¡TÓCALA OTRA VEZ!, SAM.

            Conviene detenerse en una figura como Sam Loyd. Suyo es el famoso problema Excelsior. Fue este, publicado en el periódico London Era, en 1861. El origen de dicho problema es curioso. Un colega del club se vanagloriaba continuamente de ser capaz de dictaminar, a golpe de vista, qué pieza en concreto daría el mate en cualquier problema de composición. De ese modo, el infatigable cerebro de Sam Loyd aceptó el desafío de crear un estudio artístico en el que dicha persona no fuese capaz de deducirlo. No obstante, debió parecerle fácil, porque al poco tiempo apareció con un estudio en el que su compañero ganaría la apuesta si acertaba la única pieza que no daría mate en cinco (peones incluidos). El apostante, al ver el problema, sin dudarlo, señaló el peón de b2 como la opción menos probable. Su sorpresa fue enorme cuando comprobó que dicha pieza es precisamente la única que puede dar mate en 5. ¡A quién se le ocurre desafiar a Sam Loyd! 

            Para que disfrutes del problema te recomiendo que lo visualices en este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=3PySslqLjiY   Es una joya de la composición que ha dejado huella. Hoy se llama problema tipo excelsior a aquellos en los que un peón acaba coronando para decidir la lucha. El título del problema está inspirado en un poema del escritor estadounidense Henry Wadsworth Longfellow. El poema narra la historia de un hombre escalando, contra viento y marea, hasta la cima de una montaña. No deja de ser una metáfora de la superación personal tan necesaria en el ajedrez como en la vida.

 

            Pero no todo fue juego de salón en Sam Loyd. También compuso problemas de finales que, aunque difíciles y poco probables, sí que son verdaderamente didácticos. Uno de los más potentes para reflejar la incapacidad del caballo para perder tiempos es el siguiente:

  

        

    Fue publicado en 1860 con el título: blancas juegan y hacen tablas. Parece a simple vista imposible. La clave, tal y como es Sam Loyd, resulta sutilísima y dificilísima: el caballo no puede perder tiempos, así que “simplemente” el blanco puede actuar sin temer el zugzwang, por ahora bastante oculto, puesto que no se ve por ningún sitio. De momento, las negras tienen un plan claro: h2/Rg1/Cg2 para obstruir al alfil y evitar que se sacrifique por el peón, y coronando. ¿Cómo evitarlo? Parece increíble, pero se puede impedir.

 

            Veamos:  1. Ad7! Jugada antinatural, porque empuja al peón, pero es necesario quitarle al rey la casilla h2.  1. …, h2  Virtualmente forzada. Observa que 1. …, Cf3+ no resuelve nada por la respuesta 2. Re2.   2. Ac6+! Otra jugada que parece “regar el jardín del vecino”. Evidentemente empuja al rey a la mejor casilla, g1.  2. …, Rg1   Evidentemente no vale cubrir el jaque con el caballo. Por ejemplo: 2. …, Cf3+  3. Re2  y el peón no puede coronar por la enfilada. La cuestión es que el rey en g1 está bien así que el blanco debe preguntarse: ¿Y ahora qué?  3. Ah1!!  La brutal mente de Sam Loyd. El blanco entrega la única pieza que tiene y con su rey pretende sacar tablas con peón y pieza de menos.  3. …,  Rxh1  ¿Qué si no?  4. Rf2! (Pero no 4. Rf1? que perdería porque ahora el caballo sí podría quitarle la casilla de destino al rey, poniéndole en zugzwang. Por ejemplo: 4. …, Cf5  5. Rf2  Ce3! y el rey no puede ir la f1). Aunque parezca increíble, tablas. El rey blanco se mueve de f1 a f2 impidiendo salir al rey rival y el caballo no puede desalojarlo porque no puede perder tiempos. Compruébalo. Por ejemplo: 4. …, Cf5  5. Rf1  Ce3+  6. Rf2.