Enseñanzas,

ESTUDIO Y PRÁCTICA


para profundizar la Hora 22

La Tercera Hora de Agonía sobre la Cruz

Quinta, sexta y séptima palabra sobre la cruz

La Muerte de Jesús

“Dame de beber” (Juan Gv: 4, 7)

AUDIO:     "Tengo sed"


De los escritos de la S. D. Luisa Piccarreta Vol. 36, cap. 3 (2)  abril 20, 1938

"... Cómo el “tengo sed” de Jesús en la cruz, continúa aún a gritar a cada corazón:  “Tengo sed” 


"... “Hija mía buena, la pena que más me traspasó sobre la cruz fue mi sed ardiente, me sentía quemar vivo, todos los humores vitales habían salido por mis llagas, que como tantas bocas quemaban y sentían una sed ardiente que querían apagar, tanto, que no pudiendo contenerme grité:  ‘Sitio.’ 

Este ‘sitio’ permanece siempre en acto de decir:  ‘Tengo sed.’  

No termino jamás de decirlo, con mis llagas abiertas y con mi boca quemada digo siempre: ‘Yo ardo, tengo sed, ¡ah! dame una gotita de tu amor para dar un pequeño refrigerio a mi sed ardiente.’  Así que en todo lo que hace la criatura Yo le repito siempre con mi boca abierta y quemada por la sed: ‘Dame de beber, tengo sed ardiente.’  


Y como mi Humanidad dislocada y llagada tenía un solo grito: ‘Tengo sed’, 

por eso, conforme la criatura camina, Yo grito a sus pasos con mi boca ardida:  ‘Dame tus pasos hechos por mi amor para calmar mi sed; 

si obra, le pido sus obras hechas sólo por mi amor para refrigerio de mi sed ardiente; 

si habla, le pido sus palabras; 

si piensa, le pido sus pensamientos como tantas gotitas de amor para alivio a mi sed ardiente.’ 


No era solamente mi boca la que se quemaba, sino toda mi Santísima Humanidad sentía la extrema necesidad de un baño de refrigerio al fuego ardiente de amor que me quemaba, y como era por la criatura que Yo me quemaba en medio de penas desgarradoras, por eso solamente ellas podían, con su amor, extinguir mi sed ardiente y dar el baño de refrigerio a mi Humanidad.

Ahora, este grito: ‘sitio’, lo dejé en mi Voluntad, y Ella tomaba el empeño de hacerlo oír a cada instante en los oídos de las criaturas, para moverlas a compasión de mi sed ardiente, para darles mi baño de amor y recibir su baño de amor, aunque sean pequeñas gotitas, como alivio de mi sed que me devora, 

pero, ¿quién me escucha? ¿Quién tiene compasión de Mí? Sólo quien vive en mi Voluntad, todos los demás se hacen los sordos y acrecientan con su ingratitud mi sed, lo que me deja intranquilo, sin esperanza de alivio…”. 

Fiat Divina Voluntad