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Evidencias de avances de los grupos CIDEs
El mes de octubre fue muy productivo para un servidor y me parece que también para el CIDE, comparto mi experiencia de estos días para explicar lo anterior: Al inicio del mes tuvimos una excelente reunión de socialización en Surutato, muy bien coordinada por Rosa Xicohténcatl y con una nutrida asistencia y participación. Unos días después tuve la experiencia de convivir con un gran grupo de compañeros que integran el naciente CIDE Cintalapa, en Chiapas. En este grupo fui sorprendido por la capacidad para el trabajo de los integrantes de ese colectivo, tan sorprendido que recordé mi primer encuentro con un sistema educativa basado en el aprendizaje, del cual hace aproximadamente 27 años, cuando los estudiantes que asesoré en un programa educativo innovador demostraron ante mi sorpresa e incredulidad, que en libertad se pueden construir los conceptos y aprender sin necesidad de que “nos enseñen”.
En aquella ocasión trabajé durante el lapso de un trimestre el equivalente a la construcción de conceptos en cuatro semestres en el sistema tradicional, apliqué los mismos “exámenes” que había utilizado en el sistema de enseñanza y los resultados que obtuvieron los estudiantes del sistema educativo modular por objetos de transformación (SEMOT como le llamábamos) fueron significativamente superiores a los que con anterioridad habían obtenido los estudiantes del sistema de enseñanza. Ahora con las actividades que realizamos en Cintalapa me vuelvo a sorprender de la sed de construcción de conceptos que tiene este gran grupo, ya que en el lapso de tres días de trabajo, lograron construir los conceptos que en muchos de los casos, otros compañeros se tardan un promedio de seis meses.
Luego a fin del mes, participé en la reunión de socialización del 29 al 31 de octubre que estuvo muy bien coordinada por el Dr. Marcos Bucio y ahí también hubo muy gratas sorpresas, la principal fue la demostración del crecimiento intelectual de los participantes y en particular de aquellos que están preparándose para presentar el examen de grado para la siguiente reunión del mes de noviembre, es decir los compañeros Ramiro Álvarez, María de Jesús Verduzco, Alberto Rosas y Jorge Cruz. Y también la sorpresa de la presentación de trabajos de compañeros que recién empiezan su formación con nosotros.
Lo anterior y saber que ya estoy cerca de tener los ratings de Catón (que dice tener cuatro lectores) hace que cualquiera se sienta motivado por escribir al menos un millar de palabras por día. Digo que ya estoy a punto de tener mis propios cuatro lectores porque tengo evidencias de ello, por ejemplo, una compañera (incauta tal vez) al recibir el envío número 17 me solicitó los anteriores 16 (ó tal vez el ingenuo soy yo, que piensa que los va a leer); Otra compañera me ha dicho que descarga todos los envíos que hago, luego los transfiere a un procesador de texto, los guarda y asegura que tiene la firme intención de leerlos cuando considere que necesita hacerlo; otro compañero me ha mostrado que lee los envíos, o al menos los descarga a su computadora y los imprime (y hasta carga con los impresos); Otra lectora ha señalado que se conmovió (casi al punto de las lágrimas) al leer uno de los envíos, aún cuando desconozco si esas lagrimas eran de compasión por la calidad del escrito, confío en que haya alguien que dedique un par de minutos a esta actividad. En fin si no llego a juntar los cuatro lectores, tengo mucha fe en que con base en las evidencias antes señaladas y el potencial referido ya me estoy aproximando a ese rating.
Y con esa motivación, es que participo a ustedes una parte de la reflexión que compartí con mis compañeros en la pasada reunión de fines de octubre en Surutato: en ese discurso señalaba que, tal y como dice la canción de Serrat, me gusta ver con ojos de enterrador en el metro y no con ojos de comadrona, ya que ésta ve pasado mientras que el enterrador ve futuro. Me gusta ver el potencial de constitución de nuevos centros CIDE que ya se pueden bosquejar a partir del trabajo de los miembros de esta comunidad, por ejemplo: ver el crecimiento del equipo que tiene por base la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Autónoma de Sinaloa, lo que representa la evidencia del crecimiento que se ha logrado con el trabajo conjunto iniciado por Isabel Quintero y Héctor López.
Observar los avances del equipo de compañeros de Angostura que se reúnen a trabajar en el domicilio particular de Endir Norberto Montoya en esa localidad; Ser testigo de los adelantos del equipo de biólogos cuya consolidación es evidencia del esfuerzo de Víctor Manuel Salomón y Marcos Bucio; Compartir este espacio con compañeros del equipo de San José de las Delicias, Sinaloa, cuya consolidación le ha costado mucho dinero y esfuerzo a Martín y Marisela, y que ahora su hijo José Luis Sauceda y Cristofer Montoya, están apuntalando a un grupo de jóvenes que tienen cifradas sus esperanzas de una vida mejor en el proceso de crecimiento que este proyecto educativo les ha ofrecido, tal y como lo hace notar el emotivo y original discurso que escuchamos de Cristofer; y contar ahora con la presencia del equipo de Guasave, donde el empeño de los miembros de la familia Sánchez Verduzco, de Nancy Herrera, Jaime Ojeda y Ramiro Álvarez podría detonar el desarrollo de esa región.
Me gusta ser contemporáneo de ustedes, miembros del CIDE y que ustedes sean también mis contemporáneos, porque ser contemporáneos no significa un accidente del tiempo por haber vivido en la misma época, sino coincidir en cualquier lugar del tiempo de la misma manera que ser hermanos significa algo más que haber nacido del mismo padre o la misma madre y así como ser compatriotas significa algo más que haber nacido en el mismo país. Contemporáneos, hermanos y compatriotas somos quienes tenemos la suerte de coincidir, sin importar la fecha de nacimiento, el origen familiar o el haber nacido en cualquier lugar del mundo. Por otra parte, en relación con esta misma visión de plantador, me disgusta la realidad y cuando la realidad desconsuela, me queda claro que soy yo quien necesito cambiar, no por egocentrismo, sino porque reconozco que somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
Me parece que se podrán mejorar los resultados que hasta ahora tenemos como individuos, y como equipo, cuando nuestras necesidades primarias dejen de ser el motor principal de nuestra existencia, entonces dejarán de estar a flor de piel y en la punta de la lengua: el hambre, el frío, la necesidad de agua tibia para el baño, la incomodidad de la silla de madera en la que pasamos las largas horas de socialización y en fin, todo aquello que nos ha envuelto en una peligrosa zona de confort.
Recuerden que hay muchos intereses guiados para que la lucha permanente por mantener ese confort siga consumiendo la energía que podría utilizarse para encontrar y suplir nuestras necesidades superiores, con esto me refiero a aquellas necesidades que tienen que ver con el hambre, si, pero el hambre por hacer cada día nuevos descubrimientos; El frío sí, pero no el que muerde por debajo de la cama (cuando se tiene le privilegio de dormir en una), sino aquel frío que requiere nuestra mente para interpretar los datos empíricos generados en nuestro trabajo experimental, y para estar siempre alertas en identificar nuestros descubrimientos; La necesidad de tibieza si, pero no la del agua de la regadera, sino aquella que se genera por el calor que proporciona el contacto que obtenemos, aún sin necesidad de estar cerca, cada vez que juntos avanzamos en la construcción de esta isla de la utopía que tan pronto se acerca, para luego alejarse más, como la coqueta amante fantasma que es; Pensemos en la incomodidad de la silla, sí, pero no de la silla de madera en que nos sentamos y que es nuestra aliada en las cortas horas de generar el pensamiento colectivo en las reuniones de socialización, sino más bien, generar la necesidad de sentir incomodidad contra aquella silla que representa el estado de cosas que se ha instaurado como sistema dominante, el cual utiliza todos los medios para tratar de limitarnos la posibilidad de ver.
Salud y éxitos
Joel