Meditación Semanal

"Mi Parroquia Espiritual"


Catequesis sobre 

la Divina Voluntad


Padre Pablo Martín Sanguiao

“¿Cuánto camino aún nos falta?”

Marzo 21, 2024

+ ¡Ave María! 

Queridos hermanos, después del camino interminable de todos los siglos de la historia, que Luisa  Piccarreta ha tenido que recorrer en la Divina Voluntad, le preguntó al Señor: ¿cuánto falta para llegar  al Reino? Un signo para ella, un mensaje de Luz y de Esperanza para nosotros. +


Queridos hermanos, el camino cuaresmal, como el largo camino de la Historia, indicado en la parábola del  Hijo pródigo, como también el camino de la Iglesia hacia su Pascua, representado por el que tuvo que recorrer  el pueblo de Israel en el desierto antes de llegar a la Tierra prometida, es un camino que de día en día nos acerca a la meta en este tiempo de confusión y de angustia que vivimos.  

“Centinela, ¿cuánto queda de la noche? Centinela, ¿cuánto queda de la noche?(Isaías, 21,11) “¡Qué  hermosos son en los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia  salvación, que dice a Sión: «Reina tu Dios». ¿Oyes? Tus centinelas alzan la voz, a una gritan de alegría,  porque ven con sus propios ojos el Retorno del Señor a Sión” (Isaías, 52,8)  

Hace cien años, precisamente el 22 de Marzo de 1924, en el volumen 16°, Luisa dice:  «Volviendo a la oración, mi Jesús ha regresado de un modo lastimoso. Me parecía agitado, gemía, se  lamentaba, se extendía en mí, se volvía a la derecha, a la izquierda. Le preguntaba: “Jesús, amor mío, ¿qué  tienes? Ah, Tú sufres mucho; compartamos justos las penas, no quieras estar solo; ¿no ves cuánto sufres y  cómo ya no puedes más?”  

Y mientras decía eso, me he hallado afuera de mí misma, en brazos de un Sacerdote; pero mientras la  persona se veía un Sacerdote, la voz me parecía la de Jesús, el cual me ha dicho: Recorreremos un camino  larguísimo; pon atención a lo que ves”. Y caminabamos sin tocar la tierra; y primero yo lo llevaba a El en  brazos, pero como me seguía un perro, como si quisiera morderme, yo tenía miedo. Por eso, para no tener  miedo, hemos cambiado la posición: El me llevaba a mí. Y le he dicho: “¿Por qué no lo has hecho antes?  Me has dejado tener tanto miedo y yo no te decía nada, porque creía que fuese necesario que te llevara yo.  Ahora estoy contenta, porque estando yo en brazos no podrá hacerme nada...”  

Y yo decía: “Jesús me lleva en brazos”. Y El repetía: “Llevo en brazos a Jesús” [En esta experiencia  mística cada detalle aparece lleno de significado. Así “el camino larguísimo” que Luisa ha de recorrer  representa el camino de todos los siglos de la humanidad. Ella se ve en brazos del Sacerdote en cuanto  víctima, pero en la primera parte del camino ella es la que lleva en brazos a Jesús, es decir, hace suya la  vida espiritual vivida por todos los que han sido los protagonistas de su propia vida con sus fuerzas; pero  luego, invirtiendo la posición, el Sacerdote (Jesús) dice: “Llevo en mis brazos a Jesús”]  

Y aquel perro seguía todo nuestro camino y me ha cogido un pie con la boca, pero sin mordermelo... Así  que el camino ha sido largo, Y yo a menudo preguntaba: ¿Cuánto camino aún nos falta?Y El: Otras  100 millas”.[Esta es la única vez que Luisa en sus escritos usa la palabra “millas”, para indicar con ella una  unidad de medida, no de espacio sino de tiempo (“Cuánto falta?”). También en la S. Escritura tenemos  ejemplos parecidos: Josué, 3,4; Daniel, 9,2, etc.] Después, preguntandole de nuevo, ha dicho: “Otras  30”, y así, hasta que hemos llegado a la ciudad...  

Pero ¿quién puede decir lo que a lo largo del camino se veía? En unos sitios pueblos reducidos a un montón  de piedras, otros lugares inundados y paises sumergidos en las aguas, en otras partes se desbordaban los mares o  los ríos, en otros sitios se abrían abismos de fuego... Me parecía que todos los elementos se ponían de acuerdo  entre ellos para hacer daño a las humanas generaciones y formaban sepulturas para enterrarlas. Sobre todo, lo  que se veía a lo largo del camino y que más causaba espanto y horror era el ver los males de las criaturas. Todo  eran tinieblas que salían de ellas, pero tinieblas espesas, acompañadas por un bochorno podrido y venenoso;  tantas eran las tinieblas, que muchas veces no se podía distinguir dónde estabamos. Todo parecía fingido, doblez,  y si algo de bien había, era todo superficial y aparente, pero dentro se escondían los peores vicios y se tramaban  las maquinaciones más insidiosas, que ofrendían al Señor más que si abiertamente hicieran el mal; y eso en todas  clases de personas, que es carcoma que roe toda la raíz del bien. En otros sitios se veían revoluciones, matar  personas a traición... ¿Pero quién puede decir todo lo que se veía?  

Así que yo, cansada de ver tantos males, repetía a menudo: ¿Y cuándo acabará este largo camino?”. Y  Aquel que me llevaba, todo pensativo, respondía: Otro poco más, aún no has visto todo...”»  Mis queridos hermanos, sin intención de enseñar nada que no enseñe la Iglesia, ofrezco al criterio y  buen sentido de cada uno mi reflexión, siendo libres de apreciarla o despreciarla. Lo que ha escrito Luisa,  quien lo acoge y quien lo rechaza, lo hace a sus expensas. No está en juego la Fe de la Iglesia, sino que  lo hace a sus propias expensas...  

Esta vez Ntro. Señor se muestra a Luisa con el aspecto del sacerdote, ya que ella es un alma víctima. En este  nuevo oficio, de “pionera” al cumplimiento del Reino de la Divina Voluntad al que el Señor la llamó, ella debe 

recorrer el largo y fatigoso camino que todos los justos y los santos han tenido que recorrer: el largo camino de  todos los siglos. Pero ella debe recorrer (hacer suyo) no sólo el de alguno, sino el de todos. Y lo va recorriendo  como todos lo han recorrido: a su paso, siendo ella la protagonista del camino, llevando a Jesús en ella... Es un  mensaje precisamente para ella. 

El perro representa al demonio, que no puede hacerle nada cuando invierten la posición, es decir, cuando  es Jesús el que camina (ahora el protagonista es El) llevandola a ella en brazos. Con esta simple imagen  está indicada la novedad extraordinaria que el Señor nos presenta. Lo demuestra el que, mientras ella se  alegra de ser llevada por Jesús, “ese Sacerdote” dice: “Llevo en mis brazos a Jesús”.  

Y aquí viene nuestra pregunta: “¿Cuánto falta todavía?” Y la misteriosa respuesta: «OTRAS 100  MILLAS». Nunca había usado esa palabra Luisa, en ninguno de sus escritos.  

Es algo típico del Señor. Por ejemplo, Josué dijo al pueblo de Israel, al acercarse al Jordán para entrar en  la Tierra Prometida: “Cuando veais el Arca de la alianza del Señor Dios vuestro (que representa a la Stma.  Virgen) y los sacerdotes levitas que la llevan, os moveréis de donde estais y la seguiréis; pero entre vosotros  y ella habrá la distancia de unos dos mil codos: no os acerqueis. Así podréis conocer el camino por el que  ir, porque antes de hoy nunca habéis pasado por ese camino” (Josué 3,3-4). O a Daniel, que preguntaba:  “Qué cosa son los 70 años anunciados por Jeremías?”, la respuesta fue: “Muy sencillo, 70 años significan 70  semanas”. Es como para quedarse con la boca abierta. Esas palabras esconden medidas de tiempo misteriosas.  Sería como medir una misma cosa en centímetros o en pulgadas. Y entonces surge espontáneo un  pensamiento, como hipótesis: ¿y si la palabra “millas” significara “años”?  

En tal hipótesis, 100 años después nos llevarían al 2024, a este año, puesto que el texto es del 22 de Marzo  de 1924. Y después, “preguntandole de nuevo”, dijo que faltaban “otras 30”, y así resultan 30 años antes de  esa meta, o sea, el 1994... Según esta hipótesis, que considero sin duda válida por lo que se refiere a Luisa,  “la llegada a la ciudad” sería en el 2024, ¡el mismo número de año en que Abrahám llegó a la tierra  prometida! En efecto, si contamos los años de los Patriarcas bíblicos (la edad de cada uno en el momento  de tener un hijo) a partir de Adán, pasaron 2024 años cuando Abrahám llegó “a la tierra prometida”. ¡Es un  signo! Sin olvidar que el 2025 será el centenario de la institución de la fiesta de Cristo Rey.  

Segunda “coincidencia” en favor de nuestra hipótesis: en la fiesta de Cristo Rey de 1994, “30 millas antes  de la llegada”, fue abierta la causa de beatificación de la “Sierva de Dios” Luisa Piccarreta y así fue puesta  oficialmente a la luz en la Iglesia...  

Nos gustaría saber qué significa esa “llegada a la ciudad”, que dice Luisa, y saber “cuánto falta todavía”. Pero las profecías, siempre misteriosas, que hace el Señor, no son para satisfacer nuestra curiosidad o para  nuestra erudición, sino para estimular nuestra esperanza y nuestro deseo. 

La Santa Iglesia está desde hace veinte siglos en la tierra; sin embargo, en la verdadera “renovación” que  Dios le ha preparado, ella “desciende” del Cielo como Esposa del Cordero y Madre de los vivientes. Así se  manifestará gloriosa, cuando habrá cumplido la perfecta imitación de Cristo, tras la gran tribulación, la  presente purificación. Entonces se le dará “un vestido de lino puro resplandeciente, que son las obras justas  de los santos” (Apoc. 19,8).  

Es el Cuerpo Místico de Cristo, que después de su Pasión –una realidad misteriosa y ya actual– y tras un profundo decaimiento, al alba del tercer Día (el tercero después de la Redención) resurgirá glorioso, para  vivir el tiempo de su triunfo, del triunfo de Dios en la tierra, antes del fin de la historia y del tiempo de la  prueba, de la fe y del mérito. Un tiempo ya prefigurado en aquellos cuarenta días en los que el Señor  Resucitado estuvo con sus discípulos, apareciendose a menudo y hablando con ellos del Reino de Dios  (Hechos, 1,3), antes de su Ascensión al Cielo.  

Queridos hermanos, el texto acaba diciendo: Otro poco más, aún no hemos visto todo”. “Jesús nos dice que sólo conformando su propia voluntad a la Voluntad Divina, el ser humano llega a su verdadera estatura, llega a ser “divino”; sólo saliendo de sí, sólo en el “Sí” a Dios, se realiza el deseo de Adán, de todos nosotros, de ser completamente libres”, palabras de Benedicto XVI. Concluyo con estas palabras de la Stma. Virgen, tomadas del libro “A los Sacerdotes hijos predilectos de  María”, del sacerdote Don Stefano Gobbi (Mensaje del 15.08.1991): “La nueva era, que Yo os anuncio,  coincide con el pleno cumplimiento de la Divina Voluntad, de modo que por fin se realice lo que Jesús os  enseñó a pedir al Padre Celestial: Hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo. Es el tiempo en que  por las criaturas se cumple el Querer Divino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Del perfecto  cumplimiento del Divino Querer se renueva todo el mundo, porque Dios lo encuentra como su nuevo jardín  del Eden, en el que puede estar en amorosa compañía con sus criaturas”. 

Creo que en esto consiste esa frase “finalmente hemos llegado a la ciudad”