiero que también los que me has dado estén conmigo donde estoy Yo, para que contemplen la gloria que Tú me has dado, porque me has amado desde antes de la creación del mundo.” (Jn 17,21-24) 

Pensemos a como cada mañana la luz se funde con la atmósfera, aun siendo dos cosas totalmente  distintas, o a como se funden el café y el azúcar en una taza: no es unión sino unidad lo que Jesús desea  hacer con nosotros, como dice San Pedro, que seamos “partícipes de la naturaleza divina” (2 Pe 1,4),  aunque somos criaturas. Su fin es compartir con nosotros todo lo que El es, lo que tiene y lo que hace

Y llegamos así al Vol. 12°, cuando, por ejemplo, el 25.07.1917 Jesús le dice a Luisa: “Ven en mi Voluntad para hacer lo que hago Yo”. Así la invita a “actuar” como El en el Querer Divino. ¿Y qué hacía Jesús? Su Humanidad no se detuvo y hasta durmiendo obraba incesantemente, intensamente,  para dar vida a todos y a todo y rehacer todo en El.  

“Ahora bien, queriendote conmigo en mi Querer, quiero tu acto continuo” (28.12.1917). “Ven en mi Voluntad para hacer lo que hago Yo y en mi Querer podrás correr para bien de todas las criaturas”. “Hija mía, ¡qué dulce es para Mí ver, oir al alma en mi Querer! Sin que se dé cuenta está en las alturas de mis actos, de mis plegarias, del modo como Yo obraba estando en la tierra; se pone casi a mi nivel. En mis pequeños actos Yo contenía todas las criaturas pasadas, presentes y futuras, para ofrecerle al Padre actos completos en nombre de todas las criaturas. (…) Por eso en la inmensidad de mi Querer, de mi Amor y de mi Poder hice todo y por todos. Por tanto, ¿cómo pueden gustarme las demás cosas, por bellas que sean, fuera de mi Querer? Son siempre actos humanos, bajos y limitados,  mientras que los actos en mi Querer son nobles, divinos, sin límites, infinitos como es mi Querer; son semejantes a los míos y Yo les doy el mismo valor, amor y poder de mis actos, los multiplico en todos,  los extiendo a todas las generaciones, a todos los tiempos. ¿Qué me importa que sean pequeños? Son siempre mis actos repetidos y eso basta”. (06.12.1917). 

“Sin que ella se dé cuenta”: Así, por ejemplo, yo no entiendo de electricidad ni de instalaciones; ni tengo idea de como funciona la red “Internet”, y menos aún la he creado yo, pero sé solamente que,  teniendo una “computadora” y encendiendola simplemente con un dedo, puedo conectarme con la central y por tanto con todas las “computadoras” del Universo… Esa es otra moderna imagen de lo que  el Señor nos manifiesta por medio de Luisa: 

- “la computadora” central, de una potencia infinita, es la Divina Voluntad, que contiene todo; - mi “computadora” personal es mi voluntad;  

- la energía que puede conectarlas, como electricidad, para que todas las pequeñas “computadoras” funcionen con unanimidad y tengan acceso a todas las riquezas sin límites de “la computadora” central,  equivale al Divino Querer…, mientras que mi querer humano es tan débil que no me permite  conectarme; es sólo como mi dedo, con el que puedo apretar el botón y abrir la conexión: es mi intención

Luisa le dice al Señor: “Jesús, te amo, pero mi amor es pequeño; por eso te amo en tu Amor, para que sea grande. Quiero adorarte con tus adoraciones, orar en tu oración, darte las gracias en tu acción  de gracias”. Y El le responde: “Hija mía, al poner tu amor en el Mío para amarme, el tuyo ha quedado  fijo en el Mío, se ha alargado y extendido en el Mío, y me he sentido amar como quisiera que la criatura me amara. Y cuando adorabas en mis adoraciones, cuando orabas o dabas las gracias, así quedaba  fijado en Mí y me sentía adorar, invocar, agradecer con mis adoraciones, plegarias y agradecimiento.  Ah, hija mía, hace falta un gran abandono en Mí, y como el alma se abandona en Mí, así Yo me abandono en ella y, llenandola de Mí, Yo mismo hago lo que ella debe hacer por Mí”. (04.07.1918). “Hace falta un gran abandono”. Confiar en el Señor con la sencillez y la confianza de un niño y  no meter el propio “saber hacer”: así el alma (como por lo demás, la Iglesia) ya no debe ser como una  barca que avanza con el esfuerzo de los remos, sino como un velero, que levanta la vela para que el  viento del Espíritu la llene y la lleve adonde El quiera…: 

“Hija querida, parto de mi Vida, ven en mi Voluntad, ven a ver cuánto hay que sustituir por tantos actos míos que aún están suspendidos, no sustituidos por las criaturas. Mi Voluntad ha de ser en ti como la primera rueda de un reloj: si se mueve, todas las demás ruedas se mueven y el reloj marca las horas, los minutos, así que todo el funcionamiento depende del movimiento de la primera rueda, pero si la primera rueda no se mueve, todo se detiene. Así, la primera rueda en ti debe ser mi Voluntad, que debe mover tus pensamientos, tu corazón, tus deseos, todo. Y como mi Voluntad es la rueda central de mi Ser, de la Creación y de todo, así tu movimiento, saliendo de ese centro, sustituirá tantos actos de las criaturas y, multiplicandose en los movimientos de todos como movimiento central, vendrá a poner en nombre de las criaturas sus actos ante mi Trono, sustituyendolos a todos. Por eso, sé atenta; tu misión es grande y toda divina”. (04.02.1919). 

Por primera vez Jesús termina diciendole a Luisa: Por eso, sé atenta”, porque en el desarrollo de esta Vida Divina ha llegado el momento de empezar a hacer en el Querer Divino los actos por todos,  como los hace El mismo. Significa que, si para FUNDIRSE en Jesús o en su Voluntad es necesaria  la intención (y la intención no es perezosa ni pasiva), para OBRAR con El y como El en la Divina  Voluntad hace falta también la atención. “Levántate y camina”: para levantarse es la intención, para caminar sirve la atención. 

Jesús mismo sugiere las palabras con las que orar y los actos que hacer en nombre de todos en la  Divina Voluntad. Si la oración es auténtica, sin duda repite los mismos esquemas, pero a la vez será siempre nueva, recorrerá nuevos senderos, con nuevos actos y nuevos impulsos: una fuente viva. 

Estar atentos, ¿a qué cosa? A todo lo que el Señor sugiere a nuestro espíritu para secundarlo: “Por eso estoy preparando la Era del vivir en mi Querer, y lo que no han hecho y no harán las generaciones pasadas, en esta Era de mi Voluntad los buenos completarán el amor, la gloria, el honor de toda la Creación, dandoles gracias sorprendentes e inauditas. Es por eso que te llamo a ti en mi Querer y te sussurro al oído: «Jesús, pongo a tus pies la adoración, la sumisión de toda la familia humana; pongo en tu Corazón el beso de todos; en tus labios mi beso, para imprimir el beso de todas las generaciones; te estrecho en mis brazos, para estrecharte con los brazos de todos y darte la gloria  de todos y las obras de todas las criaturas»… ¿Y cómo no debería de darte a ti el amor, los besos, las gracias que debería dar a los demás?” (22.05.1919) 

“Yo no sé cómo, me he hallado en la inmensidad del Querer Divino, en brazos de Jesús, y El como en voz baja decía y yo repetía en El (…) Recuerdo que en el Querer de Jesús veía todos sus pensamientos, todo el bien que nos había hecho con su inteligencia y como de su mente recibían vida  todas las inteligencias humanas. Pero, ¡oh Dios, qué abuso hacían de eso, cuántas ofensas! Y yo decía: “Jesús, multiplico mis pensamientos en tu Querer, para dar a cada pensamiento tuyo el beso de un  pensamiento divino, una adoración, un gesto de reconocimiento a Ti, una reparación, el amor del pensamiento divino, como si otro Jesús lo hiciera; y eso en nombre de todos y por todos los pensamientos humanos pasados, presentes y futuros, y quiero suplir la inteligencias de las almas perdidas. Quiero que la gloria por parte de todas las criaturas sea completa y que ninguna falte a la  llamada, y lo que no hacen ellas lo hago yo en tu Querer, para darte gloria divina y completa”…  (07.04.1919). 

Las oraciones de Luisa en sus escritos son innumerables, siempre nuevas: así su oración se convirtió en su misma naturaleza, en su propia vida. Y así tiene que ser en nosotros:  

“Hija mía, cuando el alma hace sus actos en mi Voluntad, así su acto queda confirmado. Es decir,  si reza en mi Voluntad, al quedar confirmado en mi Voluntad, recibe la vida de la oración, de modo  que ya no tendrá necesidad de hacer un esfuerzo para orar, sino que sentirá en ella inmediata la  inclinación espontánea de orar, porque estando confirmada en mi Voluntad sentirá tener en sí la fuente  de la vida de la oración, así como los ojos sanos no hacen esfuerzo para mirar, sino que naturalmente  miran las cosas, se complacen y gozan, porque tienen la vida de la luz; pero un ojo enfermo, ¡cuántos  esfuerzos, cuánto sufre para mirar!” (21.09.1920).