Enseñanzas,

ESTUDIO Y PRÁCTICA


para profundizar la Hora 17

La Coronación de Espinas de Jesús

« Ecce homo! »

De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 19-28 Junio 20, 1926

Ecce Homo. 

Jesús sintió tantas muertes por cuantos gritaron crucifícalo. 

Quien vive en la Divina Voluntad toma el fruto de las penas de Jesús. 

El ideal de Jesús en la Creación era el reino de su Voluntad en el alma


(1) Después de haber pasado días amarguísimos por la privación de mi dulce Jesús, me sentía que no podía más, yo gemía bajo una prensa que me trituraba alma y cuerpo y suspiraba por mi patria celestial, donde ni siquiera por un instante habría quedado privada de Aquél que es toda mi vida y mi sumo y único bien. Luego, cuando me he reducido a los extremos sin Jesús, me he sentido llenar toda de Él, de modo que yo quedaba como un velo que lo cubría, y como estaba pensando y acompañándolo en las penas de su Pasión, especialmente en el momento cuando Pilatos lo mostró al pueblo diciendo: “Ecce Homo”, mi dulce Jesús me ha dicho: 

(2) “Hija mía, cuando Pilatos dijo ‘Ecce Homo’, todos gritaron: ‘Crucifícalo, crucifícalo, lo queremos muerto’. También mi mismo Padre Celestial y mi inseparable y traspasada Mamá, y no sólo aquellos que estaban presentes sino todos los ausentes y todas las generaciones pasadas y futuras, y si alguno no lo dijo con la palabra, lo dijo con las acciones, porque no hubo uno solo que dijera que me querían vivo, y el callar es confirmar lo que quieren los demás. Este grito de muerte de todos fue para Mí dolorosísimo, Yo sentía tantas muertes por cuantas personas gritaron crucifícalo, me sentí como ahogado de penas y de muerte, mucho más que veía que cada una de mis muertes no llevaba a cada uno la vida, y aquellos que recibían la vida por causa de mi muerte no recibían todo el fruto completo de mi pasión y muerte. Fue tanto mi dolor, que mi Humanidad gimiente estaba por sucumbir y dar el último respiro, pero mientras moría, mi Voluntad Suprema con su Omnividencia hizo presentes a mi Humanidad muriente a todos aquellos que habrían hecho reinar en ellos, con dominio absoluto al Eterno Querer, los cuales tomarían el fruto completo de mi Pasión y muerte, entre los cuales estaba, a la cabeza, mi amada Madre, Ella tomó todo el depósito de todos mis bienes y de los frutos que hay en mi Vida, Pasión y Muerte, ni siquiera un respiro mío perdió y del cual no custodiase el precioso fruto, y de Ella debían ser transmitidos a la pequeña recién nacida de mi Voluntad y a todos aquellos en los cuales el Supremo Querer habría tenido su Vida y su Reino. Cuando mi Humanidad expirante vio puesto a salvo y asegurado el fruto completo de mi Vida, Pasión y Muerte, pudo reemprender y continuar el curso de la dolorosa Pasión. Así que es sólo mi Voluntad la que lleva toda la plenitud de mis bienes y el fruto completo que hay en la Creación, Redención y Santificación. Donde Ella reina, nuestras obras están todas llenas de vida, ninguna cosa está a la mitad o incompleta, en cambio donde Ella no reina, aunque hubiera alguna virtud, todo es miseria, todo es incompleto, y si producen algún fruto es amargo y sin maduración, y si toman los frutos de mi Redención los toman con medida y sin abundancia, y por eso crecen débiles, enfermos y febriles, y por eso si hacen algún poco de bien, lo hacen a duras penas y se sienten aplastar bajo el peso de aquel poco de bien que hacen; en cambio mi Voluntad vacía la voluntad humana y pone en ese vacío la fuerza divina y la vida del bien, y por eso quien la hace reinar en ella hace el bien sin cansancio, y la Vida que contiene la lleva a obrar el bien con una fuerza irresistible, así que mi Humanidad encontró la vida en mi Pasión y Muerte y en quien debía reinar mi Voluntad, y por eso la Creación y la Redención estarán siempre incompletas, hasta en tanto que mi Voluntad no tenga su Reino en la almas”. 

(3) Después de esto estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Querer Supremo, y mi dulce Jesús saliendo de dentro de mi interior seguía con su mirada todo lo que yo hacía, y como veía que todos mis actos se fundían con los suyos, y en virtud del Querer Supremo hacían el mismo camino de sus actos y repetían el mismo bien y la misma gloria a nuestro Padre Celestial, tomado por un énfasis de amor me ha estrechado a su corazón y me ha dicho: 

(4) “Hija mía, si bien eres pequeña y recién nacida en mi Voluntad y vives en el reino de mi Querer, tu pequeñez es mi triunfo, y cuando te veo obrar en Él Yo me encuentro en el Reino de mi Voluntad como un rey que ha sostenido una larga guerra, y como su ideal era la victoria, al verse victorioso se siente aliviado de la sangrienta batalla, de las fatigas sufridas y de las heridas aun impresas en su persona, y su triunfo viene formado al verse circundado de las conquistas que ha hecho. El rey quiere mirar todo, su mirada quiere recrearse en el Reino conquistado, y triunfante sonríe y hace fiesta. Así soy Yo, mi ideal en la Creación era el Reino de mi Voluntad en el alma de la criatura; mi primer fin era el de hacer del hombre otras tantas imágenes de la Trinidad Divina en virtud del cumplimiento de mi Voluntad sobre de él, pero en cuanto el hombre se sustrajo de Ella Yo perdí mi Reino en él, y durante seis mil años he debido sostener una larga batalla, pero por cuan larga no he dejado aparte mi ideal ni mi primera finalidad, ni la dejaré, y si vine en la Redención, vine para realizar mi ideal y mi primera finalidad, esto es, el Reino de mi Voluntad en las almas, tan es verdad, que para venir formé mi primer Reino del Querer Supremo en el corazón de mi Mamá Inmaculada, fuera de mi Reino jamás habría venido a la tierra; así que sufrí cansancio y penas, quedé herido y finalmente asesinado, pero el Reino de mi Voluntad no fue realizado, arrojé los fundamentos, hice los preparativos, pero la batalla sangrienta entre la voluntad humana y la Divina ha continuado aún. Ahora mi pequeña hija, cuando te veo obrar en el Reino de mi Voluntad, y conforme obras, el Reino de Ella se establece siempre más en ti, Yo me siento victorioso de mi larga batalla y todo toma la actitud en torno a Mí de triunfo y fiesta, mis penas, mis cansancios, las heridas, me sonríen y mi misma muerte me da nuevamente la Vida de mi Voluntad en ti. Así que Yo me siento victorioso de la Creación, de la Redención, mas bien, Ellas sirven para formar los largos giros a la recién nacida de mi Voluntad, los rápidos vuelos, los interminables paseos en el Reino de mi Voluntad, y Yo por eso la llevo como triunfo, y haciéndome feliz sigo con mi mirada todos los pasos y actos de mi pequeña hija. Mira, todos tienen su ideal y cuando lo realizan, entonces están contentos, aun el pequeño niño tiene su ideal de asirse al pecho de la mamá, y mientras llora y solloza, con sólo que la mamá le abra el seno, el niño cesa de llorar, sonríe y lanzándose se pega al pecho de la mamá y victorioso chupa, chupa hasta saciarse, y mientras chupa, triunfante toma su dulce sueño; tal soy Yo, después de largo llanto, cuando veo el seno del alma que me abre las puertas para dar lugar al Reino de la Voluntad Suprema, mis lágrimas se detienen y lanzándome a su seno me pego a ella, y chupando su amor y los frutos del Reino de mi Querer tomo mi dulce sueño, y victorioso me reposo. Hasta el pequeño pajarito, su ideal es la semilla, y cuando la ve agita las alas, corre, se precipita sobre la semilla y victorioso la engulle y triunfante reemprende su vuelo; tal soy Yo, vuelo y revuelo, giro y vuelvo a girar para formar el Reino de mi Voluntad en el alma, a fin de que ella me forme la semilla para alimentarme, porque Yo no tomo otro alimento sino el que es formado en mi Reino, y cuando veo esta semilla celestial, más que pajarillo vuelo para hacer de ella mi alimento. Así que el todo está en el cumplir cada uno su ideal que se ha prefijado, he aquí por qué cuando te veo obrar en el Reino de mi Voluntad veo mi ideal realizado y me siento correspondido por la obra de la Creación y de la Redención y el triunfo de mi Voluntad establecido en ti. Por eso sé atenta y haz que la victoria de tu Jesús sea en ti permanente”. 

(5) Después de esto mi dulce Jesús se ha movido en mi interior y todo ternura me ha dicho: 

(6) “Hija mía, dime, ¿y tu ideal, tu finalidad, cuál es?” 

(7) Y yo: “Amor mío, Jesús, mi ideal es cumplir tu Voluntad, y toda mi finalidad es de llegar a que ningún pensamiento, palabra, latido y obra, jamás salgan fuera del Reino de tu Suprema Voluntad, más bien, que en Ella sean concebidos, nutridos, crecidos y formen su vida, y si es necesario, aun su muerte, si bien sé que en tu Querer ningún acto muere, sino que nacidos una vez viven eternamente, así que es el reino de tu Querer en mi pobre alma lo que suspiro, y esto es todo mi ideal y mi primer y último fin”. Y Jesús, todo amor y haciendo fiesta ha agregado: 

(8) “Hija mía, así que mi ideal y el tuyo son uno mismo, y por lo tanto única nuestra finalidad, ¡bravo, bravo a la hija de mi Voluntad! Y como tu ideal y el mío son uno solo, también tú has sostenido la batalla de largos años para conquistar el Reino de mi Voluntad, has debido soportar penas, privaciones y has estado hasta prisionera en tu habitación, atada a tu pequeño lecho para conquistar aquel Reino tan querido y suspirado por Mí y por ti; a los dos nos ha costado mucho y ahora somos los dos triunfadores y conquistadores, así que también tú eres la pequeña reinita en el Reino de mi Voluntad, y si bien pequeña eres siempre reina, porque eres la hija del gran Rey, de nuestro Padre Celestial; por eso, como conquistadora de tan gran Reino toma posesión de toda la Creación, de toda la Redención y de todo el Cielo, todo es tuyo, porque dondequiera que reina mi Voluntad íntegra y permanente, se extienden tus derechos de posesión, todos te esperan para darte los honores que convienen a tu victoria. 

(9) También eres la pequeña niña que tanto has llorado y suspirado a tu Jesús, y no apenas me has visto, tus lágrimas han cesado y lanzándote en mi seno te has pegado a mi pecho y victoriosa has chupado mi Voluntad y mi amor, y como en triunfo has tomado reposo en mis mismos brazos, y Yo te arrullaba para que fuese más largo tu sueño y así poderme gozar a mi recién nacida en mis mismos brazos, y triunfante extendía en ti el Reino de mi Voluntad. También eres la pequeña palomita que has girado y vuelto a girar en torno a Mí, y conforme Yo te hablaba de mi Querer, te manifestaba los conocimientos de Él, sus bienes y sus prodigios y hasta su dolor, tú agitabas las alas y precipitándote sobre las tantas semillas que Yo te ponía delante, tú las engullías y triunfante reemprendías tu vuelo en torno a Mí, esperando otras semillas de mi Querer que Yo te pusiera delante, y tú, comiéndolas, te nutrías y victoriosa reemprendías tu vuelo manifestando el reino de mi Voluntad. Así que mis prerrogativas son las tuyas, mi Reino y el tuyo es uno sólo, hemos sufrido juntos, es justo que juntos gocemos nuestras conquistas”. 

(10) Yo he quedado sorprendida al oír esto y pensaba entre mí: “¿Pero será realmente verdad que en mi pobre alma esté este Reino de la Voluntad Suprema?” Y me sentía toda confundida, y si esto lo he escrito, lo he escrito por obedecer, pero mientras escribo Jesús me ha sorprendido, y saliendo de dentro de mi interior ha puesto sus brazos alrededor de mi cuello, estrechándome fuerte, fuerte, tanto que no he podido escribir más, porque mi pobre cabeza no estaba más en mí, pero Jesús pronto ha desaparecido y yo reemprendo la escritura. Después, mientras yo temía Jesús me ha dicho: 

(11) “Hija mía, mi Mamá Celestial pudo darme a los demás porque me concibió en Si misma, me creció y me nutrió. Ninguno puede dar lo que no tiene, y si me dio a los demás era porque me poseía. Ahora, jamás te habría dicho tanto sobre mi Querer si no quisiera formar en ti su Reino, ni tú lo habrías amado tanto si no fuese tuyo; las cosas que no son propias se tienen de mala gana y dan fastidio y peso, y si no hubieras tenido en ti la fuente que surge del Reino de mi Querer, no habrías sabido decir lo que te he dicho, ni ponerlo en el papel, faltándote la posesión te faltaría la luz y el amor de manifestarlas, así que si el sol brilla en ti y con sus rayos te pone las palabras, los conocimientos y el cómo quiere reinar, es señal que lo posees, y por eso tu trabajo es de hacerlo conocer, como fue trabajo de la Soberana Reina el hacerme conocer y el darme para la salvación de todos”.