"Les falta el ojo para ver y la capacidad para comprenderlo"  

 

"Nuestro Ente Supremo da el gran don de nuestra Voluntad a sus hijos"

CUARESMALuces DivinasVol. 30-30
AUDIO Párrafo (2)
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CUARESMALuces Divinas
De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 30-30 Mayo 15, 1932 

Cómo los conocimientos sobre la Divina Voluntad formarán el ojo y la capacidad para mirar y recibir el don del Fiat Divino, y acostumbrarán a las criaturas a vivir como hijas


Desorden de la voluntad humana

 

(1) Estoy siempre de regreso en el Fiat Supremo, y sintiendo en mí el dulce encanto de su luz, de su paz, de su felicidad, ¡oh! cómo quisiera que el mundo entero conociera tanto bien, a fin de que todos rogaran que viniera su reino sobre la tierra. Pero mientras esto decía, pensaba para mí: “Si el vivir en el Querer Divino es un don que debe dar a las generaciones humanas, Jesús ama tanto, quiere, suspira que se conozca esta Voluntad Divina para hacerla reinar, ¿por qué no se apresura a dar este don?” Y mi Sumo Bien Jesús visitando mi pequeña alma, todo bondad me ha dicho: 

(2) “Hija mía, tú debes saber que si bien ardo por el deseo de ver reinar mi Divina Voluntad, sin embargo no puedo dar este don, si antes con las verdades que he manifestado, conociéndolas las criaturas, tendrán el gran bien de formar la vista para ser capaces de comprenderlo, y por lo tanto disponerse para recibir un don tan grande. Se puede decir que ahora les falta el ojo para ver y la capacidad para comprenderlo, y por eso primero he manifestado tantas verdades sobre mi Divina Voluntad, y conforme las criaturas conozcan estas mis verdades, así ellas formarán la órbita dónde poner la pupila dentro, y animarla con la luz suficiente para poder mirar y comprender el don que más que sol les será donado y confiado. Si Yo quisiera darlo hoy, haría como si quisiera dar un sol a un ciego: Pobrecito, con todo y el sol donado sería siempre ciego, no cambiaría su suerte, ni recibiría ningún bien, más bien tendría un dolor, tener un sol por don y ni siquiera verlo, ni recibir de él sus benéficos efectos. En cambio uno que no fuera ciego, cuántos bienes no recibiría al tener un sol por don a su disposición, su fiesta sería continua, y se pondría en condiciones de dar luz a los demás, y sería rodeado y amado por todos para obtener el bien de la luz que él posee. Entonces, dar hoy el gran don de mi Divina Voluntad, que más que sol cambiará la suerte de las generaciones humanas, sería darlo a los ciegos, y darlo a los ciegos sería darles dones inútiles, y Yo cosas inútiles no sé dar. Por eso espero con paciencia divina y delirante que mis verdades hagan el camino, preparen las almas, entren en ellas y formen el ojo animado por luz suficiente, que puedan no sólo mirar el don de mi Fiat, sino que tengan capacidad para encerrarlo en ellas, a fin de que ahí forme su reino y extienda su dominio. Por eso, paciencia y tiempo hacen hacer las cosas como conviene y como amerita nuestra soberanía en el obrar. Nosotros hacemos, nuestro Ser Supremo, como haría un padre que quiere dar un gran don a su pequeño hijo, el padre llama al pequeño y le hace ver el don y le dice: ‘Este regalo está preparado para ti, será tuyo.’ Pero no se lo da, el hijo queda sorprendido, raptado al ver el don que su padre le quiere dar, y estando junto al padre le ruega que le dé el don, y no sabe separarse, ruega y vuelve a rogar porque quiere el regalo. En tanto, el padre viéndolo junto a él, aprovecha para instruir al hijo para hacerle comprender la naturaleza del don, el bien, la felicidad que recibirá por este don. El hijo ante las manifestaciones del padre, se vuelve maduro y capaz no sólo de recibir el don, sino de comprender qué cosa encierra de bien, de grande, el don que debe recibir. Por eso se estrecha más junto al padre, ruega y vuelve a rogar, suspira el don, llega a llorar y no sabe estar más sin el don, se puede decir que ha formado en sí, con sus ruegos y suspiros, con el adquirir los conocimientos del don que su padre le ha dado, la vida, el espacio donde como en sagrado depósito recibir el don. Esta tardanza del padre para dar el don a su hijo ha sido amor más grande, él ardía, suspiraba por dar el don a su hijo, pero lo quería capaz y que comprendiera el don que recibía, y en cuanto lo ve maduro para recibir un bien tan grande, rápidamente se lo da. Así hacemos Nosotros, más que padre suspiramos por dar el gran don de nuestra Voluntad a nuestros hijos, pero queremos que conozcan lo que deben recibir, los conocimientos de Ella maduran y vuelven capaces a nuestros hijos de recibir un bien tan grande. Las tantas manifestaciones que he hecho serán los verdaderos ojos del alma para poder mirar y comprender lo que nuestra paterna bondad desde hace tantos siglos quiere dar a las criaturas. Mucho más que los conocimientos que he manifestado sobre mi Divina Voluntad, en cuanto sean conocidos por las criaturas, arrojarán en ellas la semilla para hacer germinar el amor de filiación hacia su Padre Celestial, sentirán nuestra paternidad, que si quiere que hagan su Voluntad, es porque las ama y quiere amarlas como hijas para participarles sus bienes divinos. Por tanto nuestros conocimientos sobre el Fiat Divino las harán habituarse a vivir como hijas, y entonces cesará toda maravilla, porque nuestro Ente Supremo da el gran don de nuestra Voluntad a sus hijos. Es derecho de los hijos recibir las propiedades del padre, y es deber del padre dar sus bienes a los hijos. Quien quiere vivir como extraño no merece las posesiones del padre, mucho más que nuestra paternidad ansía, suspira, arde por el deseo de querer dar este don, a fin de que una sea la Voluntad con sus hijos. Entonces sí, nuestro amor paterno reposará cuando veamos la obra salida de nuestras manos creadoras en el seno de nuestro Querer, en nuestra casa, y nuestro reino poblado por nuestros queridos hijos”. 

(3) Después de esto continuaba pensando en la Divina Voluntad, me parece que no sé estar si no pienso en Ella, y mi Celestial Maestro ha agregado: 

(4) “Hija bendita, todos los actos que hace mi Divina Voluntad están de tal manera unidos entre ellos, que son inseparables, de manera que si se quieren encontrar, a primera vista se encuentra un solo acto, pero entrando más adentro se encuentran tantos actos distintos el uno del otro, per o tan fundidos y atados juntos que no pueden separarse; esta fuerza de unión y de inseparabilidad forma la naturaleza del obrar divino. La misma Creación lo dice, si una sola estrella se pudiera separar de su puesto, en el cual está unida junto con todas las otras creadas, se precipitaría y provocaría un trastorno general en todas las otras cosas creadas, tal es la inseparabilidad y unión que tienen todas juntas, todas tienen vida, si bien distinta entre ellas, y forman la bella armonía de toda la Creación, separadas se pueden decir que pierden la vida y ponen trastorno por todas partes. Así es la voluntad humana separada de la Voluntad de su Creador, no sólo se precipita ella, sino que va provocando trastorno por todas partes, y si pudiera trastornaría todo y el mismo orden de su Creador, no sería de maravillar, la voluntad humana creada por Nosotros y separada de la nuestra, sería como una estrella separada de su puesto, donde poseía la fuerza divina, la unión de común acuerdo y de todos los bienes con su Creador. Separándose pierde la fuerza, la unión y los bienes para vivir, por eso, por necesidad le toca la suerte de precipitarse y de provocar trastorno por todas partes. Ahora, el vivir en mi Divina Voluntad, en cuanto el alma hace su primer acto, así siente la fuerza y la unión de todos los actos del Fiat Divino, así que un acto comprende y encierra todos los otros actos, y siente la necesidad de continuar sus actos para concatenarse juntos para desarrollar la fuerza de la Voluntad Divina que siente en sí, que como vida no sabe estar sin hacerse sentir, quiere respirar, latir, obrar, un acto llama al otro y así forma la secuencia de los actos con la unión de los actos de mi Voluntad. Para formar una vida no basta un acto, un respiro, un latido, no, se requiere el continuo respirar, palpitar y obrar, y conforme el alma vive en mi Voluntad Divina, así la hace respirar y palpitar, y mi Fiat forma su Vida entera de obras, por cuanto a criatura es posible de contener en sí. Por eso si quieres su Vida en ti, haz que tus actos sean continuos en Ella”.