Enseñanzas,

ESTUDIO Y PRÁCTICA


para profundizar la Hora 15

Jesús ante Pilatos y Pilatos lo manda a Herodes

Quise ser desnudado antes de ser atado a la columna para ser flagelado PARA SUFRIR Y REPARAR el desnudarse del vestido real de mi Voluntad

AUDIO


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 16-40 (1-3) Enero 14, 1924

En la flagelación, Jesús quiso ser desnudado para dar de nuevo a la criatura las vestiduras reales de la Divina Voluntad. 


(1) Estaba acompañando a mi Jesús en el misterio de la flagelación, compadeciéndolo cuando se vio tan confundido en medio de los enemigos, despojado de sus vestidos, bajo una tempestad de golpes, y mi amable Jesús saliendo de mi interior en el estado en el que se encontraba cuando fue flagelado me ha dicho: 

(2) “Hija mía, ¿quieres saber la causa por la que fui desnudado cuando fui flagelado? 

En cada misterio de mi Pasión primero me ocupaba de consolidar la rotura entre la voluntad humana y la Divina, y después de las ofensas que esta rotura produjo. 

Cuando el hombre en el edén rompió los vínculos de la unión entre la Voluntad Suprema y la suya, se despojó de las vestiduras reales de mi Voluntad y se vistió con los miserables harapos de la suya, débil, inconstante, impotente para hacer algo de bien. Mi Voluntad le era un dulce encanto que lo tenía absorbido en una luz purísima que no le hacía conocer otra cosa que a su Dios, del cual había salido, quien no le daba otra cosa que felicidad sin medida, y estaba tan absorbido por lo mucho que le daba su Dios, que no se daba ningún pensamiento de sí mismo. ¡Oh! cómo era feliz el hombre y cómo la Divinidad se deleitaba en darle tantas partículas de su Ser por cuanto la criatura puede recibir, para hacerlo semejante a Él. 

Ahora, en cuanto rompió la unión de nuestra Voluntad con la suya, perdió la vestidura real, perdió el encanto, la luz, la felicidad; se miró a sí mismo sin la luz de mi Voluntad y viéndose sin el encanto que lo tenía absorto, se conoció, tuvo vergüenza, tuvo miedo de Dios, tanto que su misma naturaleza sintió sus tristes efectos, sintió el frío y la desnudez y sintió la viva necesidad de cubrirse; y así como nuestra Voluntad lo tenía en el puerto de felicidades inmensas, así la suya lo puso en el puerto de las miserias. 

Nuestra Voluntad era todo para el hombre, y en Ella encontraba todo, era justo que habiendo salido de Nosotros y viviendo como un tierno hijo nuestro en nuestro Querer, viviera de lo nuestro, y este Querer debiera sustituirse a todo lo que él necesitaba; por lo tanto, como quiso vivir de su querer, tuvo necesidad de todo, porque el querer humano no tiene el poder de sustituirse a todas las necesidades, ni tiene en sí la fuente del bien, por eso fue obligado a procurarse con cansancio las cosas necesarias a la vida. ¿Ves entonces qué significa no estar unido con mi Voluntad? ¡Oh! si todos la conocieran, sólo tendrían un solo suspiro: ‘Que mi Querer venga a reinar sobre la tierra’. Así que si Adán no se hubiera sustraído de la Voluntad Divina, aun su naturaleza no habría tenido necesidad de vestidos, no habría sentido la vergüenza de su desnudez, ni habría estado sujeto a sufrir el frío, el calor, el hambre, la debilidad, pero estas cosas naturales eran casi nada, eran más bien símbolos del gran bien que había perdido su alma. 

(3) Por eso hija mía, antes de ser atado a la columna para ser flagelado, quise ser desnudado para sufrir y reparar la desnudez del hombre cuando se desnudó del vestido real de mi Voluntad. Sentí en Mí tal confusión y pena al verme así desnudo en medio de los enemigos que se burlaban de Mí, que lloré por la desnudez del hombre y ofrecí a mi Celestial Padre mi desnudez, para hacer que el hombre fuera revestido de nuevo con el vestido real de mi Voluntad, y como pago, para que esto no me fuera negado, ofrecí mi sangre, mis carnes arrancadas a pedazos, me hice desnudar no sólo de los vestidos, sino también de mi piel para poder pagar el precio y satisfacer el delito de esta desnudez del hombre; derramé tanta sangre en este misterio, que en ningún otro derramé tanta, que bastaba para cubrir al hombre como con un segundo vestido, y vestido de sangre para cubrirlo de nuevo, y así calentarlo y lavarlo para disponerlo a recibir la vestidura real de mi Voluntad”. 


(4) Yo al oír esto, sorprendida he dicho: “Mi amado Jesús, ¿cómo puede ser posible que el hombre con sustraerse de tu Voluntad tuvo necesidad de vestirse, tuvo vergüenza, miedo? Sin embargo Tú hiciste siempre la Voluntad del Padre Celestial, eras una sola cosa con Él; tu Mamá no conoció jamás su querer, sin embargo tuvisteis necesidad de vestidos, de alimento y sentisteis el frío y el calor”. 

(5) Y Jesús ha agregado: “Sin embargo hija mía es precisamente así. Si el hombre sintió vergüenza de su desnudez y quedó sujeto a tantas miserias naturales, fue precisamente porque perdió el dulce encanto de mi Voluntad, y si bien el mal lo hizo el alma, no el cuerpo, pero indirectamente fue como cómplice de la mala voluntad del hombre, la naturaleza quedó como profanada por el mal querer del hombre, por lo tanto la una y el otro debían sentir la pena del mal hecho. Respecto a Mí, es verdad que hice siempre la Voluntad Suprema, pero Yo no vine a encontrar al hombre inocente, al hombre antes de que pecara, sino que vine a encontrar al hombre pecador y con todas sus miserias, y debí fraternizarme con él, tomar sobre de Mí todos sus males y sujetarme a las necesidades de la vida, como si fuera uno de ellos; pero en Mí había este prodigio, que si lo quería de nada tenía necesidad, ni de vestidos, ni de alimento, ni de nada. Pero no quise servirme de él por amor al hombre, quise sacrificarme en todo, aun en las cosas más inocentes creadas por Mí mismo, para atestiguarle mi ardiente amor, es más, esto servía para impetrar de mi Divino Padre que, por consideración mía y de mi voluntad toda sacrificada a Él, restituyera al hombre la noble vestidura real de nuestra Voluntad”.