TUYA
Pintura obra de János Makray
TUYA
Fue dulce la caricia deseada,
inequívoco, de ambos, el deseo,
era el río que fluye caudaloso
volcándose al mar sin recelos.
Sentí tus manos mirándome toda,
busqué el halago tierno de tus ojos,
tus brazos fueron el reposo
al goce sublime de la entrega.
Cual néctar que embriaga los sentidos
bebimos en cáliz consagrado,
nuestros cuerpos enraizados
en firme tronco, complacidos.
Comulgando crispadas crestas
en placentero ardor
que enerva los sentidos ofrendando
eterna, bendita lágrima.
© Graciela A. Vera Cotto
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