El Rogar en el Divino Querer

De los escritos de la S.D. Luisa PiccarretaVol. 28-2 (1-2) Febrero 26, 1930

Rogar y suspirar el reino 


“Estaba pensando en el gran interés que mi siempre amable Jesús tiene de hacer conocer su Santa Voluntad, y decía entre mí: “Ama, suspira, quiere que venga su reino, y después tarda en hacerlo surgir en medio a las criaturas; si lo quisiera, todo puede, potencia no le falta, en un momento puede arrollar cielo y tierra,

¿quién puede resistir a su potencia? Ninguno. Mucho más que en Jesús, querer y poder es lo mismo, ¿por qué entonces tarda hasta ahora?” Pero mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose y haciéndose sentir en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, el suspirar, desear y querer un bien, es disponerse a recibirlo, y cuando se recibe un bien que tanto se ha suspirado, se ama, se aprecia, se custodia, se le considera bienvenido por ser el portador del bien que suspiraba. 

No sólo eso, sino que esto es otro exceso de nuestro amor, que hacemos suspirar el bien que queremos dar, porque queremos que la criatura ponga algo de lo suyo, al menos sus suspiros, sus oraciones, su

voluntad de querer el bien, para poderle decir: ‘Mira, te lo has merecido, porque por parte tuya has hecho lo que has podido por obtenerlo, y Nosotros, con todo el corazón te lo damos’, mientras que todo es efecto de nuestra bondad. 

Y es esta la causa por la que hacemos saber antes a las criaturas lo que queremos dar; se puede decir que nos ponemos en correspondencia mandando nuestras cartas de aviso, enviamos nuestros mensajeros haciéndolos decir lo que queremos dar, y todo esto para disponerlas, para hacerlas suspirar el gran don que queremos dar. ¿No hicimos lo mismo para el reino de la Redención? Fueron cuatro mil años de espera, y por cuanto más se acercaba el tiempo, más urgentes eran los avisos, más frecuentes las cartas, y todo para disponerlos. 

Así es para el reino de mi Divina Voluntad, tardo porque quiero que lo sepan, que rueguen, que

suspiren que venga a reinar, que comprendan el gran don de Ella, y así poderles decir: 

‘Lo habéis querido, os lo habéis merecido, y Ella ya viene a reinar en medio de ustedes; con conocerla, pedirla y suspirarla, habéis formado su pueblo elegido donde pueda dominar y reinar’. 

Sin pueblo no se puede formar un reino, y he aquí la otra causa por la que quiero que se sepa que mi Voluntad Divina quiere reinar sobre la tierra: ‘Que pidan, que la suspiren, que se dispongan para formar su pueblo donde descienda en medio a ellos y formar su morada real, su sede, su trono.’ Por eso no te debe maravillar que mientras ves tanto interés por parte mía que quiero que mi Voluntad reine, después veas que tarda, son las disposiciones de nuestra sabiduría inalcanzable que todo dispone con orden, y el retardo sirve para poner en camino sus conocimientos que harán de cartas, de telégrafos, de teléfono, de mensajeros, para formar el pueblo a mi Divina Voluntad. Por eso ruega y tu vuelo en Ella sea continuo”.