Cuando Udmucrata era rey, una comitiva de soldados, con Esquélbofa como guía, cruzaron el Doye[1], porque buscaban polizones simbaínos. Pero un viento frío y fuerte les nubló la vista y perdieron su dirección, por lo cual cruzaron el Guelsúnar[2] pensando que cruzaban el Doye de nuevo, regresando. En esa orilla, después de días caminando, cuando tomaron con las manos la última comida que tenían, Esquélbofa vio un pueblo en las nieves, pensando que era guelquilcio[3], y se acercaron a él. Pero un mancebo que había ido a cazar se cruzó en su camino, el cual llevaba sobre su cabeza una piel de alce y otra en sus manos, siguiendo un halcón que volaba en el cielo. Entonces Esquélbofa lo persiguió y lo derribó sobre la nieve y así lo llevaron a su pueblo como rehén, para que los del lugar no los atacasen al llegar. Ahí había varios hombres como él, con ojos pequeños, pómulos gruesos y cabellos negros y grisáceos. Esquélbofa no aprendió su lengua antes de regresar a Guelquila, por esto no supo el nombre del joven, al que llamó Esbornidalgie[4]. Estos no conocían a los dioses. No saben de seres que estén por encima de ellos, sino que todo pertenece a la vida y a la muerte. Creen que los árboles viven y hablan con los hombres, como decía una canción suya.
“Cuando el sol se esconde, los árboles se despiertan/y, con su pequeña voz, a las que irán a dormir/, las almas despiden./Pero cuando los cazadores pasan a su lado,/profieren violentas palabras/contra ellos para que no entren en los bosques.”
Esto dice en nuestras palabras “Cuando Lospidomo se esconde, los árboles se despiertan y, con su pequeña voz, les desean salud a las almas que irán a dormir. Pero cuando los cazadores pasan cerca de ellos, profieren feas palabras contra ellos para que no entren en los bosques.” Quizás escuchasen aves cantoras y pensaron que esos que cantaban eran árboles, o a cazadores de otros pueblos, amenazándolos para que no entren a estos, y pensaron que esos que hablaban eran árboles. Y también creen que los animales que cazan son hombres que, perdiendo su camino, tomaron la piel de estos. Y sus canciones también hablan de esto, como en
“Cuando fue hacia el bosque, se alejó mucho/de su familia y de su pueblo/y, aunque, que no continuase, los árboles dijeron,/como la luna, cruzó/de un mundo al otro;/y los huesos de sus dedos se rompieron/y su nariz se estiró,/y así, bajo la luz del cielo,/se parecía a una foca, que,/dejando su lanza/y su oa[5] en la nieve/se fue a las aguas.”
Esto dice en nuestras palabras “Cuando fue hacia el bosque, se alejó mucho de su casa[6] y de su pueblo y, aunque los árboles le dijeron que no entrase, como Ginit, cruzó de un cielo[7] al otro, y los huesos de sus dedos se rompieron y su nariz se estiró, y así, bajo la luz del cielo, se parecía a una foca que, dejando su garciort[8] y su piel de alce en la nieve, se fue a las aguas". Pero temen a las tierras que no conocen porque allí habitan unos espíritus, a los que llaman “bomakuri"[9], algunos los cuales cuidan de ellos, pero otros los lastiman o los matan. Y el relato que más los atemorizaba lo decía esta canción:
“(1)Los niños no deben estar despiertos cuando van a dormir/pues los lobos lloran porque temen/, todos los animales que cazan,/(2)mucho, al bomakuri más grande./Este camina por la tundra con el estómago doliente/y llora como ballena./(3) Dijeron los abuelos que este es/tan grande como los árboles/y el más hambriento de todos en su especie;(4) Un cráneo de alce es su cabeza,/con brazos que surgen del lugar/en el que están los cuernos de estos animales;/(5) con un pecho de oso blanco,/los brazos de los simios de los árboles/y camina en patas de zorro./(5) Dijeron los abuelos que también devora/a nuestros niños que no escuchan a su hogar/cuando dice que no se alejen de la tribu./(7) También dijeron que van por nuestros pueblos,/buscando a los hombres que abandonan/a hijos como a esposas/(8) Pero dicen además que, cuando los niños duermen,/sabe que no los encontrará jugando/en la tundra y, por esto, va a los pueblos/(9) y mata así a cada persona/y les teme únicamente a dos bomakuris./(10) La gran ave que vigila la tundra,/con cabeza de halcón, con un ojo en la frente./y la cola de la morsa y las patas de lobo./(11)Este cuida que todas las almas realicen entonces/su función bajo el cielo/y, cuando ve a uno fuera de ella, sea cual sea/(12) su intención, lo mata al instante,/porque teme lo que ocurrirá/si dejamos nuestro camino atrás./(13) No está en este matar por odio,/por venganza, por orgullo./El otro habita en el llano,/(14) que se esconde detrás de las luces del cielo,/pero es capaz de, a cualquier alma/sobre la tierra, parecerse./(15) Y llegaron entonces dos jóvenes/que escaparon de la casa de su padre,/a las puertas del bosque,/(16) pero, estando solos, sin embargo/escucharon, de las bestias, fuerte/los ruidos y se adentraron entre los árboles/(17) para escapar, de este modo, de estas,/hasta que no los vieron/cada una de las luces del cielo./(18) Entonces el bomakuri los escuchó/y los buscó./Pero el más viejo/(19) no notó que entonces su hermano se alejó/de él, siendo visto, no obstante,/en ese momento, solo por la gran bestia,/(20) que se acercó entonces, con silenciosos pasos,/a él y, tomándolo de las piernas,/le partió el vientre por la mitad./(21) Pero sin embargo el joven alcanzó a gritar/por el dolor de la muerte/y lo alcanzó a escuchar/(22) su hermano y, así, solicitó/a los bomakuris, por el miedo,/que hicieron que llegue a él/(23) una hermosa ave, del color del cielo limpio,/con el oa del hermano,/que además estaba rasgada(24) en toda la zona de la cintura/y lo guió hasta afuera del bosque,/remontando vuelo velozmente el águila/(25) Allí lo buscaron entonces, de luz,/unos bomakuris, los cuales, pareciéndose, sin embargo, a hombres,/lo escoltaron hasta su casa."
Esto dice en nuestras palabras "Ningún niño debe estar despierto cuando deben dormir, porque cuando los lobos lloran es porque todos los animales que cazan tienen miedo al bomakuri más grande que camina por la tundra con el estómago doliente. Los abuelos dijeron que este bomakuri es alto como un árbol y es el más hambriento de todos; su cabeza es un cráneo de alce, con brazos que surgen del lugar de donde salen los cuernos a estos animales, con un pecho de oso blanco y los brazos de un simio; camina sobre dos patas de zorro y se esconde detrás de los árboles y la sierras. Dicen los abuelos que devora a los niños que no escuchan a sus madres cuando les dicen que no se alejen de la tribu. Y asimismo dicen que también entra en los pueblos buscando a los hombres que abandonan a sus esposas y a sus hijos. Pero dicen que cuando los niños duermen, sabe que no los encontrará en la tundra jugando y, por esto, va a los pueblos y mata a cualquier persona que vea levantada. Dicen también los abuelos que hay solo dos bomakuris a los que él teme. Uno es la gran ave que surca los cielos vigilando la tundra, que tiene la cabeza de un halcón, con un ojo en la frente, el pecho y la cola de una morsa y las patas de un lobo. Que cuida que todas las almas mantengan su función en el orden y, cuando ven a uno fuera de ella, sean cuales sean sus intenciones, la mata, porque teme lo que pasará si dejamos nuestro camino y no está en él que matemos por odio, venganza u orgullo. Y la otra es aquel que habita en el llano, que se esconde detrás de las luces del cielo, pero que en la tierra puede parecerse a cualquier alma, que las protege porque nos quiere. Y un día dos jóvenes que escaparon de la casa de sus padres llegaron a la entrada del bosque, pero, estando solos, escucharon los ruidos de las bestias y se adentraron entre los árboles para escapar de ellas, hasta que las luces del cielo ya no los veían. Entonces el bomakuri los escuchó y los buscó. El más viejo no notó que su hermano más joven se alejó de él, siendo visto solo por la bestia que, con silenciosos pasos, se acercó a él y, tomándolo de las piernas, le partió el vientre. Pero el joven gritó por el dolor de la muerte y su hermano, por el miedo, oró a los bomakuris, que hicieron que llegue a él una hermosa ave, de la piel del cielo, trayéndole la piel de alce de su hermano, que estaba rasgada en la zona de la cintura y, remontando vuelo, lo guió hasta afuera del bosque. Allí lo buscaron unos bomakuris de luz de cielo, los cuales, pareciéndose a hombres, lo escoltaron hasta su casa." Y es quizás este miedo que le tenían a salir de sus pueblos, a ir más allá de lo que conocen, lo que los hizo irse, pues cuando ya no tenían comida y el frío atravesaba sus abrigos, tenían más miedo de retar a la muerte que de la llegada de la muerte. Solo los dioses del cielo saben qué vieron en ese bosque. Quizás era un oso grande o un guerrero agresivo que haya invadido su tribu.
Cuando fui con ellos me contaron una historia que no tenía canción, sino que un niño me la dijo como uno habla con otra persona. Y decía que una mujer de su tribu se alejó un día con su esposo y con un niño en el vientre, porque sus familias los habían maldecido. Y caminaron por el hielo buscando el bosque, pero los días pasaron y no encontraron ninguno. Y la mujer se cansó y no caminó más. Entonces el hombre repartió lo que tenían de comida. Pero los días pasaron y la madre no se movió del lugar y no se acercó ningún animal para cazar, por lo que comenzaron a estar hambrientos y el hombre se arrancó un brazo para dárselo a su esposa, porque no quería que su hijo se quedase allí. Y cuando terminaron un brazo, el hombre se arrancó el otro. Pero un día, la mujer no despertó y, por más que el hombre trató de despertarla, no pudo hacerlo y la tristeza lo cubrió solo en el desierto. Entonces sacó de su abrigo unas rocas que tenía guardadas y las cubrió con las ropas de su esposa, tomándolas por su hijo, y las cuidó como a un niño. Entonces, cuando dormía, de su cuerpo surgieron plumas y del lugar en donde estaban sus brazos surgió carne de animal, mas no hueso, y sus pies crecieron y surgieron membranas entre sus dedos. Y allí surgió el padre pingüino, que cuida solo de sus piedras, esperando a que un día sus hijos salgan de ellas.
[1] Es el río que se encuentra inmediatamente antes del Guenlsúnar, en el camino desde Zarquea. Ver río 61 en el mapa.
[2] Es el río que se encuentra más al este, entre los conocidos por los zarqueanos. Ver río 62 en el mapa.
[3] Término con el cual los zarqueanos se referían a sí mismos.
[4] Sbornidalgje, "piel de alce" o "abrigo de alce".
[5] oa, abrigo de piel de alce.
[6] kuts maləs, el autor utiliza la palabra male (“casa”) para traducir “familia” porque en zarqueano no hay una palabra específica para “familia”.
[7] La palabra ngewuia (“el sitio en lo alto”) en bornidalgie significa tanto “cielo” como “mundo”, pues este pueblo concebía al cielo como el techo que delimitaba su mundo sensible, por lo cual denominaban “cielo” a cada “mundo”, por metonimia. Pero en zarqueano no existe una palabra para “mundo”.
[8] gartjort, lanza zarqueana.
[9] Espíritus bornidalgies de la naturaleza.