De los escritos de la S. D. Luisa  PiccarretaVol. 6, cap. 54  julio 30, 1904 

"Desapego que deben tener los sacerdotes" 


"... ¡Oh! separación, cómo eres amarga y dolorosa, no hay pena que pueda compararse a ti. ¡Oh! privación divina, tú consumes, tú traspasas, tú eres un cuchillo de dos filos, que de un lado corta y del otro quema, el dolor que provocas es tan inmenso por cuanto es inmenso Dios. 

Ahora, mientras andaba vagando me he encontrado en el purgatorio, y mi dolor, mi llanto, parecía que acrecentaba el dolor de aquellas pobres almas privadas de su vida: “Dios”. Entonces, entre estas almas parecía que habían sacerdotes, uno de los cuales parecía que sufría más que los otros, y éste me ha dicho: 

“Mis graves sufrimientos provienen de que en vida fui muy apegado a los intereses de la familia, a las cosas terrenas y un poco de apego a alguna persona, y esto produce tanto mal al sacerdote, que forma una coraza de fierro enfangada, que como vestido lo envuelve, y sólo el fuego del purgatorio y el fuego de la privación de Dios, que comparado con el primer fuego, desaparece el primero, puede destruir esa coraza. ¡Oh, cuánto sufro! Mis penas son inenarrables, ruega, ruega por mí”.

(4) Entonces yo me sentía más afligida y me he encontrado en mí misma, y después, apenas he visto la sombra del bendito Jesús y me ha dicho: 

(5) “Hija mía, ¿qué has estado buscando? Para ti no hay otros alivios y ayudas que Yo sólo”

(6) Y como un relámpago ha desaparecido. Y yo he quedado diciendo: ¡Ah! ¿Él mismo me lo dice? Que sólo Él es todo para mí, sin embargo tiene la valor de dejarme privada y sin Él”. 

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Lecciones Divinas - Hora 2 

Hora 2 de la Pasión