Paladastía
[Al Obispo, Esfiodo[1], y a todos los diáconos de Ifarméler, les escribe Lumpicurgo de Tárgaza, quien a través de diez años realiza la voluntad de Dios. Sabed vosotros: la misión que el Señor nos ha encomendado a todos los simbaínos es grande. A nosotros primeros nos ha hecho conocer la Buena Palabra[2] y esto es para que lo llevemos a todos los que habitan en Parcégar. Sabed también: hay cristianos entre los zarquanos, muchos de los cuales habitan en Quiptó, y hay cristianos entre los meriños, los que luchan junto a nosotros, muchos de los cuales habitan en Anoque. Pero sabed: aún hay simbaínos que adoran a los dioses falsos. Vosotros, que habéis nacido de cristianos, no conocéis las historias que en las ciudades e islas se cuentan, mas es necesario que así lo hagáis, pues no podréis hablar de la verdad del Señor sin conocer a sus dioses, ni podréis convencerlos de que Él es más poderoso si no conocéis el poder que estos tienen. Pero yo las conozco y he redactado aquí dos de las historias que se cantan allí. De la primera conoceréis el origen de los dioses y el orden del mundo que conocen los simbaínos y de la otra conoceréis al hombre más famoso entre los simbaínos, Dínaz de Zundea.
Sabed que la forma de vencer a Egbarila, quien continúa la guerra de Udmucrata contra los simbaínos, es unir a todos los simbaínos en un cuerpo, cuya cabeza sea el Hijo de Dios, el Cristo, y bajo un rey, el cual será Slatiel de Telmízer. Aunque Tirseco de Tóraba es cristiano, lucha con los quirdos y, grande es la ambición del hombre, impedirá la unión de todos los simbaínos si Egbarila le ofrece a cambio alguna isla del norte de Zarquea.
Con Dios los simbaínos. Dios con Simbay.]
de Lumpicurgo de Tárgaza
[1.1] Entregad los oídos todos a las cosas que los dioses enseñan a pocos. [1.2] Los hombres no las conocen por ellos mismos, sino que los que no mueren las aprendieron todas de su propio ser [1.3] y la enseñan al que canta, para que conozcamos las cosas sagradas y nos guiemos según lo que ellos desean. [1.4] Escuchad, pues, lo que voy a cantar y, si lo seguís, seréis felices, tárgazos.
[2.5] En el principio no había ni dioses ni aguas. Solo estaba el abismo, en todos los lugares que hoy existen. [2.6] De entre las entrañas del abismo surgió Párabas y bello como las estrellas del cielo era su cuerpo. [2.7] Pero, como su pecho se colmó de soledad, parió sin hombre un niño, y nació Pleus, [2.8] que en ese entonces no tenía fuerza, y su madre lo amamantó hasta que devino adulto. [3.9] Mas, como se volvió más grande que su madre y como ella aún era joven y bella, la forzó. [3.10] Entonces, de esta primera abominación nacieron cuatro hijos, cuya piel era de piedra; [3.11] los más fuertes entre los que no mueren; los cuatro altivos y caprichosos como niños. [3.12] Sin embargo, ni bellos, ni inteligentes como sus hermanos más jóvenes. [4.13] Etsilio fue el primero que nació, el más inteligente y perspicaz entre los cuatro hermanos. [4.14] Después de él, Galas nació segundo, el más grande y fuerte, cuyo cuerpo era como fortín. [4.15] Naúso entonces nació, el tercero, y era tan inteligente como pío y prudente. [4.16] Y Codárel, que era el más torpe y el más impío entre los cuatro, nació al final. [5.17] Y después de engendrar ambos a los cuatro, Pleus forzó a su madre de nuevo. [5.18] De esta segunda abominación fueron entonces seis hijos, por cierto, los más bellos entre todos los dioses[3]. [5.19] Bosfi[4] fue la quinta que parió, cuyos ojos y cabellos eran como los de su madre. [5.20] Y Barvo[5] nació después de ella, cuyos ojos y cabellos eran como los de su padre. [6.21] Y Esnergo[6] fue entonces el séptimo que nació, cuya piel era del color de la noche. [6.22] Y, entonces, Eti[7], después de él, fue la octava, cuya piel era blanca como las nubes del cielo. [6.23] y Zorgo y Zagba[8] nacieron al final, cuyos cuerpos eran entonces un reflejo el uno del otro. [6.24] Entonces Pleus forzó a su madre por última vez y de esta última abominación nacieron siete hijos. [7.25] Estigo fue el undécimo. Y Parble el duodécimo y, después, Úrmal el décimo tercero. Y Gorácor el décimo cuarto. [7.26] Y Ercazia fue la décimo quinta. Y Dalgo el décimo sexto y Arza la décimo séptima. Y después de que los hubo parido, [7.27] el vientre de Párabas se vació. Así, entonces, no parió a ningún hijo después de ellos. [7.28] Ercazia y Gorácor yacieron y engendraron, además, dos hijos: a Azur y Coraya.
[8.29] Y Estigo vio el dolor de su madre y su corazón se llenó de compasión. Y se dirigió hasta Dalgo, [8.30] el dios inexperto, que habitaba en el lugar que los de Meriña llamarán “Taine” [8.31] y, encontrándose con él, le dijo así:
-¡Oh, mi hermano, Dalgo, vengo hasta ti con un dolor en el pecho!, [8.32] pues en verdad no es bueno ni lo natural que nuestro padre yazca con nuestra madre: [9.33] ayúdame a que no lo vuelva a hacer.
-Estigo, en verdad el más pío entre todos los que no mueren, [9.34] dijo Dalgo a Estigo; yo así lo creo ¿Cómo lograremos que Pleus no se acerque a la madre? [9.35] Y Estigo a Dalgo
-Su fuerza habita en sus testículos; entonces tú, que arco y flecha [9.36] llevas, lanzarás una flecha contra ellos, colmada de una enfermedad que lo consumirá desde el interior.
[10.37] Y Dalgo, estando entonces de acuerdo con lo que dijo el hermano para vencer finalmente al padre, [10.38] fue, entonces, junto con Azur, el de la piel de oro, hasta el lugar que los elarios hoy llaman “Telmízer” [10.39] y, de esta manera, extrajo oro y plata de los senos de su madre y fabricó el arco Dolbo. [10.40] Pero le tomaría diez días llegar hasta el lugar que los elarios llaman hoy “Balzira”. [11.41] Pensó el dios inexperto que no llegaría antes de que Pleus forzase de nuevo a la madre [11.42] y volteó hacia Azur y le dijo: “¡Oh, hijo de mi hermano y hermana!, si el alma no me engaña [11.43] el recorrido me tomará diez días; por esto, te pido que vayas hasta Estigo y le digas [11.44] que piense, pues, la forma por la cual evitar que Pleus se acerque hasta Párabas hasta que haya llegado.” [12.45] Y Azur, estando de acuerdo, se fue por el camino a través del cual en nuestros días navega por el cielo [12.46] y, habiendo llegado hasta el dios, le dijo:
-Estigo, el más justo entre todos los que no mueren, [12.47] tu hermano me mandó venir hasta ti para decirte que, debido a que el recorrido le tomará diez días, [12.48] por esto, pienses la forma por la cual evitar que Pleus se acerque a Párabas hasta que haya llegado así- [13.49] Y Estigo, habiendo escuchado estas cosas, le dijo:
-Calma el pecho, hijo querido de mis hermanos. [13.50] Yo tomaré la forma de mi madre y lo distraeré.
Y, habiendo hecho Estigo lo que dijo, [13.51] fue hasta el tálamo de los padres. Pleus, habiendo sido engañado, se acercó al hijo [13.52] y, entonces, lo forzó tres veces, el cual, de esta abominación, parió dos terribles hijas. [14.53] En primer lugar, Dromorgia, la de los ojos rojos, la que observa a los mortales en la tierra. [14.54] Y, la segunda, Targonia, la que atiza las vidas, como la que también las apaga; [14.55] la que las ahoga en enfermedades como la que hace caer ciudades. [14.56] Discuten el mérito como deciden nuestros destinos. [15.57] Así, el dios inexperto llegó hasta el lugar que los elarios llaman hoy “Balzira” [15.58] y Estigo, habiendo engañado al padre, permitió entonces que Párabas volviese al lecho. [15.59] Y, cuando Pleus se le acercaba para yacer con ella por cuarta vez, estando debajo de su pene, [15.60] el inexperto lanzó una saeta a un testículo, que comenzó a quemarlo desde el interior. [16.61] Así, el dios padre eyaculó y el semen devino en serpientes de fuego, [16.62] las cuales cayeron sobre Párabas y mordían algunas partes de su cuerpo. [16.63] Por esto, Dalgo arrancó los genitales del cuerpo y Estigo, debajo de su pecho, el corazón. [16.64] Y el alma, que escapó, devino en vientos y el cuerpo, en un océano sobre Párabas. [17.65] Al ver Estigo, el pío, el dolor de la madre, el pecho se le llenó de compasión [17.66] y le arrancó la vida del cuerpo con las manos, la cual se escapó como aguas por su garganta. [17.67] El corazón se partió en cuatro y la sangre se derramó por su cintura, deviniendo entonces en el Océano. [17.68] Y las venas ascendieron por encima de la piel y devinieron así en los ríos. [18.69] Las Fuerzas de la Naturaleza liberadas se destruían entre sí, a Párabas y todo.
[18.70] Por esto Gorácor convirtió las serpientes en nubes, que contenían los Vientos. [18.71] Parble consiguió obligar al Océano a moverse según su voluntad y Dalgo contuvo al Fuego en saetas. [18.72] Y Úrmal hizo crecer árboles y vegetación a través de las entrañas de Párabas, para limpiarla. [19.73] Y Estigo inseminó al Océano, el cual concibió simultáneamente en su interior a los tres primeros que mueren: [19.74] Paldácar, Escalbarmo y Opárfal, con el cuerpo como el de los hombres, pero la piel lacerada, [19.75] a través de cuyas aberturas respiraban, y con membranas entre los dedos de las manos y los pies. [19.76] Escalbarmo yació entonces con sus hermanas y Paldácar parió una hija, pero Estigo separó a los hermanos. [20.77] Llevó a Opárfal de las aguas hasta los cielos e hizo brotar huesos de las aberturas, [20.78] cabello de esos huesos y convirtió sus dedos y su boca en hueso y sus brazos en alas. [20.79] Y parió a los áltramos, los cuales habitan en las cumbres de las montañas hasta hoy; [20.80] y parió a las aves, las cuales cortan el viento y habitan en el cielo. [21.81] Y llevó a Paldácar de las aguas a la tierra y le cerró las aberturas de la piel. [21.82] También le retiró las membranas de los dedos y Paldácar respiró por una nariz. [21.83] Estando fuera de las aguas, parió dos hijos: Uña y Bido, los primeros de nosotros. [21.84] Y los dos hermanos yacieron, porque así lo quiso Estigo, y engendraron a todos los hombres. [22.85] Y Escalbarmo en el Océano yació con su hija. Pero Estigo vio la abominación y lo mató. [22.86] Llevó entonces a la hija hasta el abismo y, pariéndolos, condenó a sus hijos [22.87] a vivir por siempre en la profundidad, entre las entrañas del abismo[9]. [22.88] Pero a los píos, retirándoles las similitudes al hombre, los convirtió en animales[10]. [23.89] Y Estigo le asignó de esta manera todo lo creado a los que Bido y Uña engendraron. [23.90] Y tomando la madera, creo al ganado, que se alimenta de las plantas de Úrmal; [23.91] y de la nieve al lobo, el cual se alimenta de las reses que les sobran a los hombres. [23.92] Y Ercazia así asignó el control de las Fuerzas de la Naturaleza a sus hermanos, según su mérito, [24.93] y ellos le asignaron la diplomacia, la justicia y los asuntos de los hombres, [24.94] y la crianza de todas las almas que mueren a la hermana más joven, a Arza. [24.95] Entonces Estigo y Arza yacieron y parieron dos hijas gemelas. Y Estigo asignó, [24.96] por un lado, las tareas de las mujeres a Dalia y, por el otro, la enseñanza de las lenguas a Garmón. [25.97] Entonces Estigo y Arza yacieron nuevamente. Y Arza, estando embarazada, caminando entonces por la orilla del Parta, [25.98] cayó al agua. Y parió una hija, que Obátor, el gremo, llevó hasta su casa en el abismo. [25.99] Y la cuidó y la amamantó con el pecho. Y un día en el Parta la entregó a Stigo y este lo sacó del abismo, [25.100] le quitó las extremidades y, abriéndole el vientre, le colocó un útero en el interior[11].
[26.101] Pero a Dalgo no le agradó el reparto y lanzó contra los árboles y las plantas, [26.102] saetas que llevaban fuego dentro, las cuales los encendían, para que el ganado no comiese; [26.103] y otras que llevaban enfermedad, que mataron a las reses, clavándose en la carne. [26.104] Pero Estigo logró aplacarlo por la espalda y lo envió a Dutoria, en la carne de Úlic. [27:105] Entonces, el rey de Panimmozi, Lumpiceda, le dijo que un águila atacaba a los visitantes, [27.106] pero cuando intentaba atacarla, volaba alto. Dalgo, salió entonces y fue asaltado por el águila. [27.107] De esta manera, el inmortal vestido la arremetió con su arco, matando al animal. [27.108] Y después de que Lumpiceda lo aceptó en la corte, vivió toda la vida allí, hasta que volvió con el hermano. [28.109] Y Lumpiceda tenía una hija, Ectén, la que se encontraba en el último tiempo de su embarazo. [28.110] Dalgo la acompañó hasta el Liquera, en donde parió dos hijos y, porque uno le pareció bello a Dalgo, [28.111] hizo dormir a Ectén y, envolviendo al infante con un trozo del vestido de la madre, se lo llevó, [28.112] pero el inmortal se cortó la piel removiéndolo con la daga. [29.113] Entonces se encontró con la nodriza de Ectén y, viendo el vestido de la joven y la piel divina, [29.114] comenzó a gritar “¡Un dios! ¡Un dios!”. Entonces el inexperto la convirtió en ardilla. [29.115] Así, entonces, llevó a la niña hasta Etcea y la llamó Mirtria y fue desposada por el heredero al trono, Sarco. [29.116] Entonces fueron los dos hasta Panimmozi, porque Sarco debía cerrar reclutamiento con Lumpiceda. [30.117] Y ella se encontró con Látriaz, su hermano, el pecho se colmó de deseo y yacieron. [30.118] Y Mirtria le entregó a Ectén su ceñidor, porque quiso Estigo que su vientre no tuviese nada de Dutoria, [30.119] pues el hijo de los hermanos será Fórrel, el rey que vencerá al rey Yábinc[12]. [30.120] Ectén reconoció entonces el vestido en el ceñidor, pero no a la hija de su vientre en la joven. [31.121] Úlic devino viejo y la diosa lo llevó hasta Estigo en el día de su muerte. [31.122] Y, como el dios logró que pariesen al victorioso rey xamesiano que venció a Quirdea, [31.123] le asignó la guerra y el Fuego, que destruyen todo, [31.124] pero que, sin embargo, pueden ser buenas bajo la guía de las almas nobles.
[32.125] Entonces, Etsilio y sus hermanos, viendo que las Fuerzas de la Naturaleza se habían calmado y que Pleus no se movía, [32.126] se dirigieron hasta Estigo y le dijeron:
-¡Hermano, parecido al padre! Hemos visto que las Fuerzas de la Naturaleza, ciertamente, [32.127] ya no causan destrozos, ni destruyen ni tampoco arrancan la carne de nuestra madre. [32.128] Por esto hemos venido hasta ti para preguntarte si conoces la razón, pues queremos conocerla- [33.129] Y Estigo a ellos:
-¡Hermanos queridos! Lo que buscáis sí lo conozco. Del cuerpo del padre [33.130] han salido las Fuerzas de la Naturaleza y han huido cuando fue muerto por mis manos y las de Dalgo; [33.131] y nos repartimos así el control de estas de manera justa para, de todas las cosas, [33.132] cuidar el orden- Y Naúso a él:
-Pero nos habéis olvidado, aunque hijos [34.133] de los mismos padres que los vuestros somos; y somos fuertes y astutos, y por esto, sería bueno que, de los Vientos, [34.134] nos cedieses el control- Y Estigo, cuya paciencia comenzaba a disminuir:
-[34.135] Conozco bien vuestra astucia y vuestra fuerza, Naúso, pero a quien se lo cedimos [34.136] en verdad es el más capaz para la tarea, y lo prueba la tranquilidad en que están. [35.137] Pero los animales y las plantas son muchos y multiplicarse y crecer [34.138] necesitan para cumplir el sino; de esta forma, [35.138] la tarea de protegerlos, hasta que devengan adultos, [35.139] puedo asignaros- Y Etsilio a Estigo:
-Tus palabras son buenas; [35.140] permítenos entonces volver a casa para comunicarles a los hermanos- Y así se los permitió. [36.141] Y Etsilio le dijo entonces a Naúso:
-Lo que nuestro hermano nos dijo es un improperio, [36.142] por lo cual debemos rechazarlo- Y Naúso a él:
-Creo que en verdad es como dices, [36.143] pero luchar contra ellos no es pertinente para nosotros, porque controlan todas las Fuerzas de la Naturaleza. [36.144] Así se rehusó a participar de ninguna forma de la guerra que Etsilio quería iniciar. [37.145] Y llegando a su casa, Etsilio les dijo a Galas y a Codárel:
-¡Hermanos! [37.146] La respuesta de Estigo es impía: no nos cederá el control de ninguna Fuerza de la Naturaleza. [37.147] En su lugar, nos ofreció proteger las creaciones de ellos. Y Codárel:
-[37.148] ¡Hermano mío! Buenas son tus palabras, pero también quiero que mi descendencia surja de Arza, [38.149] porque su belleza supera mucho a la mía y su descendencia sería una bendición para nosotros; por esto, [38.150] no haré nada que me impida tal fama- Y Etsilio:
-Tu fuerza supera mucho a la de la hermana, [38.151] pero si la fuerzas nuestros hermanos te asaltarán, por lo cual tendremos así una razón para luchar. [38.152] Entonces, haz lo que quieras. Si los hermanos te atacan, yo desconoceré tus acciones.
[39.153] El dios se dirigió hasta donde estaba Arza, hasta el lugar que los elarios llaman “Tantulimalta”, [39.154] le hirió un ala a un gorrión y lo dejó cerca de la diosa más joven. [39.155] Colmándose entonces su corazón de compasión, la que no muere se acercó al animal para ayudarlo [39.156] y, apretándole del cuello para evitar que palabra alguna escapase de su boca, la forzó y la abandonó. [40.157] Y fue la diosa hasta donde estaba Estigo, hasta el lugar que los de Meriña llaman “Taine”, [40.158] y dijo:
-¡Estigo, querido por mi corazón! He venido hasta ti porque he sufrido una aberración: a ayudar a una pequeña ave herida [40.159] me dirigí, pero era un señuelo, y nuestro hermano Codárel se lanzó sobre mí [40.160] y, apretándome el cuello, para evitar que palabra alguna se me escapase, me forzó y me abandonó- [41.161] Y Estigo le dijo entonces a Arza:
-¡Oh, hermana! ¡Malvados e impíos! ¡Soberbios y caprichosos! [41.162] Etsilio y Naúso vinieron hasta mí para que les cediese el control de los vientos como petición, [41.163] pero yo rechacé lo que pretendían y les ofrecí el cuidado de las crías de los que mueren [41.164] y Etsilio, aceptando la propuesta, me dijo que se iba para comentárselo a sus hermanos. [42.165] Pero temía que fuese mentira, porque nosotros, teniendo el control de las Fuerzas de la Naturaleza, somos los más poderosos entre los dioses; [42.166] por esto, no pudiendo ellos participar, resolvieron tener descendencia con nosotros- [42.167] Y Arza:
-Creo que es lo que dices, pero ¿qué haremos para detenerlos?- Y Estigo a Arza:
-[42.168] Yo iré hasta donde están los hermanos, que nacieron segundos, por ayuda.
Y así hizo. [43.169] Y, sola, parió la diosa cinco hijos, que nacieron viejos: [43.170] Gércorz el primero, Zarcú el segundo, Miusquedo el tercero, Vledo el cuarto y Árgal; [43.171] y parió dieciocho más, las que acompañan a la que crió el gremo, [44.172] Aleria, y, mojando los pechos con sudor, les incitan el deseo. [44.173] En primer lugar, Élide, Dolbletia, Mede, Cabaldoria, Azparcide, Alda, [44.174] Zarquedea, Afélide y Látide. Y en segundo lugar, Síspide, Cródlide, [44.175] Urtefarride, Vlede, Nórdride, Serencia, Bénide, Édide [44.176] y, la que fue la última, Circaria. Y esos fueron los hijos de Codárel y Arza. [45.177] Y Estigo se dirigió entonces hasta el lugar que los de Zarquea llaman “Ugén” para verse con sus hermanos [45.178] Allí se encontró con Bosfi y le dijo:
-¡Oh, hermana, imagen de la madre, la más buena entre nosotros! [45.179] Nos ocurrió una aberración de nuestros hermanos: Arza intentó ayudar a un ave herida, pero era un señuelo, [45.180] y Codárel la forzó axficciándola, para que no escapase palabra alguna por la garganta- [46.181] Y Bosfi a Estigo:
-¡Hermano, el más pío! Es terrible lo que me dices e intuyo que viniste por ayuda. [46.182] Dime entonces ¿Cómo crees que podemos seros útiles de alguna manera?- Y Estigo a Bosfi:
-[46.183] Sabe que una aberración entre los que no mueren es un motivo de contienda, y por ello debemos luchar contra nuestros hermanos; [46.184] pero ellos son más fuertes y grandes; por esto necesitamos ser más numerosos.
-[47.185] Entiendo lo que me dices, dijo Bosfi, y por esto te ofrezco que yascamos y te daré a los más fuertes- [47.186] Y Estigo a Bosfi:
-Lo que dices es prudente, pero hay un riesgo: si ellos ayudarán a vencer a los hermanos, [47.187] serán por esto más fuertes que ellos; y, si los hermanos además ya son más fuertes que nosotros, [47.188] temo que un día se levanten contra nosotros- Y Bosfí dijo así a Estigo, arrancándose un rizo:
-[48.189] No te preocupes. Toma este cabello mío y no lo pierdas, porque, si le roza el cuerpo a algún dios, [48.190] lo convertirá en mortal- Y Estigo entonces:
-Muy grande, hermana, es la confianza vuestra a nosotros [48.191] si nos dais tal arma, porque nos volverá invencibles ante cualquier dios; y por esto, lo honraré, [48.192] y porque, entre los hijos de Pleus y Párabas, entre los que no mueren, yo debo ser el más pío.
[49.193] Habiendo dicho esto, yacieron y doce bestias poderosas nacieron: [49.194] Sarcódar, la primera, cuyo cuerpo era similar al de un caballo, cuyas patas y cola [49.195] a la de un león, cuya cabeza a la de un águila y cuyos cuernos a los de un alce. [49. 196] Giáorz, cuya cabeza se asemejaba al de un caballo y cuyas extremidades a las de un pulpo. [50.197] Elútar, un lobo del tamaño de un oso. Erfárpal, el cuarto y el más horrible de los doce hermanos, [50.197] cuyo rostro era como el de un hombre, pero sus colmilos y cuerpo como el de un jabalí. [50.199] Después de ellos fueron Acrátar y Cadítar, la una similar a una araña y el otro similar a un escorpión, los dos del tamaño de un fortín. [50.200] Y estos fueron los primeros hijos, los que tomaron parte en la guerra de Estigo contra Etsilio[13]. [51.201] Odugnasera fue la séptima y el cuerpo asemejaba al de un gato, pero del tamaño de los hombres; [51.202] las alas asemejaban a las de un murciélago y sus tres lenguas y tres gargantas a las de la serpiente; [51.203] pero sus tres cabezas asemejaban a las de un gato. Pero no luchó contra los hermanos de Gadaquénaz[14], [41.204] porque la envió hasta Quiptó contra Dínaz, para que custodiase el ceñidor hecho para Orblula[15]. [52.205] Átaro, Fartórigo y Fartarja fueron el octavo, el noveno y la décima y, [52.206] porque Estigo los envió, a Átaro hasta Átara y a los otros dos hasta Farta, para cumplir destino, [52.207] los simbaínos los llaman así. El cuerpo del primero asemejaba al de la serpiente, del tamaño de los hombres[16], [52.208] asemejaba a un cráneo su cabeza y los colmillos a flechaz afiladas. [53.209] Los brazos y el tórax del otro asemejaban a los de los hombres, pero a los de las hormigas [53.210] asemejaban tanto el vientre como las piernas. Y el tórax de la otra asemejaba al de los hombres, [53.211] pero su cabeza, sus piernas y su cola asemejaban a los de un caballo adulto. [53.212] Y estos fueron los Gruxégreres, pero no lucharon contra los hermanos de Gadaquénaz. [54.213] Y Orgoracia fue la undécima, cuyo cuerpo, por cierto, asemejaba al de una bella diosa, [54.214] pero su abdomen, sus colmillos y sus garras asemejaban a los de los lobos. Y después de ella, Gargias, [54.215] la última y la duodécima, cuyo cuerpo, del tamaño de un fortín, asemejaba al de la serpiente, [54.216] con escamas como dagas, cabeza como la de un león y cuernos como los de un toro.
[55.217] Estigo entonces pasó el cabello por sobre la piel de la frente de cada una de las bestias, [55.218] pero rozó las pupilas de Elútar, haciéndole perder la capacidad de ver. [55.219] Estigo entonces pasó su mano por sobre la nariz de su hijo, [55.220] dándole la capacidad de olfatear la sangre que corre por las venas de con quienes se encuentre. [56.221] Y pasó los dedos por sobre la lengua de Átaro, la de Fartórigo [56.222] y la de Fartarja, para infundir de esta forma dentro sus pechos el deseo de comer hombres. [56.223] Y Gadaquénaz hizo así para enviarlos a las ciudades de los hombres que mueren, [56.224] para causarles trabajos y para que sea tarea de estos matarlos. [57.225] Su destino fue ser muertos por los hombres con la fuerza suficiente para hacerlo, [57.226] por lo cual los dioses que están en el cielo les darán entonces la gloria más alta. [57.227] Así, como las tres bestias tenían el tórax semejante a los de los hombres y además comían hombres, [57.228] en Meriña fueron “los Gruxégreres”, que en meriño es: “hombres que comen hombres”. [58.229] Y de esta forma Gadaquénaz pasó por último unos dedos por la lengua de Gargias, [58.230] dándole la capacidad de hablar con dioses y hombres, para que, si matarla [58.231] resultaba irrealizable para dioses, pudiesen disuadirla de cualquier intención impía, [58.232] pues era la más fuerte de los doce hermanos. Y así nacieron los hijos de Estigo y Bosfi.
(Continúa en la Epístola de Esfíodo)
[1] Yrtatórω, palabra con la que los simbaínos se referían al Evangelio.
[2] Sφióζ, forma masculina de Sφís, “Sofía”.
[3] Estos dioses son el resultado del sincretismo de un pueblo pre-simbaínico, los tayanos, que habitaba en Parcégar (la Simbay continental). De la lengua tayana no quedan más testimonios que los nombres de estos dioses incorporados al panteón simbaínico (y dos nombres de personajes mitológicos) y que se corresponden con otros dioses simbaínos.
[4] Bósφis sb., diosa de la tierra. Correspondiente a la Párabas simbaína. Del proto-vermárico *p(a)(r)-(a)bʰaja-os. Cf. Praбeǧøs pd.
[5] Bárvos sb., dios del cielo. Correspondiente al Pleus simbaíno. Del proto-vermárico *(p)(a)līu-os. Cf. Liu dm.
[6] Snérx sb. Correspondiente del Estigo simbaíno. Del proto-vermárico *(s)nai̯(r)k-os. Cf. Nεrг dm.; Nirk gnm.; Tair xl.; Tir ts. Cf. nεгa (“brillar”) dm.
[7] Étis sb. Correspondiente a la Cora simbaína. Del proto-vermárico *ʧoraja-os. Cf. Toruε dm.
[8] Zágbas sb. Correspondiente al Estigo simbaíno. Del proto-vermárico *(s)nai̯(r)k-abʰaja-os. Cf. Dipoε dm.; Zapje gnm.; Diskoφai xl.; Derkupae ts.
[9] Los gremos son criaturas híbridas entre hombres y peces.
[10] Los peces. De esta forma, los áltramos son hermanos directos de las aves y los gremos son hermanos directos de los peces. Pero estos, a su vez, son hermanos de los hombres, constituyendo las Tres Estirpes (Valῶs).
[11] Lo convirtió en un caballo de mar. Obátors en simbaíno es "caballo de mar" debido a este mito.
[12] Yábionc, histórico rey de Égmar.
[13] En esta versión, la que cuenta el poema que Lumpicurgo le envió a Sphiodo, Elútar toma parte en la guerra contra Etsilio y sus hermanos, mientras que Orgoracia queda fuera de la contienda. En la versión que cuenta la Epístola de Sphiodo (ver §13) ocurre lo contrario.
[14] Gadaγénax (Gadaγáñk tz.; “padre de los hombres”). Epíteto de Estigo.
[15] Orgbleylᾶs (Orgblelᾶ tz.; “la de los ojos azules”). Epíteto de Aleria. El objetivo del viaje del héroe Dínaz y la tripulación de Lero hasta Quiptó era conseguir el ceñidor que la diosa Dalia había hecho para su hija Aleria.
[16] En la Paladastía, Átaro tiene el tamaño de un hombre, pero en Sobre el Rey Crodarco y en las Crónicas de Dolmiclélida, es gigante.
Epístola de Esfiodo
(Epístola de Esfiodo, Obispo de Ifármeler, a Tirseco, rey de Tóraba)
Así finaliza, Tirseco, el escrito que recibimos de Tárgaza, pero sé que es de interés para la empresa de Dutoria y, como aún hay quienes creen en los dioses falsos en Ifármeler, aquí te enviamos escrito lo que dicen los relatos que narran los fartos. También me dijo Miquiayalíobe[1], tu pía esposa, que hay tres generales de Quirdea, a los que llamáis Agároc, Ixátdroc y Ecdioriebo, que gustan de escuchar misa y escuchar leer las Escrituras. Rogaremos a Dios para que los reciba y para que guarde a tus tropas de los de Quirdea que aman a aquellos dioses, que no son ni los dioses de los simbaínos ni el Señor de Israel. Lo que sigue es lo que hay desde donde acaba el escrito de Tárgaza. Que el Señor acompañe a los de Dutoria como acompaña a los de Farta.
de Esfiodo de Ifármeler.
[§1] Estigo entonces se dirigió a Taine y, encontrándose con Arza, le dijo:
-¡Oh, hermana mía, querida por mi corazón! Fui hasta donde está Bosfi, yacimos y de nosotros nacieron doce bestias, con una fuerza superior a la de nuestros hermanos. Ellas nos ayudarán a vencerlos y a recobrar nuestro honor- Y Arza a Estigo:
-Hermano querido, me parece inteligente lo que dices, pero creo que hay un riesgo, pues si esas bestias nos auxiliarán a vencer a nuestros hermanos, ciertamente deberán ser más fuertes que ellos, y si ellos son más fuertes que nosotros, temo que un día se revelen contra todos nosotros- Y Estigo a Arza:
-Inteligente es lo que dices, pero vacía de preocupación tu pecho, pues Bosfi me ha entregado uno de sus cabellos y me dijo que, rozándole la frente con él, se convierte en mortal a cualquier inmortal; y así he hecho con cada uno de mis doce hijos- Y Arza a Estigo:
-Grande es la confianza que nuestros hermanos tienen a nosotros- Y Estigo a Arza:
-Así es. Por ello debemos honrarlos y no traicionarlos, pues nuestro lugar en el mundo depende de todos nosotros. Y dicho esto, Estigo se dirigió hasta donde estaba Úrmal y le dijo:
-Hermano, ve y busca a Dalgo, pues debemos estar prestos antes de hablar con nuestro hermano Etsilio- Y Úrmal a Estigo:
-Hermano, haré lo que me dices. Pero ¿Cómo procederemos?- Y Estigo a Úrmal:
-Si Codárel fue el único que yació con Arza, entonces es el único que tiene la fama de haber engendrado descendencia con los dioses que controlan las Fuerzas de la Naturaleza; entonces debemos raptarlo y traerlo hasta aquí, así yo rozaré su frente con el cabello de Bosfi y, tras haberlo convertido en mortal, atravesaré su pecho con las manos y le arrancaré el corazón, matándolo así de la misma forma que maté a nuestro padre; entonces ya no tendrán el mismo estatus que nosotros, aunque los hijos de Codárel y Arza vivan-
[§2] Y habiendo escuchado y aceptado esto, Úrmal se dirigió hasta el lugar en que habitaba el dios inexperto, el cual los de Simbay llaman “Forje”, y viéndose con su hermano, le dijo:
-¡Oh, hermano mío!, nuestra hermana, la más joven, ha sufrido una abominación; fue a auxiliar a una pequeña ave que se encontraba herida, pero esta era un señuelo y nuestro hermano, Codárel, se lanzó sobre ella y, apretándole el cuello para evitar que palabra alguna pudiese salir de su garganta, la forzó y la abandonó allí; ella le dijo a Estigo lo ocurrido y él fue hasta donde estaba Bosfi y yació con ella y de ellos nacieron doce bestias con una fuerza superior a la de nuestros hermanos; ellas nos auxiliarán a pelear contra ellos y recobrar el honor de Arza; y sabe que ella le dijo a Estigo: “Hermano querido, me parece inteligente lo que dices, pero creo que hay un riesgo, pues si esas bestias nos auxiliarán para vencer a nuestros hermanos, ciertamente deberán ser más fuertes que ellos, y si ellos ya son más fuertes que nosotros, temo que un día se revelen contra todos nosotros” Y Estigo a Arza: “Inteligente es lo que dices, pero vaciad de preocupación vuestros pechos, pues Bosfi me ha entregado uno de sus cabellos y me dijo que, rozando con él la frente de cualquiera que no muere, se lo puede convertir en mortal; y así he hecho con cada uno de mis doce hijos”. Yo le he preguntado a Estigo nuestro propósito y me ha respondido: “Si Codárel fue el único que yació con Arza, entonces es el único que tiene la fama de haber engendrado descendencia con los dioses que controlan las Fuerzas de la Naturaleza; entonces debemos raptarlo y traerlo hasta aquí, así yo rozaré su frente con el cabello de Bosfi y, tras haberlo convertido en mortal, atravesaré su pecho con las manos y le arrancaré el corazón, matándolo así de la misma forma que maté a nuestro padre; entonces ya no tendrán el mismo estatus que nosotros, aunque los hijos de Codárel y Arza vivan”. Siendo así las cosas, ven conmigo, pues Estigo nos dirá lo que debemos hacer para estar preparados para hacer frente a nuestros hermanos- Y Dalgo a Úrmal.
-Hermano, querido por mi pecho, muchas cosas me has dicho y las entiendo, pero no creo poder recordarlas todas; así que espero una orden a seguir y la llevaré a término con toda alegría.
[§3] Y dicho esto Úrmal y Dalgo volvieron hasta Tantulimalta. Pero al pasar por Toriundela vieron a una joven grema. Ella se encontraba descansando en las orillas cuando Elútar se acercó a ella y la forzó. Y Dalgo, para auxiliar a la joven, lanzó hacia la bestia una de sus saetas, pero no notó que era la misma que le había lanzado a Pleus. Entonces Elútar, sintiendo el olor de la sangre del dios, se apartó del recorrido del arma y escapó de los dioses. Y Dalgo y Úrmal se vistieron con pieles de mortal y se acercaron hasta la grema y el dios de los ojos verdes le dijo:
-Joven doncella, la fiera que te atacó ya se ha ido; vacía tu pecho de todo miedo; mi nombre es Agerfio, el suyo es Úliz y venimos de Panimozi- Y la grema a ellos.
-¡Oh, divinos caballeros! Mis hermanos me llaman Faili. Os agradezco desde el fondo de mi pecho vuestra ayuda, pero mejor habría sido muerto por sus colmillos, pues pocas deshonras para mi familia y mis gentes hay como haber yacido con una bestia; os lo pido, si tenéis compasión de mí, tomad una de vuestras saetas y abrirme la garganta con ella, así nada de lo ocurrido llegue a oídos de los que mueren, que la mala fama daña mucho- Y Úliz a Faili:
-No te preocupes, pues aquella bestia que te forzó es hija de un dios y, como sabes, es el mayor honor para un mortal engendrar hijos de estirpe divina- Y Faili a Úliz:
-¿Tus palabras son verdaderas? ¿Pero como lo sabéis, si los dioses nunca se presentan ante los que mueren como lo que son?- Entonces Agerfio iba a responderle, pues notó que Úliz había cometido un error al decirle eso, pero este, cuyo pecho rápidamente se colmó de vergüenza y culpa, le respondió apresurado:
-No se me ocurre mentira que decirte para disuadirte, así que te diré palabras verdaderas; somos ambos dioses y pasábamos por aquí porque nos dirigíamos hacia Tantulimalta para ver a nuestros hermanos- Y diciendo esto se desnudó la mano, mostrándole la divina piel a la joven- Entonces ella a él:
-¡Que todos los inmortales me perdonen! Un mortal no puede ver a un dios- Y Agerfio, hasta cuyo pecho llegó una rápida idea, a Faili:
-Descanse tu pecho, pues al divino hijo de tus entrañas los dioses le darán un trabajo divino; entonces ven con nosotros y te llevaremos hasta nuestros hermanos, para que le den tal tarea; y tu estirpe será redimida y honrada entre los que mueren.
[§4] Y la joven grema aceptó y se fue con ellos hasta Tantulimalta. Entonces habiendo visto Estigo llegar a sus dos hermanos, colmándose su corazón de cólera, les preguntó:
-¿Por qué habéis traído a un mortal? ¿Acaso no sabéis que ellos no pueden vernos, que esto es razón de muerte para ellos? Nuestros asuntos no les conciernen a ellos- Y Úrmal a Estigo:
-Vacía tu pecho de preocupación; esta joven fue forzada por uno de tus hijos, pero Dalgo logró ahuyentarlo con una de sus saetas; así, el hijo que surja de sus entrañas será divino por tu estirpe.
Habiendo dicho esto, Estigo se calmó y llamó a Arza para que asista a la grema a parir. Y de ella nacieron trece hijos nacieron: el primero fue Váldoz, Tumetpamo el segundo, el tercero Plurgo, el cuarto Arvalgal, la quinto Elaparmo y el sexto Faldábalto; y los cuerpos de estos seis eran de dioses y sus partes finales asemejaban a los peces; luego parió Faili seis hijos más: Roco fue el séptimo, Gálbido el octavo, Ergacadagipamo el noveno, Gilturpamo el décimo, Goicagal la undécima y Zarjarxorgo el duodécimo; y los cuerpos de estos seis eran de dioses y sus extremidades asemejaban a la de los lobos. Y Estigo pensó en todo el tiempo que pasó y que al no poder hablar rápido con sus hermanos uno de sus hijos yació con un mortal. Y debido esto, Estigo decidió asignarles a los primeros seis hijos de Elútar y Faili la tarea de llevar los mensajes entre los que no mueren, porque con sus colas podían nadar rápido dentro de las aguas del Pleo, y a los otros seis la tarea de llevar los mensajes de los dioses hasta los que mueren y de los que mueren hasta los dioses, porque con sus patas podían correr rápido sobre la tierra. Y así fue.
[§5] Pero Faili tuvo un último hijo, cuyo cuerpo asemejaba al de un perro, sus astas a las de un alce y su parte final a la de un pez. Y Estigo notó que por su cola no podría correr sobre la tierra y por sus astas no podría sostenerse sobre las aguas de los mares, y, para mayor pesar para el cachorro, había nacido ciego como su padre; así que el dios pasó los dedos por su lengua, le dio la capacidad de hablar con los que mueren y con los que no mueren y luego pasó los dedos sobre su frente y le dio la capacidad de saber todo lo que todos los hombres aprendiesen, pero los dioses son sabios y Estigo sabía que aquella criatura no tendría descendencia, pues no había otro como él en el mundo, y que no tendría estatus ni hogar en ninguna ciudad, pues solo los hijos limpios de Escálbarmo podían tener lugar en las sociedades de los que mueren, así que pasó sobre su frente el cabello de Bosfi, para que sus pesares no durasen hasta que muera el tiempo y, colocando los dedos sobre su pecho, lo colmó de piedad y de lealtad y le dijo: “Tú, hijo de mi estirpe, serás la criatura más sabia entre los que mueren y la más pía y fiel entre los que mueren y los que no mueren; tu pecho estará siempre colmado de sentimientos justos y dispuesto a auxiliar a los hombres; por eso tu nombre será Brucal y cuando tu vida se fatigue, tu alma sin mácula será llevada al lugar más bello del Pleo”.
[§6] Y habiendo dicho esto, Estigo envió a la bestia hasta su hermana Ercazia y esta, vestida con la piel de una mortal, lo llevó hasta Átara acompañada de Garmón y allí lo cuidaron mientras fue cachorro. La hija de Estigo le enseñó a hablar para convencer, prevenir y enseñar a los hombres y Ercazia le enseñó el gobierno de las ciudades, la naturaleza de los deseos de los hombres, de sus sentires y de sus miedos; y cuando devino adulto, lo llevó hasta Farta y, desnudando la piel divina de sus manos, le dijo: “¡Oh, hijo, la bestia más pía y sabia entre los que mueren! Los dioses han querido que tu destino sea grande: sabe que nunca tendrás descendencia y que no habrá sociedad entre los mortales que te permita gobernar ni ostentar estatus alguno; Estigo te colmó con los sentimientos más píos y con el conocimiento más grande entre todos los que mueren hasta el tiempo en el que la muerte te alcance; así tu vida será aconsejar a los hombres, a los áltramos y a los gremos y alejarlos lo más que puedas de los errores que matan y de los fines que condenan el alma y destruyen ciudades, y, tras muerto, entonces, tu alma será llevada hasta el lugar más bello del Pleo”. Y Brucal a Ercazia “¡Oh, divina madre! Tus palabras lastiman mi pecho como espinas de rosa las yemas de los dedos a un niño, pero este se templa al saber que los dioses han querido asignarme una tarea divina y por mi honor que la llevaré a término cada vez que deba, y que mi vida será para honrar al Plerco”. Así, la diosa dejó a la bestia a orillas del Pocustea, cerca de Telmízer, y, desvistiéndose de la piel de mortal, regresó con sus hermanos.
[§7] Los fartos dicen que la vida de Brucal fue larga como las orillas de Parcégar y que, nadando bajo las aguas del río, a muchos hombres ayudó y a muchos alejó de la muerte y la impiedad. Y fue entonces que, saliendo de Clatis, Dínaz, el más famoso entre los de Dutoria y el más grande entre todos los simbaínos, llegó hasta las aguas del Pocustea, pero no pudo ver el puerto de Telmízer, temeroso porque en ese entonces Dercan de Ifármeler había expulsado a las tropas dutorianas de Albigalo que fueron hasta Quiptó, pues los de Dutoria temían que la asociación entre los fartos y los meriños hubiese podido facilitar a aquellos la entrada a Parcégar, y por esto y por muchas otras razones Dutoria puso en entredicho la paz signada por la Liga de Todos los Pueblos de Simbay. Entonces Dínaz rogó a los dioses y Roco, escuchándolo, se dirigió hasta donde estaba su hermano y le dijo:
-Brucal, querido por los que no mueren; me ha solicitado Dínaz, el más grande entre los hombres, y busca tu auxilio para poder entrar a Parcégar- Y Brucal, habiéndolo escuchado, se dirigió hasta la embarcación y, viéndose con el de Zundea, le dijo:
-¡Divino hombre! Ha venido hasta mí mi hermano Roco, el dios que lleva las nuevas de los de Farta, y me dijo que venga hasta ti para socorrerte- Y Dínaz a Brucal:
-Hijo de la estirpe de Estigo, he venido desde Clatis para llegar a la tierra de los tárgazos, pues allí se encuentra un vestido que debo llevarle a Orblula- Entonces la bestia lo llevó por las aguas del río hasta el puerto y, agradeciéndole, el joven le dijo:
-Nos has guiado bajo la guardia de los dioses hasta las puertas de Parcégar y nos has dicho lo que nos espera y qué debemos hacer para seguir. Dime pues cuál es el precio de tu amabilidad, para poder honrarte por tu disposición.
-Si fueses cualquier otro hombre, le dijo el hijo de Estigo, solo te pediría que me dieses algún pez o alguna carne de res que comer; pero mis dientes son astillas en la boca, mi aleta es de papel incluso para las aguas de este río manso y mis pulmones ya no respiran, sino que expulsan el aire como la sangre que un corazón ya no puede empujar contra una herida de la guerra; pues por más largas y pías que sean las vidas de los hijos de los dioses sobre la tierra, las dos hijas de Estigo tienen un destino guardado para todos y hoy mi hermano Roco me ha traído la noticia del mío para dar descanso a este cuerpo cansado. Y Dínaz, que comprendía las palabras divinas de la bestia, le dijo:
-Sé que los dioses dispusieron que la única fama para las bestias fuese morir por la mano de los hombres fuertes y comprendo tus palabras, aunque llenen de tristeza mi pecho.
Y tomando la lanza de Caldino, la clavó en el pecho de Brucal, abriéndolo del cuello al diafragma, escapándose de él todos sus píos entusiasmos y todas las penas que le trajeron los años, y su cuerpo viejo tocó el suelo antes que la sangre que brotaba de la herida. Y Dínaz, cuyo pecho no dejaba de vacilar en la compasión, tomó los huesos de la bestia y los llevó hasta la cima del Latpserco y los enterró bajo la tierra. Entonces, Estigo los convirtió en semillas de algarrobo, que germinaron allí durante el invierno. Por esto los de Farta llamamos a este árbol el germombadís[2]. Y sabe, Tirseco, que Dios, Nuestro Señor, es muy sabio y que, a este lugar sagrado, a donde los de Farta se dirigen para orar a los dioses falsos, llegó San Arquideo, cuando aún los adoraba también, y allí, en la parte más alta de la montaña, mientras buscaba a los ídolos, se le apareció Nuestra Madre para que llevase la Fe a todos los de Simbay.
[§8] Entonces Estigo envió a Valdoz hasta Balzira para solicitarle a Etsilio que elijan entre dos optativas: que entreguen a su hermano para que los dioses del Plerco recuperen el honor o que acepten entrar en guerra con ellos. Y comprendiendo el mensaje completo, Váldoz partió hacia Balzira, pero Estigo recordaba que Etsilio le había mentido diciéndole que aceptarían la tarea de cuidar de las crías de los que mueren antes de que Codárel forzase a su hermana. Entonces envió a Arválgal hasta Naúso, el cual es igual de inteligente que su hermano, pero por el contrario a él es pío y no puede mentir, para que le pregunte la verdadera decisión que habrá tomado Etsilio. Y dicho esto, el dios se fue detrás de su hermano. Entonces Váldoz fue hasta Balzira y, al verse con Etsilio, le dijo:
-Hijo de Pleus y Párabas, grande y fuerte, soy hijo de tu hermano, que me envía hasta ti, pues desea reparar la abominación que Codárel inflingió sobre Arza; y ha decidido ofrecerte dos opciones: ora que entregues a tu hermano el más impío a tus hermanos más jóvenes para que ellos determinen su destino, o que aceptes entrar en guerra con tus hermanos- Y Etsilio a Váldoz:
-¡Oh, joven dios veloz! Comprendo tu mensaje y las intenciones de mi hermano, mas no sé de qué me hablas respecto a mi otro hermano, ni por qué razón desean que lo entreguemos a ellos; por esto, la única opción viable es aceptar la guerra, así que dile a Estigo que vaya hasta la isla del sur- Y comprendiendo el mensaje y licenciándolo Etsilio, Váldoz se dirigió hacia Estigo de nuevo, entonces llegó Arválgal a Balzira y, encontrándose con Naúso, le dijo:
-Naúso, dios bueno, me manda tu hermano para preguntarte respecto a la abominación que ha sufrido tu hermana por tu hermano Codárel, pues Estigo confía en ti y sabe que no dirás mentira; dime pues si vosotros sabíais antes de que ocurriera las intenciones de vuestro hermano- Pero Naúso, aunque no podía mentir, no se había reunido con sus hermanos, por lo que no escuchó a Codárel manifestar sus intenciones y, por esto, le dijo:
-¡Oh, joven dios! Estigo es justo e inteligente, mas no sé de qué me hablas; la última vez que lo vimos fue con Etsilio y Estigo dijo que no nos cedería el control de ninguna Fuerza de la Naturaleza, pero no estaba Codárel en ese momento. Y, habiéndolo licenciado Naúso, volvió hasta Estigo.
Entonces Etsilio tomó los cuerpos sin alma de los hombres que yacían por todo el mundo después de muertos y con ellos moldeó a cinco criaturas horribles, cuyo cuerpo era similar al de los perros, sus alas eran como las de un águila y su cabeza como la de los búhos, pero cuyos ojos eran del color de la noche y con cuernos como los de los toros. Y llamó Párguil, al primero, Dráctarz al segundo, Escáldrida a la tercera, Ruscúsnosa a la cuarta y Dolbarmé al quinto. Y Galas fue hasta Farta y tomó una piedra con la que se cortó la carne del pecho, derramándola sobre las aguas del Zambo y de estas surgió un enorme ser, con un cuerpo similar al de la serpiente, pero que rodeaba la cintura de Párabas, con la cabeza de un perro, pero que tenía el tamaño de las fronteras de Miusoria, y con los brazos de un gorila, pero del alto de seiscientos elefantes. Y Galas le llamó Zorrelea.
[§9] Entonces Estigo se dirigió hasta Xámesi, el lugar que luego los simbaínos llamarán Darto. Este reino vio muchas cosas grandes durante los siglos. A ella se dirigió Dínaz y la tripulación de Lero saliendo de Ýnul y antes de irse hacia Tergina. Allí se encontraron con Ugargoraco, sacerdote consagrado a Orblula, quien los albergó en su casa. Ugargoraco vivía con su hijo, Gauno, a quien su padre convirtió en perro para que fuese hasta la ciudad a robar a quienes vivían allí, para que no supiesen quién era y para que no lo alcanzasen y lo matasen. El joven era de malos hábitos e intentó robar la daga de Dínaz en la primera noche que durmieron en su casa, pero los de Darto habían orado a Tréntilo[3] para que Estigo los librase del ladrón y, oyendo la solicitud a través de su hijo, el hijo de Pleus la aceptó y envió hasta Ribacarú[4] una mosca que, volando junto al oído de Dínaz, lo hizo despertar y, viendo al perro cerca de sus armas, tomó la daga con la mano y la clavó en el pecho del animal, matándolo. Pero Ugargoraco supo de la muerte de su hijo y sospechó de sus huéspedes, por lo que en la segunda noche se adentró en la habitación y, revisando las armas, supo que era la daga de Dínaz la que lo había matado. Por esto, puso un hechizo sobre esta, de forma que se mantendría frágil y corta durante la mayor parte del tiempo, pero se volvería dura, larga y afilada cuando el pecho de su portador se llenase de odio contra su oponente. Al día siguiente, Dínaz y los tripulantes de Lero dejaron la casa del viejo sacerdote y se dirigieron hasta Agaxín, en donde se encontraron con Enatelio.
[§10] Pero Sabe, Tirseco, que el rey de Darto, cuando Dínaz pasó por allí, era Ungipamo, el único hijo de Darlenco. Su madre, Dercaníobe no conocía fama en la estirpe de su esposo, yació por esto con Tréntilo y de esto tuvo un hijo para asegurar así una descendencia divina, Elvenmidú y, cuando lo llevaba en su vientre, hizo pensar a Darlenco que era hijo de él. Pero habiendo nacido el niño, supo el Rey por la belleza de este que no era de descendencia humana y tuvo un hijo con su esposa, Ungipamo, a quien, después de que ambos hijos devinieron adultos, Darlenco, al morir, entregó el dominio de Ribacarú, porque sabía que era el heredero legítimo de su linaje. Pero también Ungipamo sabía que, si moría sin tener hijos, su hermano podía tomar su lugar, por lo que oró a Tréntilo para que Estigo le bendiga con descendencia. Y el dios a él: “Hombre bueno y sabio a pesar de tu joven edad, que ese pesar abandone tu corazón; yo iré hasta Estigo y le transmitiré tu solicitud”. Pero los dioses de los simbaínos son impíos y Tréntilo fue hasta Afélide y le dijo “¡Hermana, la más bella entre todas las que no mueren, vengo aquí para pedirte un favor importante! Un rey mortal de Xámesi, Ungipamo, me ha solicitado que vaya hasta Estigo y le diga que lo bendiga con descendencia, pues no tiene hijos y teme morir joven en la guerra. Hay una áltrama, Várduc, que es hija de Elaparme y, si tus ojos, del color del citrino, colman de deseo los pechos de los que no mueren, los de ella colman los pechos de los que mueren. Por esto, te pido, si así lo desea tu pecho, que vayas hasta Ungipamo y, tocándolo con tus manos, hagas que sienta deseo por esta, la cual, por su belleza y su estirpe le dará mucha fama entre los mortales.
[§11] Así, la diosa aceptó la solicitud y, vistiendo la piel de Elvenmidú, acompañó a Ungipamo hasta los Elsirunas para cazar ciervos. Allí lo llevó hasta los pies del Moltinoria, en donde vivía Várduc, y lo hizo subir. Y cuando la diosa vio a la áltrama fuera de su morada, simulando que tropezaba y estirando su brazo hacia el pecho de Uguipamo, rasgándole el umale[5], rozó su piel con los dedos divinos. Por esto el rey deseó y desposó a la áltrama y de ella tuvo un hijo, Dasco, que nació con los ojos iguales a los de su madre. Y cuando el niño devino adulto, deseó a su madre y, habiendo yacido los dos, engendraron un solo hijo, Orgaldo, al cual Ungipamo crió como su hijo. Pero la ambición de Dasco no tenía fin y mató a su padre para gobernar antes del tiempo establecido por las hijas de Estigo. Cuando Orgaldo devino adulto, su madre lo deseó, pues tenía los ojos iguales a los de ella y a los de su padre y, así como hizo con este, cometió la misma abominación de nuevo. Pero Dasco pensó que, así como él mató a su padre para quedarse con el trono, su hijo podría hacer lo mismo y, aún si no fuese así, los hijos de este podrían hacerlo por él. Así, más por el miedo a entregar su dominio que por amor a su vida y al honor de su estirpe y el de la ciudad, el rey fue hasta la habitación de su hijo y, tomando su daga con la mano, le arrancó los ojos de las cuencas. De esta forma, pensó que Várduc ya no lo desearía. Pero ella con el tiempo se mostró embarazada. Entonces Dasco quiso matar a su hijo y a su madre antes de que pariese. pero Estigo supo de sus pensamientos y, colmándose su pecho de pesar, llamó a Tréntilo y le dijo: “¡Ay, hijo mío! ¡Qué destino espera a Darto! Ya dos veces hubo muilastía y Dasco ha matado a su padre antes de tiempo y ahora busca matar a su madre y su hijo, por lo cual no buscará engendrar con otra hembra y la estirpe noble de Ribacarú moriría con él. Ve entonces, hijo mío, y dile a su hijo Orgaldo que huya de la ciudad, que vaya hasta la casa de Blirrozardo, en Ýnul, pues él es muy pío, comprenderá su situación y los acogerá a los dos”. Entonces el cruel dios se dirigió hasta Orgaldo y Várduc y les comunicó que Dasco pretendía asesinarlos, pero en vez de decirles que fuesen hasta Etquea, le dijo: “¡Orgaldo, hijo de Dasco! La nueva que te traigo no es buena, pues tu padre quiere matarlos a ti y a tu madre. Pero no temas, pues tienes la protección de Estigo, y él te acompañará para que lo mates, pues el trono de Darto es tuyo, por voluntad del Plerco”. Y después de decir esto, el cantirrádaz le entregó una zarza. De esta forma, Orgaldo, en lugar de ir hacia Ýnul, se dirigió junto con su madre hasta la habitación de Dasco, pero este adivinó sus intenciones y se enfrentó a su hijo con la daga en la mano, clavándola en su pecho. Entonces, enloquecido, Orgaldo atacó a Dasco con la zarza, quemándole los ojos. Pero Estigo los vio y, antes de que se matasen entre sí, les quitó a los tres todas sus características humanas. A Dasco lo convirtió en alcaudón y a Orgaldo en nictibio. Y Estigo hizo crecer de los ojos de Várduc dos huesos, uno por cada uno de sus abominables hijos, y de los huesos hizo crecer cabellos. Pero la mortal no se encontraba herida como ellos, escapó del dios antes de que terminara de transformarla; y tuvo su cuerpo de mujer, pero su cabeza no terminó de devenir la de un ave y tenía cara plana, boca de hueso, pero pequeña como la de los hombres, y ojos del color del citrino. Pero Estigo los castigó, haciendo que ya no colmasen de deseo, sino de miedo el corazón de los mortales. Y cuando terminó su gravidez, parió dos grupos de hijos: los búhos y las lechuzas.
[§12] Y los primeros que llegaron fueron Párguil y Dráctarz y Estigo econtrándose con ellos, les dijo: “Bestias terribles, pienso que los ha enviado mi hermano Etsilio ¿Son verdaderas mis palabras?” Pero las bestias no hablaban la lengua de los dioses y arremetieron contra él y Párguil con su pico le arrancó los dos dedos de en medio de la mano. Y las bestias se fueron lejos, pero Estigo no las buscó. Entonces el dios fue hasta Ýnul, en donde se vio con Dalgo, quien le entregó dos puntas de sus saetas, que puso en el lugar de sus dedos. Y Estigo llamó a Váldoz y le pidió que buscase a Cadítar, pues con su tamaño podía alcanzar a esas dos bestias que volaban alto. Pero el pecho de Dalgo se llenó de celos viendo que los hijos de Estigo y las bestias creadas por sus hermanos entrarían en lucha y él no. Y por esto fue hasta Forje y allí vio a Dayecparmia, acompañada por Elaria, quien llevaba a Ergalarro. Y el dios tomó al niño cuando ambas no lo miraban y dejó en su lugar una amapola, a la que vistió de una piel similar a él. Entonces lo llevó hasta Etquea y le enseñó a manejar el arco y las flechas. Y cuando el niño se volvió adulto lo llevó a Darto, junto con Estigo y Cadítar. Y cuando vieron allí a Párguil y Dráctarz, habiendo vuelto estas a la ciudad, Ergalarro lanzó sus saetas contra las alas de las bestias, consiguiendo que no pudiesen alzarse, y Estigo las mató clavando las puntas de saeta en sus ojos, los cuales se llenaron de sangre y de la herida surgieron miles de ratas de ojos rojos. Y Estigo, tomando de vuelta sus dedos y poniéndolos en su lugar, le entregó las puntas de saeta a Ergalarro. Y este fue de vuelta hasta Forje. Allí se unió con Zerméclet y de ellos nacieron dos hijos: Torgo y Enatelio. Torgo fue reclutado por Shédar y llevado a Zundea y Enatelio se quedó en Forje y tuvo el trono. Y Ergalarro le entregó a su hijo las dos dagas, a las que el padre llamó Estiquídar. Y Enatelio se unió a una mujer llamada Megaya y de ellos nació Lardia. Y el rey recibió a Dínaz en su corte, pero el pecho de la joven se colmó de deseo por él y lo visitó por tres noches cuando dormía. De estas uniones Lardia parió dos hijos: Tordes y Axanígodes, quienes se disputaron la corona de Forje después de la muerte de su padre. Pero en la cuarta noche Dínaz despertó y, viendo a la joven sobre él, tomándola del cuello, la obligó a jurar que no diría palabra alguna a su padre sobre lo que había pasado. Y ella juró a Dínaz, pero desde niña estaba prometida a un joven de noble estirpe, cuyo nombre era Úquer, hijo de Gradárez e Iponia. Pero, aunque deshonró el juramento diciéndole lo que ocurrió a este, Dínaz los perdonó, pues veía vergüenza en matar a dos jóvenes imberbes y casaderos. Y en la corte de Enatelio se encontró con Gígar de Ifármeler, quien es hijo de un buen cortesano llamado Merz y su esposa Tigia. Él le presentó a su hijo Ulio, el que engendró con Adote, que era hija de Quelio y de Irte. Y habiéndole manifestado el joven a Dínaz el deseo de acompañarlos en la empresa, Dínaz lo aceptó y su padre le dio a cada uno de los tripulantes de Lero un caballo. Pero Lero regresó entonces a Tóraba, pues su embarcación no podía entrar por ríos. Y entraron a la Isla de Xámesi por el Quíril, llegando hasta Toriundela. Allí Dínas mató a la bestia Elútar, pero esta le arrancó un brazo a Ulio.
[§13] Y Escáldrida y Ruscúsnosa fueron hasta Ribacarú y hasta allí envió Estigo a Acrátar y Cadítar. Y Cadítar con su cola atravesó el pecho de Escáldrida en el aire, arrancándole de él la vida, pero Ruscúsnosa, con su pico, le cortó la cola a la hija de Estigo y Bosfi, que murió cuando su cuerpo se drenó de sangre. Y Acrátar no pudo alcanzar a la bestia, que se alejó por los cielos. Entonces Estigo envió a su hija Orgoracia[6] a socorrer a su hermana. Ruscúsnosa regresó y se lanzó sobre Acrátar, la cual le mordió una pata, pero la bestia le cortó con su pico el cuello, separándole la cabeza del cuerpo. Entonces Orgoracia, que corría como un lobo, alcanzó a Ruscúsnosa antes de que remontara vuelo y, de una mordida, le abrió el pecho y la mató, pero el veneno de su hermana ya corría por las venas de la bestia y, junto con la carne, lo tragó, haciendo que entrase a su cuerpo y muriendo allí junto con el resto de las bestias. Y del pecho del cuerpo muerto de la hija de Estigo y Bosfi nació otra bestia, con cuerpo similar al de las mariposas, pero del tamaño de un fortín, a la que los de Darto llamaron Tartáfabi por el elegante movimiento de su cuerpo en los cielos. Ella fue madre de las márdragas[7], dos de las cuales, Orgaltia y Palcurra, mataron a Cáltaz en Clatis. Después de que Dínaz y la tripulación de Lero dejaron Tergina, se dirigieron, entonces, a la isla. Allí durmieron una única vez. Cáltaz se despertó en mitad de la noche y, saliendo del gutau[8], se acercaron a él dos mujeres, quienes le dijeron que sus nombres eran Orgaltia y Palcurra, que eran ciegas y que buscaban quien las guiase de vuelta hasta la ciudad. Y Cáltaz accedió llevarlas, pero rendido su pecho por la belleza de Orgaltia, intentó forzarla al llegar a un claro de luna. Entonces, la joven mujer y su hermana descubrieron sus mandíbulas de insecto y con ellas devoraron la cabeza del marín. Tartáfabi también fue madre de Gorapleya, quien, en la misma noche, secuestró a Ulio y a Quirquirio cuando estos aún no habían vuelto de cazar liebres, y los convirtió en cobayas. Además, antes de retirarse del gutau, se presentó en los sueños de Caldino, vistiendo la piel de Timaqueo, y lo convenció de que dejase la empresa de Dínaz y buscase el cinturón de Orblula por sí. Y habiendo escuchado esto, Caldino se levantó y, saliendo del gutau, se dirigió al bosque para sorprender a Dínaz y matarlo. La barca de Coraya estaba sobre el gutau cuando Dínaz se despertó y, al ver que no estaban Ulio y Quirquio, salió a buscarlos. Y en el camino, Caldino lo emboscó. Pero Dínaz, por ser más joven, era más fuerte que el viejo militar y, sacando su daga, obligado por su compañero, lo mató. Entonces vio la morada de Gorapleya y, solicitándola, le expuso sus intenciones de liberar a sus compañeros. Para ello, la mujer le obligó a pasar tres pruebas: Primero tuvo que llevarle uno de los pavos de Tadiro, un joven dios hijo de Estigo y Arza que los criaba en una zona alejada de la isla y Dínaz, venciendo en combate al dios, trajo vivo uno de sus pavos. Después, en segundo lugar de esto tuvo que vencer en lucha a Coraquedaya, la más rápida de la isla, una de los dos hijos que la mujer tuvo con el dios. Dínaz la venció y, quitándole el casco, no la mató, pues vio vergüenza en dar muerte a una joven imberbe y casadera. Después, en tercer lugar, tuvo que capturar a Dractorgo, el más veloz perro de caza de la mujer, un animal que solo tenía el ojo derecho, y Dínaz lo alcanzó abordándolo desde la izquierda. Entonces la Gorapleya accedió a liberar a los compañeros y le ofreció a Dínaz su hijo más amado, Carta, quien era un gran arquero, educado por el dios inexperto, para que lo acompañase. Y Dínaz accedió.
[§14] Entonces Dolbarmé llegó hasta Toriundela y Estigo envió hasta allí a Sarcódar. La bestia era grande y esbelta y alcanzó rápido a Dolbarmé cuando reposaba en el suelo para descansar. Y de esta forma le rompió un ala, con sus garras. Dolbarmé le abrió la garganta con su pico, pero antes de morir la bestia lo alzó del suelo y lanzó a Dolbarmé contra una piedra, abriéndosele la cabeza. Entonces, tras muerta su hija, Estigo tomó sus astas y, plantándolas en el suelo, germinó un fresno. Y Estigo envió al zambo a Griáorz, la yegua de los mares, pero Zorrelea, la hija de Galas, era más grande y fuerte y, lanzándose sobre ella, la devoró. Entonces Etsilio y sus hermanos llegaron hasta Tergina. A esta isla, Tirseco, llegó Dínaz y su tripulación antes de partir hacia Clatis. Enatelio dirigía la nave y, estando la tripulación aún en Xámesi, le había sugerido al héroe ir hacia Farta porque sabía que por las aguas del Zambo deambulaba la bestia, la que hundía barcos con sus hombres. Pero Dínaz no podía entrar por Farta, por lo que, no acatando el consejo de Enatelio, le ordenó ir hacia las Shulas. Así el capitán pactó llevarlos hasta allí, pero después volvió hasta Agaxín. Dínaz mató a la bestia sin perder a ningún marín, pero al llegar a la isla un ladrón vestido de mendigo se les acercó en el puerto y consiguió quitarle la daga a Dínaz y, huyendo de él, corrió hacia la ciudad, escondiendo el arma detrás del umale, cerca del pecho. Al darse cuenta, Dínaz lo persiguió hasta la ciudad, junto con sus compañeros, salvo Quirquirio, que se había quedado cuidando la nave, y el pecho de Dínaz se llenó de odio contra el ladrón, haciendo que la daga creciese entre sus ropas y se volviese filosa como los colmillos de un lobo, clavándose en el pecho, por en medio de las costillas del ladrón, que murió allí, antes de entrar a la ciudad. Entonces, Naúsia se acercó al él y, quitándole la ropa, supo que era su hermano Escáldrido. Ambos eran hijos de Learcado, que era rey de la isla, hijo de Tétiaz y Arrodbepamia, que eran ambos hermanos hijos de Férom, rey de Leldo, y Quila, nacida en Tergina. Así, Naúsia, habiendo ordenado buscar al asesino de su hermano, llevó su cuerpo hasta la corte de su padre y sus ipotcodos[9], que fueron hasta el puerto, apresaron a Quirquirio, pues no lo habían visto antes en la ciudad, lo llevaron a los calabozos y estuvo allí durante tres días. Al tercero Laercado anunció a la ciudad que al prisionero le realizarían la ciraxcía[10] si no se presentaba el asesino de su hijo. Y Dínaz, que se encontraba en la ciudad y no quería que su amigo fuese muerto, se dirigió hasta la corte del rey.
[§15] Entonces Etsilio mató a ciento ochenta áltramos y con su carne y sus plumas moldeó un águila[11], cuyo cuerpo era del tamaño de un fortín. Luego arrancó plata y hierro del cuerpo de su madre y con ellos construyó sus garras y su pico. Luego, tomó agua del mar Zambo[12], la convirtió en cristal y con él, hizo cuatro ojos que le colocó en la cabeza: dos en el lugar en donde las águilas tienen los ojos y dos bajo la garganta. Pero, Etsilio no tenía la capacidad de infundir vida como Estigo, por lo que Codárel y Galas se arrancaron cada uno una mitad del corazón y, se las colocaron a la bestia, de manera que llevaba la misma vida y la misma alma de los dos dioses. Pero Dalgo la mató, atravesándole el pecho con una saeta, matando también de esta forma a los dos hermanos. Entonces, Estigo moldeó con los restos de la bestia cuatro halcones, cada uno con un ojo, dos de ellos con garras y pico de plata y dos de ellos con garras y pico de hierro, para que cuidasen las caras del muro que protege la entrada al Plerco, que dan hacia la morada de cada uno de los vólteres[13], mientras que los otros cuidarían los ángulos. Pero las aves sabían pelear por la comida, mientras más de un intruso, aprovechando que estaban distraídas, consiguió entrar, y por esto el dios le quitó a cada uno el ojo y los colocó sobre cada muro. Así, estando su radio bajo el muro, cada uno no podía ver qué presas se acercaban al muro que custodiaban sus otros hermanos. Luego, colocando sus manos sobre las cuencas vacías, conectó de nuevo los ojos con sus almas. De esta forma, las aves recorren los aires bajo el Pleo todos los días, escuchando con sus oídos a los animales sobre Paras, mientras ven lo que ocurre ante el muro del Plerco.
[§16] Entonces Estigo tomó los cuerpos de sus hermanos y los distribuyó por todo el cuerpo de Paras, convirtiéndolos en las rocas que lo adornan. Y Estigo envió a Erfárpal contra Etsilio. La bestia era rápida y le arrancó las piernas y dos de los brazos con los colmillos. Pero el dios le arrancó con los otros dos brazos cada uno de los colmillos y los clavó en los ojos del hijo de Estigo y Bosfi, matándolo. Pero Etsilio ya no podía levantarse del suelo y fue muerto entonces por la daga de Estigo, que lo decapitó. Y Úrmal construyó con su cuerpo los palacios de los dioses[14], sobre el pecho de Párabas, bajo la herida mortal de Pleus. El dios construyó una gran plataforma que sostiene los castillos de oro y cristal en donde pasan sus días los que no mueren. Y viendo Estigo que las almas de los hombres y de los animales muertos por Dalgo vagaban sin destino sobre la tierra, asustando a los que mueren, tomó las partes del corazón de Párabas y moldeó con ellas a los vólter, les infundió vida y fueron cuatro: Cténmor, cuyo pelaje es amarillo, cuyos ojos son azules y cuyas orejas, patas y morro son negros y a quien Estigo llevó al fin de Párabas después de Dutoria[15], en donde construyó su morada; Zarlus, cuyo pelaje es blanco, cuyos ojos son azules y una franja negra recorre por cuya espina y a quien Estigo llevó hasta el fin de Párabas después de Zarquea[16], en donde construyó su morada; Démura cuyo pelaje es gris, cuyos ojos son verdes y cuyas patas son blancas y a quien Estigo llevó hasta el fin de Párabas, en donde comienza el recorrido de Azur y Coraya[17], en donde construyó su morada, sobre la frente de la Madre; y Fáiver, cuyo pelaje es negro, cuyos ojos son azules y cuyo vientre es gris y a quien Estigo llevó hasta el fin de Párabas, en donde acaba el recorrido de Azur y Coraya[18], en donde construyó su morada, en Balziras. Entonces Garmón les enseñó a hablar y Fáiver y Démura yacieron y de ellos nacieron cuatro hijos, Ariria, Caifas, Gedos y Apatia, y a cada uno de ellos Estigo le asignó una tarea: a Ariria la tarea de buscar y guiar las almas de quienes mueren de forma tranquila, a Caifas la tarea de buscar y guiar las almas de quienes mueren luchando, a Gedos la tarea de buscar y guiar las almas de quienes mueren de forma violenta, fuera del campo de batalla, y a Apatia la tarea de llevar las almas que llegan a la casa de Démura hasta las moradas de los mortales que engendran e infundírselas a sus hijos. A Fáiver, Estigo le enseñó la facultad de moldear almas a partir de la sangre de Pleus y la de quitarles la memoria a las almas de aquellos que murieron. Y a Démura, Estigo le enseñó la facultad de infundir la memoria a los mortales. Entonces los cuerpos adultos de Azur y Coraya desprendían una luz que iluminaba todo el cuerpo de Paras, y Estigo les asignó la tarea de observar la actividad de los hombres y alumbrar el camino a las criaturas mortales. Como la luz de Azur era más fuerte, él alumbra a las criaturas del día, que son las más débiles y, como la luz de Coraya era más tenue, ella alumbra a las criaturas de la noche, que son las más más fuertes, pues se mueven entre las tinieblas. Entonces Azur construyó una barca de la madera que Úrmal hace nacer de la carne de la madre, para surcar el Pleo, y lo mismo hizo Coraya. Y, al ver esto, Estigo les designó otra tarea: la de guiar a las almas de un fin del Pleo a otro.
[§17] Sabe, Tirseco: de esta forma los de Simbay ven el camino de la vida y a la muerte ordenado así: después de que nace una persona, Garmón se dirige a la morada de Fáiver para avisarle y este crea un alma de las aguas de Ocón, la cual entrega a Coraya, quien se tapa con una manta para no alumbrar a las criaturas bajo la tutela de su hermano. Y lleva el alma durante el día hasta el Plerco, en donde Parble la colma de vida, y el dios la entrega de nuevo a la diosa, que la lleva hasta la morada de Démura, la colma de memoria y la entrega a Apatia, quien la lleva hasta la morada de los que mueren y colma con ella el pecho de los nacidos. Entonces, habiendo entregado el alma Coraya parte hacia el Plerco, alumbrando en su camino a las bestias de la noche, y llega al Plerco, en donde avisa a Estigo de lo que ocurre sobre Párabas y continúa hasta la morada de Fáiver. Por otro lado, cuando Dromorgia y Targinia deciden apagar la vida de un hombre, avisan a los hijos de Fáiver y Démura, que bajan hasta Párabas para buscarlo y llevarlo hasta la casa de Fáiver, en donde este le quita la memoria y lo lleva hasta el Cténal, que es un pequeño río que devino de la sangre que cae del hueco que quedó de los genitales de Pleus. Y allí Fáiver se lo entrega a Azur, quien lo lleva en una barca construida de la madera del bosque Arizarca, que rodea la morada del vólter, y ascienden hasta el Pleo. Allí, Azur se tapa con una manta para no alumbrar a las criaturas bajo la tutela de su hermana y lo lleva a través del Pleo hasta su morada en él. A los píos y los que actúan de acuerdo a lo que dice Ercazia, a los que mueren en guerra y a los que entregan al culto a los dioses, los llevan a la isla Simecarasíraz. Allí hay tres jardines, en los que las almas de estos morarán hasta que los tiempos se apaguen: el Nausúgav, a donde van los justos, el Belúgav, a donde van los soldados, y el Barcúgav, a donde van los se entregan al culto a los dioses. Por otro lado, a los criminales los llevan a la isla de Yastalípar, en donde hay tres bosques: el Artúgav, a donde van los impíos, los ladrones, los vagos y los que no actúan de acuerdo a lo que dice Ercazia, en donde serán obligados a trabajar hasta que el tiempo se apague; el Ebojégav, a donde van los cobardes en la guerra, los que cometen actos sin honor y los traidores, en donde vagarán a través de la obscuridad sin poder ver a nadie más hasta que el tiempo se apague; y el Izalúgav a donde van los impíos, los que blasfeman contra los dioses, los que cometen aberraciones y los que desobedecen las voluntades de los dioses, en donde recibirán tormentos hasta que el tiempo se apague. A los mediocres, por otro lado, el dios los abandona por la borda en la sangre del Pleo. De esta forma, muchas veces los libidinosos tratan de forzar a Azur en la noche y quitarle el manto que lo cubre, descubriendo la luz de su cuerpo y los que morimos sobre la tierra vemos como estrellas que se mueven por los cielos. Después de dejarlos, llega hasta la morada de Démura en donde yace con Ariria y engendran los sueños, los cuales cría Démura y guía Apatia hasta todas las moradas de los que no mueren sobre la tierra. Entonces, Azur parte hacia el Plerco, alumbrando en su camino a los hombres y a los animales del día, y allí avisa a Estigo de lo que ocurre sobre la tierra y continúa por su camino hasta la morada de Fáiver. Entonces vio Estigo que los cuerpos de los hombres que morían eran abandonados en todo el cuerpo de Párabas y le pidió que les enseñe a enterrar los cuerpos dentro de la carne de su madre. Y Garmón obedeció y, bajando hasta la tierra, enseñó a los hombres a enterrar los cuerpos de los que morían. Entonces Estigo tomó parte de la carne de su madre y moldeó de su polvo unos doscientos cuarenta y un lobos y moldeó de los huesos de Codárel sus colmillos y a estos les designó la tarea de alimentarse durante la noche de la carne de los enterrados y a romper con sus colmillos sus huesos para limpiar la carne de Párabas. Así, muchos de ellos acompañan a los hijos de Fáiver y Démura cuando recorren la tierra buscando las almas de los que mueren. Pero Ariria yació con Fáiver y Estigo condenó a sus hijos convirtiéndolos en altárgores, cuyo cuerpo era el de un mono, poseían alas negras de águila y se alimentaban de las almas de los que morían, mas era el oro lo único que les colmaba el pecho de miedo, ya este quemaba su carne y los mataba. Y Estigo los llevó hasta el Arizarca y llamó a Garmón y le pidió que enseñe a un escaldárpel a hablar. Y así hizo la diosa y llamó a esta bestia Nórdertor y le dijo que buscase oro dentro del cuerpo de Párabas para fabricar pendientes para colocarles en las orejas a las almas de los que morían, de forma que los altárgores no las devoracen cuando atravesaban el Arizarca hasta la casa de Fáiver. Entonces Ariria se había colmado de amor por un hombre Psícul, quien era llamado Lumbidbarmo, y la diosa fue a buscar su alma; pero Estigo decidió no comunicarle a ella respecto al pendiente, por lo que la diosa abandonó al mortal en el Arizarca y sus hijos lo devoraron. Entonces Estigo mandó a Nórdertor que le dijese lo que ocurrió y la bestia obedeció con el corazón colmado de pena por la diosa y esta lloró lágrimas de luz que, ascendiendo al Pleo, flotaron sobre él y devinieron en las estrellas. Por esto, el escaldárpel busca el oro de la carne de Párabas y lo lleva a los hijos de Fáiver y Démura, a quienes Estigo designó la tarea de fabricar los pendientes para colocárselos a las almas de los que mueren.
[1] Miχαialíobes, forma femenina de Mijαiáls, “Miguel”.
[2] Gergmombaδís (“árbol del perro anciano”). Sobre este monte también se encontraba el Plerco (ver nota 14).
[3] Tréntilos (“irascible”). Epíteto de Ergacadagipamo.
[4] Řibakarôys (“la llena de aves”). Epíteto de Darto.
[5] Ymálη, túnica de uso masculino.
[6] Ver nota 8 de la Paladastía. Esto probablemente se deba a que Esfíodo estaba interesado en contarle a Tirseco la historia de Brucal, con intención de generar simpatías por parte del rey hacia los fartos.
[7] Márdrax (“mujer de la noche”). Poseen el tamaño, las patas, las alas y el tórax de mantis religiosa y el tronco y la cabeza de mujer. Son ciegas en cuanto a los ojos en su rostro, pero poseen ojos en las alas, por lo que solo pueden ver cuando están paradas sobre alguna superficie extendiendo sus alas. Por el día son criaturas benignas que guían a los viajeros a través de los caminos selváticos. Por las noches, toman la forma de bellas mujeres que los seducen, fingiendo ser damas ciegas buscando lazarillo y, cuando los llevan a su lecho, devoran su cabeza durante el acto sexual.
[8] Gýtay, campamento militar.
[9] Ipaýtkayζ. Soldados simbaínos de segunda fila que tenían entre sus funciones escoltar a la familia real.
[10] Fzyraxtís. Ejecución por delito de deserción, traición militar o al rey, que consiste en la decapitación.
[11] Agagálais (“garras de plata”). Agágala.
[12] Tener en cuenta que para los simbaínos el agua era la sangre de Párabas.
[13] Los volter eran cuatro gatos que vivían en los extremos del mundo y representaban los cuatro puntos cardinales.
[14] Plâirx (“Palacio del cielo”). Plataforma celestial sobre la cual se encontraban las moradas de los dioses. Este se encontraba sobre Ifármeler, bajo el pecho de Pleus, simbolizando la victoria de Estigo sobre su padre y la victoria de los dioses sobre el Cielo: los muros que protegían la entrada a él estaban en alguna parte sobre la cima del monte Latpserco, en Ifármeler; por lo que el algarrobo de Brucal también era un símbolo de victoria y un atributo de Estigo. (Ver nota 2). A su vez, Ifármeler significa literalmente "Monte de Olivos", por lo que los cristianos vieron en esto una coincidencia una señal de Dios y por ello ubicaron allí el lugar en el que se le apareció la Virgen María en el relato de la vida de San Arquideo, pues no había registro de en dónde habría ocurrido este evento.
[15] El sur.
[16] El norte.
[17] El este. Démyras, del proto-vermárico occidental *dei̯murau̯ ("que obliga a despertar"), un tipo de deidad que llevaba el sueño a los hombres y los hacían despertar. Cf. demoro elod., dimoəbu cl., dəbrawus pb.
[18] El oeste. Fâiver, de faigísam ("borrar") y el proto-vermárico occidental *vərʰja, un tipo de deidad que conducía las almas de los muertos hacia el más allá. Fáiver pertenecía a esta clase, pero se diferenció de sus iguales por la capacidad de borrar la memoria de los muertos. Cf. besee elod., бəρeu cl.