Meditación Semanal
"Mi Parroquia Espiritual"
Catequesis sobre
la Divina Voluntad
Padre Pablo Martín Sanguiao
Meditación Semanal
"Mi Parroquia Espiritual"
Catequesis sobre
la Divina Voluntad
Padre Pablo Martín Sanguiao
Tomemos parte en la Fiesta de todos los Santos
1 de Noviembre, 2024
Mis queridos hermanos, solemos pensar en los Santos como quien admira tantos cuadros bellos en un museo y tal vez los repasa como en una letanía: “San Francisco…” Aaah! “San Antonio…” Oooh! “Padre Pío…” Oooh! “Santa Teresa…” Aaah! Etc., etc… ¿Y tú? ¿Y tú? ¿Para cuando lo dejas?
Ayer hablábamos de la imagen y semejanza que Dios, como Padre, desea encontrar en sus hijos. Esa es nuestra razón de existir.
“Santo, Santo, Santo es el Señor”, y El, el verdadero Sol, nos ha creado como espejos, espejitos en los que poder formar su Imagen, reflejar su Luz, descender a la extrema pequeñez de nuestra nada para llenarnos de su Todo, de su Vida, de su Felicidad. ¿Y qué le puede decir el espejito al Sol? “Te amo, con tu misma Luz y tu mismo Calor”.
“Dios se ha hecho como nosotros para hacernos como El”. Por tanto, nos ha hecho como es El, para que con su Vida en nosotros seamos semejantes a El.
Contemplemos a Jesús en su vida, en particular en su Pasión, mirémoslo en la Eucaristía: así es como se ha humillado por amor, así ha bajado hasta lo más profundo (eso es lo que significa “descendió a los infiernos”) para elevarnos a El, hasta el Corazón del Padre. Cuando nos arrodillamos ante el Señor en la Eucaristía, no es sólo como signo de adoración, sino que debe ser como deseo de imitación, para ser a semejanza suya.
Todo el mal del mundo, que le hace parecerse cada vez más al infierno, procede de la soberbia que todo lo destruye, pretendiendo sustituirse a Dios, ser como Dios pero sin Dios; mientras que todo el bien posible e imaginable es fruto de la humildad y del amor del Señor.
“Seréis como Dios”, fue el engaño con el que el demonio hizo caer al hombre en el pecado y en todos los males: una falsa semejanza fundada en la mentira, porque sólo en Jesucristo está nuestro motivo de existir, sólo en El el Padre nos reconoce, sólo unidos a El podemos ser a Su imagen y semejanza.
“Yo Soy el que es, tú eres la que no es”, dijo el Señor a santa Catalina de Siena. Y entonces digamos con San Juan Bautista: “El ha de crecer, y yo disminuir”. “Jesús, que quien me mire te vea, quien me escuche te oiga, quien me busque te encuentre”.
En eso consiste la semejanza con Dios.
Y hoy el Señor nos hace un llamada muy precisa, como dijo a Luisa (Vol. 12°, 13.02.1919):
“Hija querida de mi Querer, ¿quieres venir en mi Voluntad a sustituir de un modo divino tantos actos no hechos por otros hermanos nuestros, tantos otros hechos humanamente y otros actos, santos, sí, pero humanos y no en orden divino? Yo hice todo en orden divino, pero todavía no estoy contento: quiero que la criatura entre en mi Voluntad y de un modo divino venga a besar mis actos, sustituyendose a todo, como hice Yo. Por eso ven, ven: lo suspiro, lo deseo tanto, que me siento como en fiesta cuando veo que la criatura entra en este ambiente divino y, multiplicandose conmigo, se multiplica en todos y ama, repara, sustituye a todos y por cada uno de un modo divino. Las cosas humanas ya no las reconozco en ella, sino que son todas cosas mías. Mi Amor surge y se multiplica, las reparaciones se multiplican infinitamente, las sustituciones son divinas. ¡Qué alegría! ¡Qué fiesta! Los mismos Santos se unen a Mí y hacen fiesta, y esperan con ardor que una hermana suya sustituya los mismos actos de ellos, santos en orden humano, pero no en orden divino. Me piden que haga entrar enseguida en este ambiente divino a la criatura y que todos sus actos sean sustituidos sólo con el Querer Divino y con la característica del Eterno. Lo he hecho Yo por todos; ahora quiero que lo hagas tú por todos”.
Y nos dice: “Ahora quiero que vosotros lo hagáis por todos”.
Sólo así podemos tomar parte en la Fiesta de todos los Santos.