Enseñanzas,

ESTUDIO Y PRÁCTICA


para profundizar la Hora 5

La Primera Hora de Agonía

en el Huerto de Getsemaní

De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta Vol. 14-1  Febrero 4, 1922

El amor errante y rechazado da en sollozos de llanto

 

Encontrándome en mi habitual estado, mi siempre amable Jesús se hacía ver todo afligido, su respiro era fuego, y estrechándome a Él me a dicho:

“Hija mía, quiero un refrigerio a mis llamas, quiero desahogar mi amor, pero mi amor es rechazado por las criaturas.  Tú debes saber que Yo al crear al hombre, puse fuera de dentro de mi Divinidad, una cantidad de amor que debía servir como vida primaria de las criaturas para enriquecerse, para sostenerse, para fortalecerse, y para ayuda en todas sus necesidades; pero el hombre rechaza este amor, y mi amor va errante desde que fue creado el hombre y gira siempre sin detenerse jamás, y rechazado por uno corre a algún otro para darse, y como es rechazado rompe en llanto, así que la incorrespondencia forma el llanto del amor.  Ahora, mientras mi amor va errante y corre para darse, si ve a uno débil, pobre, rompe en llanto y le dice:  “¡Ay! si no me hicieras andar errante y me hubieras dado alojo en tu corazón, habrías estado fuerte y nada te faltaría”.  Si ve a otro caído en la culpa, rompe en sollozos diciéndole:  “¡Ay! si me hubieras dado entrada en tu corazón no habrías caído”.  Ante aquél otro que ve arrastrado por las pasiones, ensuciado de tierra, el amor llora y sollozando le repite:  “¡Ay! si hubieras tomado mi amor, las pasiones no tendrían vida en ti, la tierra no te tocaría, mi amor te bastaría para todo”.  Así que en cada mal del hombre, pequeño o grande, él tiene un sollozo y continúa yendo errante para darse al hombre, y cuando en el huerto de Getsemaní se presentaron todos los pecados delante de mi Humanidad, cada culpa tenía un sollozo de mi amor, y todas las penas de mi Pasión, cada golpe de flagelo, cada espina, cada llaga, eran acompañados por el sollozo de mi amor, porque si el hombre me hubiera amado, ningún mal le podía venir; la falta de amor ha germinado todos los males y también mis mismas penas.

Yo, al crear al hombre hice como un rey, que queriendo hacer feliz su reino toma un millón y lo pone a disposición de todos, para que quien quiera tome, pero a pesar de que está a disposición de todos, sólo alguno toma algunos centavos.  Ahora, el rey está ansioso de saber si los pueblos toman el bien que les quiere dar, y pregunta si su millón se ha agotado para poner otros millones, y le viene respondido:  “Majestad, apenas algún centavo”.  El rey siente dolor al oír que su pueblo no recibe sus dones ni los aprecia.  Entonces, saliendo en medio de sus súbditos empieza a ver, a quién cubierto de harapos, a quién enfermo, a quién en ayunas, a quién temblando de frío, a quién sin techo, y el rey en su dolor rompe en llantos y sollozos y dice:  “¡Ah!, si hubieran tomado de mi dinero no vería a ninguno que me haga deshonor cubiertos con harapos, sino bien vestidos; no vería enfermos sino sanos; no vería a ninguno en ayunas y casi muerto de hambre, sino satisfechos; si hubieran tomado mi dinero ninguno estaría sin techo, habrían podido muy bien construirse una casa para abrigarse”.  En suma, en cada desventura que ve en su reino él tiene un dolor, una lágrima, y llora sobre el millón que la ingratitud del pueblo le rechaza.  Pero es tanta la bondad de este rey, que a pesar de tanta ingratitud no retira ese millón, continúa dejándolo a disposición de todos, esperando que otras generaciones puedan tomar el bien que los otros han rechazado, y así recibir la gloria del bien que ha hecho a su reino. 




AUDIO

Vol. 14-1 (párrafo 3)


 Así hago Yo, mi amor que he sacado no lo retiraré, continuará yendo errante, su sollozo durará aún, hasta que encuentre almas que tomen de este mi amor hasta el último centavo, a fin de que cese mi llanto y pueda recibir la gloria de la dote del amor que he puesto fuera para bien de las criaturas.  ¿Pero sabes tú quienes serán las afortunadas que harán cesar el llanto al amor?  Las almas que vivirán en mi Querer, ellas tomarán todo el amor rechazado por las otras generaciones, con la potencia de mi Voluntad creadora lo multiplicarán cuanto quieran y por cuantas criaturas me lo han rechazado, y entonces cesará su sollozo, y en su lugar entrará la sonrisa de la alegría, y el amor satisfecho dará a esas afortunadas todos los bienes, y la felicidad que las demás no han querido”.

Fiat Divina Voluntad