Mc. 1, 35
“Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar”
Lc. 12, 43
Dichoso ese siervo, si el amo, a su llegada, lo encuentra cumpliendo con su deber.
Reparemos en María a Jesús
por “las culpas de aquellas almas que… se han quedado como adormecidas y somnolientas, perdiendo así el espíritu de oración y de vela.
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
“...mientras parece que mi amable Jesús está muriendo en su propia sangre, el amor le da nueva vida..., veo que se mueve penosamente, se pone de pie y así, cubierto de sangre y de lodo, parece que quiere caminar, pero no teniendo fuerzas, se arrastra fatigosamente.
Dulce Vida mía, deja que te lleve en mis brazos. ¿Es que vas en busca de tus amados discípulos? Pero, ¡qué dolor para tu Corazón adorable el encontrarlos una vez más dormidos! Y tú, con tu voz apagada y temblorosa, los llamas:
« Hijos míos, no duerman, se acerca la hora, ¿no ven a qué estado me he reducido? ¡Ah, ayúdenme, no me abandonen en estas horas extremas! ».
Y vacilando estás a punto de caer a su lado, pero Juan extiende sus brazos para sostenerte. Estás tan irreconocible, que de no haber sido por la suavidad y la dulzura de tu voz, no te habrían reconocido. Después, recomendándoles que no duerman y que permanezcan en oración, vuelves al huerto, pero con una segunda herida en el Corazón.
En esta herida se ven todas las culpas de aquellas almas que, a pesar de tantas manifestaciones de tu amor en dones, caricias y besos, durante las noches de la prueba se han quedado como adormecidas y somnolientas, perdiendo así el espíritu de oración y de vela.
Jesús mío, es cierto que después de haberte visto y de haber gustado de tus dones, se necesita mucha fuerza para poder resistir cuando se encuentra uno privado de ti: sólo un milagro puede hacer que estas almas resistan a la prueba. Por eso, mientras te compadezco por esas almas, cuyas negligencias, ligerezas y ofensas son las más amargas para tu Corazón, te suplico que en el momento en que estén por dar un solo paso que pueda entristecerte en lo más mínimo, las rodees de tanta gracia que se detengan, para que no pierdan el espíritu de oración continua.”
Fiat Divina Voluntad
Mt 15, 30
“Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba.”
Reparemos en María a Jesús
Por los enfermos.
Jesús "ve correspondidas con ofensas sus más tiernas predilecciones de amor, las cuales son el hacer padecer a las almas para hacerlas semejantes a sí mismo. ¡Ah!, démosles su sangre, para que les procure la ayuda necesaria y les haga comprender con su luz el bien que hay en el sufrir y cómo éste las hace más semejantes a Jesús.
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
“...nos encontramos a las puertas de las casas en donde yacen los enfermos. Cuántos miembros llagados; cuantos, bajo la atrocidad de los dolores, se ponen a blasfemar e intentan quitarse la vida; otros se ven abandonados por todos y no tienen quien les dirija una palabra de consuelo y ni siquiera quien les preste los auxilios más necesarios y por eso se lamentan aún más contra Dios y se desesperan. ¡Ah, Madre mía!, oigo los lamentos de Jesús, que ve correspondidas con ofensas sus más tiernas predilecciones de amor, las cuales son el hacer padecer a las almas para hacerlas semejantes a sí mismo. ¡Ah!, démosles su sangre, para que les procure la ayuda necesaria y les haga comprender con su luz el bien que hay en el sufrir y cómo éste las hace más semejantes a Jesús. Y tú, Madre mía, ponte al lado de ellos y cual afectuosa Madre, toca con tus manos maternas sus miembros enfermos, alivia sus dolores, tómalas entre tus brazos y de tu Corazón derrama torrentes de gracias sobre todas sus penas. Hazle compañía a los abandonados, consuela a los afligidos, y para quienes carecen de los medios necesarios, dispón tú misma almas generosas que los socorran; a quienes se encuentran bajo la atrocidad de los dolores, obtenles tregua y reposo, para que reanimados, puedan con mayor paciencia soportar todo lo que Jesús disponga de ellos.”
Fiat Divina Voluntad
Lc 8, 1-2
“lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades”
Reparemos en María a Jesús
Por las “almas que están a punto de caer en el pecado”;
por las “almas que ya han caído en el pecado”;
por las “almas muertas a la gracia.
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
“Celestial Madre mía, vengo a ti para que juntos vayamos en busca de todas las almas y les demos la sangre de Jesús. Dulce Madre mía, Jesús quiere consuelo y el mayor consuelo que podemos darle son las almas.
…A los primeros pasos nos encontramos a las puertas de las casas en donde yacen los enfermos. Cuántos miembros llagados; cuantos, bajo la atrocidad de los dolores, se ponen a blasfemar e intentan quitarse la vida...
Sigamos adelante, oh Madre; que tu mirada materna mire con amor la tierra y se mueva a compasión por tantas pobres criaturas que tienen tanta necesidad de la sangre de Jesús. La mirada indagadora de Jesús me incita a correr, porque quiere almas, siento en el fondo de mi Corazón sus lamentos que me repiten:
« ¡Hijo mío, ayúdame, dame almas! ».
Pero, ¡mira oh Madre mía, cómo la tierra está llena de almas que están a punto de caer en el pecado, y cómo Jesús se pone a llorar al ver que su sangre sufre nuevas profanaciones! Se necesitaría un milagro para hacer que no cayeran en la culpa; démosles la sangre de Jesús, para que hallen en ella la fuerza y la gracia para no caer en el pecado.
Un paso más, Madre mía, y hallamos en cambio a otras almas que ya han caído en el pecado y que quisieran una mano que las ayudara a levantarse. Jesús las ama, pero las mira horrorizado porque se encuentran enfangadas y su agonía se hace aún más intensa.
Démosles su sangre, para que encuentren así esa mano que las ayude a levantarse. Son almas que tienen necesidad de esta sangre, almas muertas a la gracia, ¡oh, en qué lamentable estado se encuentran! El cielo las mira y llora de puro dolor; la tierra las mira con repugnancia; todos los elementos están en contra de ellas y como que quisieran destruirlas, porque se han vuelto enemigas del Creador. ¡Oh Madre!, la sangre de Jesús contiene la vida; démosela, para que apenas toque sus almas puedan resucitar más bellas aún y así el cielo y la tierra les sonrían.
… ¡Oh Madre, oye cómo grita la sangre de Jesús pidiendo más almas! Corramos juntos y vayamos a las regiones en las que habitan los herejes y los infieles. ¡Qué dolor siente Jesús en esas regiones! El, que es vida de todos, no recibe como correspondencia ni siquiera un acto de amor: sus mismas criaturas no lo conocen. Ah Madre mía, démosles su sangre, para que disipe las tinieblas de la ignorancia y de la herejía, y les haga comprender que tienen un alma; ¡Ábreles el Cielo! Y después pongámoslas a todas en la sangre de Jesús; llevémoselas a él como hijos huérfanos y desterrados que finalmente se encuentran con su padre y así Jesús se sentirá confortado en su amarguísima agonía.
Pero parece que Jesús todavía no está contento, pues quiere todavía más almas. En estas regiones siente que se le arrancan de sus brazos las almas de los moribundos que van a precipitarse al infierno. Estas almas están a punto de expirar y de caer en el abismo; no hay nadie a su lado para salvarlas. ¡El tiempo falta, son los últimos momentos, se perderán sin duda! ¡No! Madre mía, que la sangre de Jesús no sea derramada inútilmente por ellas; volemos inmediatamente hacia ellas, derramemos sobre sus cabezas esta sangre para que les sirva de Bautismo e infunda en ellas la fe, la esperanza y la caridad. Ponte a su lado, oh Madre, haz tú por ellas todo lo que les falta; más aún, deja que te vean: en tu rostro resplandece la belleza de Jesús, tus modos son totalmente semejantes a los suyos, así que al verte podrán conocer con toda certeza a Jesús. Después, abrázalas a tu Corazón materno, infunde en ellas la vida de Jesús que tú posees; diles que siendo su Madre las quieres felices para siempre junto a ti en el cielo; mientras expiran, recíbelas en tus brazos, para que de ahí pasen a los brazos de Jesús.”
Fiat Divina Voluntad
Lc 11, 24-26
“Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí." Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio.»”
Mt 13, 41-42
“arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes”
Mc. 16, 16
“El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.”
Reparemos en María a Jesús
por los actos de toda “una vida de pecado, quieren darle el último dolor a ese Corazón tan repetidamente traspasado… Cantidad de demonios se encuentran a su alrededor poniendo en su corazón terror y espanto de los divinos juicios, para dar el último asalto y llevárselas al infierno”
por “¡Cuántas almas a punto de caer en el infierno!... Cantidad de demonios se encuentran a su alrededor poniendo en su corazón terror y espanto…”
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
"...Sigamos nuestro recorrido y entremos en las estancias de los moribundos. ¡Oh Madre mía, qué terror! ¡Cuántas almas a punto de caer en el infierno!
¡Cuántas, después de una vida de pecado, quieren darle el último dolor a ese Corazón tan repetidamente traspasado, coronando su último respiro con un acto de desesperación! Cantidad de demonios se encuentran a su alrededor poniendo en su corazón terror y espanto de los divinos juicios, para dar el último asalto y llevárselas al infierno; quisieran envolverlas ya en las llamas del infierno para ya no darle espacio a la esperanza.
Otros, atados por vínculos terrenos, no quieren resignarse a dar el último paso.
Ah, Madre mía, son los últimos momentos, tienen tanta necesidad de ayuda. ¿No ves cómo tiemblan, cómo se debaten entre la atrocidad de la agonía, cómo piden ayuda y piedad? Ya la tierra ha desaparecido para ellos. Madre Santa, pon tu mano materna sobre sus frentes heladas, acoge tú sus últimos suspiros.
Démosle a cada moribundo la sangre de Jesús, para que haciendo huir a todos los demonios, los disponga a recibir los últimos sacramentos y los prepare a una buena y santa muerte.
Démosles el consuelo de la agonía de Jesús, de sus besos, sus lágrimas y sus llagas; rompamos las cadenas que los tienen atados; hagamos que todos se sientan perdonados y con una confianza tan grande en el corazón que lleguen a arrojarse a los brazos de Jesús; y él, cuando los juzgue, los hallará cubiertos de su sangre y abandonados en sus brazos, por lo que perdonará a todos...
Pero parece que Jesús todavía no está contento, pues quiere todavía más almas. En estas regiones siente que se le arrancan de sus brazos las almas de los moribundos que van a precipitarse al infierno. Estas almas están a punto de expirar y de caer en el abismo; no hay nadie a su lado para salvarlas. ¡El tiempo falta, son los últimos momentos, se perderán sin duda!
¡No! Madre mía, que la sangre de Jesús no sea derramada inútilmente por ellas; volemos inmediatamente hacia ellas, derramemos sobre sus cabezas esta sangre para que les sirva de Bautismo e infunda en ellas la fe, la esperanza y la caridad. Ponte a su lado, oh Madre, haz tú por ellas todo lo que les falta; más aún, deja que te vean: en tu rostro resplandece la belleza de Jesús, tus modos son totalmente semejantes a los suyos, así que al verte podrán conocer con toda certeza a Jesús. Después, abrázalas a tu Corazón materno, infunde en ellas la vida de Jesús que tú posees; diles que siendo su Madre las quieres felices para siempre junto a ti en el cielo; mientras expiran, recíbelas en tus brazos, para que de ahí pasen a los brazos de Jesús. Y si Jesús, conforme a los derechos de su justicia, se mostrara reacio a recibirlas, recuérdale el amor con que te las confió bajo la cruz y reclama tus derechos de Madre; de manera que viendo tu amor y tus súplicas no podrá poner resistencia, y mientras complacerá tu Corazón, al mismo tiempo sus ardientes deseos quedarán satisfechos... ¡El quiere almas, almas!
¡Dulce Bien mío!, aquí están todos junto conmigo. A tu lado está tu querida Madre, descansa en sus brazos, también ella se sentirá consolada estrechándote a su regazo materno, porque bastante ha participado de tu agonía... También está aquí la Magdalena, está Marta y están todas las almas de todos los siglos que te aman. ¡Oh Jesús!, acéptalas, dales a todas tu perdón y háblales de tu amor; átalas a todas a tu amor, para que nunca más vuelva a huir de ti alma alguna.
Pero parece que me dices: « ¡Ah hijo mío, cuántas almas huyen de mí a la fuerza y se precipitan en el fuego eterno! ¿Cómo podrá pues calmarse mi dolor si amo tanto a un alma cuanto amo a todas juntas? »
Fiat Divina Voluntad
Mc. 6, 34
“Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor"
Reparemos en María a Jesús
por los actos que viven en el desconocimiento y en la ignorancia de Nuestro Señor.
Las Horas de la Pasión
De Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
“Delirante Jesús mío, cada uno de tus gemidos y de tus suspiros es una herida para mi corazón que no me da paz; por eso, hago mía tu sangre, tu Voluntad, tu celo ardiente, tu amor, y recorriendo cielos y tierra, quiero ir a darles a todas las almas tu sangre como prenda de su salvación y traerlas a ti para calmar tus anhelos, tu delirio, y endulzar las amarguras de tu agonía, y mientras lo hago, acompáñame con tu mirada.
Madre mía, vengo a ti porque Jesús quiere almas, quiere consuelo; dame tu mano materna y recorramos juntos el mundo entero en busca de almas. Encerremos en su sangre, los afectos, los deseos, los pensamientos, las obras y los pasos de todas las criaturas, y pongamos en sus almas las llamas de su Corazón, para que se rindan; y así, bañadas en su sangre y transformadas en sus llamas, las conduciremos a Jesús para mitigar las penas de su amarguísima agonía.
…¡Oh Madre, oye cómo grita la sangre de Jesús pidiendo más almas! Corramos juntos y vayamos a las regiones en las que habitan los herejes y los infieles. ¡Qué dolor siente Jesús en esas regiones! El, que es vida de todos, no recibe como correspondencia ni siquiera un acto de amor: sus mismas criaturas no lo conocen. Ah Madre mía, démosles su sangre, para que disipe las tinieblas de la ignorancia y de la herejía, y les haga comprender que tienen un alma; ¡Ábreles el Cielo! Y después pongámoslas a todas en la sangre de Jesús; llevémoselas a él como hijos huérfanos y desterrados que finalmente se encuentran con su padre y así Jesús se sentirá confortado en su amarguísima agonía.”
Fiat Divina Voluntad
Lc 9, 18-19
“les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos contestaron: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas"
Mt. 10, 32-33
32. «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos;
33. pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.
Mt. 7, 13
Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella;
Lc. 12, 50
Tengo que recibir un bautismo...
Reparemos en María a Jesús
Por los actos donde Jesús “no recibe como correspondencia ni siquiera un acto de amor: sus mismas criaturas no lo conocen”
Por “las almas de los moribundos” en “las regiones en las que habitan los herejes y los infieles”
Las Horas de la Pasión
De Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
“¡Oh Madre, oye cómo grita la sangre de Jesús pidiendo más almas! Corramos juntos y vayamos a las regiones en las que habitan los herejes y los infieles. ¡Qué dolor siente Jesús en esas regiones! Él, que es vida de todos, no recibe como correspondencia ni siquiera un acto de amor: sus mismas criaturas no lo conocen. Ah Madre mía, démosles su sangre, para que disipe las tinieblas de la ignorancia y de la herejía, y les haga comprender que tienen un alma; ¡ábreles el Cielo! Y después pongámoslas a todas en la sangre de Jesús; llevémoselas a él como hijos huérfanos y desterrados que finalmente se encuentran con su padre y así Jesús se sentirá confortado en su amarguísima agonía.
Pero parece que Jesús todavía no está contento, pues quiere todavía más almas. En estas regiones siente que se le arrancan de sus brazos las almas de los moribundos que van a precipitarse al infierno. Estas almas están a punto de expirar y de caer en el abismo; no hay nadie a su lado para salvarlas. ¡El tiempo falta, son los últimos momentos, se perderán sin duda! ¡No! Madre mía, que la sangre de Jesús no sea derramada inútilmente por ellas; volemos inmediatamente hacia ellas, derramemos sobre sus cabezas esta sangre para que les sirva de Bautismo e infunda en ellas la fe, la esperanza y la caridad. Ponte a su lado, oh Madre, haz tú por ellas todo lo que les falta; más aún, deja que te vean: en tu rostro resplandece la belleza de Jesús, tus modos son totalmente semejantes a los suyos, así que al verte podrán conocer con toda certeza a Jesús. Después, abrázalas a tu Corazón materno, infunde en ellas la vida de Jesús que tú posees; diles que siendo su Madre las quieres felices para siempre junto a ti en el cielo; mientras expiran, recíbelas en tus brazos, para que de ahí pasen a los brazos de Jesús. Y si Jesús, conforme a los derechos de su justicia, se mostrara reacio a recibirlas, recuérdale el amor con que te las confió bajo la cruz y reclama tus derechos de Madre; de manera que viendo tu amor y tus súplicas no podrá poner resistencia, y mientras complacerá tu Corazón, al mismo tiempo sus ardientes deseos quedarán satisfechos.”
Fiat Divina Voluntad
Mt. 11, 28
"Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré"
Lc. 14, 13-14
...cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos;
y así serás dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte;
Reparemos en María a Jesús
por los que yacen enfermos, llagados, blasfeman, intentan quitarse la vida, se lamentan aún más contra Dios y se desesperan, ofenden a Jesús, abandonados, afligidos, pobres, incrédulos...
Las Horas de la Pasión
De Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
y así, bañadas en su sangre y transformadas en sus llamas, las conduciremos a Jesús
“Madre mía, vengo a ti porque Jesús quiere almas, quiere consuelo; dame tu mano materna y recorramos juntos el mundo entero en busca de almas. Encerremos en su sangre, los afectos, los deseos, los pensamientos, las obras y los pasos de todas las criaturas, y pongamos en sus almas las llamas de su Corazón, para que se rindan; y así, bañadas en su sangre y transformadas en sus llamas, las conduciremos a Jesús para mitigar las penas de su amarguísima agonía.
Ángel de mi guarda, precédenos tú y prepáranos las almas que han de recibir esta sangre, para que ni una sola gota se quede sin producir todo su efecto.
Madre Mía, démonos prisa, pongámonos en camino; Jesús nos sigue con su mirada y sigo sintiendo sus repetidos sollozos que nos incitan a apresurar nuestra labor.
A los primeros pasos nos encontramos a las puertas de las casas en donde yacen los enfermos. Cuántos miembros llagados; cuantos, bajo la atrocidad de los dolores, se ponen a blasfemar e intentan quitarse la vida; otros se ven abandonados por todos y no tienen quien les dirija una palabra de consuelo y ni siquiera quien les preste los auxilios más necesarios y por eso se lamentan aún más contra Dios y se desesperan.
¡Ah, Madre mía!, oigo los lamentos de Jesús, que ve correspondidas con ofensas sus más tiernas predilecciones de amor, las cuales son el hacer padecer a las almas para hacerlas semejantes a sí mismo. ¡Ah!, démosles su sangre, para que les procure la ayuda necesaria y les haga comprender con su luz el bien que hay en el sufrir y cómo éste las hace más semejantes a Jesús. Y tú, Madre mía, ponte al lado de ellos y cual afectuosa Madre, toca con tus manos maternas sus miembros enfermos, alivia sus dolores, tómalas entre tus brazos y de tu Corazón derrama torrentes de gracias sobre todas sus penas. Hazle compañía a los abandonados, consuela a los afligidos, y para quienes carecen de los medios necesarios, dispón tú misma almas generosas que los socorran; a quienes se encuentran bajo la atrocidad de los dolores, obtenles tregua y reposo, para que reanimados, puedan con mayor paciencia soportar todo lo que Jesús disponga de ellos.
…oh Madre, tomemos esta sangre de Jesús y démosela a todos; a los afligidos para que sean consolados; a los pobres para que sufran su pobreza con resignación; a los que son tentados para que obtengan victoria; a los incrédulos para que triunfe en ellos la fe…”
Fiat Divina Voluntad
Jn 12, 46
“Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas”
Mt 8, 26
Díceles: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza.
Mc 5, 21-43
“No temas; basta que tengas fe”
Jn 6, 2
mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos.
Mc. 4, 40
Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?»
Lc 18, 8
“Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”
Mt. 14, 31
“Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”
Reparemos en María a Jesús
Por los actos de "incredulidad para que triunfe en ellos la fe"
Por los actos sufrientes llenos de dolor por estar vacíos de Dios.
Las Horas de la Pasión
De Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
Tomando Su Preciosísima Sangre y dándola a todos.
“... Y ahora, oh Madre, tomemos esta sangre de Jesús y démosla a todos;
a los afligidos para que sean consolados;
a los pobres para que sufran su pobreza con resignación;
a los que son tentados para que obtengan victoria;
a los incrédulos para que triunfe en ellos la fe;
a los que blasfeman para que cambien sus blasfemias en bendiciones;
a los sacerdotes, para que comprendan su misión y sean dignos ministros de Jesús: toca sus labios con su sangre, para que no salga de su boca palabra alguna que no sea para gloria de Dios…”
Fiat Divina Voluntad
Mc 6, 53-56
Los que lo tocaban se ponían sanos
AUDIOReparemos en María a Jesús
por todos los actos contrarios a la Voluntad de Dios, que arrojan al alma y al cuerpo toda clase de males.
Las Horas de la Pasión
De Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7 y 4
Una parte de la Hora 7
“Y tú, Madre mía, ponte al lado de ellos y cual afectuosa Madre, toca con tus manos maternas sus miembros enfermos, alivia sus dolores, tómalas entre tus brazos y de tu Corazón derrama torrentes de gracias sobre todas sus penas. Hazle compañía a los abandonados, consuela a los afligidos, y para quienes carecen de los medios necesarios, dispón tú misma almas generosas que los socorran; a quienes se encuentran bajo la atrocidad de los dolores, obtenles tregua y reposo, para que reanimados, puedan con mayor paciencia soportar todo lo que Jesús disponga de ellos.”
________
Una parte de la Hora 4
“¡Oh Jesús!, beso tu pie derecho y te reparo por quienes te reciben para ultrajarte. Cuando se atrevan a hacerlo, te suplico que repitas el milagro que hiciste cuando Longinos te atravesó el Corazón con la lanza, que al flujo de aquella sangre que brotó, al tocarle los ojos lo convertiste y lo sanaste; así también, que cuando se acerquen a comulgar, apenas los toques sacramentalmente, conviertas sus ofensas en amor.”
Fiat Divina Voluntad
Lc 4, 33
“Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces”
Mc 7, 29Él, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija.»
Mt 18, 13-14
13 Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
14 Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños
Mc 3, 28-29
Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean.
Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno.»
Lc. 15, 7
Yo les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse".
Reparemos en María a Jesús
Por los actos que llevan el "sello de la perdición, almas que pecan y huyen de Jesús, que lo ofenden y no esperan ya en su perdón..."
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
“…hay almas que llevan EL SELLO DE LA PERDICIÓN, almas que pecan y huyen de Jesús, que lo ofenden y no esperan ya en su perdón... Démosles la sangre de Jesús, para que borre en ellos el sello de la perdición, y les dé el de LA SALVACIÓN; para que ponga en sus corazones tanta confianza y amor después de la culpa, que los haga correr para ir a abrazarse a los pies de Jesús, y así jamás volver a separarse de él. Mira, oh Madre, hay almas que corren como desesperadas hacia la perdición y no hay quien las pueda detener; ¡ah!, pongamos la sangre de Jesús ante sus pies, para que al tocarla, sintiendo su luz y sus súplicas, puedan retroceder y emprender el camino de la salvación.”
Fiat Divina Voluntad
Mt 1, 20
“Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo”.
Mt 10, 5-7
" A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca"
Reparemos en María a Jesús
por los sacerdotes que no cumplen con su misión y no son dignos ministros de Jesús.
por los gobernantes.
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
"Y ahora, oh Madre, tomemos esta sangre de Jesús y démosela a todos; a los afligidos para que sean consolados; a los pobres para que sufran su pobreza con resignación; a los que son tentados para que obtengan victoria; a los incrédulos para que triunfe en ellos la fe; a los que blasfeman para que cambien sus blasfemias en bendiciones; a los sacerdotes, para que comprendan su misión y sean dignos ministros de Jesús: toca sus labios con su sangre, para que no salga de su boca palabra alguna que no sea para gloria de Dios; toca sus pies, para que corran y vuelen en busca de almas para conducirlas a Jesús. Démosles también esta sangre a los gobernantes, para que se mantengan unidos unos a otros y para que se muestren llenos de mansedumbre y amor hacia sus súbditos"
Fiat Divina Voluntad
Jn 15, 15
“porque el siervo no sabe lo que hace su señor”
Mc 8, 33
Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: “¡Quítate de mi vista, satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!
Mc 9, 38-39
38 En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros."
39 Jesús respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí.
Reparemos en María a Jesús
Por los herejes y los infieles.
Por los actos donde Jesús “no recibe como correspondencia ni siquiera un acto de amor: sus mismas criaturas no lo conocen”
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
“¡Oh Madre, oye cómo grita la sangre de Jesús pidiendo más almas! Corramos juntos y vayamos a las regiones en las que habitan los herejes y los infieles. ¡Qué dolor siente Jesús en esas regiones! El, que es vida de todos, no recibe como correspondencia ni siquiera un acto de amor: sus mismas criaturas no lo conocen. Ah Madre mía, démosles su sangre, para que disipe las tinieblas de la ignorancia y de la herejía, y les haga comprender que tienen un alma; ¡Ábreles el Cielo! Y después pongámoslas a todas en la sangre de Jesús; llevémoselas a él como hijos huérfanos y desterrados que finalmente se encuentran con su padre y así Jesús se sentirá confortado en su amarguísima agonía.”
Fiat Divina Voluntad
Mc 9, 42
“El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar”.
Mt 7, 15-16
"Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”
Mt 18, 10
10.«Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.
Mt 19, 14
"Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los cielos”
Mt 18, 10
“Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial”
Mc 10, 14
..."Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios.”
Reparemos en María a Jesús
por los actos que “tienden insidias y las escandalizan para quitarles la inocencia"
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
“Continuemos nuestro recorrido, ¡oh Madre mía! Hay almas buenas, almas inocentes en las que Jesús halla sus complacencias y el descanso de la creación, pero las criaturas que están a su alrededor les tienden insidias y las escandalizan para quitarles la inocencia, y convertir las complacencias y el descanso de Jesús en lágrimas y amargura, como si no tuvieran otra finalidad que la de hacer sufrir constantemente a ese Corazón Divino. Sellemos y circundemos su inocencia con la sangre de Jesús, como un muro que las defienda, para que no entre en ellas la culpa; haz huir con su sangre a quienes quisieran contaminarlas; consérvalas puras y sin mancha, para que Jesús pueda hallar en ellas el descanso de su creación y todas sus complacencias, y para que por amor a ellas se mueva a piedad por tantas otras pobres criaturas. Madre mía, pongamos a estas almas en la sangre de Jesús, atémoslas una y otra vez a la Voluntad de Dios, llevémoslas a sus brazos y con las dulces cadenas de su amor atémoslas a su Corazón para mitigar las amarguras de su agonía mortal.”
Fiat Divina Voluntad
Mt 8, 2
“En esto, se le acercó un leproso”
Reparemos en María a Jesús
Por los "miembros llagados; cuantos, bajo la atrocidad de los dolores, se ponen a blasfemar e intentan quitarse la vida"
Por ver “correspondidas con ofensas sus más tiernas predilecciones de amor, las cuales son el hacer padecer a las almas para hacerlas semejantes a sí mismo”
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
“Madre Mía, démonos prisa, pongámonos en camino; Jesús nos sigue con su mirada y sigo sintiendo sus repetidos sollozos que nos incitan a apresurar nuestra labor.
A los primeros pasos nos encontramos a las puertas de las casas en donde yacen los enfermos. Cuántos miembros llagados; cuantos, bajo la atrocidad de los dolores, se ponen a blasfemar e intentan quitarse la vida; otros se ven abandonados por todos y no tienen quien les dirija una palabra de consuelo y ni siquiera quien les preste los auxilios más necesarios y por eso se lamentan aún más contra Dios y se desesperan. ¡Ah, Madre mía!, oigo los lamentos de Jesús, que ve correspondidas con ofensas sus más tiernas predilecciones de amor, las cuales son el hacer padecer a las almas para hacerlas semejantes a sí mismo. ¡Ah!, démosles su sangre, para que les procure la ayuda necesaria y les haga comprender con su luz el bien que hay en el sufrir y cómo éste las hace más semejantes a Jesús. Y tú, Madre mía, ponte al lado de ellos y cual afectuosa Madre, toca con tus manos maternas sus miembros enfermos, alivia sus dolores, tómalas entre tus brazos y de tu Corazón derrama torrentes de gracias sobre todas sus penas. Hazle compañía a los abandonados, consuela a los afligidos, y para quienes carecen de los medios necesarios, dispón tú misma almas generosas que los socorran; a quienes se encuentran bajo la atrocidad de los dolores, obtenles tregua y reposo, para que reanimados, puedan con mayor paciencia soportar todo lo que Jesús disponga de ellos.”
Fiat Divina Voluntad
Reparemos en María a Jesús
por los que pierden el espíritu de oración continua
Las Horas de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo
Una parte de la Hora 7
«Hijos míos, no duerman, se acerca la hora, ¿no ven a qué estado me he reducido? ¡Ah, ayúdenme, no me abandonen en estas horas extremas!».
¡Dulce Bien mío!, mi corazón ya no resiste al ver que sigues agonizando... Tu sangre, formando arroyos, chorrea por todo tu cuerpo y tan abundantemente, que no pudiendo mantenerte en pie caes en un charco de sangre.
¡Oh Jesús mío, se me rompe el corazón al verte tan débil y agotado! Tu adorable rostro y tus manos creadoras apoyándose sobre la tierra se llenan de sangre... Me parece como que quisieras dar ríos de sangre a cambio de los ríos de iniquidad que recibes de parte de las criaturas, para hacer que todas las culpas se ahoguen en estos ríos, y así, con tu sangre, darle a cada criatura tu perdón.
¡Oh Jesús mío, reanímate, ya es demasiado lo que sufres! ¡Que ya se detenga tu amor! Y mientras parece que mi amable Jesús está muriendo en su propia sangre, el amor le da nueva vida..., veo que se mueve penosamente, se pone de pie y así, cubierto de sangre y de lodo, parece que quiere caminar, pero no teniendo fuerzas, se arrastra fatigosamente.
Dulce Vida mía, deja que te lleve en mis brazos. ¿Es que vas en busca de tus amados discípulos? Pero, ¡qué dolor para tu Corazón adorable el encontrarlos una vez más dormidos! Y tú, con tu voz apagada y temblorosa, los llamas:
« Hijos míos, no duerman, se acerca la hora, ¿no ven a qué estado me he reducido? ¡Ah, ayúdenme, no me abandonen en estas horas extremas! ».
Y vacilando estás a punto de caer a su lado, pero Juan extiende sus brazos para sostenerte. Estás tan irreconocible, que de no haber sido por la suavidad y la dulzura de tu voz, no te habrían reconocido. Después, recomendándoles que no duerman y que permanezcan en oración, vuelves al huerto, pero con una segunda herida en el Corazón.
En esta herida se ven todas las culpas de aquellas almas que, a pesar de tantas manifestaciones de tu amor en dones, caricias y besos, durante las noches de la prueba se han quedado como adormecidas y somnolientas, perdiendo así el espíritu de oración y de vela.
Jesús mío, es cierto que después de haberte visto y de haber gustado de tus dones, se necesita mucha fuerza para poder resistir cuando se encuentra uno privado de ti: sólo un milagro puede hacer que estas almas resistan a la prueba. Por eso, mientras te compadezco por esas almas, cuyas negligencias, ligerezas y ofensas son las más amargas para tu Corazón, te suplico que en el momento en que estén por dar un solo paso que pueda entristecerte en lo más mínimo, las rodees de tanta gracia que se detengan, para que no pierdan el espíritu de oración continua.
Fiat Divina Voluntad