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Estoy asustada. Realmente tengo miedo. Temor a que dentro de poco, menos quizás del que desearía, España esté bajo un régimen comunista.
Mientras la derecha sigue jugando al “tú más” y sigue desunida y por lo tanto perdiendo elecciones, la izquierda avanza, no hacia un socialismo que, querámoslo o no, había sido hasta ahora más o menos aceptable, sino hacia un comunismo puro y llano.
Pero no toda la izquierda quiere lo mismo. Los socialistas, los de toda la vida como tales, no son conscientes aún de que su partido está desapareciendo.
El gobierno de España no es socialista sino Sanchista y el socialismo como tal está desapareciendo de la dirección de los organismos del Estado a pasos de gigante dando paso al comunismo y al separatismo, que en definitiva es primo hermano del primero.
Yo creo que la mayoría de los socialistas no son conscientes de que su partido ya no cuenta, ¿y el resto de quienes vivimos en esta España, somos conscientes de que si no detenemos el avance del comunismo en el Poder, una vez incrustado en el mismo será muy difícil erradicarlo?
Mientras se esperan nuevas elecciones generales para cambiar, “o no”, el destino de España, nada se hace.
No soy agorera, soy realista.
Cuando entraron ministros comunistas al Gobierno se comenzó a erosionar la Democracia porque fueron nombrados a cambio de muchas prebendas a un Partido que desde que se creó se ha declarado antiespañol y en este aspecto tiene mucha culpa todo el Partido Socialista al que no le importó perder sus (criticables pero aceptables) puntos de vista por el título, ya muy pronto tan sólo ilusorio, de “Presidente”.
La derecha no está libre de culpa. Más preocupada en rencillas internas, parece no darse cuenta de que los tiempos se acaban mientras desde el partido Comunista representado por Podemos se logra que las Asambleas Representantes de nuestra democracia se vayan convirtiendo, al principio en un proceso lento pero ya a una velocidad que asusta, en una partidocracia a su servicio.
Y así, mientras se comienza cada vez desde más pequeños a “lavar” el cerebro de los ciudadanos del futuro, los del presente seguimos pensando que estamos ante un periodo político pasajero y si bien algunos criticamos, otros alzamos la voz y otros sólo esperamos, no surge una respuesta que nos asegure a ciencia cierta que ya no tenemos un gobierno comunista, porque si lo miramos atentamente, son los ministros de esta ideología, los que aparecieron “por conveniencia” del Sanchismo, y ni siquiera del Sanchismo sino sólo del Presidente Sánchez, los que llevan la voz cantante desde hace ya algún tiempo.
Tengo 75 años, no tengo hijos en España y podría decir que no me importa lo que pueda pasar dentro de cinco o diez años. Pero es mentira, me importa, porque este país es el que elegí, conscientemente para vivir, respetar y querer.
Soy uruguaya, no vine a España en busca de trabajo, sino porque me casé con un español, por eso me vi siempre integrada en su idiosincrasia y posiblemente por eso me duele tanto ver lo que está pasando. Quizás porque ya lo
viví en un lejano Uruguay cuando la izquierda de allí se unió en un partido que gobernó durante quince años en los que llevó al país a la más grande miseria.
Y la derecha no podía derrotar a esa izquierda que se unía formando filas cerradas sin importarle que el que estaba al lado pensara diferente.
Rencillas de siempre parecían hacer imposible una unión de la derecha, pero ultra y centro derecha en Uruguay comenzaron a caminar juntos y hoy el país tiene un Presidente, a dos años de ser electo, con un 60% de aprobación en su gestión, muy a pesar de las críticas desaforadas y las piedras de molino colocadas durante todo este tiempo por la izquierda.
Pero no es de Uruguay del país que quiero hablar, sino de éste, de España, de mi España, porque como digo siempre, tengo medio corazón uruguayo y medio corazón español y en este momento es ese medio corazón rojo y gualda el que se conmueve aterrido por la perspectiva de un futuro al que parece que vamos todos en un tren bala, sin darnos cuenta de que las últimas paradas para bajar de él se están terminando.
®Graciela A. Vera Cotto
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