Breve reseña de la Hora 16


De las 8 a las 9 de la mañana

Jesús de nuevo ante Pilatos, es pospuesto a Barrabás. La Flagelación de Jesús



Dolor, perdón Jesús por nuestra falta de amor hacia Ti, que te posponemos por las cosas del mundo, que nos desnudamos del pudor, candor, inocencia, honestidad haciendo que te quiten Tus vestiduras y Tu reparas nuestras graves faltas y con nuestras pasiones flagelamos tu Divina Humanidad.

Mi Jesús, en esta hora donde caen sobre Ti todas nuestras posposiciones, Tu reparas ante el Padre: « Padre mío… Me han pospuesto al criminal más grande; quiero por eso reparasrte por todas las posposiciones que se hacen. ¡Ah, todo el mundo está lleno de posposiciones! Hay quien nos pospone a un vil interés, otro al honor, otros a la vanidad, a los placeres, a los apegos, a las dignidades, a comilonas y embriagueces y hasta al mismo pecado; y por unanimidad todas las criaturas nos posponen hasta por cualquier tontería. Y yo estoy dispuesto a aceptar ser pospuesto a Barrabás, para reparar por las posposiciones que hacen las criaturas ».

Mientras tanto, Pilatos: “… deseando darle alguna satisfacción a los judíos, y como para aplacar el odio, la furia, la rabia y la sed ardiente que tienen de tu sangre, junto con Barrabás te presenta al pueblo, pero los judíos gritan:

« ¡No queremos libre a Jesús, sino a Barrabás! ».

Antes de la flagelación, te quitan las vestiduras, y en este acto reparas diciendo: «… era necesario que yo fuera desnudado para reparar por tantos que se despojan de todo pudor, candor e inocencia; que se desnudan de todo bien y virtud, de mi gracia, y que se visten de toda brutalidad, viviendo a la manera de las bestias. En mi virginal confusión quise reparar por tantas deshonestidades, deleites y placeres bestiales. Por eso sigue con atención todo lo que hago, ora y repara junto conmigo, y cálmate ». ”

Y vemos que: “ … ya estás junto a la columna… te despojan de tus vestiduras para así poder hacer cruel carnicería de tu santísimo cuerpo… tu santísimo rostro se tiñe de virginal pudor, y es tan grande tu confusión y tu agotamiento, que no pudiendo seguir estando de pie estás a punto de desplomarte a los pies de la columna… ”

Te atan a la columna para dar inicio a la flagelación, y tu amor yendo de exceso en exceso queriendo reparar en cada acto, dices: 

« Todo aquél que me ama venga a aprender el heroísmo del verdadero amor; venga a apagar en mi sangre la sed de sus pasiones, la sed de tantas ambiciones, de tantas vanidades y placeres, de tanta sensualidad. En mi sangre hallarán el remedio para todos sus males ». 

Y sigues diciendo: “ «… Padre mío, cada golpe de flagelo repare ante ti, uno por uno, cada clase de pecado, y que al golpearme a mí sea una excusa para quienes los cometen; que estos golpes hieran los corazones de las criaturas y les hablen de mi amor, hasta que las obliguen a rendirse a mí ».

Golpeado, flagelado, azotado, Llagado Jesús mío, “… Los verdugos toman las cuerdas y comienzan a azotarte sin piedad, tanto que todo tu santísimo cuerpo, se pone lívido; y es tanta la crueldad y el furor con que te golpean, que ya están cansados... Pero otros dos los sustituyen; agarran unas varas espinosas y te azotan tanto, que de inmediato empieza a salir sangre a torrentes de tu santísimo cuerpo y lo siguen golpeando por todos lados, abriendo surcos y convirtiéndolo totalmente en una llaga... Pero aún no basta, otros dos continúan y con cadenas de hierro puntiagudas prosiguen la dolorosa carnicería. Bajo los primeros golpes, esas carnes golpeadas y llagadas se abren y se desgarran aún más y a pedazos van cayendo por tierra; los huesos quedan al descubierto y tu sangre diluvia y forma un lago alrededor de la columna... "

                  AUDIO  del Ofrecimiento

Unidos a Jesús Reparemos con su Divina Voluntad



Las Horas de la Pasión 

de Nuestro Señor Jesucristo


S. D.  Luisa Piccarreta, 

La Pequeña Hija de la Divina Voluntad

Oración de preparación para antes de cada hora


"Oh, Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina Presencia, imploro a tu amoroso corazón que me admita a la dolorosa meditación de las 24 horas en que por amor a nosotros quisiste sufrir tanto en tu adorable cuerpo y en tu alma santa, hasta llegar a la muerte en la cruz. Oh, por favor, dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y comprensión de tus sufrimientos, mientras medito ahora la _______ Hora. 

Y por aquellas horas en las que no puedo meditar, te ofrezco mi voluntad de meditar en ellas, y voluntariamente tengo la intención de meditar en todas las horas en que tengo que dedicarme a mis deberes, o dormir. 

Acepta, oh Señor misericordioso, mi amorosa intención, y que sea beneficioso para mí y para todos, como si de manera efectiva y santa logré todo lo que deseo practicar. 

Te doy gracias, oh Jesús mío, por llamarme a la unión contigo por medio de la oración; y para complacerte más, tomo tus pensamientos, tu lengua, tu corazón, y con ellos mi cabeza en Tu Corazón, y empiezo..." 

Hora 16

De las 8 a las 9 de la mañana

Jesús de nuevo ante Pilato, es pospuesto a Barrabás.

La Flagelación de Jesús

 

Atormentado Jesús mío, mi pobre corazón te sigue entre ansias y penas, y al verte vestido como un loco, sabiendo quién eres tú, sabiduría infinita que a todos les das el juicio, siento que estoy por delirar y digo: ¡Cómo! ¿Jesús loco? ¿Jesús malhechor? ¡Y ahora serás pospuesto al criminal más grande, a Barrabás! 

Jesús mío, santidad sin igual, ya estás otra vez ante Pilato, quien al verte tan mal reducido y vestido de loco y viendo que tampoco Herodes te ha condenado, se indigna todavía más en contra los judíos, queda convencido de tu inocencia y confirma el no querer condenarte; sin embargo, deseando darle alguna satisfacción a los judíos, y como para aplacar el odio, la furia, la rabia y la sed ardiente que tienen de tu sangre, junto con Barrabás te presenta al pueblo, pero los judíos gritan: 

« ¡No queremos libre a Jesús, sino a Barrabás! ». 

Entonces, Pilato, ya no sabiendo qué hacer para calmarlos, te condena a la flagelación.

Jesús mío, se me hace pedazos el corazón al ver que mientras los judíos se ocupan de ti para hacerte morir, tú, concentrado en ti mismo, piensas en darles a todos la vida, y poniendo atención, oigo que dices: 

« Padre Santo, mira a tu Hijo vestido de loco. Esto te repara por la locura de tantas criaturas que han caído en el pecado; esta vestidura blanca sea en tu presencia como la disculpa por tantas almas que se visten con la lúgubre vestidura de la culpa. ¡Oh Padre, mira su odio, la furia, la rabia que tienen contra de mí y que casi les hace perder la luz de la razón...!, ¡mira la sed que tienen de mi sangre! Por eso, yo quiero reparar por todos los odios, las venganzas, las iras, los homicidios y pedir para todos la luz de la razón ». 

« Padre mío, mírame de nuevo, ¿puede haber insulto mayor? Me han pospuesto al criminal más grande; quiero por eso repararte por todas las posposiciones que se hacen. ¡Ah, todo el mundo está lleno de posposiciones! Hay quien nos pospone a un vil interés, otro al honor, otros a la vanidad, a los placeres, a los apegos, a las dignidades, a comilonas y embriagueces y hasta al mismo pecado; y por unanimidad todas las criaturas nos posponen hasta por cualquier tontería. Y yo estoy dispuesto a aceptar ser pospuesto a Barrabás, para reparar por las posposiciones que hacen las criaturas ». 

Jesús mío, siento que me muero por el dolor y la confusión al ver tu gran amor aun en medio de tantas penas, al ver el heroísmo de tus virtudes en medio de tantos sufrimientos e insultos. Tus palabras y tus reparaciones repercuten en mi corazón como si cada una de ellas fuera una herida, y en mi dolor repito tus mismas oraciones y tus mismas reparaciones; ni siquiera por un instante puedo separarme de ti, porque de lo contrario se me escaparían muchas cosas de todo lo que tú haces. 

Pero ahora, ¿qué es lo que veo? Los soldados te conducen hacia una columna para flagelarte.  Amor mío, te sigo y con tu mirada de amor, mírame y dame fuerzas para poder asistir a la dolorosa carnicería que harán contigo. 


La Flagelación de Jesús

Purísimo Jesús mío, ya estás junto a la columna. Los soldados te desatan despiadadamente para poder atarte a la columna; pero no es suficiente: te despojan de tus vestiduras para así poder hacer cruel carnicería de tu santísimo cuerpo. Amor mío y Vida mía, me siento desfallecer por el dolor al verte desnudo. Tú tiemblas de pies a cabeza y tu santísimo rostro se tiñe de virginal pudor, y es tan grande tu confusión y tu agotamiento, que no pudiendo seguir estando de pie estás a punto de desplomarte a los pies de la columna. Pero los soldados te sostienen y no dejan que te caigas, mas no por ayudarte, sino para poder atarte. 

Toman las cuerdas y te amarran los brazos, pero con tanta fuerza, que enseguida se hinchan y de la punta de tus dedos empieza a salir sangre. Después, te atan en torno a la columna, pasan sogas y cadenas alrededor de tu divina persona hasta los pies, y te amarran tan estrechamente que no puedes hacer ni siquiera un movimiento, para así poder desenfrenarse libremente sobre ti. 

Desnudado Jesús mío, deja que me desahogue, de lo contrario no podré seguir viéndote sufrir tanto: ¡Cómo! Tú que vistes a todas las cosas creadas: al sol de luz, al cielo de estrellas, a las plantas de hojas, a los pájaros de plumas; tú, ¿desnudo? ¡Qué osadía tan grande! Pero mi amantísimo Jesús, con la luz que irradia de sus ojos, me dice: 

« Calla, hijo mío, era necesario que yo fuera desnudado para reparar por tantos que se despojan de todo pudor, candor e inocencia; que se desnudan de todo bien y virtud, de mi gracia, y que se visten de toda brutalidad, viviendo a la manera de las bestias. En mi virginal confusión quise reparar por tantas deshonestidades, deleites y placeres bestiales. Por eso sigue con atención todo lo que hago, ora y repara junto conmigo, y cálmate ». 

Flagelado Jesús mío, tu amor pasa de un exceso a otro. Los verdugos toman las cuerdas y comienzan a azotarte sin piedad, tanto que todo tu santísimo cuerpo, se pone lívido; y es tanta la crueldad y el furor con que te golpean, que ya están cansados... Pero otros dos los sustituyen; agarran unas varas espinosas y te azotan tanto, que de inmediato empieza a salir sangre a torrentes de tu santísimo cuerpo y lo siguen golpeando por todos la dos, abriendo surcos y convirtiéndolo totalmente en una llaga... Pero aún no basta, otros dos continúan y con cadenas de hierro puntiagudas prosiguen la dolorosa carnicería. Bajo los primeros golpes, esas carnes golpeadas y llagadas se abren y se desgarran aún más y a pedazos van cayendo por tierra; los huesos quedan al descubierto y tu sangre diluvia y forma un lago alrededor de la columna... 

Jesús, desnudado Amor mío, mientras te encuentras bajo esta tempestad de golpes, me abrazo a tus pies para poder tomar parte en tus penas y quedar cubierto totalmente con tu preciosísima sangre. Cada herida que recibes es una herida para mi corazón, a mayor razón que poniendo atención en mis oídos, percibo tus gemidos, pero éstos no son escuchados, porque la tempestad de los golpes ensordece el aire a tu alrededor; y en esos gemidos dices: 

« Todo aquél que me ama venga a aprender el heroísmo del verdadero amor; venga a apagar en mi sangre la sed de sus pasiones, la sed de tantas ambiciones, de tantas vanidades y placeres, de tanta sensualidad. En mi sangre hallarán el remedio para todos sus males ». 

Y tus gemidos siguen diciendo: 

« ¡Mírame, oh Padre, bajo esta tempestad de golpes todo llagado!, pero no basta, quiero formar en mi cuerpo tantas llagas, que en el cielo de mi humanidad sean suficientes moradas para todas las almas de modo que forme en mí mismo su salvación, para hacer que luego pasen al cielo de mi Divinidad. Padre mío, cada golpe de flagelo repare ante ti, uno por uno, cada clase de pecado, y que al golpearme a mí sea una excusa para quienes los cometen; que estos golpes hieran los corazones de las criaturas y les hablen de mi amor , hasta que las obliguen a rendirse a mí ». 

Y mientras dices esto, es tan grande tu amor, que parece que incitas a los verdugos a que te azoten todavía más. Destrozado Jesús mío, tu amor me aplasta y me hace enloquecer. Aunque tu amor todavía no está cansado, los verdugos ya no tienen fuerzas y no pueden proseguir tan dolorosa carnicería. Te cortan las cuerdas y tú, casi muerto, caes en tu propia sangre, y al ver los pedazos de tus carnes por tierra sientes que te mueres por el dolor, viendo en esas carnes separadas de ti a las almas condenadas, y es tan intenso tu dolor que estás agonizando en tu propia sangre. 

Jesús mío, déjame que te tome entre mis brazos para confortarte un poco con mi amor. Te beso, y con mi beso encierro a todas las almas en ti, así ninguna se perderá, y mientras tanto bedíceme tú.

Acción de gracias para después de cada hora


"Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: “Gracia” y “Te bendigo”. 

Sí, oh Jesús, Gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos. Gracias y Te bendigo por cada gota de sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un “Gracias” y un “Te bendigo”. 

Ah Jesús, haz que todo mi ser te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de tus gracias... Ah Jesús, estréchame a tu Corazón y con tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un “Te bendigo” tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en tu Corazón. Temo salir de El, pero Tú me mantendrás en El, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a tu Corazón, que tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que, sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión contigo. Oh Jesús mío, mantente en guardia para que no me aleje de TI. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer".