SEPTUAGENARIOS, LA GENERCIÓN DE ORO

Somos esa generación que ha vivido los mayores cambios de la historia a un ritmo más acelerado que ninguna otra promoción que haya nunca presentado la humanidad.

Somos la generación que hoy, con setenta y algunos años aún miramos hacia adelante con ganas de llegar más allá y que cuando retrotraemos la mirada al pasado nos asombramos nosotros mismos por los cambios tan radicales que ha sufrido nuestra existencia.

Generación de oro porque hoy estamos explorando la posibilidad de erigir ciudades en otros mundos a decenas de millones de kilómetros del nuestro y en nuestros primeros años de vida nos sentábamos junto a una radio de frecuencia modulada o, como la conocíamos FM, oyendo historias que imaginábamos en nuestro cerebro lo que nos permitió ese don tan maravilloso que es crear, fantasear con imágenes inexistentes pero que allí estaban, ancladas a esos enormes aparatos que poco después, por los años 57 del siglo pasado se redujeron a “pequeñas cajas” que podíamos llevar en la mano (o el bolsillo) escuchando las trasmisiones sin cables gracias una pequeña batería.


Nosotros vivimos aquella época, la de los sesenta cuando surgieron los primeros televisores, esos aparatos que aparecieron primero en los locales comerciales mostrando imágenes como en el cine y haciendo que las multitudes se arremolinaran frente a escaparates y ventanales de bares, los primeros en tenerlos, para asombrarse con aquella modernismo tecnología.

Somos la generación de oro porque antes de haber terminado la década de los 60 nos quedamos inmovilizados frente a aquellos aparatos que en blanco y negro nos mostraban como un hombre ponía su pie en la luna. “Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”, no lo sabíamos aún, pero éramos la generación que estaba dando ese gran, enorme paso que hoy hace que hablemos de misiones espaciales como de algo cotidiano y sin mayor relevancia, pero en nuestra

juventud sólo salían de la atmósfera terrestre superhéroes como Superman o héroes anónimos como Laika.


Y un día nos vestimos de minifaldas y vivimos el desenfreno del rock and roll, vimos surgir y desaparecer a The Beatles y hablábamos contra una guerra que no entendíamos, muchos porque ni siquiera era nuestra pero la sentíamos como tal, la de Vietnam y por eso llevamos una flor en la mano como cualquier hippie, porque en el mundo era mejor hacer el amor que hacer la guerra.


Somos la generación de oro porque supimos lo que era esperar días para comunicarnos con un amigo que estaba aveces como quién dice a tiro de piedra, pero no había otra manera de hacerlo que llevando una carta escrita a la oficina de correos y esperando que el cartero se la entregara en su casa.

Por tantas cosas somos la generación de oro, que después de descubrir cada uno de estos motivos seguiremos durante la vida entera y siempre seremos…. DE ORO 18 kilates porque hemos aprendido que la vida es apenas un momento que vale la pena vivir plenamente.




                                                                                                                                        ®Graciela A. Vera Cotto





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