Relato   Viaje  a  Japon

(Takayama, Jigokudani)

 Viaje   del   9  al   18  de   Febrero   del   2008


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Día 6:  Kyoto-Takayama

Tomamos el tren bala hasta Nagoya y aquí cambiamos al tren Limited Express wideview Hida para dirigirnos hacia Takayama, situada en la parte más occidental del país y que recibe más nevadas. El tramo final, a partir más o menos, desde la ciudad de Gero el paisaje es más montañoso y nevado. Llegamos a Hida-Takayama, que nos recibe con sus tejados y calles nevadas, a pesar del bonito día soleado. Saliendo de la estación, la oficina de Turismo ofrece un práctico mapa en inglés y puede buscarte alojamiento. Nosotros habíamos elegido este pueblo tradicional para probar el alojamiento en un Ryokan (cena y desayuno incluidos) con cierto encanto. Es posible reservar Ryokanes en Agencias Japonesas por Internet; pero nosotros preferimos primero preguntar directamente, y la mayoría de los Ryokanes de Takayama no tienen  página en inglés. Entre estos últimos, finalmente elegimos el Oyado Koto No Yume,  situado muy cerca de la estación –en la calle de arriba-, aunque no tiene ningún signo exterior en nuestro alfabeto, y tenemos que preguntar para localizarlo. La chica de recepción habla muy bien inglés  –el resto del personal casi nada-. El lugar tiene estilo y todo está muy nuevo. Los onsen públicos tienen además una pequeña parte exterior, y también se ofrece la posibilidad de reservar un baño privado en otro onsen, con suplemento. Las huéspedes pueden elegir un Yukata tradicional, entre varios estilos y colores, para ponérselo –si quieren- en la cena tradicional. La experiencia global, y en particular en éste más bien lujoso, nos gustó, porque se muestra su estilo de vida, tradición y cultura al máximo; aunque más de un día en el mismo –es nuestra opinión- nos podría parecer repetitivo. 

Hida-Takayama, Real Japan según leemos en su publicidad, es un pueblecito tradicional con encanto, que mantiene en su centro, el distrito de Sanmachi, edificios del Período Edo. Es una delicia pasear por estas calles que te transportan a otra época. Además, en Enero y Febrero, cada semana una destilería de Sake abre sus puertas al público para enseñar el proceso de destilación. Son muy amables, te ofrecen degustar su excelente Sake y te regalan un par de vasos de chupito, dándote las gracias varias veces por visitarlos. Llegamos al fotogénico Nakabasi Bridge,que rodeado de nieve aún aumenta todo el marco su belleza. Daremos una vuelta por el resto de la ciudad, destacaremos el Takayama Jinya (Edificio del Antiguo Gobierno), el Templo Hida-Kokubunji, el Takayama Betsuin Temple Storehouse, y los Templos de Higashiyama, aunque estos últimos, situados un poco más alejados del Centro y en una colina, tenían bastante nieve en el camino y vimos sólo los del principio. En las afueras, lo más destacable es el Hida no Sato, la aldea folklórica de Hida, donde se exponen las construcciones típicas de la región, destacando las casas gassho-zukuri de Shirakawa-go. A destacar también en Takayama la excelente artesanía que se expone en varias tiendas.

Día 7:  Takayama-Matsumoto-Yudanaka-Jigokudani-Yudanaka

Tras el extenso desayuno japonés –hasta 17 platitos contamos-, salimos para dar una vuelta por uno de los Asa-ichi o mercados matutinos. Se ha pasado la noche nevando y el Templo Hida-Kokubunji  nos muestra sus tejados completamente nevados. Tras pasear por el Mercado de Miya-gawa, situado a lo largo de la ribera este del río, volvemos al Ryokan para hacer la salida. Le pedimos a la chica de recepción si nos puede llamar a un Ryokan de Yudanaka –que no nos había contestado el email- y nos confirma que nos esperarán en la estación.

 

Para llegar hasta Yudanaka, primero cambiaremos de tren en Mino-ota y luego en Tajimi. Vamos camino de Nagano y, aprovechando que pasamos por Matsumoto, hacemos una parada y visitaremos –unos 15 minutos andando desde la estación- su principal atracción, el Castillo de Matsumoto. Volvemos a la estación y seguiremos hasta Nagano. El paisaje es muy bonito y la nieve aparece cada vez más. En Nagano, hay que cambiar a un tren no JR para llegar hasta Yudanaka ( 1130 Y). Aquí el paisaje ya parece completamente alpino. Llegamos puntualmente y el dueño del Shimaya Ryokan (por persona: 6000 Y dormir, 150 Y tasa onsen, 800 Y desayuno occidental) nos está esperando, también a otra pareja japonesa –seríamos los cuatro únicos huéspedes de esa noche-. 

Nuestro interés en venir hasta Yudanaka, se inicia en un documental que vimos hace unos años donde se veían unos curiosos monos remojándose en un baño termal natural, el cual parecía mitigar la nevada que les estaba cayendo encima. Entendimos que se encontraba en un lugar remoto de Japón. Ese lugar resultó ser el : Jigokudani Yaen-koen (Parque de los Monos Salvajes). El lugar está situado en las afueras de Yudanaka. El dueño del Ryokan se ofrece a llevarte en su coche hasta donde empieza el sendero. Desde aquí hay que andar por un camino nevado unos 1’6 km, sobre los 20 minutos. En el Ryokan también te dejan calzado apropiado si no se lleva.  El sendero transcurre entre bonitos bosques nevados y se abre finalmente a un valle. Nos pareció, sólo esta excursión, muy, muy bonita. Una vez en el valle aparece el único hotel que hay por aquí, además de una muestra de las fuentes termales de la zona. Hay que subir las escaleras de la derecha, y ya se ve la caseta de Entrada al Parque (500 Y). Unos metros después está el baño termal que utilizan los monos. Cuando nosotros llegamos, había bastantes que estaban saliendo del agua y se marchaban –al final de la tarde se van del onsen para ir a sus casas, según nos dijeron-; pero aún quedaban algunos bañándose y pululando por allí, comiendo algo que encontraban por la nieve. Realmente, el marco de los monos dentro de la piscina termal, rodeada del paisaje nevado, es muy fotogénico. Cuando ya no queda ninguno vamos regresando, ahora mucho más tranquilamente, por el mismo camino. Vemos como algunos monos van subiendo la colina viniendo hacia nosotros. Llegan a nuestra senda, andan por ella, y se paran tranquilamente a comer en las ramas y arbustos que dan al camino.

Nos acercamos, estamos a centímetros y no se inmutan. Nos miran de vez en cuando y siguen comiendo.  No hay duda que están acostumbrados a los visitantes. Empieza a nevar –y bastante fuerte-, por lo tanto, vamos saliendo del sendero. Habíamos quedado con el dueño del Ryokan a las 17’30 h y es puntual. La excursión nos ha gustado muchísimo. Es un gran contraste a la Modernidad de Tokyo, los Templos de Kyoto o la Tradición de Takayama.  

Ya en el Ryokan –el dueño ya nos lo había ofrecido antes- tenemos uno de los dos baños termales –siempre hay uno para hombres y otro para mujeres- reservado sólo para nosotros dos. Para cenar –nosotros habíamos decidido cenar fuera- el dueño recomienda dos restaurantes cercanos, uno si te apetece sushi y otro para comidas habituales. Nos apetecen platos calentitos y elegiremos el habitual. Es un lugar pequeño con un aspecto rural japonés. Los dos platos solicitados: Nabeyaki Udon  y  Katsudon  -acompañados con una cerveza Asashi de 625 cl.- estaban muy sabrosos.

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