HECHOS
Las sillas con la tapicería rota y los muebles viejos suelen abandonarse en los vertederos, en los descampados o en la calle. Por desgracia es más caro reparar una silla o llevarla al tapicero que comprarse una nueva. Esta situación no estimula las iniciativas para diseñar muebles que se puedan reutilizar. Las sillas deberían tener tapicerías extraíbles y lavables, así como rellenos reemplazables. En muchos países en vías de desarrollo el caucho de los neumáticos se corta en tiras y se amolda a un asiento, y lo mismo se hace con la caña o materiales semejantes.
REDUCIR, REUTILIZAR, RECICLAR
No se deje tentar por los muebles que parecen de gran calidad, pero que necesitan cuidados muy complicados para su mantenimiento (tapicerías no extraíbles, por ejemplo), a la larga se sumarán a la lista de residuos. No compre sillas hechas con madera tropical (si no proviene de explotaciones sostenibles), de hacerlo apoyaría a una industria que destruye el medio ambiente. Si tiene un presupuesto ajustado, busque en las tiendas de segunda mano o intente renovar sus sillas pintándolas de otro color.
Cuando una silla de bambú o caña se rompe puede conseguir material para su reparación en tiendas de bricolaje o llevarla a un taller de restauración. Quizá tampoco sea necesario gastarse una fortuna en la reparación, usted mismo puede confeccionar unos cojines que disimulen el deterioro de las sillas, o fundas que protejan sus sofás.
Cuando se quiera deshacer de algún mueble, dónelo a alguna residencia de ancianos o a una organización benéfica, siempre necesitan cosas. Algunos ayuntamientos tienen un servicio de recogida de muebles usados. No prenda fuego a los muebles con rellenos de espuma, generan gases tóxicos.