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Hay pueblos a los que cuando se les dice que no se puede se unen, sin importar colores partidarios, sin importar banderas, y pueden y logran lo que se les dijo que no podrían lograr.
Yo viví en uno de esos países, nací en él, mamé su néctar de libertad y supe que sin importar lo que unos y otros pensáramos, en el fondo éramos todos hermanos y todos sufríamos la misma opresión, por lo que juntos podríamos salir.
Y juntos salimos. Cuando se nos dijo que no fuéramos al Obelisco…. Pues allí estaba el pueblo, la consigna que pasaba de boca en boca era, sin banderas partidarias, sólo la de la patria y esa fue la que les dijo a los opresores que ya estábamos cansados de soportarlos.
Y un día como el de ayer, pero hace 37 años se nos dijo que regresaba “la peor pesadilla de la dictadura” bueno, ellos no lo dijeron así, pero debieron pensarlo. Porque Wilson Ferreira Aldunate, el líder del Partido Nacional había sido el único presidente de directorio partidario que no pudieron asesinar.
Habían matado a sangre fría en Buenos Aires donde se habían refugiado creyendo que estarían a salvo, a Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini pero alguien le avisó a Wilson que pudo huir.
Los uruguayos sabemos a quienes asesinaron entonces pero para quienes están en España sería más difícil de entender, diríamos que fue como si hubieran matado al líder de la ultraderecha y al de la ultraizquierda y se hubiera escapado el del Centro Derecha. Todos los sectores fueron dañados y por eso quizás toda la sociedad fue una cuando dijo basta.
Esa odisea, la huída de Wilson hasta llegar a Europa esotra historia, pero después de mucha sangre en tierras de Artigas y San Martín y ya consumada la traición que en el fondo fue la forma de deshacernos de una dictadura que de todas formas estaba ya agotada y dando los últimos coletazos, Wilson aceptaba entregarse a los traidores de la patria.
Y regresó, el 15 de junio subió en el puerto de Buenos Aires al la nave “Ciudad de Mar del Plata”. Y los tontos de entonces… aquellos que una vez recibieron el aplauso masivo entre carcajadas contenidas cuando dijeron..:”estábamos al borde del abismo, pero por suerte pudimos dar un paso al frente”…También los aplaudimos cuando dieron el giro de 360 grados… para cambiar el destino de la patria … y después de decirlo se quedaron muy campantes…. Pero éramos un pueblo que se sabía que era más que ellos y que estaba unido y cuando “ellos” nos pedían que cantáramos nuestro himno lo hacíamos con orgullo pero acentuando en forma especial aquel….”tiranos temblad”….
Digo que los tontos de entonces, todos sabemos a quien me refiero, creyeron que nadie se enteraría de lo que iban a hacer, pero no fue así.
Wilson llegó a Montevideo un 16 de junio de junio de 1984, en forma voluntaria dejó su exilio y se entregó a quienes no reconocía como gobernantes de un país que tampoco los quería.
Esa mañana amaneció silenciosa, nos habían dicho que nadie podía salir a la calle, que las ventanas permanecieran cerradas….. ¿a los uruguayos se les puede dan órdenes? Las calles se llenaron, las ventanas se abrieron y las banderas empezaron a ondear desde todos lados, banderas de todos los partidos, o simples pañuelos que dieran la bienvenida al líder de un sector pero que en ese momento era aceptado por todos, porque en la calle, desafiando a los militares enfurecidos no estaban solamente los seguidores de Wilson, había simptatizantes de todos los sectores políticos.
Pasaran muchas cosas más, pero ese 16 de junio fue el inicio de la que sería la transición de uno de los más grandes de nuestra historia.
Anécdotas que no pasan en todos los países. No serían posible en esta España que hoy quiero como mía pero entiendo muy diferente a la patria que me dio la vida.
Recuerdo en los últimos coletazos de la dictadura cuando las mujeres del Partido Nacional íbamos frente a la Corte Judicial a reclamar, sabiendo que era inútil, la libertad de Wilson, evoco un día especial en que un grupo de muchachos de ultra izquierda asomó por la esquina sur al grito de “vienen dando”…. Esos muchachos, aún les recuerdo, brazo contra brazo, para contener a las tropas, soportando los golpes con lágrimas que les saltaban de los ojos pero haciendo tiempo para que las mujeres de otro partido político totalmente contrario al suyo tuviéramos tiempo de huir de la furia de quienes ya se veían fuera de todo mando.
Es algo que siempre repito porque fue lo que nos permitió salir sin heridas de aquella dictadura, el que todo el pueblo lo hiciera junto, unido, algo que a aquí en España, lamentablemente no se dió y es lo que hace que no haya y no lo habrá quizás por años, la verdadera democracia.
Pero es de otra de lo que ahora estaba hablando no del pueblo que sí, tiene mucho que ver con Wilson porque de él había aprendido lo que era. Es de ese hombre que prefirió dar su libertad en bien de la patria.
Yo estoy orgullosa de poder decir que yo también soy tan blanca como lo fue siempre WILSON FERREIRA ALDUNATE.
®Graciela A. Vera Cotto