I N T R O D U C C I Ó N

El verano de 2020 ha sido complicado para viajar. Iba a ser nuestro verano de vuelta al mundo, con epicentro en Nueva Zelanda, y paradas en Asia, Polinesia y América; pero el Covid canceló el vuelo.

Tuvimos que buscar con poco tiempo alguna alternativa europea, con algo de aventura. Nos decantamos por realizar una Ruta por los Balcanes, zona que desconocía, al estar tristemente en guerra en mis años de viajes por Europa. Entraríamos por Dubrovnik, pensando que perteneciendo Croacia a EU, las posibles restricciones por el Covid iban a afectar menos, y además, está muy cerca de países -de momento- menos turísticos y conocidos, como Montenegro, Albania, North Macedonia, Kosovo y Bosnia & Herzegovina.

El viaje ha superado las expectativas, sorprendiéndonos: la espectacular Costa de Montenegro, y sus preciosos cascos antiguos Medievales; las cristalinas Playas de la Riviera Albanesa –que hemos priorizado en días al ir con peques de 7 y 11 años recién cumplidos-; las old town atrapadas en el tiempo de Berat y Gjirokastra ; o los vastos paisajes de los Alpes Albaneses en los valles de Theth y Valbona; en North Macedonia, las preciosas y populosas Iglesias y Monasterios alrededor del Lago Ohrid, junto a la Mezquita Pintada en Tetovo, con uno de los interiores más espectaculares del mundo; en Kosovo, el casco antiguo y la Fortaleza de Prizren; y el sur de Bosnia y Herzegovina, con el histórico y cautivador Puente de Mostar, o el delicioso baño con el marco incomparable de las Cascadas de Kravica; de la más turística Dubrovnik, aparte de perderse por sus históricos callejones, queda grabada la mágica e icónica visión de su conjunto, desde el camino que sube a la montaña que tiene detrás.