Inscrita en el Ejercito Divino

Efectos, Valor, Promesas, Bienes inestimables, Recompensa, Premios...




Mt 10, 9

"bien merece el obrero su sustento"


AUDIO



Vol. 34-41 (4-6) Junio 28, 1937

☀️ "Ha merecido ser inscrita en el ejército divino, de modo que todos la conocerán que pertenece a nuestra milicia. ¿Cómo podré hacerle faltar algo, cómo no amarla?"


siento la necesidad de decirte hasta dónde llegamos para quien vive en nuestro Querer.

Tú debes saber que en cuanto el alma se decide repetidamente y firmemente de no vivir más de su voluntad, sino de la nuestra, su nombre es escrito en el Cielo con caracteres de luz imborrables, y viene alistada en la milicia celestial como heredera e hija del reino de la Divina Voluntad.

Pero esto no basta a nuestro amor, la confirmamos en el bien, de modo que sentirá tal horror por cada mínima culpa, que no será capaz de volver a caer en ellas, y no sólo eso, sino que quedará confirmada en los bienes, en el amor, en la santidad, etc., de su Creador; será investida por la prerrogativa de comprensor, no más será mirada como exiliada, y si estará sobre la tierra, será como oficial de la milicia celestial, no como exiliada, tendrá todos los bienes a su disposición, podrá decir: ‘Siendo toda mía su Voluntad, lo que es de Dios es mío’. Más bien se sentirá poseedora de su Creador, y como no obra más con su voluntad, sino con la mía, se han roto todas las barreras que le impedían sentir a su Creador, las distancias han desaparecido, las desemejanzas entre ella y Dios no existen más, se sentirá de tal manera amada por Aquél que la ha creado, de sentirse estallar el corazón de amor para amar a Aquél que la ama; y sentirse amada por Dios es la alegría, el honor, la gloria más grande para la criatura. Hija mía, no te maravilles, son nuestras miras, la finalidad para la cual fue creada la criatura, de encontrar en ella nuestra Vida, nuestra Voluntad reinante, nuestro amor, para ser amados y para amarla, si esto no fuera, toda la Creación sería una obra indigna de Nosotros”.

Yo sentía que me estallaba el corazón de alegría al oír esto que mi amado Jesús me ha dicho, y decía entre mí: “¿Será posible todo este gran bien?” Y el dulce Jesús ha agregado:

“Hija, ¿no soy Yo dueño de hacer y de dar lo que quiero? Basta con que lo quiera y todo está hecho, y además, también en el bajo mundo suceden cosas que en algún modo semejan esto: Si un hombre da su nombre inscribiéndose en el ejército del gobierno, éste para estar seguro de aquél lo hace jurar fidelidad al gobierno, este juramento lo hace quedar atado al ejército, se viste con los uniformes de la milicia, de modo que viene reconocido por todos que pertenece al ejército, y cuando ha mostrado habilidad y fidelidad recibe la paga de por vida, con esta paga que ninguno le puede quitar, no le puede faltar nada, puede tener siervos que lo sirvan, puede vivir con todas las comodidades de la vida, aun cuando con el tiempo se retire. ¿Y qué cosa ha dado al gobierno? Sólo la parte externa de su vida, la que le ha dado el derecho de recibir la paga durante la vida.

En cambio, quien con decisión firme me ha dado su voluntad, me ha dado la parte más noble, más preciosa, cual es su voluntad, en ella me ha dado todo el interior y el exterior, también el respiro, y con esto ha merecido ser inscrita en el ejército divino, de modo que todos la conocerán que pertenece a nuestra milicia.

¿Cómo podré hacerle faltar algo, cómo no amarla? Si esto pudiera ser, para tu Jesús habría sido el dolor más grande, me habría quitado la paz que en naturaleza poseo, el no amar a aquélla que todo me ha dado y que con amor indecible la poseo, la tengo en mi corazón y la hago hacer mi misma Vida”.