Meditación Semanal

"Mi Parroquia Espiritual"


Catequesis sobre 

la Divina Voluntad


Padre Pablo Martín Sanguiao

La vida se vive un paso tras otro, con orden

Mayo 2, 2024

+ ¡Ave María!  

Queridos hermanos, hoy el Señor nos llama “al orden” para edificar bien su Vida y su Reino en nosotros.+


Queridos hermanos, tengamos cuidado para no tratar con ligereza o con superficialidad el máximo don de Dios y no nombrar en vano su adorable Voluntad, casi como una moda o una nueva devoción “exótica”. Hemos hablado  de “fundirnos en Jesús” o en la Divina Voluntad, que el Señor nos ha mostrado como vida, o sea, el “vivir en la  Divina Voluntad”, para que sea nuestra vida, siguiendo el ejemplo y la doctrina espiritual de “la Sierva de Dios” Luisa Piccarreta, mediante la cual ha querido darla en nuestro tiempo. Esa fue la vida vivida por Nuestro Señor Jesucristo y por la Stma. Virgen, Madre suya y nuestra.  

¿Pero cómo hacerlo, en concreto? Entre toda la humanidad nos ha llamado precisamente a nosotros en un cierto  momento de nuestra vida, y nos ha dado el gran anuncio del Don de su Querer. Nos ha hecho hallar, hace poco o  mucho tiempo, los Escritos de Luisa, “el Tesoro escondido en un campo”, y nos ha dado a conocer ‒se empieza  por el conocimiento‒ lo que El ha titulado “Libro de Cielo”, sus 36 Volúmenes. Tantos han empezado a hacer “las  Horas de la Pasión”, otros han descubierto “los paseos del alma en la Divina Voluntad”; y también ahora en el mes de Mayo leeremos cada día la lección de la “Reina del Cielo”…  

Todo esto demuestra interés y deseo, pero a menudo es también confuso; se quisiera llegar enseguida a quien  sabe cual resultado… pero el resultato es facilmente cansancio y desánimo. No se construye un edificio empezando  por el tejado o por un balcón, sino por los cimientos. Hace falta tiempo y constancia, una vida. Una vida se forma  con tantos pasos, con orden. Otros se lanzan enseguida a querer hacer grupos o una comunidad, pero antes las  personas han de estar suficientemente preparadas, no es un alegre paseo. Y el Señor nos dice, como a Luisa: 

“Hija mía, la criatura por su naturaleza no puede recibir todo junto un bien grande, una luz que no tiene fin,  sino que debe tomarlo a sorbos y esperar a tragar el primer sorbo para tomar otro, y si quisiera tomar todo a  la vez, pobrecilla, se ahogaría y se vería obligada a echar afuera lo que no puede contener, y ha de esperar a digerir primero ese poco que ha tomado, que corra como sangre en sus venas, que se dilate ese humor vital en  toda su persona, y después se prepare a tomar otro sorbo. ¿No ha sido así el orden que he seguido contigo,  manifestandote poco a poco las verdades de mi eterno «Fiat», empezando por las primeras lecciones, luego las 

segundas, después las terceras y así sucesivamente? Y cuando tú masticabas la primera y la asimilabas,  corriendo como sangre en tu alma, Yo te preparaba la segunda lección y mi Voluntad formaba los primeros  actos de vida en tí, y Yo festejaba su gloria, realizaba el fin de la Creación y esperaba con ansia poder darte  otras lecciones más sublimes, y llenarte tanto que tú misma no sabías cómo hacer para referirlas. Así haré para  formar el reino de mi Querer Divino, empezaré por las primeras lecciones que te he dado a tí, y por eso quiero  que se empiecen a conocer para que abran camino, preparen y dispongan a las almas, para hacer que poco a  poco suspiren por escuchar otras lecciones, en vista del gran bien que han recibido con las primeras. Por eso  he preparado lecciones tan largas sobre mi Voluntad, porque Ella contiene el fin primario para el que fue  creado el hombre y todas las cosas, y la vida que el mismo hombre debe vivir en Ella; de manera que sin Ella  es como si el hombre no tuviera la verdadera vida, sino una vida casi extraña para él, por eso llena de peligros,  de infelicidad y de miserias. ¡Pobre hombre, sin la vida de mi Querer! Mejor habría sido para él no haber  nacido; pero para colmo de desgracias, ni siquiera conoce su verdadera vida, porque hasta ahora no ha habido  quien haya dado el verdadero pan de sus conocimientos, para formar la sangre pura y poder hacer crecer su  verdadera vida en la criatura; le han dado un pan estropeado, que si no le ha hecho morir, con él no ha crecido  sano y fuerte, con una fortaleza divina, como hace crecer el pan de mi Voluntad, que es vida y tiene el poder de  darle su vida, es luz y disipa las tinieblas, es inmensa y rodea al hombre por todas partes para darle fuerza,  felicidad, santidad, de modo que todo está seguro en torno a él. Ah, tú no sabes qué tesoros de gracia contienen  estos conocimientos y el bien que harán a la criatura, y por eso no tienes interés de que empiecen a propagarse  para dar comienzo a formar el reino de mi Voluntad.” (Vol. 24°, 6.4.1928) 

Esta es la pedagogía del Señor: empieza siempre desde abajo, desde los cimientos. Y ya en el primer volumen,  desde el principio, hallamos por orden los primeros pasos, a los que tendremos que volver aún tantas veces:  1°, Jesús empieza su obra en el alma: la separa y la aleja del mundo externo. 2°, Jesús prosigue su obra en el  alma: la desapega de sí misma, purificando todo el interior de su corazón. 3°, Jesús lleva al alma a la verdad de su  propia nada. 4°, El alma se duele de los pecados y faltas que cometió, pero el Señor no quiere que pierda nunca  más el tiempo pensando en su pasado, en sí misma. 5°, Las criaturas deben desaparecer de la vista del alma, la  cual debe mirar sólo a Jesús y obrar sólo por El y con El… etc. 

Es decir, que primero debe liberar el terreno en que quiere construir, después debe excavar y quitar tanta tierra  para hacer los cimientos, y sólo después de esa primera fase “negativa” empieza la “positiva” de hacer, a partir del conocimiento. ¿Y los “paseos”? Pues sí, hagámoslos en la oración, pero no como quien hace una tarea o la  cancioncita aprendida de memoria, sino contemplando todo lo que el Señor ha hecho y responder a su Amor. Eso  ya lo hicieron antes los tres jóvenes amigos de Daniel, en el Antiguo Testamento (Daniel 3,51-90), o San Francisco  (“el Cántico de las criaturas”). ¡No se trata de hacer o no hacer, sino de comprender y desear, de vivir y de amar!