Breve reseña de la Hora 14


De las 6 a las 7 de la mañana

Jesús de Nuevo ante Caifás y Después es Conducido a Pilatos



Has salido de la prisión, ya te encuentras ante Caifás, a quien respondes: 

«Sí, yo soy el verdadero Hijo de Dios». 

… a una sola voz, gritan todos:

« ¡Es reo de muerte, es reo de muerte! ».

"Caifás confirma la sentencia de muerte y te envía a Pilato, y tú, condenado Jesús mío, aceptas esta sentencia con tanto amor y resignación, que parece que se la arrebatas al inicuo pontífice, y de este modo reparas todos los pecados hechos deliberadamente y con toda malicia, y por todos aquellos que en vez de afligirse por el mal, se alegran y gozan del pecado, y esto los lleva a la ceguera y a sofocar en ellos toda luz y gracia...  

luego bajando por la escalera del palacio de Caifás para ir a donde Pilato, "te encuentras con María Santísima, nuestra hermosa y dulce Madre. Tu mirada se encuentra con la suya, se hieren el uno al otro y, aunque al verse hallan alivio, nacen de ahí nuevos dolores: en ti, al ver a tu dulce Madre traspasada, pálida y de luto; y en tu querida Madre, al verte a ti, Sol Divino, eclipsado, cubierto de ultrajes, llorando y en un mar de sangre...

los soldados te empujan; y así, pisoteado y arrastrado, te hacen llegar a Pilato..." 

Unidos a Jesús Reparemos con su Divina Voluntad



Las Horas de la Pasión 

de Nuestro Señor Jesucristo


S. D.  Luisa Piccarreta, 

La Pequeña Hija de la Divina Voluntad

Oración de preparación para antes de cada hora


"Oh, Señor mío Jesucristo, postrado ante tu Divina Presencia, imploro a tu amoroso corazón que me admita a la dolorosa meditación de las 24 horas en que por amor a nosotros quisiste sufrir tanto en tu adorable cuerpo y en tu alma santa, hasta llegar a la muerte en la cruz. Oh, por favor, dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y comprensión de tus sufrimientos, mientras medito ahora la _______ Hora. 

Y por aquellas horas en las que no puedo meditar, te ofrezco mi voluntad de meditar en ellas, y voluntariamente tengo la intención de meditar en todas las horas en que tengo que dedicarme a mis deberes, o dormir. 

Acepta, oh Señor misericordioso, mi amorosa intención, y que sea beneficioso para mí y para todos, como si de manera efectiva y santa logré todo lo que deseo practicar. 

Te doy gracias, oh Jesús mío, por llamarme a la unión contigo por medio de la oración; y para complacerte más, tomo tus pensamientos, tu lengua, tu corazón, y con ellos mi cabeza en Tu Corazón, y empiezo..." 

Hora 14

De las 6 a las 7 de la mañana

Jesús de Nuevo ante Caifás y Después es Conducido a Pilatos

 

Adolorido Jesús mío, ya estás fuera de la prisión; estás tan agotado que a cada paso que das parece que te vas a caer. Quiero ponerme a tu lado para sostenerte cuando vea que estés a punto de caer. 

Pero veo que los soldados te presentan ante Caifás, y tú, ¡oh Jesús mío!, apareces de nuevo en medio a ellos cual sol radiante y aunque estás tan desfigurado, tu luz se difunde por doquier. Caifás se regocija al verte tan malamente reducido, y al ver el reflejo de tu luz se ciega aún más y lleno de cólera te pregunta de nuevo: 

« ¿Así que tú eres verdaderamente el Hijo de Dios? ». 

Y tú, Amor mío, con majestad suprema, con tu voz llena de gracia y tu habitual acento dulce y conmovedor, capaz de cautivar los corazones de todos, respondes: 

« Sí, yo soy el verdadero Hijo de Dios ». 

Y ellos, a pesar de que sienten en sí mismos toda la fuerza de tu palabra, sofocando todo y sin querer saber más, a una sola voz, gritan todos: 

« ¡Es reo de muerte, es reo de muerte! ». 

Caifás confirma la sentencia de muerte y te envía a Pilato, y tú, condenado Jesús mío, aceptas esta sentencia con tanto amor y resignación, que parece que se la arrebatas al inicuo pontífice, y de este modo reparas todos los pecados hechos deliberadamente y con toda malicia, y por todos aquellos que en vez de afligirse por el mal, se alegran y gozan del pecado, y esto los lleva a la ceguera y a sofocar en ellos toda luz y gracia. 

Vida mía, tus reparaciones y tus oraciones hacen eco en mi corazón y yo reparo y ruego unido a ti. 

Dulce Amor mío, veo que los soldados, habiendo perdido la poca estima que les quedaba de ti, al verte condenado a muerte, te agarran y te ponen más cuerdas y más cadenas, te sujetan tan fuertemente que casi le impiden todo movimiento a tu divina persona, y empujándote y arrastrándote te sacan del palacio de Caifás. Te espera la multitud del pueblo, mas nadie para defenderte; y tú, Divino Sol mío, sales en medio de ellos queriendo envolverlos a todos con tu luz. 

Al dar los primeros pasos, queriendo encerrar en los tuyos todos los pasos de las criaturas, suplicas y reparas por quienes usan sus primeros pasos para obrar con malos fines: unos para vengarse, otros para matar, para traicionar, para robar y para tantas otras cosas. ¡Oh, cómo te hieren el Corazón con todas estas ofensas! Y para impedir tanto mal, oras, reparas y te ofreces todo tú mismo. 

Pero mientras te sigo, veo que tú, Sol mío, Jesús, apenas empiezas a bajar las escaleras del palacio de Caifás, te encuentras con María Santísima, nuestra hermosa y dulce Madre. Tu mirada se encuentra con la suya, se hieren el uno al otro y, aunque al verse hallan alivio, nacen de ahí nuevos dolores: en ti, al ver a tu dulce Madre traspasada, pálida y de luto; y en tu querida Madre, al verte a ti, Sol Divino, eclipsado, cubierto de ultrajes, llorando y en un mar de sangre. Pero no pueden disfrutar por mucho ese intercambio de miradas y sin embargo, sólo con el dolor de no poderse decir ni siquiera una sola palabra, sus Corazones se dicen todo, y fundidos el uno en el otro dejan de mirarse porque los soldados te empujan; y así, pisoteado y arrastrado, te hacen llegar a Pilato. 

Jesús mío, me uno a mi traspasada Madre para seguirte y para fundirme junto con ella en ti y tú dirigiéndome una mirada de amor, me bendices. 

Acción de gracias para después de cada hora


"Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: “Gracia” y “Te bendigo”. 

Sí, oh Jesús, Gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos. Gracias y Te bendigo por cada gota de sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un “Gracias” y un “Te bendigo”. 

Ah Jesús, haz que todo mi ser te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de tus gracias... Ah Jesús, estréchame a tu Corazón y con tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un “Te bendigo” tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en tu Corazón. Temo salir de El, pero Tú me mantendrás en El, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a tu Corazón, que tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que, sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión contigo. Oh Jesús mío, mantente en guardia para que no me aleje de TI. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer".