Reparemos en María a Jesús



Las Horas de la Pasión

de Nuestro Señor Jesucristo

Una parte de la Hora 2


“Adorable Jesús mío, mientras que junto contigo he tomado parte en tus dolores y en los de tu afligida Madre, finalmente te decides a partir para dirigirte a donde la Voluntad del Padre te llama. Es tan grande el dolor de uno y otro que los vuelve inseparables, por lo que tú te quedas en el Corazón de tu Madre, y ella, dulce Reina y Madre, se queda en el tuyo, de lo contrario les sería imposible separarse. Luego, bendiciéndose el uno al otro, tú la besas por última vez para fortalecerla y para que pueda soportar tantos amargos dolores; te despides de ella por última vez y te vas. 

Pero la palidez de tu rostro, tus labios temblorosos, tu voz apagada, que parece como si estuvieras por empezar a llorar al decirle « adiós », ¡ah, todo me dice cuánto la amas y cuánto sufres al tener que dejarla! Pero para cumplir la Voluntad del Padre, con sus Corazones fundidos el uno en el otro, a todo se someten, queriendo reparar por quienes, por no querer renunciar al cariño de sus familiares y amigos, a los vínculos y los apegos, incluso a las cosas lícitas y santas, no se preocupan de cumplir la santa Voluntad de Dios y de corresponder al estado de santidad al que Dios los llama. ¡Qué dolor te dan estas almas al rechazar de sus corazones el amor que quieres darles contentándose con el amor de las criaturas! Amable Amor mío, mientras reparo contigo, déjame que me quede junto a tu Madre para consolarla y sostenerla mientras tú te alejas, después apresuraré mis pasos para alcanzarte. 

Pero con sumo dolor veo que mi Madre, angustiada, tiembla, y es tanto su dolor, que mientras trata de decirle « adiós » a su Hijo, la voz se le apaga entre los labios y no puede articular palabra alguna; se siente desfallecer, y en su delirio de amor dice: 

« ¡Hijo mío, Hijo mío, te bendigo! ¡Qué amarga separación, más cruel que la misma muerte! ». 

Pero el dolor le impide seguir hablando y la enmudece... 

Desconsolada Reina, déjame que te sostenga, que te seque las lágrimas y que te compadezca en tu amarguísimo dolor! 

Madre mía, yo no te dejaré sola. Déjame estar a tu lado y en este momento tan doloroso para Jesús y para ti enséñame lo que debo hacer, cómo debo defenderlo y consolarlo, cómo debo reparar, y si debo dar mi vida para defender la suya... No, no me apartaré, permaneceré bajo tu manto; a tu señal volaré hacia Jesús y le llevaré tu amor, tus afectos y tus besos junto con los míos y los pondré en cada llaga, en cada gota de su sangre, en cada pena e insulto recibido, para que sintiendo en cada pena los besos y el amor de su Madre, sus penas queden endulzadas; y después volveré bajo tu manto trayéndote sus besos para endulzar tu Corazón traspasado.”


Fiat Divina Voluntad








Lc. 14, 26-27

«Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.

El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.”

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Reparemos en María a Jesús

por “quienes, por no querer renunciar al cariño de sus familiares y amigos, a los vínculos y los apegos, incluso a las cosas lícitas y santas, no se preocupan de cumplir la santa Voluntad de Dios y de corresponder al estado de santidad al que Dios los llama”


Las Horas de la Pasión

de Nuestro Señor Jesucristo

Una parte de la Hora 2


“Adorable Jesús mío, mientras que junto contigo he tomado parte en tus dolores y en los de tu afligida Madre, finalmente te decides a partir para dirigirte a donde la Voluntad del Padre te llama. Es tan grande el dolor de uno y otro que los vuelve inseparables, por lo que tú te quedas en el Corazón de tu Madre, y ella, dulce Reina y Madre, se queda en el tuyo, de lo contrario les sería imposible separarse. Luego, bendiciéndose el uno al otro, tú la besas por última vez para fortalecerla y para que pueda soportar tantos amargos dolores; te despides de ella por última vez y te vas.

Pero la palidez de tu rostro, tus labios temblorosos, tu voz apagada, que parece como si estuvieras por empezar a llorar al decirle « adiós », ¡ah, todo me dice cuánto la amas y cuánto sufres al tener que dejarla! Pero para cumplir la Voluntad del Padre, con sus Corazones fundidos el uno en el otro, a todo se someten, queriendo reparar por quienes, por no querer renunciar al cariño de sus familiares y amigos, a los vínculos y los apegos, incluso a las cosas lícitas y santas, no se preocupan de cumplir la santa Voluntad de Dios y de corresponder al estado de santidad al que Dios los llama. ¡Qué dolor te dan estas almas al rechazar de sus corazones el amor que quieres darles contentándose con el amor de las criaturas! Amable Amor mío, mientras reparo contigo, déjame que me quede junto a tu Madre para consolarla y sostenerla mientras tú te alejas, después apresuraré mis pasos para alcanzarte.

Pero con sumo dolor veo que mi Madre, angustiada, tiembla, y es tanto su dolor, que mientras trata de decirle « adiós » a su Hijo, la voz se le apaga entre los labios y no puede articular palabra alguna; se siente desfallecer, y en su delirio de amor dice:

«¡Hijo mío, Hijo mío, te bendigo! ¡Qué amarga separación, más cruel que la misma muerte!».”


Fiat Divina Voluntad





Mt. 10,37

“El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí”


Mc 10, 29

“Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio”


Mt. 8,21

“Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre»”


Lc 12, 51

¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división. 

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Reparemos en María a Jesús

Por “quienes, por no querer renunciar al cariño de sus familiares y amigos, a los vínculos y los apegos, incluso a las cosas lícitas y santas, no se preocupan de cumplir la santa Voluntad de Dios y de corresponder al estado de santidad al que Dios los llama” 



Las Horas de la Pasión

de Nuestro Señor Jesucristo

Una parte de la Hora 2



Pero la palidez de tu rostro, tus labios temblorosos, tu voz apagada, que parece como si estuvieras por empezar a llorar al decirle « adiós », ¡ah, todo me dice cuánto la amas y cuánto sufres al tener que dejarla! 

Pero para cumplir la Voluntad del Padre, con sus Corazones fundidos el uno en el otro, a todo se someten, queriendo reparar por quienes, por no querer renunciar al cariño de sus familiares y amigos, a los vínculos y los apegos, incluso a las cosas lícitas y santas, no se preocupan de cumplir la santa Voluntad de Dios y de corresponder al estado de santidad al que Dios los llama. ¡Qué dolor te dan estas almas al rechazar de sus corazones el amor que quieres darles contentándose con el amor de las criaturas! Amable Amor mío, mientras reparo contigo, déjame que me quede junto a tu Madre para consolarla y sostenerla mientras tú te alejas, después apresuraré mis pasos para alcanzarte.”

Fiat Divina Voluntad





Lc 13, 31. 34

"En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: "Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte."

¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido.”


Mt 20, 18-19

“Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes… y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará."


Lc 5, 33-35

“dijeron a Jesús los fariseos y los letrados: "Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber". Jesús les contestó: "¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán”


Lc 9, 44-45

"Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres. Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto"

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Reparemos en María a Jesús



Las Horas de la Pasión

de Nuestro Señor Jesucristo

Una parte de la Hora 2


“Dulce Jesús mío, el amor me señala tus pasos y te alcanzo mientras estás recorriendo las calles de Jerusalén con tus amados discípulos. Te miro y veo que todavía estás pálido; oigo tu voz, dulce, sí, pero triste, y de una tristeza tal que se les parte el corazón a tus discípulos, quienes se encuentran sumamente turbados. Y dices: 

«Es la última vez que recorro estas calles por mí mismo, mañana las recorreré atado y arrastrado entre mil insultos». 

Y señalando los lugares en los que serás insultado y maltratado mayormente, sigues diciendo: 

« Mi vida está por terminar aquí en la tierra, como el sol está por desaparecer en el horizonte, y mañana, a esta hora, ya no estaré con ustedes. Pero como sol resucitaré al tercer día ». 

Al oír estas palabras los apóstoles se ponen muy tristes y taciturnos y no saben qué responder. Pero tú añades: 

« Ánimo, no se abatan, yo no los dejaré, estaré siempre con ustedes, pero es necesario que yo muera por el bien de todos ustedes». 

Y diciendo esto te conmueves, pero con tu voz sofocada por el llanto continúas instruyéndolos, y antes de entrar al Cenáculo miras el sol que está en el ocaso así como tú estás en el ocaso de tu vida, y ofreces tus pasos por quienes se encuentran en el ocaso de la vida y les das la gracia para que puedan morir en ti, reparando por  quienes a pesar de los sinsabores y de los desengaños de la vida se obstinan en no rendirse a tu amor. 

Después le das una última mirada a Jerusalén, el centro de tus prodigios y de las predilecciones de tu Corazón, y que en pago ya te está preparando la cruz y está afilando los clavos para realizar el deicidio; y tú te estremeces, se te rompe el Corazón por el dolor y lloras por su próxima destrucción. De este modo reparas por tantas almas consagradas a ti, almas que con tanto cuidado tratabas de convertirlas en portentos de tu amor y que, ingratas, no te corresponden y te hacen sufrir todavía más amargamente.”

Fiat Divina Voluntad






Mt 9, 15

“Jesús les dijo: «Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán”


Mt. 17, 23

lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar". Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza.

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Reparemos en María a Jesús

"por quienes a pesar de los sinsabores y de los desengaños de la vida se obstinan en no rendirse a tu amor”.



Las Horas de la Pasión

de Nuestro Señor Jesucristo

Una parte de la Hora 2



“Dulce Jesús mío, el amor me señala tus pasos y te alcanzo mientras estás recorriendo las calles de Jerusalén con tus amados discípulos. Te miro y veo que todavía estás pálido; oigo tu voz, dulce, sí, pero triste, y de una tristeza tal que se les parte el corazón a tus discípulos, quienes se encuentran sumamente turbados. Y dices: 

«Es la última vez que recorro estas calles por mí mismo, mañana las recorreré atado y arrastrado entre mil insultos». 

Y señalando los lugares en los que serás insultado y maltratado mayormente, sigues diciendo: 

« Mi vida está por terminar aquí en la tierra, como el sol está por desaparecer en el horizonte, y mañana, a esta hora, ya no estaré con ustedes. Pero como sol resucitaré al tercer día ».

Al oír estas palabras los apóstoles se ponen muy tristes y taciturnos y no saben qué responder. Pero tú añades: 

« Ánimo, no se abatan, yo no los dejaré, estaré siempre con ustedes, pero es necesario que yo muera por el bien de todos ustedes ».

Y diciendo esto te conmueves, pero con tu voz sofocada por el llanto continúas instruyéndolos, y antes de entrar al Cenáculo miras el sol que está en el ocaso así como tú estás en el ocaso de tu vida, y ofreces tus pasos por quienes se encuentran en el ocaso de la vida y les das la gracia para que puedan morir en ti, reparando por quienes a pesar de los sinsabores y de los desengaños de la vida se obstinan en no rendirse a tu amor”.

Fiat Divina Voluntad





Mc. 4, 1-20

Salió el sembrador a sembrar


Jn. 7,48

¿Acaso ha creído en él algún magistrado o algún fariseo?


Jn. 4, 43-54

Anda, tu hijo está curado


Jn. 4, 44

Un profeta no es estimado en su propia patria”


Mt. 11, 33

Serás precipitada en el abismo, porque si en Sodoma se hubieran realizado los milagros que en ti se han hecho, quizá estaría en pie hasta el día de hoy.


Lc. 21, 20

“Cuando vean a Jerusalén sitiada por un ejército, sepan que se aproxima su destrucción.

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Las Horas de la Pasión

de Nuestro Señor Jesucristo

Una parte de la Hora 2



“...Después le das una última mirada a Jerusalén, el centro de tus prodigios y de las predilecciones de tu Corazón, y que en pago ya te está preparando la cruz y está afilando los clavos para realizar el deicidio; y tú te estremeces, se te rompe el Corazón por el dolor y lloras por su próxima destrucción. De este modo reparas por tantas almas consagradas a ti, almas que con tanto cuidado tratabas de convertirlas en portentos de tu amor y que, ingratas, no te corresponden y te hacen sufrir todavía más amargamente

Quiero reparar contigo para endulzar la herida de tu Corazón. Me doy cuenta de que quedas horrorizado a la vista de Jerusalén, y apartando de ella tu mirada, entras en el Cenáculo...

Fiat Divina Voluntad