CARTA ABIERTA A LOS HOMBRES 

esperando que las MUJERES con mayúsculas me apoyen.



Me dirijo a los hombres, pero no a todos, quiero decirles lo que siento a aquellos que conservan ese resquicio de persona de bien, caballerosidad y simpatía que durante tantos años hicieron que ustedes y nosotras, las mujeres cuya representación me apropio porque creo que una gran mayoría estarán de acuerdo conmigo, y si no lo están, pues me alegro de no tener que representarlas.


Soy mujer, nací mujer, me crié como mujer y como mujer fui esposa y tuve el mayor premio que puede darnos la lotería de la vida, ese que es exclusividad nuestra cuya dolorosa alegría no pueden ustedes sentir: ser madre.


Y como mujer he sentido el cariño y la autoridad de un padre que buscaba poder darme la mejor educación, no sólo en lo que a colegios refiere; como mujer sentí la caricia de la mano de un abuelo orgulloso de su nieta; como mujer recibí en mi mejilla la lágrima de emoción de un esposo que acababa de ser padre y me agradecía esa felicidad; como mujer tuve amigos de esos que se llegan a considerar como hermanos; como mujer sufrí desilusiones en lo personal pero también muchas satisfacciones ¿y quién no en la vida?, y como mujer trabajé en sitios en los que tuve que abrirme paso porque sin ser exclusivos de vosotros, tampoco éramos entonces muchas las que de mi sexo entrábamos en el periodismo fuera de los contextos de los suplementos femeninos y menos en política.


No me identifico en nada con los esperpentos que hoy por hoy quieren hacernos creer que una mujer debe gritar más fuerte que el hombre, debe dejar de lado toda pose que haga que se la identifique con el género femenino y que debe aborrecer todo lo que representa el ser humano del sexo masculino.


Quiero deciros que a mi sí, me agrada que me abran una puerta, que me acerquen la silla, que me den la mano para sortear un obstáculo y que, aunque yo pueda hacer algunas tareas algo pesadas, ustedes se ofrezcan a realizarlas por mi. No me ofende un piropo (y menos cuando ya no estamos en edad de recibirlos asiduamente) siempre que no escape a la vulgaridad y el mal gusto.


Soy mujer porque nací mujer y no acepto que un hombre pueda decir que lo es simplemente porque se siente “oprimido en un cuerpo que no le pertenece”. No aceptaría encontrar en el aseo al que yo entre a un ser barbudo, ni en los vestuarios de un club verle pasar entre mujeres disfrutando de una ley que le permite “mirar a gusto” sin ser reprendido.


Soy mujer y como tal madre, por eso no aceptaría, si mis hijos estuvieran aún en edad preadolescente, que un grupúsculo de anormales con ansias de mando se asigne la potestad de dirigir mi vida familiar bajo la consigna de una defensa del menor, que es lo que están en realidad restringiendo. Yo creo que muchas madres, mujeres de verdad, si ustedes les apoyan como siempre ha sido, hombre y mujer juntos, reclamarán los derechos que les están quitando a ellas y a ustedes, el de educar a sus hijos como hombres o mujeres de bien y no como analfabetos robotizados a los que se les instiga para que sigan modas con las que nunca hemos estado de acuerdo.


No creo estar en la categoría de bicho raro por estas causas, al contrario, considero que somos una gran mayoría las Mujeres con mayúsculas, las que no salimos a la calle a vociferar consignas preestablecidas y las que nos damos la potestad de decir cuando y con quién queremos beber una copa de más y llegar borrachas a nuestra casa, o conservar la sobriedad y no por ello ser menos mujeres.


Sí, hay maltratadores y violadores, de ambos sexos pero en este caso debemos coincidir en que ustedes son más; algo que deben solucionarlo leyes sensatas que capaciten a la policía para detectar u detener a esas personas, tan o más criminales como el que mata, el que roba, el que ocupa sin derecho o el que incendia bosques y a los jueces para someterlos a penas de cárceles ejemplares.


Como mujer declaro mi odio hacia violadores y maltratadores y señalo bien alto que me parece aberrante que por caprichos que rayan con un síndrome de infantilidad en plena edad adulta, (por algo dicen que a la mujer le resultan difíciles los años de la premenuspaucia) la justicia deba bajar penas de cárcel y dejar en libertad a tales especímenes. Otro tema que complementa el de esta misiva.


Como mujer quiero que ustedes sepan, hombres que me respetan, a los que respeto sin importarme su orientación sexual, que somos muchas más que ese grupo de espantajos que pretenden que yo les odie, denuncie, aborrezca por el simple hecho de ser hombres.


Como mujer quisiera que fuera cuantiosa la respuesta de los seres humanos del sexo femenino que comparten mi opinión y también quisiera ver cuántas estantiguas descalificando mis palabras levantan el puño intentando hacerme callar.



                                                                                                                                                                                                                          ®Graciela Vera Cotto



Ante el despropósito de un gobierno que considero está destruyendo los ideales de convivencia social. 




                                                                                                                                                                                                           RETORNAR A

EL PERIÓDICO DE GRACIELA 

VOLVER A

BIENVENIDO