Enseñanzas,

ESTUDIO Y PRÁCTICA


para profundizar la Hora 18


Jesús abraza la Cruz

« El Vía Crucis » 

Hasta el Calvario, donde Jesús es despojado de sus Vestiduras



De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 20-36 Diciembre 12, 1926

Lamento de Jesús en su Pasión al ver repartidos sus vestidos y sorteada su túnica. Adán antes de pecar estaba vestido de luz y en cuanto pecó sintió la necesidad de cubrirse. 


(1) Estaba haciendo mis acostumbrados actos en el Fiat Supremo, y mi adorado Jesús ha salido de dentro de mi interior y me ha dicho: 

AUDIO


(2) “Hija mía, en mi Pasión hay un lamento mío que me salió con inmenso dolor desde el fondo de mi corazón desgarrado, porque repartieron mis vestidos y mi túnica se la jugaron a la suerte. Cómo me fue doloroso el ver repartidos mis vestidos entre mis mismos verdugos y echada a juego mi túnica; era el único objeto que Yo poseía, que me había dado con tanto amor mi Mamá doliente, y ahora no sólo me han despojado de ella, sino que hicieron de ella un juego. ¿Pero sabes tú que me traspasó mayormente? En aquellos vestidos se me hizo presente Adán, vestido con el vestido de la inocencia y cubierto con la túnica indivisible de mi Suprema Voluntad. La increada Sabiduría al crearlo hizo más que una madre amorosísima, lo vistió más que con una túnica con la luz interminable de mi Voluntad, vestido no sujeto a descomponerse, ni a dividirse ni a consumirse, vestido que debía servir al hombre para conservar la imagen de su Creador, sus dotes recibidas, y que debía volverlo admirable y santo en todas sus cosas, y no sólo esto, sino que lo recubrió con la sobrevestidura de la inocencia. Y Adán dividió en el Edén con sus pasiones los vestidos de la inocencia y se jugó la túnica de mi Voluntad, vestido incomparable y de luz deslumbrante. Esto que hizo Adán en el Edén, se repitió ante mis ojos en el monte Calvario al ver repartidos mis vestidos y sorteada mi túnica, símbolo de la vestidura real dada al hombre, mi dolor fue intenso, tanto que por ello di un lamento. Se me hizo presente cuando las criaturas, haciendo su voluntad, hacen un juego de la mía, y también cuantas veces dividen con sus pasiones los vestidos de la inocencia. Todos los bienes son encerrados en el hombre en virtud de esta vestidura real de la Divina Voluntad; puesta a juego ésta, él queda descubierto, pierde todos los bienes, porque le falta la vestidura que los tenía encerrados en él. Así que a los tantos males que hacen las criaturas con hacer su propia voluntad, agregan el mal irreparable de jugarse la vestidura real de mi Voluntad, vestidura que no podrá ser sustituida por ninguna otra”. 

(3) Después de esto mi dulce Jesús me hacía ver que ponía mi pequeña alma dentro de un sol, y con sus santas manos me tenía firme en aquella luz, la cual cubriéndome toda dentro y fuera, yo no podía, ni sabía ver otra cosa que luz, y mi adorado Bien ha agregado: 

AUDIO


(4) “Hija mía, al crear al hombre la Divinidad lo ponía en el Sol de la Divina Voluntad, y en él a todas las criaturas, este Sol le servía de vestidura no sólo al alma, sino que sus rayos eran tantos, que cubrían también el cuerpo, de modo que le servía más que vestidura, para volverlo tan adornado y bello, que ni reyes ni emperadores han aparecido jamás tan adornados como aparecía Adán con esta vestidura de luz fulgidísima. Se equivocan aquellos que dicen que Adán antes de pecar estaba desnudo, falso, falso, si todas las cosas creadas por Nosotros están todas adornadas y vestidas, él que era nuestro joyel, la finalidad por la cual todas las cosas fueron creadas, ¿no debía tener la más bella vestidura y el más bello atavío entre todas? Por eso a él le convenía la bella vestidura de la luz del Sol de nuestra Voluntad, y como poseía esta vestidura de luz no tenía necesidad de vestidos materiales para cubrirse. En cuanto se sustrajo del Fiat Divino, se retiró la luz del alma y del cuerpo y perdió su hermosa vestidura, y no viéndose más circundado de luz se sintió desnudo, y avergonzándose al verse solamente él desnudo en medio de todas las cosas creadas, sintió la necesidad de cubrirse y se sirvió de las cosas superfluas, de las cosas creadas, para cubrir su desnudez. Tan es verdad esto, que después de mi sumo dolor de ver divididas mis vestiduras y echada a suerte mi túnica, al resucitar mi Humanidad no tomé otras vestiduras, sino que me vestí con la vestidura brillantísima del Sol de mi Querer Supremo; era aquella misma vestidura que poseía Adán cuando fue creado, porque para abrir el Cielo, mi Humanidad debía llevar la vestidura de la luz del Sol de mi Supremo Querer, vestidura real, que dándome los distintivos de rey y el dominio en mis manos, abrí el Cielo a todos los redimidos y presentándome ante mi Celestial Padre le ofrecí las vestiduras íntegras y bellas de su Voluntad con las cuales estaba cubierta mi Humanidad, para hacerle reconocer a todos los redimidos por hijos nuestros. Así que mi Voluntad, mientras es vida, es al mismo tiempo la verdadera vestidura de la creación de la criatura y por esto tiene todos los derechos sobre de ella, ¿pero cuánto no hacen ellas para huir de dentro de esta luz? Por eso tú sé firme en este Sol del Eterno Fiat y Yo te ayudaré a mantenerte en esta luz”. 

(5) Entonces yo al oír esto le he dicho: “Mi Jesús y mi Todo, ¿cómo es esto? si Adán en el estado de inocencia no tenía necesidad de vestidos porque la luz de tu Voluntad era más que vestido, sin embargo la Soberana Reina, que poseía íntegra tu Voluntad, Tú mismo que eras la misma Voluntad, sin embargo ni la Mamá Celestial ni Tú llevabais los vestidos de luz, y los dos os servíais de vestiduras materiales para cubriros, ¿cómo queda esto?” Y Jesús prosiguió diciendo:

(6) “Hija mía, tanto Yo como mi Mamá vinimos a hermanarnos con las criaturas, vinimos a levantar a la humanidad caída y por lo tanto a tomar sus miserias y humillaciones en las cuales había caído para expiarlas a costa de la propia vida; si nos hubieran visto vestidos de luz, ¿quién habría osado acercarse y tratar con Nosotros? Y en el curso de mi Pasión, ¿quién hubiera osado tocarme? La luz del Sol de mi Querer los habría cegado y derribado por tierra, por lo tanto debí hacer un milagro más grande escondiendo esta luz en el velo de mi Humanidad y aparecer como uno de ellos, porque esta mi Humanidad representaba no a Adán inocente, sino a Adán caído, y por lo tanto debía sujetarme a todos sus males, tomándolos sobre de Mí como si fuesen míos para expiarlos delante de la Divina Justicia. En cambio cuando resucité de la muerte, y que representaba a Adán inocente, al nuevo Adán, hice cesar el milagro de tener escondida en el velo de mi Humanidad las vestiduras del radiante Sol de mi Querer y quedé vestido de luz purísima, y con esta vestidura real y deslumbrante hice mi ingreso en mi Patria, quedando las puertas abiertas, que hasta aquel punto habían estado cerradas, para hacer entrar a todos aquellos que me habían seguido. Por eso con no hacer nuestra Voluntad, no hay bien que no se pierda, no hay mal que no se adquiera”.


Fiat Divina Voluntad