“Hija mía, devuélveme el beso que te he dado, porque todo el Cielo, mi Mamá, nuestro Padre Celestial y el Divino Espíritu están esperando la correspondencia de tu beso"

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De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol.18-8 Octubre 21, 1925


Efectos de un acto hecho en la Divina Voluntad.

El dolor de Jesús está suspendido en la Divina Voluntad esperando al pecador


Esta mañana mi dulce Jesús al venir me ha dicho: “Hija mía, te traigo el beso de todo el Cielo”. Y mientras esto decía me ha besado y ha añadido:

“Todo el Cielo está en mi Voluntad, y todo lo que Yo hago, estando ellos en este Supremo Querer, sienten el eco de mis actos y repiten como respondiendo a mi eco lo que hago Yo”.

Dicho esto ha desaparecido, pero después de algunas horas ha regresado diciéndome:

“Hija mía, devuélveme el beso que te he dado, porque todo el Cielo, mi Mamá, nuestro Padre Celestial y el Divino Espíritu están esperando la correspondencia de tu beso, porque habiendo salido un acto de Ellos en mi Voluntad hacia la criatura que vive en el exilio, anhelan que les sea restituida la correspondencia en mi misma Voluntad”.

Entonces, acercando su boca a la mía, casi temblando le di mi beso, el cual ha producido un sonido armonioso nunca escuchado, que se elevaba a lo alto y se difundía en todo y a todos. Y Jesús, con un amor indecible ha añadido:

“¡Cómo son bellos los actos en mi Voluntad! ¡Ah! tú no sabes la potencia, la grandeza, la maravilla de un acto en mi Voluntad, este acto mueve todo, Cielo y tierra como si fuera un acto solo, y todo lo creado, ángeles, santos, dan y reciben la correspondencia de ese acto. Por esto un acto hecho en mi Voluntad no puede estar sin correspondencia, de otra manera todos sentirían dolor de un acto divino que ha movido a todos, en el que todos han puesto de lo suyo, y sin embargo no correspondido. El obrar del alma en mi Voluntad es como el sonido argentino de una vibrante y sonora campana que suena tan fuerte, que llama la atención de todos, y suena y resuena tan dulce, que todos conocen en ese sonido, el obrar del alma en mi Voluntad, recibiendo todos la gloria, el honor de un acto divino”.

Y habiendo dicho esto desapareció. Más tarde, continuando el fundirme en la Voluntad Divina, doliéndome por cada ofensa que ha sido hecha a mi Jesús, desde el primero hasta el último hombre que vendrá sobre la tierra, y mientras me dolía pedía perdón, pero mientras esto hacía decía entre mí:

“Jesús mío, amor mío, no me basta con dolerme y pedirte perdón, sino que quisiera aniquilar cualquier pecado, para hacer que jamás, jamás seas ofendido”. Y Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, Yo tuve un dolor especial por cada pecado, y sobre mi dolor estaba suspendido el perdón al pecador. Ahora, este mi dolor está suspendido en mi Voluntad esperando al pecador cuando me ofende, a fin de que doliéndose de haberme ofendido descienda mi dolor a dolerse junto con el suyo, y pronto darle el perdón; ¿pero cuántos me ofenden y no se duelen? Y mi dolor y perdón están suspendidos en mi Voluntad y como aislados. Gracias hija mía, gracias por venir en mi Voluntad a hacer compañía a mi dolor y a mi perdón.

Continúa girando en mi Voluntad y haciendo tuyo mi mismo dolor, grita por cada ofensa: ‘dolor, perdón’, a fin de que no sea Yo solo a dolerme y a impetrar el perdón, sino que tenga la compañía de la pequeña hija de mi Querer que se duele junto Conmigo”.