"Un grado de más de amor para tu sufriente Jesús”

Libro de Cielo 31-19

“ espero tu amado estribillo, ‘te amo, te amo’. 

Ámame hija mía, ámame, ten piedad de mi corazón herido que sufre, se agita, delira, y anhelante te pide amor, y delirando te abrazo, te estrecho fuerte, fuerte a mi corazón para hacerte sentir cómo ardo en amor, a fin de que sintiendo mis llamas, esto te mueva a piedad de Mí y me ames. ¡Oh! hazme feliz, ámame, cuando no soy amado me siento desdichado en mi amor, y por ello llego al delirio, y cuando un corazón piadoso se mueve a piedad de Mí y me ama, me siento cambiar la desventura en felicidad. Y además, cada ‘te amo’ tuyo no es otra cosa que un pequeño leño que arrojas en el océano inmenso de mi amor, que convirtiéndose en llamita acrecienta un grado de más de amor para tu sufriente Jesús”


CUARESMA Luces Divinas  31-19

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Luces Divinas
De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta                                Vol. 31-19 Diciembre 16, 1932

Cada Te Amo Tuyo



El bien hace surgir en naturaleza la gloria, y esta gloria se hace narradora de aquélla que lo ha hecho. Cada ‘te amo’ es un triunfo de Jesús, y cómo para ser amado pone en él su amor escondido. 


(1) Mi abandono en el Querer Divino continúa, si bien bajo la opresión de las repetidas privaciones de mi amado Jesús, a pesar de que la luz del eterno Fiat no me deja nunca, sus oleadas de luz me invisten dentro y fuera de mí, y se hacen latido, respiro, movimiento, alimento de mi pequeña alma. ¡Ay! si no fuera por la Divina Voluntad que como vida se sustituye a todo, aun al mismo Jesús, de un golpe terminaría la vida, y la misma luz me llevaría al Cielo, pero, ¡ay de mí! decía entre mí: “Cómo es prolongado mi exilio, ¿cuál es el bien que hago, y aunque lo hiciera, qué gran cosa es el bien que podría hacer?” Mientras esto pensaba, mi amada Vida, el dulce Jesús, repitiendo su breve visita me ha dicho: 

(2) “Hija mía, ánimo, mi Voluntad te está consumiendo en su luz para formar en ti su copia divina, y es tanto su celo, que no cesa un instante de mandarte luz, para no darte tiempo de hacer tu voluntad sino siempre la mía. Y además, ¿qué gran cosa es el bien que haces? El todo está en el obrar el bien, él es la sustancia de la santidad y el sol que resplandece por medio de sus santas palabras, obras y pasos en medio a las criaturas, que mientras da luz a sí mismo y lo calienta, da luz y calienta a quien le está junto. El bien produce la gloria imperecedera en la tierra y en el Cielo, ¿quién puede jamás quitar la gloria de un bien que uno ha hecho? Ninguno, ni Dios, ni las criaturas, más bien en el acto bueno surge de dentro de sí, como naturaleza, la gloria que el mismo acto contiene, tanto que muchas veces lo olvidan las criaturas, pero el bien obrado permanece como vida en medio de ellas, y no es fácil olvidarlo; por eso cada bien hecho canta la gloria y se hace narrador de quién lo ha hecho. Así que si tú hicieras aunque fuera un solo acto bueno estando en vida, toda la eternidad te cantaría una gloria mayor”. 

(3) Después seguía mi giro en el Querer Divino, según mi costumbre animaba a todas las cosas creadas con mi pequeño ‘te amo’, y quería dejarlo impreso en todas las cosas, a fin de que se hiciese voz y pidiese el reino de la Divina Voluntad sobre la tierra. Y Jesús bendito, sorprendiéndome de nuevo ha agregado: 

(4) “Mi pequeña hija de mi Querer, tú debes saber que es tanto el afán, el delirio de querer amar y ser amado por las criaturas, que escondido, sin hacerme advertir, pongo en el fondo de sus almas una dosis de mi amor, y según sus disposiciones así aumento la dosis, y sintiendo en ellas mi amor, me dicen con el corazón, ‘te amo, te amo’. Yo al sentirme amado, triunfo en el amor de la criatura, así que en cada ‘te amo’ suyo es un triunfo que obtengo, y si bien lo he puesto Yo sin dejarme ver, no me fijo que ha sido un artificio mío para hacerme amar, me fijo más bien que ha pasado por el canal de ellas, esto es, de su voluntad, de su voz, y sintiéndome herir lo miro como amor que me viene de la criatura. Así que cada uno de tus ‘te amo’ es un triunfo de más que haces obtener a tu Jesús, y conforme tú buscas cubrir Cielo y tierra, las cosas animadas e inanimadas con tu ‘te amo’, Yo miro todo cubierto por la belleza del amor de la criatura, y quedando raptado digo con todo el énfasis de mi amor: ¡Ah sí, cómo estoy contento! Ya soy amado, y mientras Yo triunfo en su amor, ella triunfa en mi amor”. 

(5) Dicho esto ha hecho silencio, y era tanto el ímpetu de su amor, que como desvanecido buscaba reposo en mis brazos. Y después como restablecido, ha repetido con un énfasis más fuerte: 

(6) “Hija mía queridísima, tú debes saber que lo que quiero y que más me interesa, es que quiero hacer conocer que Yo amo a la criatura, quiero decir al oído de cada corazón: ‘Hijo, te amo’. Y estaría contento si oyese que me responde con mi mismo estribillo: ‘Jesús, te amo’. Siento la irresistible necesidad de amar y de ser amado, ¡oh! cuántas veces quedo sofocado en mi amor, porque mientras Yo amo, no sintiendo que me amen mi amor no encuentra desahogo, y quedo ahogado en mi mismo amor. He aquí por qué amo tanto tu ‘te amo’, conforme tú lo dices toma la forma de una llamita reparadora, que viniendo en mi gran fuego de amor me trae el alivio, y esparciéndose como rocío benéfico sobre las llamas que me queman, lleva la tranquilidad a mi amor, a mis delirios, a mis afanes amorosos, porque si he sido amado puedo dar lo mío, y pudiendo dar lo mío mi amor se desahoga. Hija mía, Cielos y tierra están llenos y colmados de mi amor, no hay punto donde mi amor no sienta la necesidad de desbordarse para bajar su nivel y correr, y correr en busca de corazones para decirles su palabrita: ‘Hijo, te amo, te amo tanto, y tú, dime que me amas’. Y es todo oídos para escuchar si la criatura le dice que lo ama, si esto le viene afirmado, siente calmado su amor en ella, y ahí toma su dulce reposo. En cambio si no le viene afirmado, corre, recorre cielo y tierra, no se detiene si no encuentra quién le dice que lo ama. Ahora, cada ‘te amo’ de la criatura es un desahogo a mi amor, el cual entrando en el mío se incorpora en mi mismo amor, y tiene virtud de abrirlo, mientras queda todo entero cual es, y formando como las fisuras forma los caminos para hacer desahogar mi amor; pero este amor sólo es puro cuando está animado por mi Voluntad. ¿Ves entonces qué cosa es tu larga cantaleta de tu ‘te amo’? Son tantos desahogos que das a tu Jesús, y me llaman al reposo en tu alma, por eso quiero que me digas siempre tu ‘te amo’, lo quiero ver en todas las cosas que he hecho por ti, amo escucharlo siempre, siempre, y cuando no me lo dices, suspirando digo: ‘¡Ay de Mí, ni siquiera la pequeña hija de mi Querer me da el continuo desahogo para poderme desahogar en su pequeño amor, y quedo todo afligido y espero tu amado estribillo, ‘te amo, te amo’. Ámame hija mía, ámame, ten piedad de mi corazón herido que sufre, se agita, delira, y anhelante te pide amor, y delirando te abrazo, te estrecho fuerte, fuerte a mi corazón para hacerte sentir cómo ardo en amor, a fin de que sintiendo mis llamas, esto te mueva a piedad de Mí y me ames. ¡Oh! hazme feliz, ámame, cuando no soy amado me siento desdichado en mi amor, y por ello llego al delirio, y cuando un corazón piadoso se mueve a piedad de Mí y me ama, me siento cambiar la desventura en felicidad. Y además, cada ‘te amo’ tuyo no es otra cosa que un pequeño leño que arrojas en el océano inmenso de mi amor, que convirtiéndose en llamita acrecienta un grado de más de amor para tu sufriente Jesús”.