mi dulce Jesús estando en el Huerto

Enseñanzas,

ESTUDIO Y PRÁCTICA


para profundizar la Hora 5

La Primera Hora de Agonía

en el Huerto de Getsemaní

AUDIO



Vol. 14-75 Noviembre 20, 1922 

Corrientes de amor entre Dios y el hombre


(1) Estaba pensando cómo mi dulce Jesús estando en el Huerto sufrió tantas penas, pero no por parte de las criaturas, porque Él estaba solo, es más, abandonado por todos, sino por parte de su Eterno Padre. Eran corrientes de amor entre Él y el Padre Celestial, y en estas corrientes venían puestas todas las criaturas, en las cuales estaba todo el amor de un Dios por cada una de ellas, y todo el amor que cada una debía a Dios, y faltando esto sufría penas que superaban a todas las demás penas, tanto, que sudó viva sangre. Y mi dulce Jesús, estrechándome a su corazón para ser aliviado me ha dicho: 

(2) “Hija mía, las penas del amor son las más lacerantes. Mira, en estas corrientes de amor entre Yo y mi Padre está todo el amor que me debían todas las criaturas, por tanto está el amor traicionado, el amor negado, el amor rechazado, el amor desconocido, el amor pisoteado, etc. ¡Oh! cómo me llega traspasante a mi corazón, de sentirme morir; tú debes saber que al crear al hombre establecí innumerables corrientes de amor entre Yo y él; no me bastaba con haberlo creado, no, debía poner tantas corrientes de amor entre Yo y él, que no debía haber parte de él en la cual no corrieran esta corrientes, así que en la inteligencia del hombre corría la corriente de amor de mi sabiduría, en sus ojos corría la corriente del amor de mi luz, en la boca la corriente de amor de mi palabra, en las manos la corriente de amor de la santidad de mis obras, en la voluntad la corriente de amor de la mía, y así de todo lo demás. El hombre había sido creado para estar en continuas comunicaciones con su Creador, ¿y cómo podía estar en comunicación Conmigo si mis corrientes no corrían en las suyas? Con el pecado despedazó todas estas corrientes y quedó dividido de Mí; ¿sabes como sucedió? Mira el sol, toda su luz toca la superficie de la tierra y la inviste tanto que hace sentir su calor, tan a lo vivo y real que lleva la fecundidad, la vida a todo lo que la tierra produce, así que se puede decir que el sol y la tierra están en comunicación entre ellos. ¡Oh! cómo son más estrechas mis comunicaciones entre el hombre y Yo, verdadero sol eterno. Ahora, si una criatura tuviera el poder de romper entre la tierra y el sol la corriente de la luz que toca la superficie de ella, ¿qué mal no haría? El sol retiraría en sí mismo toda la corriente de la luz, la tierra quedaría en la oscuridad, sin fecundidad y sin vida. ¿Qué pena merecería ese tal? Todo esto fue lo que hizo el hombre en la Creación, y Yo descendí del Cielo a la tierra para reunir de nuevo todas estas corrientes de amor, pero, ¡oh, cuánto me costó! Y el hombre continúa su ingratitud y vuelve a destrozarme las corrientes por Mí reestablecidas”.