AL  FILO  DE  LO  IMPENSABLE.

 

 

 

 

            Allá por 1982 comenzaba la serie mítica de TVE, Al filo, que aún hoy sigue en antena, más de 200 episodios, que pueden parecer pocos, pero si tenemos en cuenta la dificultad y el coste de cada uno de ellos parecen más que suficientes. En este tiempo, los amantes de la aventura por televisión han podido ver hitos inimaginables: Groenlandia, los polos, travesías por desiertos, los ochomiles planetarios uno tras otro, etc. Han llevado a la práctica el slogan de una conocida empresa deportiva: imposible is nothing. La serie se ha convertido en una referencia mítica ya y con una rentabilidad incuestionable, pues se ha vendido a gran cantidad de países, entre ellos China (no está mal que, aunque sea por una vez y para variar, compren algo en vez de venderlo todo, ¿no?).

            Quien llevó Al filo de lo imposible a las neuronas de todo el planeta ajedrecístico fue F. Healey, en 1861. Aquel año presentó, en un concurso, un estudio para cuya solución era necesario introducir un tema nuevo (en realidad no es del todo exacto). De ese modo, al tema novedoso necesario para su resolución se le llamó tema Healey o tema Bristol, dado que el concurso de estudios fue en dicha ciudad. Así, él se convirtió en un explorador que, al igual que los de Al filo, abrió camino al resto de sus congéneres, ajedrecísticos en este caso, que venían por detrás.

            ¿Por qué digo que no es del todo cierto? Básicamente porque el tema Bristol es una liberación de espacio, solo que… a lo bestia. Digamos que es menos intuitiva que la liberación de espacio de la sesión anterior. El problema anteriormente citado fue el siguiente. Blancas juegan y dan mate en 3.

 

 

 

 

            Trataré de reconstruir el pensamiento del ajedrecero. Lo primero que piensa es: vaya chorrada, las blancas ganan fácil de cincuenta maneras en cuatro o cinco movimientos. ¿Para qué matarse a pensar en la única forma de ganar en tres? Cierto, corrijo. Trataré de reconstruir el pensamiento del ajedrecista. Lo que sobresale de la posición es: 1º. El rey negro está en red de mate.  2º. El negro tiene todas las piezas atadas, salvo el alfil, que sólo puede mover a las casillas d7 y e8. 3º. Los caballos blancos tampoco parece que sea buena idea moverlos, dado que se encargan de mantener al rey negro en red de mate. 4º. Si le tocase jugar a las negras, al mover el alfil, permitirían a la dama blanca desde b1 proteger el caballo de b6 y amenazar mate en b4 o g1 (si no estuviese la torre). Así pues, de todo este cóctel, sale la jugada.  1. Th1!!  Tema Bristol puro. Liberación de espacio… a lo bestia.  1. …,  Ae8 (Cambiar de diagonal permite mate, al igual que jugar el caballo. Por otra parte, jugarlo a d7 no cambia nada).  2. Db1  Es importante señalar que no valía hacer esta jugada primero porque entonces el caballo de b6 caería. Desde b1 se protege el caballo y se amenaza mate en b4 y g1.  2. …,  Ab5   3.  Dg1++   Ahora se entiende el papel que desempeñaba el alfil de a1 ¿no? Quitarle dicha casilla a la torre, porque sino, también hubiese valido 1. Ta1. Sería un dual, un estudio que no tiene una solución única. En este caso la tiene, llevar la torre Al filo de lo impensable. ¿A quién se le iba a ocurrir una cosa así?

 

            Ahora que conoces los entresijos del tema Bristol, ya sabes, un Al filo, trata de resolver este sencillo problema de O. Wurzburg, de 1917. Blancas juegan y dan mate en 2.

 

 

 

            Lo lamento, pero era relativamente sencillo averiguarlo. Lleva Al filo de lo impensable a tus neuronas y encuentra la solución para este otro problemilla de M. Zucker, algo más complicado, pero cuya primera jugada es una del tipo Al filo (que no de alfil) puro y duro. Blancas juegan y dan mate en 2.

 

 

 

            Recuerda, esto es Al filo…, Imposible is nothing, Just do it!