Las meninas

Fecha de publicación: Apr 08, 2013 7:7:56 PM

    En la asignatura de Plástica de 3º de ESO hemos estado hablando sobre composición. Para ello hemos proyectado en clase la página web www.artecompo.com, donde se analizan algunos cuadros importantes, como, por ejemplo, la obra cumbre de Velázquez conocida por todos:  Las Meninas.

    Si os interesa este cuadro, aparte de visitar la página web citada, también os podéis leer la novela El misterio Velázquez, de Eliacer Cansino, ed. Bruño SL, donde, a través de los ojos de uno de los personajes que aparecen en el cuadro, Nicolás Pertusato, se recrean los momentos en que dicho cuadro fue concebido por Velázquez, de un modo bastante inquietante. A continuación, un fragmento en el que se describe la escena: 

"Junto a un lienzo, Velázquez trataba de pintar mirándonos; en el centro, la princesa Margarita; a ambos lados de ella, Isabel y otra joven a la que desconocía y que después supe era María Agustina; junto a la pared, mi querida Maribárbola, tan seria, mirándome también impasible, y a sus faldas mi perro Moisés; y más a la derecha, yo mismo, redoblado, con mi traje preferido en aquel entonces, incordiando al perro. Tras nosotros se hallaba una dama también desconocida para mí entonces, doña Marcela, y junto a ella, Nerval, frío, impasible, con su mirada insidiosa, capaz de herir a distancia como el basilisco. Más al fondo, Nieto, a punto de entrar en la sala, y junto a la puerta, un espejo refulgente que deslumbraba mi visión.

Era tan real la habitación que frente a mí se había abierto, que hice movimiento de ir hacia ella. Pero Nerval, a quien había olvidado y que apareció tras de mí, también redoblado, me asió del brazo y me sostuvo. Fue la única vez que me tocó y sentí tal escalofrío que deseé salir de allí cuanto antes a pesar de tanta maravilla.

-Esperad, aún debéis ver lo mejor.

Por un instante, la habitación se quedó en penumbras y el espejo refulgente del fondo fue perdiendo la intensidad de su luz. Cuando pude mirarlo vi en su interior unas figuras lejanas y difusas que se acercaban. Permanecí embobado hasta que por fin se detuvieron. No pude evitar reconocerles, por más que no terminaban de aclararse sus perfiles.

-Majestades -dije, volviéndome apresurado hacia atrás, creyéndoles a mi espalda. Sin embargo no vi a nadie.

-No vuelvas la cabeza, Nicolás. Lo que hayas de ver lo verás de frente. Todo lo que te presento viene del futuro, no lo busques tras de ti.

Otra vez no entendía nada, pero los Reyes estaban allí, imprecisos, vagamente iluminados, como si nos observasen desde otra dimensión."