Relato Viaje a GALAPAGOS

( Isla de ISABELA )

Viaje del  13  al  24  de  Agosto  de 2008 

Introduccion isla ISABELA

ISABELA es la isla más grande del archipiélago, pero su parte habitada se reduce a una pequeña zona en torno a su capital, Puerto Villamil, que no deja de ser un pequeño pueblo. Geológicamente está muy viva, con cinco de sus seis volcanes activos, y geográficamente, nos ofrece amplias y vírgenes playas, casi siempre solitarias. Nosotros nos enamoramos de Isabela, porque, al menos de momento, te permite disfrutar de toda la magia vírgen de Galápagos en tu rinconcito de privacidad… y ya se habla de contruir un aeropuerto que reciba vuelos del continente…

DIA 4 – ISABELA-Lancha desde Puerto Ayora (SANTA CRUZ) a Puerto Villamil (ISABELA)

El trayecto desde SANTA CRUZ suele durar de dos a dos horas y media. En los meses de mar brava –y Agosto suele ser el peor- no es precisamente agradable. La barca casi está más tiempo botando en las olas que navegando. Un isabelino que nos acompaña en la lancha Luz del día nos confirma que el mar está bravísimo, como pocas veces lo había visto.

Tras unas dos horas y media de saltos, y mojados por las salpicaduras de las olas, el mar se calma. Empezamos a entrar en la bahía de Puerto Villamil. Está cayendo la tarde, pero unos rayos de sol se filtran a través de la garúa y nos muestran el bellísimo tono verde turquesa de las aguas de la bahía. A la derecha, muy cerca, un ejército de piqueros patas azules, desde el islote Tortuga, nos reciben clavándonos sus fijas miradas, impasibles. El azul intenso de sus patas parecen brillar más que nunca. Tenemos la surrealista sensación de  haber sobrevivido a la tempestad y haber llegado al paraíso.

Por el muelle de Pto. Villamil apenas vemos lanchas atracadas. Prácticamente, sólo están las que han hecho el trayecto desde Santa Cruz.  ¡ Nos parece tan diferente al populoso muelle de Pto. Ayora !

Mientras esperamos que nos traigan el equipaje de la lancha, hablamos con David, el dueño del pequeño hostal Coral Blanco (15 $pp). En la guía vienen pocos alojamientos y David, que ya nos parece buena persona, nos ofrece ver su hotel sin compromiso. Nos dice que está enfrente del mar y muy cerca de la Plaza Central.  Nos lleva y recorremos el kilómetro que separa el muelle del centro de Pto. Villamil, por sus calles sin asfaltar, hasta su pequeño hotel -5 habitaciones-. Podemos elegir habitación, nos enseña una de las dos que están frente a la calle y una que da a un patio interior, muy grande, que tiene incluso cocina. Preferimos quedarnos con la más pequeña que está frente a la calle y el mar. Desde la cama se oía como la brisa movía las ramas de las palmeras con el sonido del oleaje de fondo. Maravilloso. Comentamos que cerca, también más lejos, había otros pequeños hostales. La oferta, actualmente, es mucho más amplia que la que nos mostraba la guía Lonely Planet.

Hacemos una primera inspección del pueblo. Vamos hasta la playa que está enfrente del hotel. Es la amplia y solitaria Playa Grande de Pto. Villamil, que se alargará más de tres kilómetros. Hasta donde abarca la vista, no vemos a nadie por ningún lado. Parece que estemos sólos en el pueblo. Vamos y subimos a la torre de observación cercana al pequeño muelle que se comunica con la plaza Central. Al rato, veríamos a los primeros turistas –imaginamos que habrían llegado en las barcas desde Santa Cruz como nosotros- también subir a la torre. Caminando por el pueblo apenas te cruzas con gente, pero cuando lo haces, es normal saludarse con los nativos. Llevábamos apenas una hora en ISABELA, pero ya teníamos la sensación que nos iba a encantar. También inspeccionamos la poza que está detrás de nuestro hotel.

Para cenar, en la plaza central están la mayoría de restaurantes. Elegimos el restaurante Yolita, que es el frecuentado también por los nativos, y que nos haría sentir, cada día, como si comiéramos en casa.  

DIA 5 – ISABELA-Bahía Concha de las Perlas-Tour Tintoreras-Centro de Crianza de Tortugas

Bahía Concha de las Perlas: Es una cala refugiada cuyo acceso está casi tocando al muelle principal, en las afueras del pueblo. El sendero empieza  justo enfrente de la Agencia Pingüino’s Tour. Hay que seguir la pasarela de madera entre manglares hasta llegar a la cala. La pasarela acaba en una pequeña plataforma, donde hay un poco de espacio para dejar la ropa. Hay un lobo marino descansando en ella. Si uno no tiene el equipo de snorkel, en la Pingüino’s Tour se lo alquilarán. También se les puede dejar la mochila, si uno va a estar intranquilo dejando las cosas fuera del del agua mientras hace snorkel. La pareja que dirige la Agencia, Ruth y Ricardo, llevan muchos años viviendo en Isabela y son encantadores. Empezamos el snorkel, la marea está baja y eso ayuda a ver de cerca muchos peces de colores, si la vamos bordeando cerca de las rocas. Luego cruzaremos la cala por el centro, más profunda, sin rocas, y localizamos tres rayas águila marchando en formación. Las seguimos un buen rato hasta que nos cansamos. El snorkel ya nos gusta, pero… aparecen un par de lobos marinos, y empiezan a juguetear, nos miran, nadan a nuestro alrededor… De pronto, uno pega un salto y se sube a la pequeña plataforma, donde ahora había un par de personas más. Pasamos un muy buen rato con los lobos.

Habiendo disfrutado enormemente del snorkel salimos del sendero. Ricardo –que no sabíamos aún que era el de la Agencia- está sentado en un banco, hablando con una turista argentina que ya conocíamos. Le preguntamos cuándo es el mejor momento para ir a las Tintoreras. Nos recomienda en la marea baja. Como él tenía una barca y había marea baja, le decimos para ir ahora. A él le va bien, y ya empezaríamos, nosotros dos sólos y Ricardo el:

Tour de Las Tintoreras (10 $ pp sin snorkel): Empezamos viendo, como es habitual por las islas, a los lobos marinos descansando en las plataformas de las pocas embarcaciones que hay ancladas cerca del muelle. Ricardo, más que el típico guía de un tour, parece un enamorado de Isabela enseñándote y deteniéndose en todo lo que cree que te puede gustar. En ningún momento tuvo ninguna prisa. Llegamos hasta unas rocas que están rebosantes de pingüinos y piqueros de patas azules. Recomendamos tener la tarjeta de memoria con suficiente espacio. Cuando ya nos hemos despachado a gusto, seguimos un poco más para desembarcar en el islote de las Tintoreras. Son de un bonito paisaje de lava, con el mar y la costa deIsabela de fondo. Vamos por un sendero siguiendo a Ricardo y llegamos hasta un canal donde, desde arriba, podemos ver una tintorera, una especie de tiburón que ya habíamos visto en Santa Cruz. También vamos viendo numerosas iguanas marinas, más bien pequeñas. Seguimos hasta una playa donde andamos –si hubiese marea alta no podríamos- entre lobos marinos. Vamos por otra parte del islote donde vemos un par de grandes iguanas marinas, encima de las rocas.  El paisaje nos ha parecido muy bonito en todo momento y hemos estado sólos con el guía casi todo el rato. Ahora toca hacer el snorkel.

Vamos a un lugar cerca –antes podía hacerse en el mismo islote, pero lo prohibieron- donde hay poca corriente. Vemos peces de colores y una tortuga, más bien pequeña, que pasa a gran velocidad. Lo que más nos llama la atención son unos pingüinos que están cerca, encima de unas rocas que sobresalían del agua. Nadamos despacio hasta ellos y no se movieron ni un milímetro. Nunca imaginamos poder estar a centímetros de unos pingüinos. Ellos en tierra y nosotros en el agua.

Cuando ya tenemos bastante de snorkel le decimos a Ricardo para irnos. Antes de volver a pararnos delante de las rocas llenas de pingüinos y piqueros, nos detenemos frente a unos matorrales donde hay una fragata hembra –tiene el cuello blanco- que nos mira con curiosidad. Pasaremos -y se detendrá otra vez- frente a las embarcaciones donde descansan los lobos marinos –algunos ni se hanmovido desde que partimos- y terminamos la excursión con un sabor muy agradable.

Aprovecharíamos la tarde para visitar el  Centro de Crianza de Tortugas Gigantes. Para llegar hasta él hay que seguir la calle de nuestro hotel, que es la que está frente el mar, hasta una señal que advierte de Cruce de Iguanas. A la derecha, está indicado, empieza una pasarela de madera que irá atravesando diferentes humedales. Seguimos el sendero, donde hay una zona con una curiosa vegetación y llegamos a una gran laguna o poza, como llaman aquí. En ella vemos nuestro primer flamenco, a través de una ligera vegetación. Está muy cerca de nuestra orilla y lo observamos detenidamente. Unos metros más adelante habrá un claro desde donde se divisa más ampliamente la poza. Vemos otros cuatro flamencos, más alejados. Ya poco después se llega al Centro. Este Centro de Crianza es muy interesante para conocer todo el ciclo de vida de las Tortugas Gigantes. Al principio, puede verse una zona donde están los bebés galápagos o galapaguitos. A continuación, como en torno a cada volcán de la isla vive una subespecie de tortuga gigante diferente, van habiendo diferentes recintos con tortugas de cada subespecie que vive en Isabela, que puedes ver desde el borde. El más curioso es el de la subespecie del Volcán Cerro Azul, que tienen el caparazón más aplastado. Al final, hay una sala muy interesante con paneles explicativos sobre las tortugas. Tras la visita, charlamos un rato con el encargado del Centro. Nos cuenta curiosidades, como que les dan de comer sólo tres veces por semana o que, como las tortugas suelen vivir alrededor de los 150 años, ninguna persona podrá conocer la evolución de un galapaguito desde que nace hasta su muerte natural. También nos recuerda la reciente  erupción del Volcán Cerro Azul –hace apenas 2 meses y medio- y cómo tuvieron que ir a salvar en helicóptero a las tortugas de la subespecie que habita alrededor del volcán.

Llegando al hotel, David -el dueño del hotel- nos confirma nuestras dos plazas para mañana en el Tour al Volcán Sierra Negra, la excursión más popular en la volcánica Isabela.

  DIA 6 – ISABELA-Tour Volcán Sierra Negra

Tour del Volcán Sierra Negra (30 $): Nos pasan a buscar con el taxi/furgoneta donde hay tres turistas más. Nos reuniremos con otras dos furgonetas. Vamos todos hacia el interior de la isla por la única carretera que hay. Pasaremos algunas casas, la caseta del guarda del Parque, y empezamos a subir la falda del volcán. Nos sumergimos en la niebla, subimos un poco más y cuando vemos unos caballos ya hay que dejar el coche. Desde aquí, además de la opción de subir caminando hasta el cráter –que hicimos todos los del grupo- hay la posibilidad de subir en caballo (15 $). Si se sube a pie, pronto, tras un primer repecho, se llega al cráter y se camina un buen trecho por él. El camino de los caballos -hoy había llovido y estaba muy enfangado- hace un rodeo y se llega al cráter más tarde. En un día con niebla –es lo habitual- el paisaje a ver en esta parte inicial es el mismo por los dos caminos, o sea, nada; pero si es un día despejado, yendo a pie se va disfrutando del contorno del cráter desde casi el principio.

Subimos el repecho y llegamos al cráter. Efectivamente, no se ve nada; pero ya nos habían avisado que en la parte final siempre está despejado. Vamos siguiendo el sendero y, por unos momentos, se abre un poco la niebla y vemos el primer atisbo del cono volcánico y de su suelo de tierra negra. Seguimos rodeándolo, y ya nos juntamos con el camino por el que vienen los caballos. La niebla va menguando y, por fin, ya podemos ver una buena parte del Volcán Sierra Negra, el segundo volcán más grande del mundo –detrás del Ngorongoro tanzano-. La vista es muy bonita. Caminamos un poco más y hacemos un pequeño descanso que algunos del grupo aprovechan para comer algo del box lunch que nos habían dado.

Ahora toca bajar hasta el Volcán Chico, que también forma parte del Conjunto del Sierra Negra. Por aquí, el cielo está completamente despejado. Llegamos a un punto donde hay una visión fantástica: vemos, hacia abajo, todo el paisaje lunar de la zona, con sus diferentes tonalidades de lava, y su peculiar y escasa vegetación; y al fondo, el mar, con un tramo de la costa de Isabela. Hacia otro lado, nuestro guía nos señala otros dos volcanes de la isla. Bajamos –al contratar el tour hay que asegurarse que se baja al Volcán Chico, ya que había algún grupo que ya se volvía aquí- hacia el espectacular paisaje lunar y podemos comprobar las marcas de los ríos de lava que dejan las erupciones –la última fue en Octubre de 2005, y nuestro guía se acordaba como si fuera ayer-. Nos hace poner la mano en un hueco, desde donde era patente la actividad del volcán. Llegaremos hasta el final del camino, sorteando agujeros con tonos multicolores formados por la lava, subiendo a un repecho. Desde aquí, nuestro guía nos señala la isla Fernandina, a lo lejos, y otro volcán de la isla. La vista también es preciosa.

Ahora ya tocará ir retrocediendo hasta los coches. Nuestro guía aconseja tomar el camino por el que vienen los caballos –sigue la niebla en el mismo lugar, por tanto, por el paisaje es igual-. Este camino, quizás sea más corto, pero está muy enfangado y creemos que, caminando, se tarda más.

Llegamos al hotel, pasadas las cuatro de la tarde, muy satisfechos con la excursión. Aprovechamos para asegurar y comprar los boletos en lancha –pedimos la lancha más grande posible para Santa Cruz- para dos días después. Compramos los dos trayectos Isabela-Santa Cruz y Santa Cruz-San Cristobal (30$ cada trayecto). Por si a alguien le puede interesar, hay la posibilidad de hacer los trayectos en avioneta, pero es a precio turista  (155 $).

  DIA 7 – ISABELA-Caminata al Muro de las Lágrimas- Bahía Concha de las Perlas

Caminata al Muro de las Lágrimas: Por esta carretera, de unos cinco kilómetros hasta el muro, hay diferentes lugares de visita de fácil y rápido acceso –todos bién indicados-. Si uno prefiere, puede hacerlo en bicicleta, o también en taxi. Nosotros no teníamos prisa y lo haríamos andando. Llegamos a la señal de Cruce de Iguanas que está al final de la calle paralela al  mar,y hay que seguir recto, bordeando las solitarias playas. Llegamos al primer lugar de visita, llamado La Playita. Hay un corto sendero, por el que vemos un grupo de Iguanas Marinas, hasta llegar a una playa de arena blanca. Como ahora había marea baja, se formaba como una pequeña cala con un agua muy tranquila. Se ven varios pelícanos, y también un par de lobos marinos jugueteando en ella. Los lobos marinos se aperciben de nuestra presencia y no dejan de mirarnos. No teníamos intención de bañarnos ahora tan al principio, pero no nos podemos resistir, y nos cambiamos tranquilamente –estábamos los dos solos- para meternos en el agua. Luego vinieron dos lobos marinos más y estuvimos con los cuatro lobos nadando y jugueteando hasta que nos cansamos, siempre solos. Al salir del agua y cambiarnos, los lobos marinos nos seguían mirando como diciendo ¿ya os vais?. Ahora seguirán varios senderos a las Pozas verdes y al Mirador Los Tunos desde donde intentaremos ver alguna ave, aunque sólo vimos, al menos en ese momento, algunos patos. Muy cerca está la Playa del Amor, de nombre sugerente, aunque sólo nos gustó por la iguana marina grande que vimos por allí. Muy cerca, se puede observar un túnel de lava, llamado  Túnel del Estero. Poco después vendrán los senderos a más pozas, la Poza Redonda y la Poza Escondida. Muy interesante es el sendero hasta El Estero, a través de manglares gigantes, que acaba ante una vertiente de agua dulce que sale de la tierra, y que desemboca en una bahía de fondo arenoso que va a dar al mar. Había allí tumbado un lobo marino,  encajonado entre las raíces de los manglares. Ahora vendrán alrededor de un par de kilómetros sin más puntos de visita, pero con el aliciente de ver, al lado mismo de la carretera, una tortuga galápago caminando tranquilamente. Debía ser bastante joven, porque era de tamaño mediano; pero nos llamó mucho la atención ver nuestra primer galápago en total libertad. Al principio no se fiaba de nosotros y se paró escondiendo la cabeza, pero luego cogió confianza y prosiguió en su lento caminar. Ya comentamos que en el camino de vuelta vimos hasta tres más, o sea, que por esta zona parece fácil verlos. Seguimos camino del muro hasta que vemos unas escaleras que conducirán al Mirador del Cerro Orchilla. Recomendamos subir. Hay una amplia vista: se reconocen los humedales de Isabela; más a lo lejos se vislumbran las playa y la costa de Pto. Villamil; y a la izquierda se levantan un par de conos volcánicos. Sin olvidar la brisa deliciosa que agradecíamos. Hoy hacía bastante sol. Casi al doblar la carretera, ya se llega al Muro de las Lágrimas, donde ésta finaliza. Más que por su belleza arquitectónica, que no la tiene, este muro, de 100 m. de largo por 7 m. de alto, es famoso por su historia: fue construído por los presos entre 1946 y 1959, en los que era una dura colonia penal. Para castigarlos, se les obligaba a construírlo con enormes bloques de lava. Hay una curiosa vegetación por el lugar, además de numerosas lagartijas de lava. Tras inspeccionarlo, volveremos por la misma carretera, con los encuentros con otras tres tortugas galápago –como ya hemos comentado-, y echaremos una ojeada a la Playita inicial, a ver si seguían nuestros amigos, los lobos marinos. Pero ahora, que ya había marea alta, la playa tenía un aspecto muy diferente. El lugar donde antes se formaba una calita apenas sin corriente, quedaba bastante mar adentro y con bastante oleaje. Por descontado, los lobos marinos no estaban.

Nos quedaban un par de horas largas de luz, y decidimos ir a tomar nuestro último baño y hacer nuestro último snorkel en la Bahía Concha de las Perlas. Ahora que había marea alta, los peces de colores estaban más abajo y no se divisaban tan bien como el primer día. Nos salimos, esperando que aparezca un lobo marino. Y al rato, aparece uno, con las mismas ganas de jugar de siempre. Ha sido nuestro último baño en esta maravillosa isla que nos ha enamorado. Saliendo del sendero, encontramos a la pareja de la Agencia de enfrente, que ya conocíamos. Charlamos con ellos diciéndoles lo mucho que nos ha gustado. Ellos nos hablan de la necesidad que tienen que haya un hospital en condiciones, y de los proyectos que se hablan por la isla, como lo de construir un aeropuerto grande para conectarse con el continente, que ellos están en contra. Saben que se acabará esa paz y tranquilidad que se respira por toda la isla; pero también son conscientes que los gobernantes acabarán haciendo lo que dé más plata. Nos despedimos intercambiando direcciones y con ese deseo mutuo de volver a vernos algún día en este paraíso.

  DIA 8 – ISABELA-SANTA CRUZ-SAN CRISTOBAL

Día esencialmente de tránsito para desplazarnos desde ISABELA hasta SAN CRISTOBAL. Madrugamos, ya que todas las lanchas a SANTA CRUZ salen a las 6’00 h. Tras revisarnos el equipaje prácticamente a oscuras, hay que pagar la nueva tasa de salida del muelle para los extranjeros (5 $) para el ayuntamiento de Isabela. Teníamos la lancha Capitán Freud, y la recomendamos. Es la única que tiene asientos individuales que son muy cómodos y, además, vas de frente. Quizás el mar no estaba tan picado como en el viaje de ida, pero el viaje nos pareció bastante más agradable.

Llegamos a SANTA CRUZ y, en la oficina que está al lado del Restaurante Salvavidas, nos asignarán la lancha para SAN CRISTOBAL. Aquí puede dejarse el equipaje hasta que salga la lancha. Todas las lanchas salen a las 14’00 h. Tenemos varias horas libres más en Santa Cruz y pensamos en qué aprovecharlas. Sigue sin convercernos –pensamos que no nos va a aportar nada nuevo- volver al interior de la isla para sus visitas estipuladas, y decidimos andar hasta la cercana Laguna de las Ninfas, donde observaremos su bonito color verde esmeralda. Aprovechamos para acercarnos a la Oficina de AEROGAL y confirmar nuestro vuelo de salida de las islas Galápagos.

Reeditaremos el agradable paseo, desde el muelle de Pto de Ayora y subiendo por la Av. Charles Darwin , recordando los lugares que tanto nos gustaron al principio. Tras observar como un nutrido grupo de pelícanos esperan ansiosos que les caiga algun resto de pescado que están cortando en la Bahía Pelícano, nos relajaremos en un bar esperando que salga nuestra barca.

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