Enseñanzas,

ESTUDIO Y PRÁCTICA


para profundizar la Hora 24

La Sepultura de Jesús y la Soledad de María Santísima

Nuestra Señora 

de los Dolores

De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta

Vol. 19-15 (6)  abril 28, 1926

AUDIO



"No fue uno el máximo sacrificio de mi Mamá, sino fueron tales y tantos, por cuantos dolores, penas, circunstancias y encuentros fue expuesta su existencia y la mía"

 

… mi amable Jesús se ha movido en mi interior diciéndome: “Hija mía, tú te equivocas, no fue uno el máximo sacrificio de mi Mamá, sino fueron tales y tantos, por cuantos dolores, penas, circunstancias y encuentros fue expuesta su existencia y la mía; las penas en Ella siempre eran duplicadas, porque mis penas eran más que penas suyas, y además mi Sabiduría no cambió nunca dirección con mi Mamá, en cada pena que debía tocarle Yo le preguntaba siempre si quería aceptarlas, para oírme repetir por Ella aquel Fiat en cada pena, en cada circunstancia y aun en cada latido; aquel Fiat me sonaba tan dulce, tan suave y armonioso, que lo quería oír repetir a cada instante de su vida, y por eso le preguntaba siempre: ¿Mamá, quieres hacer esto? ¿Quieres sufrir esta pena?

Y a Ella mi Fiat le llevaba los mares de bienes que contiene y le hacía entender la inmensidad de la pena que aceptaba, y este entender con Luz divina lo que paso a paso debía sufrir, le daba tal martirio que supera infinitamente a la lucha que sufren las criaturas, porque faltando en Ella el germen de la culpa, faltaba el germen de la lucha, y mi Voluntad debía encontrar otro medio para hacer que no fuese menor que las otras criaturas en el sufrir, porque debiendo adquirir con justicia el derecho de Reina de los dolores, debía superar a todas las criaturas juntas en las penas.

¿Cuántas veces no lo has sentido tú misma, que mientras no sentías ninguna lucha, mi Querer, haciéndote entender las penas a las cuales te sometía tu quedabas petrificada por la fuerza del dolor, y mientras quedabas destrozada en la pena, tú eras la pequeña corderita en mis brazos, pronta a aceptar otras penas a las cuales mi Querer te quería sometida? ¡Ah! ¿No sufrías tú más que con la misma lucha? La lucha es señal de pasiones vehementes, mientras que mi Voluntad, si lleva el dolor, al mismo tiempo da la intrepidez, y con el conocimiento de la intensidad de la pena le da tal mérito, que sólo una Voluntad Divina puede dar.

Por eso, como hago contigo, que en cada cosa que quiero de ti primero te pregunto si quieres, si aceptas, así hacía con mi Mamá, a fin de que el sacrificio sea siempre nuevo y me dé la ocasión de conversar con la criatura, de entretenerme con ella, y que mi Querer tenga su campo de acción divino en la voluntad humana.”

Fiat Divina Voluntad