Meditación Semanal

"Mi Parroquia Espiritual"


Catequesis sobre 

la Divina Voluntad


Padre Pablo Martín Sanguiao

"Empecemos el nuevo año con la SANTÍSIMA VIRGEN"

Enero 4, 2024

+ ¡Ave María! Queridos hermanos, ¡con cuántos signos potentes empieza el nuevo año 2024! Acabamos de celebrar, el 1° de Enero, la Maternidad Divina de María Stma., Madre de Jesús y Madre nuestra. Con el deseo que Ella pueda realizarla plenamente, formando la Vida y el Reino de su Hijo en cada uno de nosotros, ¡y que se vea! Ese es el significado de la fiesta de la Epifanía, “la manifestación de Jesús”, el 6 de Enero. Con mis mejores deseos en la Divina Voluntad, y con la bendición de Jesús y María +


 Queridos hermanos, digo con las mismas palabras de hace un año: ha terminado un año y empieza otro: es fuerte la sensación de que no es un año más que ha pasado, sino que ha terminado un tiempo, una época de la vida de la Iglesia y también de la humanidad, porque está llegando un tiempo nuevo. El último día del año pasado fue el último de la vida del Papa Benedicto XVI. Bajo el signo de la Stma. Virgen, en un sábado, consagrado a María, la víspera de la gran fiesta de su Maternidad Divina, que acabamos de celebrar el 1° de Enero. 

“Pasa la vida, víspera de la Fiesta – muere la muerte, el Paraíso nos espera”. “Llegada la tarde, los discípulos bajaron al mar y con la barca se dirigieron hacia la otra orilla... Ya se había hecho oscuro, y Jesús no había venido a ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento contrario” (Jn 6,16-18). “Quédate con nosotros porque se hace de noche y el día ya termina. El entró para quedarse con ellos” (Lc 24,29). Queridos hermanos, siento muy significativas estas dos citas de los Evangelios, así como la lectura de la Misa de la Fiesta, de la primera carta de San Juan (2,18-21): “Hijitos, ésta es la última hora. Como habéis oido que está para llegar el anticristo, os digo ahora que muchos se han hecho anticristos. De ahí sabemos que es la última hora. Han salido de entre nosotros, pero no eran de los nuestros; si hubieran sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros; pero se tenía que manifestar que no todos son de los nuestros. Y vosotros tenéis la unción recibida del Santo y conocéis todas las cosas. No os escribo porque no conozcáis la Verdad, sino porque la conocéis y sabéis que la mentira no viene de la Verdad”. En este tiempo domina por todas partes la mentira. El mismo Evangelio es adulterado. Se pretende cambiar las palabras de la Consagración, de las cuales solamente depende que sea válida la Misa. “Hoy, si oís su voz, no endurezcáis vuestros corazones como el día de la rebelión” (Heb. 3,7-8). 

El primero de Enero se celebra también como “día de la Paz”. ¿Qué paz? “Os dejo la paz, os doy mi paz. No como la da el mundo, Yo la doy a vosotros ‒dice el Señor‒. No se turbe vuestro corazón y no tenga temor” (Jn 14,27). Y San Pablo nos avisa: “Cuanto al tiempo y a las circunstancias, no hay, hermanos, por qué escribir; Sabéis bien que el Día del Señor llegará como ladrón en la noche. Y cuando se dirá: «Paz y seguridad», entonces, de improviso les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a una mujer preñada; y no escaparán” (1a Tes 5,1-3). Creo que sea suficiente para interpretar bien los signos de los tiempos. 

Cada año empieza con la fiesta o solemnidad de la Maternidad Divina de María.Y eso, ¿por qué? Porque el eterno Proyecto de Dios, su Decreto parte precisamente de María, Dios ha querido que empiece por Ella, que dependa totalmente de Ella, de su “Fiat”, “hágase en mí”. María ha recibido la misión eterna de ser la Madre de Jesucristo, del Hijo de Dios que en Ella se ha hecho Hombre. Esa es la primera verdad de Fe, el primer dogma reconocido por la Iglesia: María es Madre de Dios, su Maternidad es divina. 

“Estrella de la mañana”, la invocamos en la letanía: es “la Estrella” che anuncia y precede el levantarse del Sol, su Divino Hijo, “la Estrella” que guió a los Reyes Magos hasta El. Y dentro de poco, el 6 de Enero celebraremos la fiesta de la Epifanía. ¡Con cuántos signos el Señor quiere que seamos conscientes de los tiempos extraordinarios que vivimos! Estamos llegando ya al fin de los tiempos, en vísperas del Tiempo tan esperado del cumplimiento de su Reino. 

Pero ahora dejo la palabra a nuestra Luisa, “la pequeña Hija de la Divina Voluntad”, para felicitarnos por el nuevo Año con esta carta (adaptada) que escribió a una religiosa en 1929: 

“¿Queréis saber lo que os deseo? Que el Fiat Divino os quite vuestra voluntad y os dé la Suya, de modo que forme su vida, su reino, su Cielo en vuestra alma. ¡Oh, qué felices seréis! No vivir más de voluntad humana, sino de Voluntad Divina. Ella nos dará paz perenne, la cual es tan necesaria para formar el día de luz en nuestra alma. El estar turbados, los temores, las pequeñas faltas de confianza son la noche del alma, la cual hace ver todas las cosas lo contrario de lo que son. La noche nos esconde el calor del Sol Divino y tal vez nos esconde al mismo Jesús, mientras que la paz es la sonrisa del alma y la primavera que hace florecer el pequeño terreno de nuestra alma, nos quita el velo de las turbaciones y nos descubre Aquel que tanto nos ama. Pero si queréis paz debéis vivir de Voluntad Divina. Sólo Ella nos da la verdadera paz y nos mete en el corazón la Patria Celestial. Más aún, os ruego que hagáis de vuestras familias el pequeño reino del Fiat Voluntas tua, así en la tierra como en el Cielo. Si lo hacéis tendréis una comunidad floreciente, la voluntad de uno será la de todos, tendréis una fuerza única, formaréis el pequeño Cielo en la tierra. Por eso os ruego, ya que habéis querido una palabra mía, que todos hagáis la Divina Voluntad; poned el Fiat antes y después de cada acto vuestro, y todo lo que deseéis dejadlo en el Querer Divino, no os preocupeis, y El se encargará de todas vuestras cosas.”