Enseñanzas,

ESTUDIO Y PRÁCTICA


para profundizar la Hora 19


La Crucifixión de Jesús

AUDIO


De los escritos de la S. D. Luisa PiccarretaVol. 14-33 Junio 6, 1922

Viviendo en la Divina Voluntad, la cruz y la santidad se hacen semejantes a las de Jesús 


(1) Estaba pensando entre mí: “Mi buen Jesús ha cambiado conmigo, antes se deleitaba en hacerme sufrir, todo era participación de clavos y cruz, ahora todo ha desaparecido, no se deleita más en hacerme sufrir, y si alguna vez sufro me mira con indiferencia y no muestra más aquel gusto de antes”. Ahora, mientras esto pensaba, mi dulce Jesús moviéndose en mi interior, suspirando me ha dicho: 

(2) “Hija mía, cuando se tienen gustos mayores, los gustos menores pierden su deleite, su atractivo, y por eso se ven con indiferencia. La cruz ata a la gracia, ¿pero quién la alimenta, quién la hace crecer a la debida estatura? Mi Voluntad. Es sólo Ella que completa todo y hace cumplir mis más altos designios en el alma, y si no fuera por mi Voluntad, la misma cruz, por cuanto poder y grandeza contiene, puede hacer que las almas permanezcan a medio camino. ¡Oh! cuántos sufren, pero como les falta el alimento continuo de mi Voluntad, no llegan a la meta, a la destrucción del querer humano, y el Querer Divino no puede dar el último toque, la última pincelada de la santidad Divina. Mira, tú dices que han desaparecido clavos y cruz, falso hija mía, falso, antes tu cruz era pequeña, incompleta, ahora mi Voluntad elevándote en Ella, hace que tu cruz sea grande, y cada acto que haces en mi Querer es un clavo que recibe tu querer, y viviendo en mi Voluntad, la tuya se extiende tanto, que te difundes en cada criatura, y me da por cada una la vida que les he dado para devolverme el honor, la gloria, la finalidad para las que las he creado. Mira, tu cruz se extiende no sólo por ti, sino por cada una de las criaturas, así que por todas partes veo tu cruz; primero la veía sólo en ti, ahora la veo por dondequiera. Este fundirte en mi Voluntad sin ningún interés personal, sino sólo para darme lo que todos deberían darme, y para dar a todos todo el bien que mi Querer contiene, es sólo de la Vida Divina, no de la humana; así que sólo mi Voluntad es la que forma esta Santidad divina en el alma. Entonces tus cruces anteriores eran santidad humana, y lo humano por cuan santo sea, no sabe hacer cosas grandes sino pequeñas, mucho menos elevar al alma a la santidad y a la fusión del obrar de su Creador, queda siempre en la restricción de criatura, pero mi Voluntad derribando todas las barreras humanas, la arroja en la inmensidad divina, y todo se hace inmenso en ella: Cruz, clavos, santidad, amor, reparación, todo; mi mira sobre ti no era la santidad humana, si bien era necesario que primero hiciera las cosas pequeñas en ti, y por eso me deleitaba tanto. 

(3) Ahora, habiéndote hecho pasar más adelante y debiéndote hacer vivir en mi Querer, viendo tu pequeñez, tu átomo, abrazar la inmensidad para darme por todos y por cada uno amor y gloria para volverme a dar todos los derechos de toda la Creación, esto me deleita tanto, que todas las otras cosas no me dan más gusto. Entonces tu cruz, tus clavos, serán mi Voluntad, la que teniendo crucificada a la tuya completará en ti la verdadera crucifixión, no a intervalos sino perpetua, toda semejante a la mía, que fui concebido crucificado y morí crucificado, alimentada mi cruz de la sola Voluntad eterna, y por eso, por todos y por cada uno Yo fui crucificado. Mi cruz selló a todos con su emblema”. 


Fiat Divina Voluntad