¿Pero sabes tú por qué agregué, y por tres veces:  ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat?’  

Yo sentía sobre de Mí todas las voluntades de las criaturas juntas, todos sus males, y a nombre de todas grité al Padre:  ‘No se haga más la voluntad humana en la tierra, sino la Divina; la voluntad humana sea desterrada y la Tuya reine’. 

Enseñanzas,

ESTUDIO Y PRÁCTICA


para profundizar la Hora 6

La segunda Hora de Agonía

en el Huerto de Getsemaní

AUDIO


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 16-39  Enero 4, 1924

Con las palabras de Jesús en el huerto:  “No se haga mi voluntad sino la Tuya”, acordó con su Padre Celestial que la Voluntad Divina tomara su puesto de honor en la criatura

 

Estaba pensando en las palabras de Jesús en el huerto cuando dijo:  “Padre, si es posible pase de Mí este cáliz, pero, non mea voluntas, sed Tua Fiat”.  Y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha dicho:

“Hija mía, ¿crees tú que fue el cáliz de mi Pasión por el cual decía al Padre:  ‘Padre, si es posible pase de Mí este cáliz?’  No, absolutamente no, era el cáliz de la voluntad humana que contenía tal amargura y plenitud de vicios, que mi voluntad humana unida a la Divina sintió tal repugnancia, terror y espanto, que grité:  ‘Padre, si es posible pase de Mí este cáliz’.  Cómo es fea la voluntad humana sin la Voluntad Divina, la cual casi como dentro de un cáliz se encierra dentro de cada criatura; no hay mal en las generaciones del cual ella no sea el origen, la semilla, la fuente, y Yo, viéndome cubierto por todos estos males que ha producido la voluntad humana, frente a la santidad de la mía me sentía morir, y habría muerto de verdad si la Divinidad no me hubiera sostenido.  ¿Pero sabes tú por qué agregué, y por tres veces:  ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat?’  Yo sentía sobre de Mí todas las voluntades de las criaturas juntas, todos sus males, y a nombre de todas grité al Padre:  ‘No se haga más la voluntad humana en la tierra, sino la Divina; la voluntad humana sea desterrada y la Tuya reine’.  Así que desde entonces, y lo quise hacer desde el principio de mi Pasión, porque era la cosa que más me interesaba y la más importante, la de llamar a la tierra el Fiat Voluntas Tua como en el Cielo así en la tierra.  Yo era el que a nombre de todos decía:  ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat’.  Desde entonces Yo constituía la época del Fiat Voluntas Tua sobre la tierra; y con decirlo por tres veces, en la primera la impetraba, en la segunda la hacía descender, en la tercera la constituía reinante y dominadora; y con decir:  ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat’, Yo intentaba vaciar a las criaturas de su voluntad y llenarlas de la Divina.

Antes de morir, porque no me quedaban más que horas, Yo quise contratar con mi Padre Celestial mi primera finalidad por la cual vine a la tierra, que la Divina Voluntad tomara su primer lugar de honor en la criatura. El sustraerse de la Voluntad Suprema había sido el primer acto del hombre, y por lo tanto nuestra primera ofensa, todos sus demás males entran en el orden secundario, y Yo debí primero realizar la finalidad del Fiat Voluntas Tua come in Cielo così in terra, y después formar con mis penas la Redención, porque la misma Redención entra en el orden secundario; es siempre mi Voluntad la que tiene el primado sobre todas las cosas, y si bien de los frutos de la Redención se vieron los efectos, pero fue en virtud de este contrato que Yo hice con mi Padre Divino, el que su Fiat debía venir a reinar sobre la tierra, realizando la verdadera finalidad de la creación del hombre y mi finalidad primaria por la cual vine a la tierra, que el hombre pudo recibir los frutos de la Redención, de otra manera habría faltado el orden a mi sabiduría; si el principio del mal fue su voluntad, a ésta debía Yo ordenar y restablecer, reunir Voluntad Divina y humana, y si bien se vieron primero los frutos de la Redención, esto dice nada; mi Voluntad es como un rey, que si bien es el primero entre todos, llega al último, precediéndolo por su honor y decoro sus pueblos, ejércitos, ministros, príncipes y toda la corte real.  Así que primero eran necesarios los frutos de mi Redención para hacer encontrar la corte real, los pueblos, los ejércitos, los ministros, a la altura de la Majestad de mi Voluntad.

¿Pero sabes tú quién fue la primera en gritar junto Conmigo:  ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat’?  Fue mi pequeña recién nacida en mi Voluntad, mi pequeña hija, que tuvo tal repugnancia, tal espanto de su voluntad, que temblorosa se estrechó a Mí y gritó junto Conmigo:  ‘Padre, si es posible pase de mí este cáliz de mi voluntad’, y llorando agregaste junto Conmigo:  ‘Non mea voluntas, sed Tua Fiat’.  ¡Ah! sí, estuviste tú junto Conmigo en aquel primer contrato con mi Padre Celestial, porque se necesitaba al menos una criatura que debía hacer válido este contrato, de otra manera, ¿a quién darlo?  ¿A quién confiarlo?  Y para volver más segura la custodia del contrato, te hice don de todos los frutos de mi Pasión, formándolos a tu alrededor como un ejército formidable, que mientras hace su cortejo real a mi Voluntad, hace guerra encarnizada a la tuya, por eso, ánimo en el estado en el que te encuentras, quita el pensamiento de que Yo pueda dejarte, esto sería en menoscabo de mi Querer, siendo que tengo el contrato de mi Voluntad depositado en ti.  Por eso estate en paz, es mi Voluntad que te prueba, que quiere no sólo purificarte sino destruir aun la sombra de tu voluntad, por eso con toda paz sigue el vuelo en mi Querer, no te preocupes por nada, tu Jesús hará de manera que todo lo que pueda suceder dentro y fuera de ti, hará resaltar mayormente mi Voluntad, y ensanchará en ti los confines de la mía en tu voluntad humana; soy Yo quien llevará la batuta en tu interior, para dirigir todo en ti según mi Querer.  Yo no me ocupé de otra cosa sino sólo de la Voluntad de mi Padre, y como todas las cosas están en Ella, por eso me ocupé de todo; y si enseñé alguna oración, no fue otra sino que la Divina Voluntad se haga como en el Cielo así en la tierra, pero era la oración que encierra todo.  Así que Yo no giraba sino sólo en torno a la Voluntad Suprema, mis palabras, mis penas, mis obras, mis latidos estaban llenos de Voluntad Celestial.  Así quiero que hagas tú, debes girar tanto en torno a Ella, hasta hacerte quemar por el aliento eterno del fuego de mi Voluntad, de manera que pierdas cualquier otro conocimiento, y no sepas otra cosa, sino sólo y siempre mi Querer”.