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De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 6-99  Marzo 28, 1905

Efectos de la turbación  

Encuentro continuo de Jesús con el alma

 

Encontrándome en mi habitual estado, cuando apenas ha venido el bendito Jesús, y habiendo yo dicho a un alma turbada:  

“Piensa en no querer estar turbada, no sólo por tu bien, sino mucho más por amor de Nuestro Señor, porque el alma turbada no sólo está ella turbada, sino que hace turbarse a Jesucristo”.  

Después he dicho entre mí:  “Qué disparate he dicho, Jesús no puede turbarse jamás”.  Entonces al venir me ha dicho:

“Hija mía, en lugar de un disparate has dicho una verdad, 

porque en cada alma formo una Vida Divina, y si el alma está turbada, esta Vida Divina que Yo voy formando queda también turbada; y no sólo esto, sino que jamás llega a cumplirse perfectamente”.

Y como relámpago ha desaparecido.  

Entonces yo he continuado mi acostumbrado trabajo interior sobre la Pasión, y habiendo llegado a aquel momento del encuentro de Jesús y María en el camino a la cruz, de nuevo se ha hecho ver y me ha dicho:

“Hija mía, también con el alma me encuentro continuamente, y si en el encuentro que hago con el alma la encuentro en acto de ejercitar las virtudes y unida Conmigo, me recompensa del dolor que sufrí cuando encontré a mi Madre tan adolorida por mi causa”.