Conozcamos los actos de Jesús, 

para girar en Él

El alimento divino: ‘El amor’


AUDIO


"quiero que se viva en mi Querer"


De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Vol. 36-44 (3-4) Diciembre 18, 1938 



"Nuestra Voluntad es Vida nuestra, el amor es alimento"



(3) ...Nuestra Voluntad es Vida nuestra, el amor es alimento. 

Mira a qué punto tan alto, noble, sublime, queremos a la criatura que forma en ella la Vida de nuestra Voluntad, la cual, todas las cosas, las circunstancias, las cruces, hasta el aire que respira las convertirá en amor para alimentarla, de modo de poder decir: ‘La Vida de nuestro Querer es tuya y es nuestra, y nos alimentamos con el mismo alimento’. Con esto vemos crecer a la criatura a nuestra imagen y semejanza, y estas son nuestras verdaderas alegrías en la Creación, poder decir: ‘Nuestros hijos nos semejan’. Y cuál no debería ser la alegría de la criatura al poder decir: ‘Semejo a mi Padre Celestial’. 

Por eso quiero que se viva en mi Querer, porque quiero mis hijos, los hijos que me semejen. Si estos hijos no me regresan en mi Querer, nos encontramos en las condiciones de un pobre padre, que mientras él es noble, posee una ciencia con la cual podría dar lecciones a todos, es rico y dotado de bondad y de belleza singular, en cambio los hijos no lo semejan del todo, han descendido de la nobleza del padre, se ven pobres, tontos, feos, sucios, de dar asco; el pobre padre se siente deshonrado en los hijos, es más, los mira y casi no los reconoce, y al verlos ciegos, lisiados, enfermos, y que ni siquiera llegan a reconocer al propio padre, estos hijos forman el dolor del padre. 

Así somos Nosotros, quienes no viven en nuestro Querer nos deshonran y forman nuestro dolor. ¿Cómo pueden semejarnos si nuestra Voluntad no es la de ellos? La cual alimenta a nuestros hijos con nuestro mismo alimento, el cual no hace otra cosa que, conforme se alimentan, así se forma en ellos nuestra santidad, quedan embellecidos con nuestra belleza, adquieren tal conocimiento de su Padre porque nuestro Fiat con su luz les habla, les dice tantas cosas de su Padre, hasta enamorarlos tanto, que no pueden estar sin Él, y esto produce la semejanza.

(4) Hija, sin mi Voluntad no hay ni quién los alimente ni quién los instruya, ni quién los forme, ni quién los haga crecer como hijos que nos semejen. Salen de nuestra habitación y no saben ni lo que hacemos ni quién somos, ni cómo los amamos, ni qué deben hacer para semejarnos; por lo tanto nuestra semejanza está lejana de ellos. ¿Cómo pueden semejarnos si no nos conocen y no hay quién les hable de nuestro Ser Divino?”