Cuando fuimos hasta Meriña, estuve en Arniso, en donde aún no había cristianos. Allí estos amaban a un ídolo con "Rurespe" de nombre. Este protegía a los cazadores y a los que pasaban. A él fue un joven con "Faccumete" de nombre. Él le pidió al ídolo que le diga cómo debía proceder para volverse rey. Pero este no le respondió. Entonces Faccumete fue hasta Sereri para matar al que los meriños llaman "Digne"[1]. Y Jehová quiso que Faccumete fuese el rey de los paganos de Arniso, porque mató a la bestia. Pero esta le mordió en la pierna con la trompa, por lo cual el joven la cercenó de su cuerpo y fijó su dumo[2] en la carne de la que nacía su pierna. Y así volvió cojo hasta donde Rurespe. Le pidió al ídolo que le diga cómo debía proceder para volverse rey. Pero este no le respondió. Entonces Faccumete fue hasta la ciudad que los meriños llaman "Driquere", en la cual habitan cúrtares, para matar al que los meriños llaman "Esquerscra." Pero la bestia no quería salir de su madriguera. Entonces Faccumete envió a su esposa, Tergirubra, para que yaciese con ella. Y así fue y yacieron por tres días. Y en el tercero, Tergirubra lo sedujo y la bestia salió y tenía el cuerpo de hombre y la cabeza de un conejo. Entonces Faccumete arremetió contra esta con el dumo y le clavó la punta en una de las patas. Y la bestia, dolida, le clavó sus dientes de conejo en el hombro del otro lado del cuerpo, respecto a la pierna que había mutilado. Y la herida se llenó de sangre y tierra, por lo que Faccumete cercenó el brazo, a partir del codo. Y así volvió cojo hasta donde Rurespe. Le pidió al ídolo que le diga cómo debía proceder para volverse rey. Pero este no le respondió. Entonces Faccumete fue hasta la ciudad que los meriños llaman "Drisguírdicip"[3]. Allí vivían unos hombres con cintura y aguijón de abeja. Estos recibieron a Faccumete, pero este quiso yacer con la esposa del rey, por lo que este mandó a sus soldados a atacarlo. Y Jehová quiso que Faccumete fuese el rey de los paganos de Arniso, pues mató a todos los soldados, al rey y a la esposa. Pero uno de estos le picó la única pierna con su aguijón, por lo que este la cercenó de su cuerpo y fijó en el lugar del que esta nacía el dumo del rey. Y así volvió hasta donde Rurespe. Le pidió al ídolo que le diga cómo debía proceder para volverse rey. Y el ídolo le dijo: "Ker uwēθra, rēra Oskērmegrus, krakse taks ugē wērskukerpē, meritse wērskukøm girø; apkkse taks nurkas apktēs girus gis ēnama kēs." Que se traduce a nuestra lengua como: "Joven valiente, hijo de Oscirmegro, has matado a las bestias terribles a las que los meriños temían; has hecho lo que debías hacer para ser rey." De esta forma, Rurespe puso a Faccumete en el trono de Arniso.
Entonces me dirigí a Lunda. Ahí había pocos cristianos y algunos de estos, aunque habían recibido a Jehová, todavía adoraban a los dioses falsos. Uno de ellos era Ásvarz, quien me recibió dentro de su casa. Ásvarz me dijo que los simbaínos no habían fundado la ciudad, sino que la había fundado Úrmal. Cuando el ídolo llegó hasta la tierra, vio a Gargias[4], la cual perseguía y devoraba a las personas que allí vivían, a quienes el ídolo llamó "esfómires", porque las cabezas de ellos estaban a la altura de su abdomen. Estos no hablaban, ni la lengua de los simbaínos ni la de los ídolos, no adoraban a estos y eran demasiado impíos. Entonces, Úrmal hizo que de las piedras de las casas de estos nacieran ramas y plantas y las cubrieron. Y envió a Griároz hasta el Tauquino, para que devorase a los que intentaban escapar por las aguas. Así, Gargias devoró al último de los esfómires y Úrmal llevó a esa tierra a Cartas de Ifármeler y a Gululyabdecia[5] de Tárgaza. Él fue hijo de Merz y hermano de Gígar de Ifármeler, el que fue el padre de Ulio, quien acompañó a Dínaz. Ella fue hija del rey Esciméergo de Tárgaza y hermana de Esveacmóin, el que recibió a Dínaz para que pasase la noche dentro de su casa, cuando este iba hacia Quiptó para matar a Odugnasera. De ellos dos nació Feso, el que fue el padre de todos los lundos y el de todos los dedros[6]. Entonces, yendo hasta Dutoria, llegué a Ixáquiad. Allí me vi con el obispo Ágroc, quien me habló de Fórrel, en la época cuando llegó a la tierra de los quirdos y mató a Yábinc[7]. Fórrel venía de abominable cuna, pues era hijo de dos hermanos, ambos de la estirpe de Lumpiceda. Pero Jehová quiso que Fórrel fuese grande entre los simbaínos y este fue hasta Gógor, porque estuvo entre los soldados que repelieron a los quirdos que querían entrar a la ciudad. Allí, Fórrel desposó a Dractortirnea, quien fue madre de Dercanidú, de cuya estirpe fue Unmelerzerma. Y me dijo Ágroc que Fórrel tuvo un hijo con una quirda cuando fue a Égmar. A este lo llamó "Abálir" y fue soldado del ejército de Quirdea. Pero el ejército de Erfitumú[8] entró a Égmar, aprisionó a Abálir y fue etquemo del ejército del rey, el cual conquistó Égmar. Y Fórrel devino en el general del ejército gogoriano[9], porque el rey había ido como general a Yágrinc. Y fue hasta Ómoc, en donde los que allí vivían lo nombraban diciendo "Kяmrbers яrxor e", que se traducía como "El de las manos de piedra." Cuando iban hacia allí, se vio con un ulmúnufu[10], el cual se alzó frente a él y a su ejército, vestido de agua con la forma de una gran serpiente. Y esta le dijo: "Tú, que vienes de las tierras de Dínaz, vas a cruzar por una tierra en la que habitan mis hijos ¿Qué provoca tu travesía?" Y le respondió Fórrel: "Hija de los dioses, vengo aquí porque el ejército de los quirdos ha traspasado la frontera que separaba nuestras ciudades de las suyas y es mía la tarea de hacer caer a los generales que dirigen esta empresa." Pero este espíritu impío[11] no respetaba a sus reyes, pues, diciéndole: "Hombre fuerte, pasa y no te detendré; pero te advierto que si dañas a uno de mis hijos que viven en esta tierra, cuando pases de nuevo por aquí, no te permitiré el camino.", dejó pasar a Fórrel y sus soldados. Y, en el camino hacia Ómoc, se vieron con un oso, de la altura de un árbol, cuyo cuerpo lo obstaculizaba. Entonces Fórrel se acercó a él y le clavó el dumo para que se moviera, pero el animal se dirigió a él y se lanzó sobre ellos, matando a dos de sus hombres. Entonces Fórrel le clavó el dumo a través de la mandíbula. Y este, muriendo, cayó al suelo. Cuando Fórrel y sus hombres llegaron a Ómoc, el hijo de los hijos de Lumpiceda rompió las paredes de las casas con la fuerza de sus manos[12] y mató a muchos hombres con sus puños, los cuales los quirdos no olvidan. Allí se encontró con un yangodo[13], que le dijo "Tu hambre de muertes les ha resultado horrorosa a los dioses, que cuidan de los hombres; de ellos yo sé que te quitarán lo que tú me quitaste a mí; has venido dirigiendo a muhos soldados, pero volverás a tu tierra solo." Entonces Fórrel, yendo hacia Gógor, se acercó al río en donde vivía aquel espíritu impío y este le dijo "Hombre ruín e impío, te he sido favorable y has matado a uno de mis hijos con tu arma." Entonces alzó los brazos y lanzó aguas hacia los soldados, mojando a muchos de estos, cuyas carnes devinieron en piedra. Y Fórrel rogó a Parble que lo socorriese y este envió grandes olas hacia el espíritu. Y las aguas se llevaron a los otros soldados de Fórrel y a ciento veinte hijos del espíritu. Entonces, los que eran serpientes se metieron dentro de la tierra, para protegerse de las aguas, y sus pieles se desprendieron de sus cuerpos, clavadas en los guijarros[14]. Y el espíritu protegió a sus hijos más grandes, alzando las tierras del bosque sobre las aguas, moldeando las montañas en donde viven estas bestias. De esta forma, por haber traicionado la promesa a aquel hijo del Leviatán, Fórrel llegó solo a Gógor.
Cuando volví a Ifármeler, el pío Padre Esfiodo me recibió en la corte de nuestro rey. En donde leyó los escritos que le había enviado Lumpicurgo desde Tárgaza. Uno de ellos decía que, entrando a las tierras de Dercan, el de Zundea llamó a Gálbido y le dijo: "Hijo bueno de Estigo, a ti te hablo porque entraré con mis hombres a Ifármeler y la entrada a esta ciudad está vedada a los dutorianos; te pido que vayas hasta donde los que no mueren, los que viven dentro de los castillos del cielo, y les solicites que nos protejan, para que podamos entrar." Y el dios, aceptando la solicitud, fue hacia el Plerco, en donde lo recibió Aleria, a la que le dijo: "Hasta ti, la más bella entre las diosas, he venido porque el hombre más fuerte de Dutoria ha llegado hasta Ifármeler y pide protección a los dioses, porque está vedada allí la entrada a los de Dutoria." Y la diosa supo que este iba a buscar el ceñidor que su madre había fabricado para ella y, por esto, fue hasta Esnergo y le dijo: "Hijo de Pleus y Párabas, que arropas a las criaturas de la oscuridad; hasta ti vengo porque un dutoriano nos pidió protección para entrar a Ifármeler, en donde la entrada le está vedada, por lo que te solicito que le cubras el cuerpo con la piel de otra persona de Farta." Y el dios a la diosa: "Hija de Estigo, tus palabras son buenas, pero estos hombres buscan la gloria para ti, mas no para mí." Y la diosa al dios: "Tus palabras son pías; hay un hijo tuyo en Ilifo, en la última ciudad de Párabas; yo le llevaré a uno de los hombres del dutoriano, para que, siendo muerto por su mano, le dé gloria." Y, habiendo aceptado la solicitud, el dios hizo con la oscuridad de la noche una piel para cada hombre de Dinaz y para este. Pero, después de que Gálbido le había entregado las pieles a Dínaz, la diosa vistió la piel de Ulio, fue hasta el Templo[15] de Estigo y sustrajo de allí la tapa del tesoro[16]. Entonces un ipotcodo que la vio la persiguió hasta donde estaban Dínaz y sus hombres. Allí el ipotcodo lanzó su dumo contra el pecho de Ulio, por el lado en el que estaba el brazo que Elútar le había arrancado, por lo que no pudo detenerla y allí murió. Pero Dercan reconoció al hijo de Gígar y recibió el cuerpo en su corte. Allí durmieron Dínaz, Quirquirio y Cartas. Y, cuando Ariria buscó a Ulio, Orblula entró en el dormitorio del hijo de Gorapleya y le llenó el pecho de deseo por Nardilan, pues era la más joven y la más bella de las que acompañan a la del andar callado. Entonces salió de su habitación y la siguió hasta el Arizarja. Allí Orblula lo hizo dormir y le colocó un pendiente de Nórdertor17]. Entonces Cartas ascendió hasta el cielo. Allí lo subió Esnergo y lo cubrió con su manto, para que no lo viese el hijo de Góracor. En ella surcó el océano de sangre hasta la casa de Demura y allí Esnergo lo bajó y lo llevó hasta Ilifo. Allí lo encontró Draliccro y lo llevó a su casa para darle asilo. Hasta ese lugar fue Aleria y destruyó un náram consagrado a Lio[18], lanzando los trozos sobre el suelo. Al verlos Draliccro, su pecho se enfureció contra el hijo de Gorapleya y, tomando uno de ellos, se lo clavó en el pecho mientras dormía. Así, de los ciento veinte hombres que acompañaron a Dínaz en su empresa, llegaron hasta Quiptó él y Quirquirio.
Y cuando San Arquideo partió de Forje, se subieron a las aguas del Trafu y se dirigieron hacia Dutoria, para verse con Estalfro[19], cuando él aún adoraba a los dioses falsos, para hablarle de Nuestro Señor Cristo. Con él fueron Quelacuzfarico y Oparrerfú, quien aún adoraba a los ídolos. Pero esta empresa desagradó al Enemigo. Y sobre esas aguas navegaron un mes y vieron que de entre las entrañas de estas surgía un navío, con la quilla de luz y los maderos de las algas del suelo del mar. Junto al timón había el cuerpo erguido de un muerto, el cual dirigía una tripulación de espíritus impíos, con cara de cerdos y patas de ratón. Y el navío se alzó sobre las aguas hasta el mar de sangre. Entonces un rayo penetró las aguas, las cuales comenzaron a alzarse y moverse. Y una ola, que tocaba el cielo, se levantó frente a ellos y sus aguas se abrieron, mostrando unos colmillos de lobo, del tamaño de un árbol. Y el Enemigo quiso que pasasen por su garganta, entre tentáculos de pulpos y espinas de delfines. Y dentro del vientre, el Santo se encontró con el fantasma de Elveniapín, de un general pagano de Etquea que fue muerto por los zarqueanos en Namale[20], quien los guio hasta el pecho del espíritu. Allí vio el Santo a Abraham, quien llevaba en sus brazos un cordero con tres ojos[21] y, juntos a cuyos piés, tres corderos. Uno con seis cabezas[22], el cual jugaba con otro cordero de nueve patas[23], y un tercero, con ocho patas[24], durmiendo sobre el suelo del mar. Y, acompañando a Abraham, estaban Ezequiel, quien sostenía una cuerda, a cuyo otro extremo estaba atada la garganta de un lobo blanco, que sostenía entre los dientes a un cordero con dos cabezas[25]. Y David, quien sostenía una cuerda, a cuyo otro extremo estaba atada la garganta de un oso, que sostenía entre los dientes a un cordero con siete patas[26]. Y allí apareció el griego Esteban ante ellos, quien se dirigió hasta Quelacuzfarico y, abrazándolo, le dijo: "Hijo de los ifarmelerrenos, el Señor del Cielo ha definido darte un destino de gloria."[27] Y las aguas se separaron, abriendo un camimo entre ellas. Y por las dos paredes de agua pasaban espíritus impíos, con cuerpos de hombre y dedos de pez[28]. Y en el otro extremo del camino estaba parado el dios falso Parble, al que los simbaínos pedían que los protegiese cuando navegaban por los mares. Pero este no era el ídolo, sino un espíritu impío, vestido con pieles de agua y San Arquideo lo supo, mas no lo supo así Oparrerfú, quien se dirigió a su dios. Entonces se lanzaron los espíritus sobre él y, tomándolo de los brazos y los pies, trataron de llevarlo hasta el Izalúgav[29]. Pero el Santo oró a Nuestra Santa Madre, quien lo había visitado en Ifármeler[30], y tomó a Oparrerfú con sus brazos, alejándolo de los espíritus. Entonces un cardumen lo rodeó[31] y lo llevó hasta donde estaba el Santo. Y las aguas se acumularon por debajo de la quilla, moldeando un gran pez el cual, alzando el barco, lo llevó de nuevo hasta la superficie y por su camino hasta las costas de Dutoria. Entonces el Santo buscó a Agúsnosh, el hijo de Parble y Dalia. En primavera, la diosa vestía una piel de ciervo, para alcanzar las manzanas de los árboles de Quirdea; con las astas de plata, para que los animales del bosque la reconociesen como deidad. Pero un día la vió Parble, cuyo pecho la deseaba, y vistió la piel de un delfín, que cruzó las aguas del Gratoya y se lanzó sobre la diosa, para yacer con ella. Y la diosa huyó, pero de esta unión nació un hijo, con cuerpo de ballena y un cuerno largo de plata, que se mueve por encima y por debajo de la tierra de Dutoria. Cuando el Santo llegó a la costa, le pidió al Mensajero[32] Miguel que buscase a la bestia y este aceptó su solicitud. Y esta fue hasta donde el Santo y le dijo que lo llevaría si le daba comida. Entonces San Arquideo rezó al Padre y fue hasta el mar. Allí lanzó una red y en ella entró un gran cardumen. Entonces Agúsnosh aceptó la solicitud y llevó a San Arquideo, a Quelacuzfarico y a Oparrerfú hasta Ezuffra.
Allí, San Arquídeo vio a la última tribu de vodiacs[33] que habitaba en Dutoria, pero uno de ellos vio a la tripulación y se acercó a ella, sin ser visto. Era Isfiasírerz, quien era el hijo más joven de Quíbim. Este tomó la esfarru[34] que contenía todos los peces y huyó lejos. Y Quelacuzfarico y Oparrerfú lo vieron y lo siguieron, pero el Enemigo no quería que San Arquideo alcanzase el destino que el Señor del Cielo le asignó, por lo que envió un espíritu impío, vestido con la piel de un mosquito, el cual fue hasta Oparrerfú y le picó el pecho, infundiéndole un impío deseo de comer la carne de su compañero, y se salió del camino que ambos atravesaban hasta el hijo del gran filisteo[35]. Entonces, el Santo, buscando una respuesta del Cielo, entró al bosque y allí lo abrazó un sueño implacable y, cayendo al suelo, lo visitó el Mensajero Gabriel y le dijo: "Pío hijo de la tribu de los de Simbay, hasta ti vengo para decirte la Voluntad del Señor para tu vida y todo lo que ocurre en esta tierra ocurre según lo que ella dice. Esta tribu que te ha robado es la última entre las que sirven al Enemigo que hace sufrir a tu gente. Su destino está en tus manos y, para cumplirlo, sobre tu pecho yacerá un arma celestial, que solo atraviesa carne de impíos. Desde ahora, estás protegido por el Señor." Entonces el Santo despertó y una rusca[36] con hoja de plata y empuñadura de oro sobre su pecho fue lo primero que vieron sus ojos, la cual llevaba en su interior el brillo de todas las estrellas de los cielos. Entonces fue hasta Quelacuzfarico, quien se encontraba al final del bosque, junto a San Zífal de Farta, al que el Señor había enviado hasta Dutoria. Después de haber sido enviado por Nuestra Madre, San Arquideo fue hasta Telmízer y Zífal, cuyo nombre de pagano era entonces el de Daliapsesva[37], lo recibió en su casa. Este era hijo de Escalerfio, hermano de Pleyénorz[38]. Y el Santo le habló de nuestra Fe. Pero el telmicrio la rechazó tres veces. Entonces, un día, un lobo hambriento, saliendo de los bosques, entró a la ciudad, atacó al ganado y persiguió a los niños que se encontraban cerca de la muralla. El Santo, entregándose a la Gracia del Señor, se dirigió al lugar donde habían visto al lobo. La gente observaba asombrada y con temor el valor del cristiano. Cuando San Arquídeo llegó al bosque que estaba junto a Telmízer, el lobo fue ante él con deseo de devorarlo. Sus ojos eran fuego que brillaba como la luna y sus colmillos estaban expuestos. Entonces, el Santo, con una calma serena, se acercó al lobo y, con voz firme, le habló al animal, diciéndole que cesara su ataque y que se sometiera a la Voluntad del Señor. El lobo, sometido por la autoridad divina, se detuvo y se amansó y el Santo llevó su mano hacia la cabeza del animal, el cual la inclinó a los pies del Santo y, luego, entró en la oscuridad del bosque. Viendo esto, la gente se asombró y el Santo elevó sus manos al cielo y rogó al Señor la protección y la paz para los de Telmízer. Habiendo visto el milagro y movido por el Poder y la Gracia del Señor, manifestados frente a sus ojos, Daliapsesva aceptó la verdad de la fe cristiana, se acercó hasta San Arquídeo y le pidió ser bautizado. Y este lo llevó con alegría hasta la orilla del Pocustea, para marcar su cabeza con las aguas del río. Entonces, el Señor le dió a Daliapsesva el nombre cristiano de Zífal y quiso que fuese el primero que ofreciera su vida para servirle, para que bautizase a todos los de Farta[39]. Estando allí los tres, Oparrerfú los vió y se abalanzó sobre ellos. Pero el Señor envió a su Mensajero, para que quitase al Santo y a su servidor del camino del pagano, y este mordió el brazo de su compañero. Entonces, el Santo lanzó la hoja de su arma hacia el compañero y esta atravezó la carne de su espalda, alcanzando el estómago. Y alcanzó el del otro. Allí murió Oparrerfú y allí Quelacuzfarico sufrió. Y antes de que el Mensajero del Señor llegase a él, Zífal lo bautizó con las aguas del Trafu y él le confesó sus faltas. Entonces, la hoja del arma salió de su carne por su movimiento y el compañero del Santo se entregó al Señor del Cielo allí.
Entonces, San Zífal le bendijo el arma a San Arquídeo y este levantó las manos al cielo y rogó al Señor para que guiase sus pasos hasta el ladrón que les había quitado la comida y, habiendo hecho esto, comenzó a caminar, siguiéndolo el servidor del Señor del Cielo, mientras el Mensajero del Señor guiaba sus pasos. Y estos los llevaron hasta la tribu de los vodiacs, que estaba en el valle que toca el final del río Encíala. Entonces el Santo oró de nuevo al Señor, para que lo ayudara a entrar al pueblo. Y el Mensajero del señor les dio, para que vistieran, la piel Góracor[40] a San Arquídeo y la de Barvo[41] al servidor, los cuales eran los dioses falsos a los que los vodiacs servían. Los paganos dicen que Durf[42] era hija de Azur y Coraya. Ella yació con Goliat y engendró a Quíbim. Y Durf era impía y yació con su hijo, engendrando con él a todos los vódiac. Pero no sentía amor y misericordia y devoraba los huevos de sus hijos apenas salían de su vientre. Entonces un día, cuando engendró tres huevos, su hijo la sedujo y la llevó al tálamo, para alejarla de estos. Entonces el filisteo los tomó y los llevó al bosque y allí nacieron Melergascas el primero, Esgirla la segunda e Isfiasírerz el tercero y ellos yacieron con los hombres y las mujeres, para extender su tribu a través de Parcégar. Pero su madre supo que no estaban en donde los había dejado y los buscó. Por esto, los tres hermanos rogaron a sus dioses falsos y, escuchándolos Góracor y Barvo, sus pechos se llenaron de compasión y los protegieron. Los tres hermanos fueron al Táuxira[43] para ocultarse y, cuando la madre fue hasta el monte, Barvo retiró la luz de su camino, para que no los viese, y Góracor soltó la lluvia sobre ella, para ahuyentarla, por lo que Durf se fue del monte. Por esto, los vodiacs sirven a estos dioses falsos, pues ellos los protegen, para que la madre no los encuentre. Entonces el Santo y San Zífal entraron al poblado y los vodiacs los vieron[44] y, recibiendolos, Gádajfal, el cual era uno de ellos, les dijo: "Los que no mueren han decidido honrarnos, pues los que nos protegen desde que llegamos han visitado el pueblo de sus servidores ¿Cuál es vuestra voluntad divina?." Y Zífal le dijo: "Que Estigo cuide de vosotros y de vuestra tribu y os haga vivir tres mil seiscientos años[45]; el motivo de nuestra visita es buscar al último hijo de Durf, pues nos dieron un mensaje del Plerco[46] para entregarle a él." Y Gádajfal a él: "Señor mío, comprendo tus altas palabras, pero eso no puede ocurrir ahora, porque mi buen padre[47] se ha ido del poblado para buscar a la cierva de fuego[48]." Y, cuando la noche cubrió Dutoria y los vodiacs dormían, San Arquídeo entró en sus habitaciones y, entregándose al Señor del Cielo, empezó a clavar el arma santa en los pechos de los paganos. Y habría matado a todos antes de que la noche llegase a su término, pero la luz del sol golpeó los ojos de Gádajfal y despertó cuando el Santo alzaba el arma y este, desnudando la piel de mortal de su rostro, le dijo: "El día de la muerte cayó sobre todo tu pueblo y ahora está sobre ti, animal impío. Aprovecha tus últimos momentos para entregarte al único Señor y Él decidirá si te perdona." Pero el orgullo colmó el pecho del vódiac, quien le dijo: "Que Estigo castigue esta abominación, cobarde. Yo no traicionaré a los dioses que cuidaron de mi pueblo desde que estamos aquí." El Santo clavó el arma en su pecho y el Enemigo se llevó su alma. Entonces, bañándose sus hombros con la luz de la mañana, llegó el hijo del filisteo, llevando en sus manos la piel de la hembra, la cual había matado cuando alimentaba a sus hijos, y llamó a los suyos, pero estos no le respondieron. Y vio a los santos, sentados en la entrada de su hogar. Y este les dijo: "Vosotros, ídolos impíos, ¿habéis venido hasta mi pueblo para seguir esclavizando a mis hijos?" Y el Santo a él: "Tú, malvado ladrón, eres lo suficientemente ruín para rechazar incluso a tus propios dioses falsos. Yo he venido hasta aquí, por el nombre de Cristo, para acabar con tu estirpe, para devolverles la paz a los de Ezuffra." Y, habiendo dicho esto, lanzó la hoja del arma santa contra el pecho del vódiac, pero esta retrocedió, sin tocar su piel, y cayó al suelo. Tras esto, el servidor le dijo a San Arquídeo: "Hijo de Pleiénorz, mi pecho se llena de pena por tener que decirte que él no podrá morir por tu arma, pues él aceptó la Fe verdadera y es cristiano." Entonces, el vódiac alzó el arma con su mano y trató de cortar el cuello del servidor del Señor, pero esta retrocedió de nuevo y cayó al suelo. Pero el enemigo sedujo a San Zífal y, perdiendo este la confianza en el Señor, su pecho se colmó de miedo a la muerte. Y, viendo esto el vódiac, lanzó sobre sus hombros la piel de la hembra, la cual se convirtió en llamas brillantes, que cubrieron y devoraron al Santo. Pero este se arrepintió en el último momento de su vida y el Mensajero del Señor lo llevó. Entonces dijo el Santo: "Eres cristiano, pero cristiano nuevo e inexperto, porque no sabes que lo que hiciste es una abominación ante el Señor." Y, habiendo dicho esto, levantó el arma y la clavó en el pecho impío y el alma y la vida de Isfiasírerz se escaparon por la herida. Entonces, el Santo tomó los peces que el vódiac les había robado y los ofreció al Señor, para que recibiese a su servidor en su Gloria. Y, alzando las manos al cielo junto al cuerpo del vódiac, le rogó así: "Padre amado, Señor de los ejércitos, a tu Gloria entrego esta victoria sobre los últimos paganos. Pero fue tu Hijo el que nos enseñó tu Misericordia. Por esto te entrego el alma de este cristiano joven[49], que pecó no por malicia, sino por desconocimiento de tu Ley, para que Tú decidas si entregarle tu perdón." Y, habiendo dicho esto, el Santo se dirigió a Psícul.
En ese momento, vio a la madre de Isfiasírerz, sentada en la orilla del río, alzando con sus manos puñados de agua. Y fue hasta ella y le dijo: "Que el Señor la bendiga y proteja, buena mujer. La veo aquí sola y triste y debo preguntarle cuál es el motivo de sus pesares." Y ella a él: "Joven, que los dioses lo protejan, aunque a mí me hayan abandonado. Sepa que no hay ni penas ni alegrías dentro de mi pecho, porque está vacío. En un año ahora viejo parí muchos hijos que eran el orgullo de mi pecho, pero estos eran impíos y muchos males les ocasionaron a los de Ezuffra. Y el dolor del que se colmó mi pecho era demasiado grande para este, por lo que, abriéndolo con las manos, le arranqué el corazón, lo lancé lejos de mí y este cayó dentro del río." Y, abriéndose las ropas, la mujer le mostró el hueco vacío que había en su pecho. Y el Santo a ella: "Mi pecho se ha conmovido por tu palabras y las penas que te persiguen son castigo suficiente por tu idolatría. Y, si el Señor del Cielo quiere perdonarte, hará que yo encuentre tu corazón entre las aguas." Y, habiendo dicho esto, levantó las manos al cielo, rogó al Señor y se lanzó dentro de las aguas. Allí encontró a un animal cuya apariencia no estaba dentro de la divina naturaleza. Este era un cráneo muy grande, con ojos de fuego y patas y pinzas de cangrejo. Y este le dijo al Santo: "Pío hijo de Pleiénorz, tu visita me honra. Tú no me conoces. Mi nombre es Átaro. Soy la bestia de Farta que come hombres ¿Cuál es el motivo por el que estás aquí?" Y el santo a él: "Gran bestia, que el Señor te pague tu hospitalidad. He venido hasta aquí buscando el corazón de una madre, que lo ha lanzado hasta aquí por el dolor." Y la bestia a él: "No conozco a la mujer de la que hablas, pero conozco un corazón que ha caído hasta aquí. Después de que un taya mató mi cuerpo en Farta[50], mi cabeza cayó dentro de las aguas del Astea y estas la llevaron hasta las del Edulio; y las del Edulio la llevaron hasta las del Trafu; y las del Trafu la llevaron hasta las del Encíala. Aquí vi caer un corazón, manchado de tristeza, y lo devoré. Y mis ojos se encendieron de nuevo y de mí surgieron estas patas y estas pinzas, porque una nueva sangre corría de nuevo dentro de mí." Entonces, el Santo supo que el corazón del que hablaba la bestia era el de la mujer y, tomando su arma con la mano, la lanzó contra el cráneo, el cual se quebró en dos partes y dentro de este estaba el corazón, el cual llevó hasta donde estaba la mujer. Y tomó el arma divina con la mano, diciendo: "Si el Señor te perdonó, este corazón es cristiano ahora." Y trató de penetrarlo con esta, pero su hoja retrocedió. Entonces lo alzó hacia el cielo y, rogando al Señor para que lo bendijera, lo colocó dentro del hueco del pecho de la mujer, la cual, luego de esto, alzó sus manos al cielo, diciendo. "Bendito seas, Padre bueno. Tu perdón me ha salvado, a través de la mano de este pío servidor tuyo." Y, habiendo dicho esto, la mujer se fue junto al Santo, en su camino hacia Psícul. Y, al llegar a la ciudad, vio el Santo a Estalfro siendo perseguido por un águila[51] muy grande, moldeada de vientos, cuyas alas se componían y descomponían, lanzando ráfagas violentas que hacían tambalear los quesnes[52] y levantaban a los animales de las calles. Entonces, el Santo, viendo a la bestia, supo que era un espíritu impío, enviado por el Enemigo, y yendo a su carro, tomó la vela de su barco y ordenó a Oparcidria que tirase el extremo de una de las cuerdas, mientras él tiró del extremo de la otra. La vela, resplandeciente con una luz divina, se desplegó con un tamaño tres veces más grande que el suyo. Entonces, San Arquídeo y Oparcidria entraron en la tormenta y la fuerza de la vela atrapó los vientos del águila en un movimiento implacable, mientras sus gritos de furia se ahogaron en un trueno resonante y, con sus fuerzas agotadas por luchar en vano contra el Poder del Cielo, se disolvió en un único viento. Al ver que el Santo había liberado a su pueblo y que había traído a su hija hasta la ciudad, Estalfro cayó sobre sus rodillas, a los pies de San Arquídeo, derramado lágrimas y, con un acto de gratitud, aceptó la Fe verdadera que su hija había aceptado y le pidió ser bautizado. Entonces, San Arquídeo lo llevó a las aguas del Tantulindercia y bautizó allí al rey y a todos los habitantes de Psícul. Y dijo San Arquídeo: "Desde hoy, Dutoria será toda cristiana" y el agua en sus manos cayó sobre las arenas del sol, haciéndolas santas[53].
Cuando regresé a Ifármeler, me encontré con el rey Edito[54], quien me permitió estar en su corte, pues era cristiano entonces, y me contó la vida de los hijos de Ástar, a los que los de Parcégar llevaban ofrendas cuando iban a Anazi.
Los bosques que abrazan los muros de Anazi son fríos y oscuros y dentro de ellos habitan las almas que Gorácor hizo de su piel y cabellos. Algunas son más pequeñas que los hombres y otras son más grandes que los árboles y todas pueden dañar o matar a los hombres. Pero Ástar no les temía y entró al bosque que estaba junto a la base de las Xilarcanes, junto con Bórcod y Esciga, sus hijos. Y Esciga era joven y muy bella, por lo que una de ellas la vio y su pecho se llenó de deseo. Entonces vistió la piel de un bello árcero[55] y se acercó a los gemelos, cuando su padre se había alejado de ellos buscando bellotas. Entonces, con pasos suaves sobre un suelo de hojas secas, se dirigió a la joven y su voz quebró los aires, diciendo:
-¿Por qué Estigo permite que dos jóvenes vaguen solos entre las sombras de estos crueles bosques?- Esciga, cuyo rostro estaba blanco por el frío, pero era luminoso, como el sol reflejado sobre la nieve, lo miró. Aunque las historias que su madre les contó les advertían sobre los peligros de las almas que habitan en el interior del bosque, la belleza del árcero la atrapó irremediablemente y la luz divina que rodeaba al extraño visitante le llenó el corazón de deseo.
-Buen hombre, ¡Que los dioses guíen tus pasos a buen término! Somos los dos hijos de Ástar, el hombre más valiente de Anazi- dijo con voz temblorosa. El árcero le mostró una mirada, hecha de sabiduría y poder divino, la cual no se parecía a ninguna que ella hubiese visto antes. Sus ojos se clavaron en los de la joven y le dijo:
-Entiendo que eres hija de Ástar de Anazi, pues tu belleza es tan grande como las más grandes que he visto. Entonces, le preguntó Bórcod:
-¿Qué busca en estos bosques, árcero? Nuestro padre ha venido hasta aquí, buscando los frutos de Párabas y estará dispuesto a auxiliarlo con lo que necesite.
El árcero no miró al joven noble y le dijo a Esciga:
-Hija del bosque de nieve, llevas dentro[56] la luz divina de las estrellas. Eso es un regalo que los dioses les dan a pocos mortales. Si tú lo deseas así, te llevaré a su morada, donde podrás encontrar lo que tu corazón verdaderamente busca, lejos de lo que hay en este mundo.
Esciga no pudo resistir a estas palabras y el deseo que se había vuelto más grande dentro de su pecho se convirtió en una llama ardiente. Dio un paso adelante y, sin mirar atrás, aceptó la invitación del árcero.
-Voy contigo -dijo con voz liviana, mientras sus ojos brillaban.
Y Bórcod quiso detener a su hermana, pero esta había cruzado la línea invisible entre el bosque y el jardín del Plerco. El árcero extendió su mano hacia ella y la joven fue levantada. Con el último suspiro, Esciga desapareció entre las sombras, llevada por el ser que la había capturado. Bórcod intentó seguirla, pero el bosque lo detuvo, sus raíces surgieron del suelo y lo aprisionaron. La última visión que tuvo de su hermana fue su rostro iluminado por una luz extraña, mientras su cuerpo se desvanecía entre las nieblas. Esciga, convertida en diosa, flotaba en el aire, con su figura luminosa como un sol en la neblina del bosque. Cuando el árcero la tocó, su forma de mortal se desvaneció, dejando tras de sí solo luz divina. Sus cabellos, que antes eran oscuros como la noche, brillaban como aurora y su bella ropa se transformó en un manto de oro. Pero cuando el alma la reclamó por completo y todo lo que había sido mortal cayó al suelo, sus cabellos y su vestido cayeron al suelo, junto a Bórcod, el cual los guardó en su estásir[57]. El bosque parecía susurrar alrededor de Bórcod y el crujido de las hojas bajo sus pies resonaba.
En el camino de regreso, Bórcod se encontró con su padre y este le dijo, extrañado:
-Hijo, querido por mi corazón, he vuelto de mi empresa y he encontrado muchas bellotas para llevar a la piedra de los muertos[58]. Te veo aquí, junto a mí, pero no veo a tu hermana. Dime, ¿tú sabes en dónde se encuentra? y Bórcod a Ástar:
-¡Padre noble! Veo lo que tú dices. Sabe que Esciga ha adelantado sus pasos y se encuentra yendo hacia el hogar. Y Ástar a Bórcod:
-¡Hijo, ¿cómo has dejado que realice ese camino sola?! Vosotros dos sois jóvenes como para poder enfrentar solos a las bestias que habitan dentro de este bosque y, además, la mujer no es tan fuerte y astuta como el hombre.
Entonces, se dirigieron hacia la casa, esperando el padre encontrar a la hija en el camino y, antes de llegar al umbral, Bórcod se salió del camino de su padre y, yendo atrás de un árbol, sacó la ropa y los cabellos que había guardado dentro del estásir y los colocó sobre su cabeza. Luego se desvistió y, sacando el vestido de su hermana, se lo puso y fue hasta donde estaba el padre y le dijo:
-¡Padre amado, veo que has vuelto! Mi corazón te extrañaba. Mi hermano ha caminado más rápido que tú y ahora se encuentra en el espolfio[59].
Y así hizo Bórcod durante todos sus años de juventud, mostrándose a su padre cuando lo buscaba a él y vistiéndose como Esciga, cuando este la buscaba. Después de devenir adulto, Bórcod, emulando a Esciga, fue desposado por Tantórguz de Balzíra. Este era hijo de Licia de Miusoria, la hija de Dícar de Miusoria. A ella iba a desposar Aguelven de Miusoria, un hombre ilustre de la corte de su padre. Y esta fue hasta el hijo de Dalgo[60], para que hiciese un fáproc[61] de oro. Pero, al llegar a la forja, sus ojos y los del dios chocaron y los pechos de los dos se colmaron de deseo. Los dos yacieron y de su unión nació Tantórguz. Y Aguelven quiso matar a Licia por su injuria, pero Foyegro lo supo y lo hizo caer del caballo, lanzándole el martillo contra la frente. En la primera noche de lecho, Tantórguz desnudó el pecho de Bórcod y vio que era un pecho de un hombre. Entonces, tomó la vela que llenaba de luz el dormitorio y, con ella, le inflamó los ojos. Bórcoz salió del hogar gritando y lo escuchó su hermana, cuyo pecho se llenó de compasión y, conociendo lo que su hermano había hecho para ocultar la huída de ella, apagó el fuego de sus ojos, los cuales no podían ver entonces, por lo que agrandó sus orejas, para que pudiese escuchar dos veces lo que escuchan los hombres; le agrandó los colmillos, para que pudiese clavarlos en carne dos veces más fuerte de lo que los clavan los hombres; le cubrió el cuerpo de pelos, para que pudiese soportar el frío dos veces más de lo que lo soportan los hombres; y, alargando la piel de sus brazos, juntó con la de las piernas, para que pudiese elevarse dos veces más de lo que se elevan las copas de los árboles[62].
EL PIRATA SANTO
En Ifármeler vi al obispo Gradarenquialo, quien me recibió en la capilla y me relató la vida y acciones del santo de esta tierra, que el Señor del Cielo hizo de un malvado ladrón[63], para que yo convirtiese sus palabras en letras. Así me dijo:
»Los caminos en los cuales el Señor pone a sus hijos y la forma en la cual Él teje los hechos es demasiado grande para lo que nuestro entendimiento contiene, pues Él ama incluso a sus hijos más crueles.
»En una noche de estrellas de fuego, los de Ifármeler habían visto, bajo el cielo que volaba sobre el Edulio, unas velas de los zarqueanos, las cuales se dirigían hacia su playa. Las mujeres de los pueblos cercanos a la muralla entraron a las casas, llevando a sus hijos, pero esto poco les dio, pues los piratas[64] bajaron a la playa, mataron a los soldados, cruzaron la muralla y entraron a las casas, matándolas a ellas y al fruto que el Señor les había colocado entre las entrañas. Había en Ifármeler una mujer pía, Cángrirro, la cual se dirigió hasta la iglesia, para sumarse a los diáconos que la protegían. Y había entre los piratas un simbaíno, cuyos cabellos (eran) como el sol, por lo que los de Ifármeler lo conocían como Dromodoy[65], el cual mató a tres diáconos y entró a la capilla. Allí vio sobre el altar[66] a Cángrirro, quien era su madre, y esta le dijo: "¡Dromodoy, que tu pie no pise trozo de piso más hacia mí! Yo te parí bajo la Gracia de Dios y Él te cuidó entre mis brazos y te hizo libre; pero tú, despreciando este amor[67] mío y del Señor, obedeces cobardemente las órdenes de tus captores, los cuales te esclavizaron; mátame, si ese es el precio de la tranquilidad de tu pecho, pero tus pies impíos no pisarán este altar, sobre el cual te bautizamos." Habiendo escuchado Dromodoy estas palabras, sus pies no avanzaron hacia ella, sino que, por el contrario, se dirigieron hacia el portal de la capilla y, corriendo velozmente, huyó de la iglesia y de Ifármeler, sin ver a su espalda las llamas que cubrieron el edificio santo y que devoraron a la madre. Los otros piratas no lo vieron, pensaron que había muerto dentro de la capilla, por el arma de algún sacerdote, y, quitándose el cenaque[68], entró en uno de los bosques que se escondía lejos de la muralla. Allí estaba un sacerdote, Agayapsesva, el cual había ido allí a buscar madera. Este lo vio y le regaló estas amables palabras: "Que el Padre del Cielo te cuide, joven; veo en tus ropas que viniste aquí para realizar la obra del Enemigo, pero la Voluntad del Señor te hizo huir de ella." Y, habiéndole dicho esto, le ofreció comida y agua.
»Y Dromodoy[69] a él, entonces: "Anciano, que Nergmo te cuide y te haga vivir mucho; sabe que vine desde Tantulimalta; allí hay simbaínos cristianos, simbaínos que adoran al panteón de Symbay y simbaínos que adoran al panteón de Zarquea; pero el poder divino[70] no los gobierna, porque ningún simbaíno aborrece que los pies de los zarquanos caminen por sus tierras, si sus cabezas se mantienen unidas a sus cuellos; algunos de ellos luchan con los zarqueanos y matan a simbaínos y meriños, otros se esconden dentro de los bosques que están junto a los caminos, para asaltar a los que los cruzan y otros se suben a barcos de Zarquea y se dirigen a las tierras de los cristianos, para saquear las ciudades y prenderlas fuego. Yo (vengo) de estos. Cuando yo era niño, vivía bajo la protección de mi madre en Ifármeler; mi padre se convirtió en ruscodo[71] de Slatiel, fue hasta Tantulimalta, para combatir a los ejércitos de Egbarila, y un día negro llegó de allí la nueva de que había muerto en el campo de batalla; pero otro día negro, un barco dirigido por piratas de Sotir llegó a la ciudad, mataron a los soldados en las playas y entraron en las casas; uno de ellos entró a la casa en la que estábamos nosotros dos y me llevó como cautivo, sin atender a las lágrimas ni a los gritos de mi madre; este hombre hablaba en palabras simbaínas, pero no las que pronuncian los cristianos; me llevó al barco y este abandonó el puerto de Ifármeler, cortando las aguas del Edulio. El nombre de este hombre era Epmárblurgo y, apenas la tierra ya no se veía, me ató a la vela y me golpeó hasta que la fuerza abandonó mis miembros. Durante cinco años fui esclavo de esos simbaínos y me obligaron a limpiar los suelos de la nave y a prepararles la comida a los piratas, hasta que un blanco día cubrió el cielo y la nave llegó a las playas de Xámesy. Los marines fueron hasta Ribacarú[72] y regresaron llevando a Oparriazelo como prisionero, el cual era el hijo del quélbal[73] Lumpixgolo. A él lo trataron con más amor que a mí, pues era pagano como ellos. Pero él me amó a mí, a pesar de que yo era cristiano, y me trató como a su hermano. Entonces, los piratas le enseñaron la pesca, la lucha, el asesinato y el robo y él fue el ladrón más valiente entre ellos. Entonces, el capitán, Arjair, le ofreció un favor, como pago por su buen trabajo y Oparriazelo le pidió que me liberasen y que me hiciesen pirata. El capitán aceptó, cortaron las sogas que ataban mis pies y me enseñaron el asesinato y el robo y el hijo del quélbal me habló de los dioses de los simbaínos y de los tributos a ellos. Entonces, abandoné la Fe al de vosotros y me ofrendé al gobierno de los del Plerco. Cuando llegué a la plenitud de la edad, la nave se dirigió hasta Oterda y ahí matamos a muchos meriños que adoraban a los dioses de los meriños, saqueamos la ciudad, entré en el Esmucfi[74] a Ruspeno y lo prendimos fuego. Saqueamos y matamos a muchos simbaínos cristianos y a muchos simbaínos paganos y matamos a muchos meriños cristianos y a muchos meriños paganos y llevamos a muchas mujeres y niños presos. Fuimos hasta las cosas de Inta y allí el capitán ofreció a la tripulación al general Esquelbosátides, para que fuésemos sus soldados y luchásemos contra los cristianos en el valle que parte la muralla de las Xilarcanas. Y así lo hicimos. Veinticuatro[75] de nosotros fueron muertos por erfios[76] simbaínos, pero sesenta[77] simbaínos fueron muertos por mi erfio. Entonces, subimos al barco de Esquelbosátides, el cual se dirigió hacia Lunda, y una nave meriña, dirigida por Etestarera, cristiano nacido en Anoque, se colocó entre nosotros y nuestro destino. Las piedras, lanzadas por nuestras balistas[78], hirieron sus mástiles y nuestras flechas prendieron fuego sus velas, como las flechas de Dalgo, y subimos a la nave, sobre la cual lanzamos los cuerpos muertos de todos sus úscumos[79]. Etestarera murió por el erfio de Arjair. Veinticuatro[80] de los marines de nuestro barco murieron y, junto a ellos, todos los prisioneros. Entonces un negro día, Epmárblurgo le dijo al capitán que él quería someter la ciudad que no logró incendiar cuando era joven, Ifármeler, para juntar más prisioneros. El capitán aceptó entonces y, un mes después, nos dirigimos hasta aquí. Entonces bajamos a la playa, matamos a los soldados en ella, entramos a las casas, degollamos[81] a mujeres y niños y fuimos hasta la iglesia. Allí había una muralla de diáconos. Yo pude atravesarla, entregando a tres diáconos a Caifas[82], y entré en la capilla. Allí vi a mi madre sobre el altar, me dirigí hacia ella, pero esta me dijo que no avanzase más y que mis pies impíos no pisarán ese altar, sobre el cual me bautizaron. Un dolor y un miedo asaltaron mi pecho y corrí fuera de la iglesia y fuera de las murallas, me dirigí hasta este bosque y hasta ti."
»Entonces, ofreciéndole algo más de agua, le dijo el hombre pío: "Escucho entre tus palabras el odio y la crueldad del Enemigo, los cuáles él introdujo en tu pecho; pero el Padre del Cielo vio dentro de este un alma[83] cristiana e introdujo en tu pecho el dolor y el miedo, para guiar tus pasos a través de su Voluntad, y te trajo hasta mí, para que, si tú me lo permites, te enseñe de nuevo el Evangelio y aceptes de nuevo la verdadera Fe."
»Pero Dromodoy la rechazó y vivió junto al sacerdote durante cinco meses en aquel bosque. El joven cazaba animales para que los dos comieran y el viejo llevaba aguas, para que los dos bebieran. El viejo le habló del Señor dos veces y dos veces el joven rechazó la verdadera Fe, hasta un blanco día; cuando el joven cazaba un jabalí que se le escapó, vio sobre una laguna bajo los árboles las imágenes de una mujer y la de un hombre, las cuales se sostenían sobre las aguas, sin tocarlas. Eran la de la Santa Madre y la de San Arquideo, los cuales le dijeron estas palabras[84]:
—Hijo amado por el Señor, que protege a todos los de Simbay ¿Por qué niegas la Fe que te ha protegido cuando eras un niño frágil, la que tu amorosa madre te regaló, y, en su lugar, guardas fidelidad aún a los hombres que te han esclavizado, cuando tú ya no estás con ellos? Has escapado de ellos y ellos se fueron de Ifármeler, hacia las profundas aguas del Edulio ¿Qué posees que no sea la Fe del Dios de Israel? Y Dromodoy a él:
—Buen ulítero, tus palabras son crueles. Los hombres de los que he escapado me han enseñado a trabajar y a conseguir comida. Y yo he escapado de ellos porque el pecho me lo ordenó. Cuando un pirata deserta, sus compañeros lo dejan en donde está. Esta es nuestra Ley y yo la conozco. No se lo reclamaré porque es justo. Y la Santa madre a Dromodoy:
—Esa es una ley de hombre, pero no es gobierno más grande que la del Señor y el Señor no abandona a los hijos que huyen de Él, sino que los busca, los espera, los perdona. Lo que tus manos han hecho es aberrante e impío. Pero, si te arrepientes y abandonas el camino perdido, el Señor te perdonará. Y Dromodoy a ella:
—Entiendo tus palabras, pero he entregado mi vida a los dioses del Plerco y a ellos serviré.
»Y, después de decir esto, se alejó de la laguna y salió del bosque. Entonces se dirigió al Pliuzulia[85] para cazar y vio cerca de su base un árbol, cuya copa asemejaba a un cráneo de hombre y cuyas raíces afloraban de la espina de una mujer que yacía sobre la hierba, a través de los vacíos entre las vértebras. De la piel de madera del tronco, surgía un rostro de un infante y sus manos, hasta las muñecas. Y sobre el brazo más alto de la copa del árbol había un gallo hermoso, con plumas largas y poderosas[86], con una noble cresta con espinas de rosa, que cortaba la luz del sol, y con garras y pico de oro. Entonces dijo Dromodoy:
—Que los dioses se apiaden de ti y te perdonen, mujer, porque ellos son lo suficientemente favorables para libraros a ti y a ese infante. Y la mujer a Dromodoy:
—Buen hombre, que el Dios del Cielo te cuide a ti y te aleje de la impiedad a la que yo me he entregado; pues yo era Dlangbliacmoin, hija de Panimbarico, quélbal pagano de Guíoni[87], y servía a los dioses de Simbay, pero estos no me cuidaron; vine hasta este bosque para dejar trigo, vino y carnes a Arza, junto a una higuera[88]; pero no fue Arza quien los recibió, sino el Enemigo, quien, quitándome mis ofrendas, hizo brotar de mi espina estas ramas y este tronco, por haber servido a otros dioses en lugar de a Jehová, y en él atrapó a mi hijo, Urtayataío, porque le enseñé el amor a los dioses de Simbay. Y Dromodoy a la mujer:
—Tus palabras filosas me hieren el pecho y lo colman de compasión por ti y por tu pequeño hijo. Y también he visto un hermoso gallo sobre este árbol ¿Lo conoces? Y la mujer a Dromodoy:
—Ese ser ha llegado hasta mí el primer día que ofrecí tributo a los del Plerco. Ha estado a mi lado cuando di a luz a mi hijo. Ha estado junto a él cuando la hija de Estigo[89] le enseñó a convertir su voz, hecha de ruido, en palabras. Y ha estado junto a mí y junto a él cuando le enseñé los oficios divinos.
»Al acabar de decir esto la mujer, el ave extendió sus alas y, levantándose sobre el aire, voló hacia la cumbre del monte. El pecho del pirata se llenó de admiración y la siguió. En la cumbre había un bosque, con árboles altos que tapaban las nubes, y Dromodoy entró en él. Entre los troncos y las hojas fluían bellas voces de niños y mujeres y entonaba cada una una melodía propia, que se hacía más liviana cuando Dromodoy se acercaba. Entonces, el dolor y el miedo que habían colmado su pecho en la capilla lo llenaron de nuevo. Un sendero se mostró entre las hojas, sobre el cual, negras raíces y rocas desgastadas se enredaban entre sí. Entonces, todas las voces empezaron a entonar la misma melodía, simultáneamente. Al final del sendero se levantaba un viejo árbol, ancho como una muralla, con tronco rugoso y con cicatrices de siglos. Sus grandes raíces ahorcaban las rocas del sendero y entre sus hojas volaban murmullos de voces de almas olvidadas: cantos de valientes guerreros y sacerdotes, plegarias de hombres y de animales. Y el gallo se encontraba en el brazo más alto del árbol, bajo el techo de maleza. Sus plumas empezaron a brillar como el sol, con una luz más brillante que los cristales sobre el cielo, más blanca que la nieve y que quemaba como doce rayos, pero que, al tocar al pirata, no lo hirió. Entonces este supo que se encontraba ante un poder divino que no había conocido. Cayó sobre sus rodillas y, entre las lágrimas que brotaban entre sus párpados y mojaban sus labios, pronunció estas palabras: "Señor, he pecado contra ti durante los años más imberbes de mi vida y no he venido hasta ti, sino que Tú me has traído hasta ti; seré tu siervo hasta el día de mi muerte."
»Entonces, Dromodoy descendió a la tierra y fue hasta Leldo, para sumarse a la tripulación de Fufresquera, que fue hasta Etro, la cual había sido sometida por las tropas de Osgba[90]. Junto a ellos en el barco (estaban) el oficial Guiya, el oficial Sheshececlanco, el oficial Cauro, el general Baui, junto a su ejército de ciento veinte cerpas[91], el general Doro, junto a su ejército de ciento veinte resgreras[92], el general Banebe, junto a su ejército de ciento veinte elodunos, el general Erbédur, junto a su ejército de ciento veinte ílmescos, el general Boscagra, junto a su ejército de ciento veinte quiptenses[93]; y Ócops[94] de Anazi, quien protegía la piedad de ellos y rogaba al Señor para que les fuese favorable. Luego de que montaron las aguas, Ócops alzó las manos al cielo, todos los que estaban en la nave se apoyaron sobre la rodilla y el sacerdote dijo: "Pater Caelestis, qui omnes filios tuos amas, rege ventos, si haec est voluntas tua, ut nos omnes ad terram perducant." Giya se acercó a la pared del casco y muchos animales se agruparon frente a él: peces, delfines, ballenas, narvales, tiburones; y él alzó las manos al cielo, honró a Dios y les dijo: "Animales del Señor, que voláis a través de las aguas del Enemigo; alzad las miradas por encima de vuestros lomos, hacia el cielo y ved la grandeza de la obra del Señor." Habiendo dicho esto el quirdo, las bestias alzaron sus morros y los dirigieron hacia el cielo. Entonces, él les dijo: "Mirad la obra del Señor y temedle, porque su poder es más grande que la ballena más grande entre ustedes y su mano es más fuerte que los dientes de los tiburones; pero vosotros sois creaciones de Él; bajad las cabezas y recibid la verdadera Fe, que os hará salvos." Y habiendo dicho esto el quirdo, las bestias bajaron sus morros y hundieron las cabezas dentro del agua y las ballenas y delfines lanzaron chorros al cielo, en señal de adoración.
»El Señor llenó las velas y dirigió la nave hasta Dreito, en donde habitaban tulmascianos y meriños cristianos. Allí los recibió el quélbal[95] Casgo en su corte y les dijo así, en palabras tulmascianas: "Buenos hombres de Dios, el cual os ha traído, habéis venido en tiempo favorable para mi reino; el ejército de Osgba vino aquí, mató a muchos de mis soldados y se llevó a mi hija Duno; pero otros soldados míos lograron aprisionar a uno de ellos, cuyo nombre es Ospibrumara; durante seis meses, un soldado ha ido a la celda[96] para interrogarlo y que le diga a dónde han llevado a mi hija, pero él no ha respondido; he mandado traer a su madre, Daldo, quien es cristiana, para que ella lo interrogue y la mujer me ha dicho que él le está relatando el plan que están llevando a cabo y que no le ha dicho a dónde llevaron a Duno, pero que se lo dirá; mas, hoy día, ella no me ha revelado cosa alguna de lo que su hijo le ha dicho y temo que nos esté reteniendo con una estratagema, hasta que los zarqueanos maten a mi hija." Habiéndoles dicho esto el quélbal, la tripulación fue hasta la celda y allí vio a Daldo, llevándole comida a Ospibrumara, y Dromodoy le dijo a esta: "Fere faba, Keba ituguitis ardud pe arts rilød; duffjes inaməs[97] jerio; kun maruna gogaksedud taktis ardun kurkaksedud takitis kirlo biaikses arts riløn jot akaus fuldatso, dar ard kunna ima parikksedud takis kunud giroud kun ardun gogaksedud taktis." Esto en nuestras palabras es: "Buena mujer, que el Señor os proteja a ti y a tu hijo; venimos de la corte de Casgo; él nos ha dicho que te ha llamado para que interrogues a tu hijo respecto al plan de la tripulación, pero que tú no les revelaste lo que él te ha dicho." Y esta le respondió a Dromodoy: "Kristaskr faba, Keba ituguitis ardud pe arts fessa; nimo kuratis kun giroud gogas; sust parikksedud tagd susts rilød, Ospibrumarød, jormi kristaskr, dar, karmidepa kørapa, akibebasi[98] nujasksesi kurøm sunar Kiptəs pe takksedud takum pe apkksedud takum akibebød; karmidəs təs, kun kuratis akibeba gəksedud takum duma felgoso, sunar Egbariləs ieukejes inamosidoud suk neskøm kuts ksardektes pe touriadekətsi ruksi; kun urtides apkksedra taktis lin pe gəksedud takum felgoud, kraksedud takum duma apskopso pe takksedud takum iksamud; apskopsi urtides inaməs poskorksedud takum Ospibrumarød pe fad kutso biaksedud taktis kam suk etjo nesa kalakrso; kun dar kunun gogaksedud taktis ima fadud; urtides, Kasg apkksedud taktis kurka sustud, kirlo susts kurkəs kunud; pe rila susts sustun gogaksedud taktis ima fadud, sust dar inamøn gogaksedud tagd kun sustun katudud legitis akaoud akibebaso, kirlo kaits karmidəs giropa sust gogaid tud inamøn nesəs karmidəs sunar kurəs nimopa susts riləs." Esto en nuestras palabras es: "Buen cristiano, que el Señor te proteja a ti y a tus marines; lo que ocurrió es lo que dices; yo he criado a mi hijo, Ospibrumara, como cristiano, pero, un negro día, los piratas llegaron a Quiptó, se lo llevaron y lo convirtieron en pirata; desde ese día, él es pirata y han sometido muchas ciudades, hasta que Egbarila les ofreció un reino si se unían a su ejército y el capitán aceptó; entonces él los envió hasta aquí y sometieron a la ciudad, mataron a muchos soldados y se llevaron a la hija; los soldados del quélbal capturaron a Ospibrumara y uno de ellos lo interrogó por seis meses; pero él no dijo cosa alguna; entonces, él me mandó llamar, para que yo lo interrogue; mi hijo no me ha dicho nada, pero yo le he dicho al quélbal que él me está contando el plan de los piratas, porque cada día que yo le diga esto al quélbal es un día más en la vida de mi hijo." Entonces, Dromodoy le dijo que le permitiese hablar con su hijo. Daldo lo permitió y Dromodoy le dijo a él: "Udmu gabatis ardud pe itugutis ardud, Ospibrumara, kirlo Kuts tasara boskara Kuts; pe suk nuspiis apkkumra arts, sustun gogais maloroud mu giroud takksedud takum iksamud Kasks pe denkeis kalpa Spigud tajekto, Kun rugbatis ardud kalpa, suk te kuretis Kuts Unkra." Esto en nuestras palabras es: "Dios te ama y te protege, Ospibrumara, porque Él ama a todos sus hijos; y si te arrepientes de tus actos, me dices a dónde han llevado a la hija de Casgo y aceptas de nuevo la verdadera Fe, Él te recibirá de nuevo, si esa es su Voluntad." Ospibrumara recibió las palabras de Dromodoy. Entonces, Ocops entró en la celda, lo escuchó arrepentirse, lo bautizó de nuevo y el pirata le dijo que los otros se llevaron a Duno a Etro y el quélbal mandó atar sus brazos y sus piernas. Un marinero le cortó siete dedos de las manos y los hundieron en la tierra, bajo una planta que colocaron sobre ellos[99]. Luego de esto, lo subieron a un barco, este se alejó de la orilla y lo arrojaron entre las aguas del Tauquino, en donde se hundió. Entonces, el capitán dijo: "Urpeti tar, tiþu teþu nymysga[100]."
»Entonces, el barco de Fufresquera se subió a las aguas del mismo mar y se alejó de Dreito, hacia Etro. Y, una noche, vieron acercarse y pasar junto a ellos un barco con velas de fuego[101], las cuales iluminaron el cielo, como el día. Sobre él había serafines y querubines. Pero se alejó rápido y el barco de Fufresquera entró en las tinieblas de nuevo. Y otro barco se acercó a ellos, cuyos casco y velas eran rojos. Ocops ordenó entonces a toda la tripulación que se persignara y así lo hizo. Sobre el barco (iba) el Enemigo, dirigiéndolo, acompañado de un ejército de espíritus impíos y movían los remos las almas de mil pecadores. El barco rojo embistió el de Fufresquera y ciento veinte hombres cayeron al agua, los cuales, aunque habían aceptado la verdadera Fe, no habían sido bautizados; y ciento veinte espíritus impíos volaron hasta ellos, tomaron sus cabezas, los ahogaron y llevaron sus almas a su nave. Allí, cada una tomó un remo y se sumaron a los demás pecadores. Pero los espíritus impíos no se acercaron a Dromodoy, porque el Señor lo protegía, ya que había preparado para él una tarea muy grande.
»La nave de Fufresquera llegó a la orilla de Etro y hasta ella fue un hombre vestido con un crotceguípeco, ceñido con un fáproc de oro, y un seduscórgot[102], quien era un pirata zarqueano del barco de Arjair, y este les dijo[103]: "Dios os proteja, buenos hombres; sabed que soy Azurrisfa y vine desde Tárgaza, que es la tierra en donde nací y en donde habito, porque mi hijo fue capturado por paganos de Zarquea y llevado hasta el barco que está allí, detrás del monte Dlanguiavín; pero yo soy una mujer débil y no soy capaz de enfrentar a unos piratas; si vosotros me ayudáis, el Señor os lo recompensará abundantemente y yo os pagaré de manera igualmente abundante, porque soy muy rica." Fufresquera aceptó y, dejando su barco, fue hasta la parte que está detrás de la montaña, junto a Dromodoy, Erbédur y sus soldados y Boscagra y sus soldados. Allí los atacaron los piratas de Arjair, pero el Señor los protegía y murieron veinte soldados de Erbéder, pero fueron muertos doscientos cuarenta piratas. Dromodoy vio a Oparriazelo y Oparriazelo vió a Dromodoy y el darto le dijo[104] al ifarmelerro:
—Hermano, ¡Es muy severo el destino que los dioses eligen para los hombres, pues nos hizo encontrarnos a nosotros dos con el erfio en la mano! Y Dromodoy a Oparriazelo:
—Tus palabras lastiman mi pecho, Oparriazelo, porque tú siempre me amaste y me protegiste, pero luchas con los piratas que me esclavizaron y yo lucho ahora por el Dios que me liberó.
»Habiendo dicho esto, Dromodoy alzó su erfio y se lo clavó en el pecho al darto. Su alma se escapó por el hueco que este había abierto en él y Oparriazelo cayó al suelo muerto. Entonces, el ifarmelerro alzó las manos al cielo y, honrando a Dios, dijo:
—Señor del Cielo, tu misericordia es lo más grande. Perdona a este hombre, pues, aunque actuó muy cruelmente, en su pecho siempre hubo amor y misericordia.
»El hombre vestido como mujer noble era Epmárblurgo y estaba en el barco, protegido por la tripulación de Fufresquera. Pero Banebe lo encontró intentando robar, le clavó el erfio en el pecho y el pirata cayó al suelo muerto. Entonces, el eloduno alzó las manos al cielo y, honrando a Dios, dijo: "Blioki Gelbalo, sdoubo dondeo eigao ezto, geloko das ko bortor bemp eirfereukeus; egeirdotogis Boleu dondeeu." Esto en nuestras palabras es: "Señor del Cielo, tu misericordia es lo más grande, pero este hombre actuó muy cruelmente; lo entrego a tu Voluntad."
»Entonces, Dromodoy vio en el llano a Tulmarila, el capitán del barco pirata sobre el que navegaba Ospibrumara, llevando a Duno a él y, alzando las manos al cielo, le rogó al Señor para que le diese habilidad, tomó su arco y una flecha, lo tensó y la lanzó hacia el pirata, a quien le atravesó la garganta y cayó al suelo muerto. Al ver esto, Erbédur, Boscagra y los soldados de ambos fueron hasta la joven, matando a los piratas que trataban de llegar a ella y a los que trataban de impedirles a ellos llegar a ella, la tomaron y la llevaron hasta el barco de Fufresquera y, luego de que la tripulación entera se reunió sobre él, fueron hasta Dreito y devolvieron a la hija a Casgo. Entonces, Dromodoy volvió a Ifármeler, se encontraron de nuevo con Agayapsesva y este le dijo al sacerdote: "¡Oh, pío hermano, has tratado muchas veces de hacerme ver la verdad, pero mi pecho se negaba a abrirse a ella! ¡El Señor envió al Santo de Uliteria y a la Santa Madre Virgen para mostrarme la verdad, pero la rechacé de nuevo. Entonces Él me enseñó su gran poder y me hizo ver de nuevo. Ahora le serviré hasta el día de mi muerte." Habiendo oído esto y llenándose su pecho de alegría, Agayapsesva alzó las manos al cielo y honró a Dios, tomó algo de su agua, la bendijo y con ella bautizó de nuevo al que había sido un cruel pirata. Después de esto, Dromodoy lo llevó a Pliuzulia y allí vieron a la mujer. Entonces, Dromodoy le dijo al sacerdote: "Hermano, está mujer que ves aquí ha servido a los falsos ídolos de los simbaínos y ha llevado a su hijo por este camino; pero ha pagado por esta falta y ahora lo lamenta." Habiendo oído esto y llenándose su pecho de alegría, Agayapsesva alzó las manos al cielo y honró a Dios, tomó algo de su agua, la bendijo y con ella bautizó a la mujer y a su hijo. Entonces, el gallo se posó sobre la cabeza de esta y el tronco y las ramas se deshicieron alrededor de su cuerpo y del de su hijo, soltándolos. Estando libres los dos, cayeron sobre sus rodillas, haciendo lo mismo el ifarmelerro y el sacerdote, alzaron las manos al cielo y honraron a Dios y Este, a través de Agayapsesva, les dio a cada uno de los dos un nombre nuevo: Naúsia[105] y Estefna[106].
[1] Bestia mitológica meriña, elefante con orejas de alas de murciélago y una serpiente venenosa por trompa.
[2] dýmω, lanza de caza simbaínica.
[3] Dēsgērdēkēp, "surgida del agua." Debido a que la isla se alzaba sobre el horizonte cuando los meriños se dirigían a ella por el mar Cerpiecde, estos pensaron que la isla nacía de las aguas.
[4] Cf. Paladastía, 54.214-216.
[5] Gylyliabgadékαs, "la que lleva dentro un pueblo" o "la que está embarazada de un pueblo."
[6] Feso fue el rey epónimo de la tribu simbaínica de los fesutos, a la que pertenecen los habitantes de las ciudades de Lunda y de Dedra.
[7] Cf. Paladastía, 30.119.
[8] Rey mitológico de Apsil.
[9] ýsarζ. Los generales no eran nombrados por méritos, sino por pertenecer a familias reales (como es el caso de Fórrel, que pertenecía a la estirpe de Lumpiceda).
[10] oyllmýnyφys, palabra con la que los cristianos simbaínos se referían a un tipo de demonio-río, al que identificaban con el Leviatán (ver nota 6 de Los Dolparmos). En este caso, Dolmiclélida probablemente confunda a este demonio con la deidad quirda Ciaroqui en la historia que Ágaroc le relató. Ciaroqui (Kяroki qd., "la que trae") es la deidad-serpiente-río que se corresponde con el río del mismo nombre. Los quirdos creían que este río era una gran diosa-serpiente que traía las aguas de las montañas. Su contraparte masculina es Oce (Oke qd., "el que lleva"), que se corresponde con el río del mismo nombre y que lleva las aguas al mar Yetén. Para los quirdos, ambas deidades protegían la zona que delimitaban, en la que estaba Eyámoc, y los animales y plantas que se encontraban en dicha zona, según el mito, eran sus hijos. Aquí Dolmiclélida está mezclando el mito simbaínico de Fórrel con el mito quirdo de Guiyanqueyo (ver el apartado de Ayámoc en el Comentario a las Crónicas de Agároc).
[11] ztérpas gâydas, es la expresión con la que los simbaínos cristianos se referían a los demonios.
[12] Por esta razón Dolmiclélida identificó a Fórrel con el epíteto "Kяmrbers яrxor e."
[13] αvñgâydis, vates simbaínos. Dolmiclélida usa este término para intrudocir a un adivino quirdo.
[14] Estas se convirtieron en lombrices.
[15] smýkpφi, templo dedicado a la deidad cantiparícoda: patrona de cada ciudad. Estigo es el dios cantiparícodo de Ifármeler.
[16] szêimpφi, tesoro. Tanto el Estado como los esmucfis poseían una habitación, en donde guardaban las riquezas que poseían. El Estado le designaba una parte del tesoro al culto religioso, el cual era guardado por los súfabas (sýfabas, sacerdotes consagrados a una deidad) en el esmucfi, junto con las donaciones que les hacían las familias más ricas.
[17] Ver la Epístola a Esfíodo §17, anexada a la Paladastía.
[18] náram, es la palabra simbaínica para referirse al narápec (*na(r)(a)pek), un altar hogareño de origen vermárico, dedicado a la deidad que tenía la función de patronazgo de la casa. Los damarios también conservaron este rito, pero el término referente a este altar era "nirupig" (niropiг). Este nirupig estaba dedicaco a Lio, el dios damario del cielo, correspondiente al proto-vermárico Paliu, del que también proviene el simbaínico Pleius.
[19] Rey histórico de Psicul. Fue el primer rey de Dutoria en convirtirse al cristianismo y se encargó de difundirlo por la península.
[20] Námmales, nombre simbaíno de la ciudad zarqueana Inamamale.
[21] El cordero con tres ojos simboliza a las tres ciudades-reino de Farta: Ifármeler, Telmízer y Átara. El hecho de que Abraham lo sostenga en sus brazos, a diferencia de los otros corderos, que se encontraban en el suelo, representa que Farta ya había recibido el Evangelio y la gracia de Dios, aunque en realidad en ese tiempo solo algunos ifarmelerrianos se habían convertido al cristianismo.
[22] Las seis cabezas suman dieciocho ojos, los cuales representan las trece restantes ciudades-reino de Parcégar, las tres Islas Tártacas, Tara y Párnaca.
[23] Las nueve patas del cordero representan las cinco ciudades-reino de Xámesy, Forje y Séleto y Teleiro y Arcanta.
[24] Las ocho patas representan las ocho ciudades-reino de Dutoria.
[25] El lobo blanco representa a Zarquea. El cordero de dos cabezas representa los cuatro asentamientos simbaínicos en el territorio de los zarqueanos, los cuales los amenazaban. Ezequiel es quien sostiene a este lobo porque este profeta llevó a cabo su ministerio en el exilio Babilonio, por lo que representa el hecho de que la evangelización de los zarqueanos tendría lugar en su territorio, el cual era pagano y hostil.
[26] El oso representa a Meriña y el cordero de siete patas a los siete asentamientos simbaínicos en territorio meriño. La razón por la que David es quien sostiene la cuerda de este animal es porque la evangelización de Meriña tuvo lugar con la conversión de los reyes (Arjítaz de Anoque en Los Dolparmos es un ejemplo de esto).
[27] Quelacuzfarico fue el primer mártir simbaíno y tuvo su martirio en Zundea.
[28] Este relato demoniza a los gremas de la mitología pagana simbaína. Ver la nota 8 de la Paladastía.
[29] Es uno de los bosques de Yastalípar, la isla a donde iban los impíos al morir en la mitología simbaína. Ver la Epístola a Esfíodo loc. cit.
[20] Ver nota 14 de la Paladastía.
[31] Los peces representan a la comunidad de cristianos recibiendo al pagano.
[32] Srévs ("mensajero"), es la palabra que los simbaínos utilizaban para traducir ἄγγελος. En ese caso, se refiere al Arcángel Miguel.
[33] Raza de gigantes de la mitología simbaína.
[34] sfářy, red de pescar simbaína.
[35] Dolmiclélida asocia a los vodiacs con Goliat para demonizarlos como criaturas paganas.
[36] Espada semilarga de batalla simbaína.
[37] Dalαψâisvas, "Halcón de Dalia." Al convertirse al cristianismo, este abandona este nombre, que refiere a una diosa pagana, y toma el nombre Zífal (versión simbaínica de Teófilo).
[38] Padre de Arquídeo.
[39] San Zífal es considerado el evangelizador de toda Farta.
[40] Dios simbaíno del viento y las tormentas.
[41] Dios simbaíno de la luz del día.
[42] Criatura mitológica de origen vermárico occidental. Tenía abdomen, patas y mandíbulas de araña y torso y rostro de mujer, del cual salían las extremidades del animal. Ver Ergidastey 9.
[43] Monte de Átara.
[44] Estas frases demuestran el desconocimiento de Dolmiclélida respeto a la mitología simbaína pagana, pues, en esta, que los mortales viesen a los dioses era considerado una falta grave.
[45] Esta es una mofa de Dolmiclélida a las deidades paganas: él sabe que San Arquídeo y San Zífal van a acabar con la tribu de los vodiacs, por lo que pone en boca del cura cristiano el deseo de que el dios principal del panteón simbaíno los haga vivir por miles de años, burlándose así del poder de este.
[46] Lugar en donde residían los dioses simbaínos.
[47] La tribu de vodiacs de Ezuffra estaba constituída por los hijos de Isfiasírerz y de Oparcidria, hija de Estalfro.
[48] Criatura nacida del fuego con el que Dalgo quemó los bosques de Dutoria. Ver Paladastía 26.101-103. Su piel se convierte en llamas cuando toca el miedo.
[49] Con "de este cristiano joven" (χristianῆ χairῆ kῆ), se refiere, no a su edad, sino a que era un cristiano nuevo.
[50] Este episodio está narrado en el fragmento Sobre el Rey Crodarco, datado un siglo antes de la llegada del cristianismo a Parcégar, aunque este texto menciona que Átaro murió, lo cual hace pensar que esta versión alteró ese hecho para que la bestia muriese por la mano de un simbaíno cristiano.
[51] Este águila era un ser de la mitología quirda, Yesquiórn, la cual controlaba el clima. Los quirdos pensaban que los vientos era el resultado del aleteo de sus alas.
[52] késne, atalaya simbaíno.
[53] En la mitología simbaína, la arena era considerada el sudor de Azur. La caída del agua bendita en las arenas de Dutoria simboliza la última derrota del paganismo por parte del cristianismo.
[54] Rey histórico de Ifarmeler. Fue el primer rey de Parcégar que se convirtió al cristianismo y es padre de Eslaciel de Ifármeler.
[55] Un árkerys era un noble que poseía un castillo.
[56] El verbo bgadexám también significa "estar embarazada", por lo que esta frase también puede traducirse como "estás embarazada de la luz divina de las estrellas".
[57] Saco de mano hecho de lana, utilizado en la cacería y la recolección.
[58] Se refiere a la gerpapscáldar, era un túmulo de piedra que los simbíanos erigían a los antepasados muertos. Ver la nota 1 de Fragment in Archaic Symbaian.
[59] spólpφi, la antesala de las casas simbaínas.
[60] Foyegro, dios de la forja y la herrería, hijo de Dalgo y Ercazia y hermano de Vur, dios del mercado.
[61] faprok, ceñidor unisex, utilizada por todos los simbaínos.
[62] Esciga convierte a su hermano en un murciélago del tamaño de un hombre, el cual habitaba en los bosques de Anazi y ayudaba a los transeúntes que se perdían en ellos por la noche.
[63] Este texto está inspirado en la obra El archipiélago en llamas, de Julio Verne.
[64] pyrzaýrkayζ (de pyrzâyr, "barco pirata"), pirata simbaíno.
[65] Dromodôis, "Cabeza de Fuego".
[66] El narrador utiliza la palabra náram, el cual era un altar pagano de origen vermárico, para referirse al altar cristiano.
[67] El narrador utiliza la palabra pnéztars, que significa tanto "amor paterno" como "amor materno".
[68] fzηnákaï, armadura de pecho simbaína.
[69] Dromodoy habla en dialecto tárgazo.
[70] dápψis significa "poder divino", en contraste con dínas o mído, que refieren al poder, la potencia, el gobierno y el dominio políticos humanos. El término ha sido utilizado por los paganos para referirse a las facultades y potencias de los dioses y luego fue empleada por los simbaínos cristianos para referirse al poder de Dios, para traducir tanto δύναμις como κράτος.
[71] rýsκayζ, soldado de primera fila que blandía la rusca, espada semilarga de batalla.
[72] Řibakarôys, epíteto de Darto. Ver la nota 4 de la Epístola de Esfiodo.
[73] kélbals, monarca simbaíno.
[74] Smýkpφi, templo público simbaíno. El narrador pone esta palabra en boca de Dromodoy para resaltar su ignorancia, ya que los meriños (aliados conocidos por los simbaínos cristianos) no erigían templos a sus dioses.
[75] Aquí hay un ejemplo de las construcciones cuantitativas de partitivo en simbaíno. "Veinticuatro" en simbaíno es kydríalo, que no es otra cosa que el dual de kýdar, "doce", lo cual es el sustantivo kýdars ("dedo"), pero convertido en neutro. En otras palabras, géndañk kydríalo podría traducirse también como "dos docenas de nosotros" o "dos dedos de nosotros". Por esta razón, el verbo gertoírloi concuerda con su sujeto absolutivo en neutro dual y no en segunda dual ni en masculino de tercera plural. El sistema numérico vermárico es como el sumerio. Los números se ordenan en decenas, resultado de la suma de las doce falanges de los cuatro dedos. Cada docena se cuenta a su vez con los dedos de la otra mano. Por esto, cada docena se corresponde a un kýdar, a un dedo.
[76] érfi, daga de mano de origen vermárico.
[77] Aquí ocurre lo mismo que con kydríalo (ver nota 75). La forma singular ágar ("sesenta"), la cual proviene de ágars ("mano"), concuerda con el verbo gertóro en neutro de tercera singular y symbaíoiñk ágar puede traducirse también como "una sesentena de simbaínos" o "una mano de simbaínos". Cuando la mano que lleva la cuenta se queda sin dedos (cuando se llega a cinco decenas), se cuenta un ágar, "una mano". De este modo, el sistema numérico simbaíno no se ordena en centenas formadas por diez decenas, sino en sesentenas, formadas por cinco decenas. El número 73, por ejemplo, sería ágar kýdar pa pál pat ("una mano, un dedo y uno": 60+12+1).
[78] Los simbaínos cristianos adoptaron las balistas de los griegos.
[79] ýskyms (del meriño uskum), soldado meriño.
[80] Ver nota 75.
[81] El verbo fzωrgísam alude a la realización de la ciraxcía: la ejecución, mediante decapitación, de desertores y traidores militares, o de quienes traicionan a la corona. Que un Dromodoy hereje utilice este término para describir el asesinato de mujeres e hijos de simbaínos cristianos sugiere, probablemente, que el personaje considera tal acto como un castigo infligido a los que traicionan a los dioses paganos.
[82] Deidad que guía a las almas de los que mueren luchando. Ver la Epístola de Esfiodo §16.
[83] La palabra ztárs se traduce como "alma", "mente", "espíritu", "conciencia", entendiéndose como la parte pensante y sintiente del individuo, mientras que ztérpas es el alma inmortal.
[84] Las siguientes palabras son pronunciadas por Arquideo, quien, al ser ulítero, habla en dialecto anaziano, el cual es casi idéntico al farto, excepto que, en lugar del afijo -ζ- para la voz media, lleva un alomorfo -z-.
[85] Monte cerca de Ifármeler.
[86] El adjetivo dapψíeis refiere al poder divino.
[87] El dialecto que se hablaba en Guíoni era el tárgazo. Por esto, Dlangbliacmoin habla en esta variedad.
[88] Los simbaínos paganos no dejaban ofrendas a los dioses en las higueras, sino que refiere al pasaje evangélico en el que Jesús maldice este árbol (cf. Mateo 21:18-22), por lo tanto, esta mujer representa menos a los simbaínos paganos que a los simbaínos cristianos, quienes son conversos en apariencia pero aún no se han convertido del todo en su corazón.
[89] Garmón. Ver la Paladastía 24.95-96.
[90] General zarqueano al servicio de Egbarila.
[91] kὴrpais, término con el que los simbaínos se referían a los drombarmabios.
[92] resgrὴrais, término con el que los simbaínos se referían a los estosritas.
[93] Estos oficiales y capitanes en el relato tienen el objetivo de representar la presencia de todos los otros pueblos cristianizados, o parcialmente cristianizados, hasta entonces: quirdos, fojeanos, túlmascos, drombarmabios, estosritas, elodunos, ílmescos y zarqueanos.
[94] Ócops era sacerdote. Su nombre es la versión simbaína del nombre Jacobo. Se desconoce su nombre secular.
[95] El narrador utiliza este término aquí para referirse al monarca de los túlmascos.
[96] albiegvárakton (pl.), cárcel simbaína para prisioneros de guerra. Ocurre lo mismo que en la nota anterior.
[97] El narrador utiliza el término inama (monarca zarqueano) para referirse al rey.
[98] akibeba ("que se oculta en el agua"), es la palabra zarqueana para referirse a los piratas.
[99] Este pasaje describe un rito pagano de Tulmascia, el atetur ("separar a los tetu"), que sobrevivió a la cristianización. Debido a la homofonía de tetu ("hombre", "nuevo", "sueño" y "planta") y de tiþu ("7" y "4"), los túlmascos pensaban que cada que un hombre nace, nacen igualmente otros siete hombres, en algún lugar, y todos están interconectados a partir de los ocho dedos de las manos, descontando el pulgar (cuatro dedos por mano): siete los conectan con cada uno de sus hermanos de nacimiento y uno los representa a sí mismos. Cuando uno duerme, otros seis duermen también y el octavo despierta y los demás pueden ver a través de sus ojos en sus sueños. Cuando uno de los ocho muere, los otros mueren con él mientras duermen (de esta forma, los túlmascos explicaban este tipo de muerte súbita). Por esto, antes de fallecer, los túlmascos le cortaban al moribundo los siete dedos que lo conectaban a sus hermanos, para liberarlos, y los enterraban en la tierra, bajo una planta, para que enredase sus raíces en estos, conectándose con los otros siete y tomando el lugar del muerto.
[100] En túlmasco, "Hoy, siete hombres despertarán."
[101] Este otro pasaje describe otro mito de Tulmascia que sobrevivió a la cristianización, sincretizado. Los túlmascos creían que las almas de los que nacían eran traídas, a través del Tauquino, en un barco de fuego (el Turtur), hasta la tierra, mientras que las almas de los que morían eran llevadas de regreso en un barco de viento (el Nyntur), a través de esas aguas, hacia el Otro Mundo. La cristianización convirtió al primero en un barco comandado por querubines y serafines, que protegen a los marineros píos, y al segundo en uno comandado por Satanás, el cual se lleva las almas de los marineros pecadores muertos en el mar. Este mito (que también está presente en la mitología estosrita, con el Stouzeryst y el Nynsteryst) parece tener origen vermárico insular, pues, por un lado, los bieriwachichos también tenían un mito de un barco de fuego que llevaba las almas de los difuntos (el Ðaurtåfrю) y, por el otro, los nombres de ambos barcos tienen origen en el proto-vermárico insular (*dʰr̩tʰɐrʰe y *noi̯ndʰɐrʰe). Aún más, el mito vermárico insular parece haberse desarrollado a partir de la mitología vermárica, pues, además de que los nombres provienen del proto-vermárico (*dʰr̩tʰau̯rʰja, "barco de fuego", y *(a)nei̯mtʰau̯rʰja, "barco del despertar"), se pueden ver varios temas vermáricos en este mito, como el origen marino de la humanidad (cf. nota 31 al Comentario a las Crónicas de Agároc), el transporte en barca de las almas de los muertos y de los que están por nacer (cf. Epístola de Esfiodo §17) y la identificación de la vida con el fuego (cf. Paladastía 14.54 y el verbo proto-vermárico *krat, que significa tanto "matar" y "morir" como "apagar" y del cual provienen el verbo simbaíno krasám, el verbo eloduno kretor, el verbo damario kro, etc.; ver el apartado de proto-vermárico en Proto-languages). Asimismo, la presencia de la raíz *(a)nei̯m hace pensar que quienes conducían esos barcos eran *(a)nei̯murau̯ (deidades proto-vermáricas del sueño, la vida y la muerte).
[102] El pirata está vestido con ropa que usan las mujeres de la nobleza. El crotceguípeco (krotkηgípeko, "que cubre todo") era un vestido que iba de la mitad del cuello a los tobillos, el fáproc (faprók, "que protege la cintura") es un ceñidor, generalmente hecho de materiales duros; es una vestimenta simbaína típica y común a toda la sociedad, de ambos sexos y de todas las edades y clases; y el seduscórgot (saidyskῶrgot, "círculo que aparta") es una vincha de metal que usaban las mujeres para apartar los cabellos del rostro.
[103] El pirata habla en simbaíno tárgazo.
[104] Al ser de Darto, Oparriazelo habla en dialecto xamesiano oriental.
[105] Naýsαs, "piedad (religiosa)".
[106] Stéφnas, versión simbaína del nombre Esteban.